lunes, 16 de febrero de 2015

Asesinos en serie

CAYETANO SANTOS GORDINO.Catetano Santos Gordino

La ciudad porteña de Buenos Aires vio nacer, el 31 de octubre de 1896, al hijo de los inmigrantes calabreses Fiore Gordino y Lucía Ruffo. Este niño quién llevaría el nombre de Cayetano Santos horrorizaría a la Argentina algunos años más tarde bajo el apelativo de el "Petiso Orejudo". 

Fiore fue quizá responsable en parte de haber engendrado a quién se convertiría en el primer criminal en serie en la historia policial argentina. Alcohólico y golpeador, había contraído la sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud, de hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis.
La niñez de Cayetano transcurre en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurre a varias escuelas de donde siempre es expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde. El escenario de sus correrías y carrera criminal serían los baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, por entonces todavía al borde de la pampa. Es una zona de quintas, de retiro, de descanso. Pero también es un arrabal desgranado de paisanos y extranjeros.
El 28 de septiembre de 1904, contando con apenas 7 años, Cayetano da inicio formal a su carrera criminal, a fuerza de engaños lleva a Miguel de Paoli, de casi dos años hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas, un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría de donde serían recogidos más tarde por sus respectivas madres.
Al año siguiente, Cayetano agrede a su vecina Ana Neri, de apenas 18 meses. Le conduce hasta un baldío en donde le golpea repetidamente en la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quién pone fin al ataque y le detiene, pero, dada su corta edad es dejado en libertad esa misma noche.
Extrañamente, el que sería el primer asesinato de Cayetano pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando lo relata, en su confesión ante la policía. Según él cuenta, en 1906 toma a una niña de aproximadamente 2 años y la lleva hasta un baldío sobre la calle Río de Janeiro donde intenta estrangularla, después, decide enterrarla viva en una zanja que cubre con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladan hasta el lugar pero se encuentran con que se había edificado una casa de dos pisos. La historia no pudo ser corroborada a pesar de que los archivos policiales registran una denuncia por desaparición con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Roca Face, tomada en la comisaría 10ª. La niña desaparecida nunca fue encontrada.
Ese mismo año, al parecer apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Cayetano sería denunciado ante la policía por su padre al descubrir que ha martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves. A continuación se reproduce el acta que en aquella ocasión fue levantada.
"En la Ciudad de Buenos Aires, a los 5 días del mes de abril del año 1906, compareció una persona ante el infrascrito. Comisario de Investigaciones, la que previo juramento que en legal forma prestó, al solo efecto de justificar su identidad personal dijo llamarse Fiore Godino, ser italiano, de 42 años de edad, con 18 de residencia en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Enseguida expresó: que tenía un hijo llamado Cayetano , argentino, de 9 años y 5 meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a esta Policía para que lo recluya donde crea oportuno y para el tiempo que quiera. Con lo que terminó el acto y previa íntegra lectura, ser ratificó y firmó. Fdo.: FRANCISCO LAGUARDA, Comisario. -Fiore Godino"."Se resolvió detener al menor Cayetano Godino y ser remitió comunicado a la Alcaidía Segunda División, a disposición del señor Jefe de Policía"
Cayetano pasó recluido poco más de dos meses y después regresa a las calles, como ya no asiste a la escuela vuelve a dedicarse a la vagancia, sumido en sus morbosas fantasías, masturbándose continuamente.

El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas, conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón, ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la que suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente.
Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir.
El 6 de diciembre Fiore y Lucía Godino, cansados de los continuos problemas causados por Cayetano vuelven a entregarlo a la policía, esta vez es enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz en donde permanece por tres años. Durante su encierro concurre a clases en donde medio aprende a leer y escribir.
La estancia de Cayetano en Marcos Paz, lejos de regenerarlo, le endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado.
Su liberación se da, al parecer, a petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un fútil intento por redimirlo de su secuela criminal se habían ocupado de conseguirle trabajo en una fábrica, por desgracia solamente es capaz de mantener el puesto por tres meses.
Nuevamente comienza a vagar por las calles, pero esta vez no se circunscribe a los barrios conocidos, sus vagabundeos le llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel de moral de la pujante ciudad de Buenos Aires. Asimismo, comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar, sobre todo después de tomar alcohol.
1912 es un año que marca hitos en más de una historia, por un lado se desata la guerra en los estados balcánicos y por otra el Titanic se lleva al fondo del mar toda la gloria y pompa con que fue bautizado.
El 17 de enero del fatídico 1912 Cayetano, quién ya es conocido en las calles con el sobrenombre de "Petiso Orejudo", se introduce en una bodega de la calle de Corrientes y da rienda a otra de sus grandes pasiones; el fuego. El incendio que provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de su arresto declararía: "Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego."
El 26 de enero de 1912 un crimen aterrador conmueve a la sociedad porteña. El cadáver del menor Arturo Laurora, de 13 años es encontrado en una casa puesta en alquiler en la calle Pavón. El cuerpo es descubierto, golpeado y semidesnudo, con un trozo de cordel atado alrededor del cuello. Su desaparición había sido reportada apenas el día anterior. Las investigaciones no conducen a ningún lado. Posteriormente Cayetano confesaría la autoría de este crimen.
El 7 de marzo siguiente Cayetano prende fuego a las ropas de Reyna Bonita Vaínicoff de cinco años, la pequeña fallece 16 días después de debatirse entre la vida y la muerte en el Hospital de Niños.
En los meses siguientes el Petiso causa dos incendios más que son controlados fácilmente por los bomberos sin que se produzcan víctimas.
El 24 de septiembre, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vial de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos.
En noviembre 8 el Petiso Orejudo, con engaños como siempre, convence a Roberto Russo de 2 años a acompañarlo a un almacén en donde supuestamente le compraría unos caramelos. Le lleva hasta un alfalfar a pocas cuadras en donde le ata los pies y procede a ahorcarlo con un trozo de la cuerda que usa para atarse los pantalones, son descubiertos por un peón del alfalfar quién los entrega a las autoridades. Cayetano declara haber encontrado atado al niño y estarlo rescatando cuando son descubiertos, es liberado por falta de mérito.
El 16 del mismo mes, en un baldío situado en las calles de Deán Funes y Chiclana, intenta golpear a Carmen Gittone de 3 años. Un vigilante hace acto de presencia y el agresor consigue escapar. Días después, el 20 de noviembre, se lleva de la esquina de Muñiz y Directorio a la niña Catalina Naulener de 5 años. Busca un baldío por la calle Directorio, pero antes de encontrarlo la menor se resiste a seguir. Godino se descontrola y la golpea. El dueño de la casa ubicada en el número 78 de la mencionada calle interviene y Cayetano logra huir de nuevo.
El último crimen del Orejudo es probablemente el mejor documentado de su espectacular carrera, su víctima, Gerardo Giordano de apenas tres años sale, como todas las mañanas después de desayunar con sus padres, de su casa ubicada en la calle Progreso número 2185 para reunirse con sus amiguitos y jugar a todo aquello que acostumbran jugar los niños en esa edad. Esa misma mañana del 3 de diciembre, a pesar de los acostumbrados gritos de su padre, Cayetano sale de su casa ubicada en Urquiza 1970, ya lleva clavada entre los ojos la determinación terrible de matar.
Después de vagabundear un rato por las calles, Santos Godino encuentra, en la calle Progreso un grupo de chicos jugando. Se les suma sin despertar ninguna sospecha porque, después de todo, su aspecto de idiota siempre le ha permitido ganar la confianza de sus víctimas
Poco después consigue convencer a Gerardo para que lo acompañe a comprar unos caramelos. Un rato antes y sin éxito, invitó a Marta Pelossi, de 2 años de edad; pero la menor, asustada, se refugió en su domicilio.
Así pues, víctima y homicida se encaminan sin apuro hacia el almacén ubicado en Progreso 2599 en donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el más chico los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos: le permite algunos, y le promete los demás si acepta acompañarlo hasta cierto lugar alejado, la Quinta Moreno.
Una vez en la entrada, el chico llora y se resiste a entrar. Pero el asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza y lo aquieta poniéndole la rodilla derecha sobre el pecho. Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón (se trata de esos lazos de algodón que se utilizan en albañilería para sostener las plomadas), y empieza a enrollarlo en el cuello de Gerardo, le da 13 vueltas y procede a estrangularlo. Pero Gerardo intenta levantarse, así que Cayetano procede a atarle de pies y manos cortando la cuerda con un cerillo encendido. De nuevo procede a asfixiarlo con el cordel pero el chiquillo se resiste a morir. Una idea cruza por la mente de Cayetano; ¿Por qué no atravesarle la cabeza con un clavo?
Uniendo la acción a la idea el Petiso se da a la tarea de encontrar la herramienta deseada, su búsqueda le lleva al exterior del local en donde topa con el padre de Gerardo quién le pregunta por el paradero del niño, imperturbable, Cayetano, le responde no haberlo visto y le sugiere dirigirse a la comisaría más próxima a levantar un reporte.
Mientras tanto el Orejudo encuentra un viejo clavo de 4 pulgadas, regresa con él junto a su víctima, usando una piedra como martillo lo hunde en la sien del niño moribundo y después de cubrirlo con una vieja lámina de zinc huye de la escena del crimen.
Esa noche, durante la velación de su víctima, Cayetano hace acto de presencia. Después de observar durante algún tiempo el cadáver de Gerardo huye llorando del lugar. (Según declaró posteriormente, deseaba ver si el cadáver aun tenía el clavo en su cabeza) Para su desgracia dos policías, el Subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti ya habían ligado cabos con casos anteriores y esa misma madrugada se allanó el hogar de los Gordino arrestando a Cayetano, encontrando en sus bolsillos un artículo de periódico aun fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había intentado ahorcar a Gerardo.
Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En una primera instancia, Santos Godino fue declarado irresponsable y se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes, donde atacó a dos pacientes. Uno estaba inválido en una cama. Otro se movía en silla de ruedas. Después intentó huir.
Lo trasladaron a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y finalmente, en 1923 se le trasladó al penal de Ushuaia, la provincia más austral de la Argentina, a la "Cárcel del Fin del Mundo". En 1927 los médicos del penal le hicieron una cirugía estética en las orejas, porque creían que allí radicaba su maldad. Obviamente este tratamiento "radical" no sirvió de nada.
En 1936 pidió la libertad y se la negaron: de los dictámenes médicos elaborados por los doctores Negri y Lucero y los doctores Esteves y Cabred se concluye que;
"Es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean" .
De su vida de recluso se sabe poco. Apenas alguna anécdota como la siguiente: en 1933, consiguió detonar la furia de los presos porque mató al gato mascota del penal arrojándolo junto con los leños al fuego; le pegaron tanto que tardó más de veinte días en salir del hospital.
Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Supuestamente murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos.
El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue removido sus huesos ya no estaban.
ALBERT FISHAlberth Fish
Nadie podía haberse imaginado que ese abuelito entrañable de más de 65 años, de rostro demacrado, cuerpo encogido y fatigado, cabello y bigote gris, ojos tímidos podía esconder una personalidad como la que revela su informe psiquiátrico: sadismo, masoquismo, castración y autocastración, exhibicionismo, voyeurismo, pedofilia, homosexualidad, coprofagia, fetichismo, canibalismo e hiperhedonismo.
Fish nace en 1870. En su familia existen numerosos antecedentes de perturbación mental, empezando por su madre que oye voces por la calle y tiene alucinaciones, dos de sus tíos internados en un psiquiátrico, una hermana demente, un hermano alcohólico, etc.
Desde muy niño se siente atraído por el sadomasoquismo, se divierte infligiendo dolor a los demás y sobre todo a él mismo. Sigue con atención los artículos de crímenes en la prensa, y colecciona sobre todo aquellos de los asesinos en serie caníbales, con los que se siente identificado.
A los veinte años mantiene relaciones homosexuales y ejerce la prostitución homosexual en Washington, en dónde viola a un niño y asesina a su primera víctima.
En esa época comienza a sufrir alucinaciones de tipo religioso y vive obsesionado con la idea del pecado, creyendo que la única forma posible de expiación es a través del sacrificio personal y el dolor.
Él mismo se inflige castigos masoquistas automutilándose, frotando por su cuerpo desnudo rosas con espinas, hundiéndose agujas de marinero en la pelvis y en los órganos genitales... en una ocasión es sorprendido en su habitación completamente desnudo, masturbándose con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo del que sobresalen unos clavos. A cada golpe grita de dolor, mientras la sangre se desliza por sus nalgas.
Oficialmente, fue detenido ocho veces: la primera por tentativa de estafa, luego por robo, por pago con cheques sin fondos, por cartas obscenas a los anuncios de agencias matrimoniales de los periódicos.
En alguna ocasión afirma ser Jesucristo, que San Juan le habla y que el mismo Dios le ordena cometer sacrificios humanos.

Lo internan tres veces en un hospital psiquiátrico, dejándolo salir al poco tiempo en cada ocasión tras considerar que no es peligroso ni está loco, sino que simplemente sufre una personalidad psicopática de carácter sexual.

A pesar de todos estos delitos, la policía neoyorquina tardaría nada menos que seis años para poder inculparlo por asesinato.

"Escuchaba voces que me decían cosas y, cuando no las comprendía todas, trataba de interpretarlas con mis lecturas de la Biblia... entonces supe que debería ofrecer uno de mis hijos en sacrificio para purificarme a los ojos de Dios de las abominaciones y los pecados que he cometido. Tenía visiones de cuerpos torturados en cualquier lugar del Infierno..."


Albert Fish fue capturado por la policía el 13 Diciembre de 1935, lo logra a través de una carta de Fish enviada a la madre de la víctima que había secuestrado, en dónde le cuenta sus aficiones por el canibalismo y cómo se decidió a probar carne humana por primera vez con el cuerpo de su hija.

Querida señora Budd:
Hace algunos años, mi amigo el capitán John Davis, zarpo de California hacia Hong-kong, que por aquel entonces padecía los problemas del hambre, las calles se habían vuelto muy peligrosas para los niños entre 9 y 12 años porque tenían la costumbre de matarlos y cortarlos en pedazos y vender su carne como alimento.
Antes de zarpar mi amigo, rapto a 2 niños los mato corto en pedazos guiso su carne, y se la comió.
Esa es la razón de que hace algunos años yo acudiera a su casa el 3 de junio de 1928 con el pretexto de acompañar a su hija a la fiesta que daba mi hermana me la lleve a una casa abandonada, que había en Westcher County donde la estrangulé la corte en pedazos y comí parte de su carne tranquila no me la tire murió siendo virgen.
Tras leerla y sufrir un gran shock, se puso en contacto con la policía que tras investigar lograron encontrar la procedencia de la carta, siguieron la pista de Albert Fish, lo arrestaron el 13 de diciembre.
En su declaración afirmo que tras matar a la niña le corto la cabeza, con un trinchante y partió su cuerpo en dos con una sierra a la altura del ombligo.
El propio Fish lo reconocería: "No soy un demente, sólo soy un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo".
Una vez detenido, se confiesa además autor de otros muchos crímenes y demás aberraciones que había estado llevando a cabo durante toda su vida: su deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena, que le valdría el apodo de "el Maníaco de la Luna", sus crímenes más atroces, algún acto de vampirismo como el caso de un niño de 4 años al que flageló hasta que la sangre resbalaba por sus piernas, luego le cortó las orejas, la nariz y los ojos, le abrió el vientre y recogió su sangre para bebérsela a continuación, además de desmembrarlo y prepararse un estofado con las partes más tiernas.
"...Decidí comérmela. La llevé a una casa abandonada en Westchester en la que me había fijado. En el primer piso me desvestí completamente para evitar manchas de sangre. Cuando me vio desnudo se echó a llorar y quiso huir, pero la alcancé. La desnudé, se defendió mucho, me mordió y me hizo algunos rasguños. La estrangulé antes de cortarla en pedacitos para llevarme a casa toda su carne, cocinarla y comérmela. No pueden imaginar cuán tierno y sabroso estaba su culito asado. Tardé nueve días en comérmela por completo. No me la tiré, aunque hubiese podido hacerlo de haberlo querido, murió virgen".
También narra la historia de un joven vagabundo al que obligó a realizar toda clase de actos sádicos, masoquistas y coprófagos durante dos semanas, además de cortarle las nalgas en varias ocasiones para beber su sangre. Finalmente intenta cortarle el pene con unas tijeras, pero cambia de opinión al ver el sufrimiento del chico y arrepentido le da diez dólares dejándolo huir.
Ante el psiquiatra explicó que por orden divina se veía obligado a torturar y matar niños, el comérselos le provocaba un éxtasis sexual muy prolongado.
También confesó las emociones que experimentaba al comerse sus propios excrementos, y el obsceno placer que le producía introducirse trozos de algodón empapado en alcohol dentro del recto y prenderles fuego. Los hijos de Fish contaron cómo habían visto a su padre golpeándose el cuerpo desnudo con tablones claveteados hasta hacer brotar sangre.
Durante el juicio quedó probado que realizó todo tipo de perversiones con más de 100 niños matando además a 15. Se descubrió también su extraño gusto por hacerse daño a sí mismo, uno de sus sistemas favoritos era clavarse agujas alrededor de los genitales. Una radiografía descubrió un total de 29 agujas en el interior de su cuerpo (algunas con tanto tiempo que habían empezado a oxidarse). Le gustaba comerse sus propios excrementos, o introducirse trozos de algodón empapados con alcohol dentro del recto y prenderles fuego En otras ocasiones había intentado introducirse agujas debajo de las uñas, pero no tardó en renunciar a ello cuando el dolor se hizo insoportable.

Estas declaraciones acerca de sus víctimas le cuestan a Fish la sentencia de culpable por crímenes con premeditación tras diagnosticarlo psicótico, pero cuerdo.
Es condenado a la silla eléctrica y ejecutado en la prisión de Sing Sing el 16 de enero de 1936. Cuando se le preguntaba por la cifra exacta, respondía sonriendo: "Por lo menos cien". Tuvo una sorprendente reacción después de ayudar a los guardias a colocarle los electrodos, y se mostró entusiasmado.
Albert Fish se llevaría a la tumba su mayor secreto, el número de personas que habría asesinado. Las opiniones de los psicólogos son contrastadas en ese aspecto, unos hablan de varios centenares de víctimas, mientras que otros estiman que no hubo más de cincuenta. Finalmente se le acusa de haber asesinado un total de 15 niños, la gran mayoría procedentes de las capas más pobres de la población.
"Que alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado..."

ERZSÉBET BATHORY.Ersénet Bathory

El caso de este personaje resulta verdaderamente interesante para la historia del crimen en serie, partiendo en un principio del hecho que sea una de las pocas mujeres que haya asesinado de una manera tan cruel... a cerca de 650 niñas.
Además de una perversión sádica y sexual, la Condesa Elizabeth Báthory sentía especial atracción por la sangre, y no sólo se contentaba de beberla, como es habitual en los llamados asesinos vampíricos, sino que se bañaba en ella con el fin de impedir que su piel envejeciese al paso de los años.
Nace en 1560 en el seno de una de las más ricas familias húngaras.
Si bien pertenecía a la más ilustre y distinguida aristocracia, siendo su primo Primer Ministro de Hungría, y su tío Rey de Polonia, también existen antecedentes esotéricos entre los miembros de su familia, como pueden ser un tío adorador de Satán y otros familiares adeptos a la magia negra o la alquimia, entre los que se puede contar a la propia Báthory, ya que desde su infancia había sido influida por las enseñanzas de una nodriza que se dedicaba a las prácticas brujeriles.
Cuando sólo contaba con 15 años se casa con un noble, el conde Nadasdy, gran guerrero conocido como "El Héroe Negro", y se van a vivir en un solitario castillo en los Cárpatos.
El conde no tarda en ser reclamado en una batalla, por lo que se ve obligado a dejar sola a Elizabeth por un tiempo. Al cabo de muchos momentos en espera de su marido, ésta se aburre por el continuo aislamiento al que estaba sometida, y se fuga para mantener una relación con un joven noble al que las gentes del lugar denominaban "el vampiro" por su extraño aspecto. En breve regresa de nuevo al castillo y empieza a mantener relaciones lésbicas con dos de sus doncellas.
Desde ese momento, y para distraerse de las largas ausencias de su marido, comienza a interesarse sobremanera por el esoterismo, rodeándose de una siniestra corte de brujos, hechiceros y alquimistas. A medida que pasaban los años, la belleza que la caracterizaba se iba degradando, y preocupada por su aspecto físico pide consejo a la vieja nodriza. Ésta, le indica que el poder de la sangre y los sacrificios humanos daban muy buenos resultados en los hechizos de magia negra, y le aconseja que si se bañaba con sangre de doncella, podría conservar su belleza indefinidamente...
En esa época, la Condesa tuvo su primer hijo, al que siguieron tres más, y si bien su papel maternal le absorbía la mayor parte del tiempo, en el fondo de su mente seguían resonando las palabras tentadoras de la nodriza: "belleza eterna". Al principio intentó alejarlas de sí, posiblemente no por falta de deseo o valor, sino por temor a las consecuencias de cara a la aristocracia, pero años más tarde cuando su marido fallece no tarda en probar los placeres sugeridos por la bruja.
Al poco tiempo moriría su primera víctima: una joven sirvienta estaba peinando a la Condesa, cuando accidentalmente le dio un tirón. Ésta, en un ataque de ira le propinó tal bofetada que la sangre de la doncella salpicó su mano. Al mirar la mano manchada de sangre, creyó ver que parecía más suave y blanca que el resto de la piel, llegando a la conclusión que su vieja nodriza estaba en lo cierto y que la sangre rejuvenecía los tejidos. Con la certeza de que podría recuperar la belleza de su juventud y conservarla a pesar de sus casi cuarenta años, mandó que cortasen las venas de la aterrorizada sirvienta y que metiesen su sangre en una bañera para que pudiera bañarse en ella.
A partir de ese momento, los baños de sangre serían su gran obsesión, hasta el punto de recorrer los Cárpatos en carruaje acompañada por sus doncellas en busca de jóvenes hembras a quienes engañaban prometiéndoles un empleo como sirvientas en el castillo. Si la mentira no resultaba, se procedía al secuestro drogándolas o azotándolas hasta que eran sometidas a la fuerza. Una vez en el castillo, las víctimas eran encadenadas y acuchilladas en los fríos sótanos bien por un verdugo, un sirviente o por la propia Condesa, mientras las víctimas se desangraban y llenaban su bañera.
Una vez dentro de la pila, hacía que derramasen la sangre por todo su cuerpo, y al cabo de unos minutos, para que el tacto áspero de las toallas no frenase el poder de rejuvenecimiento de la sangre, ordenaba que un grupo de sirvientas elegidas por ella misma lamiesen su piel. Si estas mostraban repugnancia o recelo, las mandaba torturar hasta la muerte. Si por el contrario reaccionaban de forma favorable, la Condesa las recompensaba. En algunas ocasiones, las víctimas que le parecían más sanas de mejor aspecto eran encerradas durante años en los sótanos para ir extrayendo pequeñas cantidades de sangre mediante incisiones afín que la dueña del castillo pudiera bebérsela. Por otro lado, las calaveras y los huesos eran también aprovechados por los hechiceros del castillo, convencidos que sólo un sacrificio humano podía dar buenos resultados para realizar sus experimentos alquímicos. Durante once años, los campesinos aterrados veían el carruaje negro con el emblema de la Condesa Báthory rastrear el pueblo en busca de jóvenes, que desaparecían misteriosamente dentro del castillo y que nunca volvían a salir.
Los cuerpos sin vida eran sepultados en las inmediaciones del castillo, hasta que finalmente, sea por pereza o descuido, tan sólo los arrojaban al campo para que las alimañas acabasen con ellos.
Algunos aldeanos no las tenían todas consigo por los gritos estremecedores que se oían salir del lugar, y se empezaron a extender rumores por todo el pueblo de que algo raro sucedía en el castillo.
Finalmente estos pueblerinos empiezan a rondar por las inmediaciones, en dónde se encuentran con los restos de más de una docena de cuerpos sin vida. Éstos armaron una revuelta insistiendo que el castillo estaba maldito y era además una residencia de vampiros, quejándose ante el propio soberano.
Atacar a una familia de poder en esa época era algo verdaderamente difícil, y sobre todo si como en este caso, el acusado además de ser una persona distinguida entre la nobleza tenía amigos igual de poderosos por todas partes. Por ese motivo, el emperador comienza por no prestar atención a las quejas de su pueblo, pero finalmente envía una tropa de soldados que irrumpen en el castillo en 1610.
Al entrar, los soldados encuentran en el gran salón del castillo un cuerpo pálido y desangrado de mujer en el suelo, otro aún con vida pero terriblemente torturada, que había sido pinchada con un objeto para extraerle la sangre, y una última ya muerta tras ser salvajemente azotada, desangrada y parcialmente quemada. En los alrededores del castillo, desentierran además otros cincuenta cadáveres.
En los calabozos, se encuentran a gran cantidad de niñas, jóvenes y mujeres aún en vida a pesar que algunos de ellos tenían señales de haber sido sangrados en numerosas ocasiones.
Una vez éstos liberados, sorprenden a la Condesa y a algunos de sus brujos en una de las habitaciones del castillo en medio de uno de estos sangrientos rituales. Rápidamente son detenidos y conducidos a la prisión más cercana. Los crímenes sádicos de Báthory habían durado aproximadamente diez años.
En el juicio, sobraban pruebas para condenar a Elizabeth Báthory culpable de los múltiples crímenes cometidos, pues no sólo se habían encontrado ochenta cadáveres sino que los guardias estaban de testigos para declarar que la habían visto matar con sus propios ojos.
Ésta confesaría haber asesinado junto con sus hechiceros y verdugos, a más de 600 jóvenes y haberse bañado en "ese fluido cálido y viscoso afín de conservar su hermosura y lozanía".
Le seducía el olor de la muerte, la tortura y las orgías lesbianas. Decía que todo lo mencionado poseía un "siniestro perfume". Sus cómplices fueron condenados culpables, unos decapitados y otros quemados en la hoguera.
Báthory, aún contando con el privilegio de pertenecer a la nobleza y ser amiga personal del rey Húngaro, fue condenada por éste mismo a una muerta lenta: la emparedaron en el dormitorio de su castillo, dejándole una pequeña ranura por la cual le daban algunos desperdicios como comida y un poco de agua. Murió a los cuatro años de permanecer en esa tumba, sin intentar comunicarse con nadie ni pronunciar la mínima palabra. Fue una especie de suicidio, de repente dejó de tocar alimento alguno y fallece en 1614 cuando contaba con 54 años.
Resulta curioso señalar un paralelismo entre esta mujer y otro vampiro histórico muy conocido: Gilles de Rais, pues aunque éste cometió sus crímenes dos siglos antes, procedían de manera muy similar: ambos pertenecían a la alta nobleza. Él era homosexual y ella lesbiana (de ahí que sus víctimas fuesen principalmente mujeres), y lo más sorprendente e inquietante es que tanto los sirvientes de uno como de otro participaban en los macabros baños de sangre.
JACK EL DESTRIPADOR
Jack el destripador
Ha pasado más de un siglo y todavía perdura el misterio. Cinco crímenes perpetuados en Whitechapel hacia 1888, que hoy, por el escaso número de víctimas hubiesen ocupado pocas líneas en los diarios, en su momento revolucionaron Londres y el mundo entero.
Durante cien años, investigadores, detectives, policías y muchos aficionados han tratado de establecer un perfil psicológico que ayudase a determinar la personalidad o el nombre del asesino, pero hasta ahora solo se han podido identificar los nombres de unos posibles sospechosos. Tal vez por ese motivo Jack el Destripador se ha convertido en el asesino en serie más conocido de la historia. Su nombre nos evoca una silueta entre la niebla del Londres Victoriano, una sombra con capa y sombrero negros que ataca a sus víctimas y desaparece para siempre de la escena del crimen... no en vano se han escrito sobre él cientos de libros, canciones, óperas y películas. Es la perfecta historia de suspense, el gran misterio sin resolver. 
En el año 1888, Whitechapel era uno de los peores distritos de todo Londres. En las calles, hombres, mujeres y niños arrastraban una vida de pobreza y delincuencia en la que muchas veces el único alivio era el que podía ofrecerles una botella de alcohol barato. Los callejones oscuros desembocaban en bares mugrientos y burdeles miserables en los que algunas mujeres se ganaban la vida prostituyendo sus cuerpos por unos pocos peniques. Fue precisamente aquí, en el East End londinense, donde tuvo lugar el breve reinado de terror del temido descuartizador que firmaba sus crímenes como "Jack el Destripador". 
Su primer crimen oficial, por así decirlo, el que reconocen todas las crónicas, tuvo lugar el 31 de agosto, aunque en su día se sospechó que por lo menos dos asesinatos anteriores menos publicitados habrían sido también obra suya.
Ese día estaba amaneciendo muy lentamente. Las calles todavía estaban oscuras, y a pesar del frío algún que otro paseante comenzaba a circular por el barrio. Uno de ellos distingue a lo lejos el cuerpo de una mujer tendido en el suelo que a primera vista parecía desmayada, pero cuando se acerca para tratar de ayudarla, ve que unas terribles heridas la habían casi decapitado.
Horrorizado, no deja pasar un minuto y avisa al primer policía que hacía su ronda por el barrio, quién acompañado de un médico distingue bajo la luz de una linterna que la muerte le había sido provocada por dos golpes con arma blanca que le habían seccionado la tráquea y el esófago. El cuerpo, todavía caliente en partes, indicaba que el momento del crimen no debía de haber sido de más de media hora antes de haber encontrado el cuerpo. Tras un examen más detallado en la sala de autopsias, descubren además que había sido brutalmente golpeada en la mandíbula inferior izquierda (posiblemente por una persona zurda), y que su abdomen había sido mutilado. Por lo demás, el asesino no había dejado otras pistas tras de sí, ni testigos, ni el arma homicida. Ninguno de los vecinos oyó nada.
La identificación de la víctima no fue tarea fácil, aunque unos días después su padre y su ex marido identifican el cuerpo de una mujer de 42 años, prostituta, llamada Anne Mare Nichols y conocida como Polly.
Polly había estado casada y tenía cinco niños, pero su adicción al alcohol había hecho que su matrimonio se rompiera. Desde entonces, sola, había vivido de sus pobres ingresos de prostituta.
El lunes 6 de agosto, varias semanas antes del primer crimen oficial del Destripador, Marta Tabram, una prostituta de 39 años, había sido hallada muerta con 39 puñaladas; y algunos meses antes, Emma Smith, una prostituta 45 años, había sido agredida salvajemente en la cabeza y le habían introducido un objeto en la vagina. Seguramente estos dos crímenes no tenían nada que ver con nuestro asesino, más que nada porque la firma del Destripador era más ritualista que los simples golpes y puñaladas, pero aún así, el terror ya se había apoderado de las almas de los habitantes del distrito londinense.
Annie Chapman era una mujer sin hogar propio que vivía en pensiones comunes cuando disponía de dinero para el alojamiento de una noche, y cuando no era así, se dedicaba a vagar por las calles en busca de clientes que le proporcionasen alguna moneda para bebida, refugio y alimento. No siempre había sido así, unos años antes estaba casada y con tres niños, pero todos murieron, unos por enfermedad y otros por accidente. Fue un golpe muy duro, nunca se repuso. Así, en estado de depresión permanente comenzó a beber para sobrellevar su soledad. 
Su cuerpo fue hallado mutilado en la calle del Mercado de Spitalfields a las 6 de la mañana, y nadie había ido testigo de los hechos. Su intestino estaba en el suelo entre un gran charco de sangre y una profunda incisión cruzaba su cuello de lado a lado. Todo parecía indicar que había sido asesinada en ese mismo sitio. No había señales de defensa por parte de la víctima, y lo curioso es que cerca de su cadáver se encontraron un pequeño pañuelo, un peine y un cepillo de dientes, que parecían haber sido colocados en un orden concreto por el asesino.
Según el médico forense que vio el cadáver, el asesino había agarrado a Annie por la barbilla y la había degollado por la espalda de izquierda a derecha, y por la fuerza empleada, posiblemente con la tentativa de decapitarla. Eso le había causado la muerte. Las otras heridas infligidas y las mutilaciones abdominales habían sido realizadas post mortem: el abdomen había sido abierto para extraer la vagina, el útero y la vejiga, que no fueron hallados. Las incisiones eran limpias, como si se tratase del trabajo de un experto en anatomía, o por lo menos el de alguien con los conocimientos anatómicos y la habilidad suficiente para poder abrir el cuerpo y extraer los órganos con mucho cuidado de no dañar otras partes internas. El instrumento utilizado parecía ser un cuchillo estrecho con lámina fina y muy afilada, la clase de cuchillo que utilizaban los cirujanos y los carniceros.
Una señora de nombre Elizabeth Long que se dirigía al mercado esa mañana, pudo aportar un testimonio valioso: a las cinco y media de la madrugada había visto a un hombre conversando con una prostituta que identificó como Annie Chapman. Lamentablemente el hombre estaba de espaldas y no pudo ver su rostro, pero sí distinguió la silueta de un hombre de unos 40 años, elegante, que portaba un sombrero y un abrigo oscuros. La hora de la muerte se estimó entonces entre las cinco y media y las seis de la mañana, hora en la que fue descubierto el cadáver, lo que significaba que el asesino actuaba rápidamente y con gran precisión.
La falta de indicios hacía que la investigación avanzase lentamente. Todo el mundo había relacionado las muertes entre ellas, y a pesar de que la policía se mantenía en el más absoluto de los silencios, los periódicos no dejaban de alimentar cada rumor escuchado, lo que servía para aumentar la cólera y el miedo de los vecinos. Desde Scotland Yard se llegó a ofrecer una gratificación para quien aportase algún dato válido sobre la identidad del asesino, pero lo único que consiguieron fue que los vecinos aprovechasen sus diferencias y se denunciasen entre ellos, deteniendo simplemente a algunos falsos culpables, excéntricos o alcohólicos que aseguraba ser el descuartizador de prostitutas, aunque tras numerosas investigaciones y por el hecho de que todos carecían de habilidades médicas o que tenían coartadas, no tardaban en recuperar la libertad.
El 25 de septiembre, la Agencia Estatal de Noticias recibió una nota en tinta roja firmada por el propio Jack el Destripador cuyo contenido era: 
"Querido Jefe, desde hace días oigo que la policía me ha cogido, pero en realidad todavía no me han pescado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo, a la dama en cuestión no le dio tiempo a chillar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo, pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito..." 
Firmado: Jack el Destripador, desde el Infierno.
A partir de entonces seguiría escribiendo cartas y poemas destinados al jefe de la policía londinense jactándose de su habilidad para escabullirse en la oscuridad de las calles y evitar ser atrapado por la multitud que le perseguía, o haciendo alarde de la perfección de sus crímenes y anticipando otros nuevos ataques, siempre seguro de sí.
El domingo 30 de septiembre, se descubría otro cadáver en la calle Berner sobre la una de la mañana. Tras pedir ayuda a la policía, vieron que se trataba de una mujer, cuyas faldas habían sido levantadas por encima de sus rodillas. Un forense llegó a la escena del crimen con su ayudante un cuarto de hora más tarde. Entre los dos detallaron sus conclusiones de la exploración:
"La difunta yace sobre su lado izquierdo, su cara mira hacia la pared derecha. Sus piernas han sido separadas, y algunos miembros están todavía calientes. La mano derecha está abierta sobre el pecho y cubierta de sangre, y la izquierda está parcialmente cerrada sobre el suelo. El aspecto de la cara era bastante apacible, la boca ligeramente abierta. En el cuello hay una larga incisión que comienza sobre el lado izquierdo, 2 ½ pulgadas por debajo del ángulo de la mandíbula casi en línea recta, seccionando la tráquea completamente en dos, y terminándose sobre el lado contrario... "

El asesino no se había ensañado tanto esta vez como en las anteriores. Posiblemente había sido interrumpido mientras la degollaba y hubiese huido antes de completar su ritual.
La joven prostituta fue identificada como Elizabeth Stride, de origen sueco, que había venido a Inglaterra para ganarse la vida tras el fallecimiento de su marido y sus dos hijos en un accidente marítimo. 
Esta vez, varios testigos declararon haberla visto momentos antes de su muerte acompañada por un hombre de unos treinta años con pelo y bigote negros, vestido con un abrigo negro y un sombrero alto, que portaba un bulto, como un maletín. 
Mientras la policía se enfrentaba al hallazgo de este nuevo cadáver, a pocas calles allí un guarda nocturno descubría el cuerpo de otra víctima degollada. Su abdomen había sido abierto y los intestinos se encontraban en el suelo, además tenía varias heridas por todo el cuerpo. Los miembros estaban todavía calientes, la data de la muerte no debía ser de más de media hora desde el descubrimiento del cadáver.
No había otros indicios más que un escrito con tiza blanca sobre una pared que decía: "No hay porque culpar a los judíos", supuestamente obra del asesino. Antes de que la inscripción pudiese ser fotografiada, el Comisario de la Policía londinense Charles Warren ordenó que fuese borrada, según él porque se trataba de una falsa pista del criminal tratando de culpabilizar a la comunidad judía, y si algún londinense lo leía, podía provocar una revuelta contra ellos.
La víctima era Kate Eddowes, quien como las demás, tenía por oficio el de la prostitución y como afición, la bebida. Sus padres habían muerto cuando ella era joven y a los 16 años se fue a vivir con un hombre, con quién tendría tres hijos. Los malos tratos por parte de éste obligaron a que se fuera de casa, y su adicción al alcohol la obligó a alquilar su cuerpo en las calles.
Como en las muertes de Polly Nichols y Annie Chapman, la garganta de Kate había sido degollada de izquierda a derecha, le habían seccionado el vientre y extraído algunos órganos, entre ellos uno de los riñones.
Después de esto, las cosas parecieron volver a la normalidad en Whitechapel. No hubo ningún otro asesinato durante un mes y las prostitutas regresaron a las calles más tranquilas. Desgraciadamente, la paz duró poco, pues el 9 de noviembre, otra mujer apareció salvajemente asesinada. Se trataba de Mary Kelly, una atractiva joven de 21 años que se dedicaba a la prostitución para poder mantenerse a ella misma y a su pareja, que se encontraba sin trabajo. Esa mañana, el locatario subió a la habitación de Mary para cobrar el alquiler mensual, pero nadie contestó a su llamada. Decidió abrir la puerta él mismo, horrorizándose por lo que descubrió... 
Sin duda era el crimen más violento de Jack el Destripador. El cadáver estaba tumbado sobre la cama con múltiples heridas de arma blanca, completamente mutilado y con la arteria carótida seccionada. La ferocidad de este asesinato asombró a los cirujanos veteranos de policía. El médico forense necesitó varias páginas para redactar el informe de las lesiones y órganos extraídos. 
Este asesinato creó el pánico absoluto en el barrio, haciendo estallar episodios esporádicos de violencia en la muchedumbre. La actividad policial era frenética, cada rincón fue registrado, cada sospechoso detenido e interrogado a fondo, pero no por eso la policía dejaba de ser duramente criticada. Nunca más se volvió a saber del asesino. No hubo más cartas ni más crímenes, parecía que Jack el Destripador hubiese abandonado la escena del crimen para siempre, y finalmente el caso fue cerrado en 1892, el mismo año en que el Inspector encargado del caso se retiró. 
Lo cierto es que nadie puede saber si ésta es la verdadera historia o si es otro de los relatos que inspira este terrible personaje. Lo único que hoy en día tenemos claro es que no se trataba de un delincuente cualquiera. Sus hechos demuestran que era una persona con gran inteligencia y tal vez una educación superior a la población de Withechapel, incluso puede que fuese alguien de clase alta. Tal vez tuviese un trastorno de la sexualidad o un trastorno mental que le provocase esa compulsividad y obsesión a la hora de cometer los crímenes. Su afán de reconocimiento y el hecho que resaltase con las cartas enviadas a la prensa su inteligencia, demuestra que también era una persona insegura y llena de complejos. Pero mientras Scotland Yard mantenga sus archivos en el más absoluto secreto, otros autores seguirán suscitando sospechosos que mantengan la leyenda del Destripador viva.

TED BUNDY Ted Bundy

'...Nosotros los asesinos seriales somos sus hijos, somos sus esposos, estamos en todas partes.
Y habrá más de sus niños muertos mañana.'
Ted Bundy

Theodore Robert Cowell nació el 24 de Noviembre de 1946 su madre fue Louise Cowell y su padre un veterano de la fuerza aérea cuya identidad permaneció desconocida para Bundy durante toda su vida. Tras el nacimiento de Ted, Louise se va a vivir con sus papas y al paso del tiempo se le hace creer al niño que sus abuelos son sus padres y que su madre biológica es su hermana mayor, esto con el objetivo de proteger a la joven mujer de las acidas críticas de la sociedad en contra de las madres solteras. Esto a la postre resultó negativo para Bundy, ya que en algún momento de su vida se iba a enterar del engaño. A la edad de 4 años Bundy y su madre se mueven a Tacoma Washington a vivir con otros parientes y ahí la madre se enamora de un cocinero de la ciudad llamado Johnnie Culpepper Bundy y en Mayo de 1951 la pareja finalmente se casa. De ese modo Ted asume el apellido Bundy que conservaría toda la vida. El nuevo matrimonio fructificó con 4 hermanos mas para Bundy y a pesar de que Johnnie trataba de formar un lazo afectivo de padre a hijo con Ted incluyéndolo en todas las actividades familiares, este no se pudo solidificar nunca. Conforme pasaba el tiempo Ted se sentía más incómodo de la situación. Cada vez se fue haciendo más solitario y los expertos opinan que la incapacidad de Bundy para socializar y edificar lazos afectivos con las personas viene de estos primeros episodios familiares. Sin embargo esta condición psicológica es perfectamente típica de los asesinos seriales.
De acuerdo a los autores Michaud & Aynesworth la infancia de Bundy fue caracterizada por ser 'diferente' cosa que entre la niñez no es bien vista, teniendo que soportar toda clase de bromas de los más pesados compañeros de su escuela, la Woodrow Wilson High School donde si bien no era el más brillante alumno, pudo sacar muy bien sus calificaciones. En el libro 'Ted Bundy: Conversations with a Killer' establecen que el joven Bundy era incapaz de relacionarse satisfactoriamente con los demás. Que no entendía la necesidad de la gente por hacerse de amigos, de dejarse estimar. En realidad por alguna barrera psicológica ya infranqueable, no le interesaba formar lazos de amistad con otras personas. Actuaba como el resto, pero en el fondo dudaba.
En la educación media superior Bundy se convirtió en un sujeto dinámico y popular. Sus calificaciones eran buenas y todo marchaba más o menos bien, aunque no salía mucho con mujeres se le consideraba un sujeto atractivo y de excelentes maneras. Sus intereses giraban completamente en las actividades extracurriculares, como el esquiar y la política, que le provocaba apasionamientos y alguna vez en su vida estuvo involucrado en ella. De esta época se insiste que comenzó su carrera criminal empezando por lo pequeño: robos aquí y allá en tiendas, estafas de poca importancia, voyeurismo, etc. Pero para un criminal serial, por algo se empieza. Al paso del tiempo la personalidad de Bundy iría de ser tímido y reservado a ser un sujeto más dueño de sí mismo y dominante. A la par de esta evolución en su trato, irían in crescendo las manifestaciones sociópatas como el robo a casa habitación y el allanamiento de morada. Sabemos que un criminal serial es por definición manipulador y mentiroso. La gente de su círculo cercano jamás tuvo oportunidad de interpretar todas las señales que emitía Bundy.
Fue a clases a la universidad de Washington y a la Puget Sound y era aplicado en sus estudios y grados. En el plano laboral, tomaba empleos de bajo nivel pero no perduraba mucho en ellos. Y sus empleadores lo recuerdan como alguien poco confiable. Cosa que es usual de los criminales seriales: el mantener escaso control y disciplina en sus empleos. Es en la primavera de 1967 que entabla la relación amorosa con una chica que cambiaría su vida entera. La muchacha, californiana ella era el sueño hecho realidad que Bundy había imaginado toda su vida; inteligente, hermosa, sofisticada y de buena familia ¿qué más podía pedir? Sin embargo aunque la muchacha lo amaba, no era este amor de la misma magnitud que el de él hacia ella. En 1969 año que se gradúa la muchacha decide terminar la relación con Bundy puesto que veía enormes huecos en su personalidad, principalmente la falta de dirección y objetivos claros en su vida. Al cabo una mujer práctica e inteligente desechó a este pretendiente de su lista de prospectos. Ted nunca se recuperaría del cortón, aquella muchacha se convirtió en toda una obsesión e intentaría seguir en contacto con ella escribiéndole cartas, aunque ella no cambiaba de decisión, por el momento...
Por la ruptura anterior Bundy había dejado los estudios, pero de alguna manera rehízo sus asuntos y se reinscribió en la universidad de Washington esta vez en la carrera de psicología. En dicha materia era brillante y tenido en buena estima por sus profesores. En esta época inicia un romance con (seudónimo) Elizabeth Kendall que duraría aproximadamente 5 años. Ella venía de un reciente divorcio y tenía una pequeña hija y veía a Ted como un excelente partido. A pesar de que conocía que él no la amaba tanto y de que ante la idea del matrimonio el externo su negativa -pues aún tenía muchas cosas por lograr antes de casarse- y aparte de todo que sospechaba que mantenía relaciones con otras mujeres, guardaba la esperanza de que cambiaría para bien y que finalmente sentaría cabeza al lado de ella y su hija. Pero nada de esto iba a ocurrir, Elizabeth Kendall desconocía de la pasada relación de Bundy con la californiana y que aún mantenían comunicación entre ellos. Del 69 al 72 todo iba en la dirección deseada, Bundy enviaba solicitudes de admisión a varias escuelas de derecho y estaba involucrado en actividades comunitarias y hasta obtuvo una condecoración de la policía de Seattle por salvar a un pequeño de 3 años de morir ahogado. Estaba involucrado con figuras importantes del partido republicano y es en un viaje de trabajo a California en 1973 que se reencuentra con su antigua novia. Al verlo queda impresionada por el enorme cambio experimentado por Bundy, y el tema del matrimonio salió a flote en varias de los encuentros amorosos que ambos sostuvieron en el verano e invierno. Ante estos cortejos la chica cayó de nuevo enamorada de Ted Bundy pero repentinamente este dio el cortón. Para Febrero de 1974 se consuma la venganza no devolviéndole ninguna llamada más a la muchacha. De hecho ella jamás volvió a saber nada de Bundy, y comienza el killing spree de la infamia: la mayoría de las víctimas de Bundy serían en lo sucesivo mujeres atractivas, blancas, de cabello negro lacio y peinado por la mitad.
A pesar de que varios expertos piensan que Ted Bundy debió comenzar a asesinar desde la adolescencia, pues se especula que la desaparición en Tacoma Washington de Ann Marie Burr (8 años) pudo estar relacionada con Bundy que en ese entonces tenía 15 años, se consideran sus primeros crímenes confirmados aquellos desde el año de 1974 ya de 27 años en adelante.
El 4 de Enero de 1974 entra Bundy al cuarto de Joni Lenz de 18 años estudiante de universidad y la golpea con una palanca metálica inclusive remueve una pieza de la cama de la víctima y la agrede sexualmente con la misma. Al día siguiente la mujer es encontrada en un charco de su propia sangre. Sobrevive pero con daño cerebral permanente. La siguiente fue Lynda Ann Healy 21 años, estudiante de psicología en la Universidad de Washington. El 31 de Enero de 1974 Bundy logró colarse a su dormitorio y la golpeo dejándola inconsciente. La vistió con unos jeans y una playera para luego envolverla en una sabana. Sus restos decapitados fueron hallados un año después en las montañas cercanas. La noche de su desaparición sus vecinos de cuarto nada pudieron escuchar así que nadie notó la ausencia de la muchacha hasta el día siguiente que sonó el despertador y el teléfono. Finalmente los padres se preocuparon ante la ausencia de Lynda pero la policía no fue capaz de establecer que algún grave crimen hubiera sido cometido así que no se tomaron mayores muestras ni estudios del escenario del crimen.
Durante la primavera y verano de ese año, bajo similares circunstancias seguían desapareciendo jovencitas universitarias todas ellas mujeres hermosas, de cabello a los hombros lacio y de color oscuro. Igualmente su desaparición era descubierta por las mañanas cuando se ausentaban de sus labores ordinarias. Al menos 8 víctimas se contabilizaron hasta que Bundy atacó a plena luz del día. Mientras tanto la policía comenzó la investigación y los testimonios apuntaban hacia un hombre a quien se identificaba por 'Ted' que solicitaba la ayuda de jovencitas que veía pasar. Se le veía en apuros cargando libros pues traía un brazo enyesado o con un cabestrillo. Otras veces también se le vio en problemas para echar a andar su viejo VW. En otras ocasiones fue visto merodear el sitio donde habían desaparecido dos muchachas, así que la policía ya tenía varias pistas de quien podría ser el responsable de los crímenes.
En Agosto de 1974 en el parque del lago Sammamish, fueron hallados los restos de dos muchachas desaparecidas en Julio pasado. Fue notable el hecho de que fueran identificadas las victimas por la escasez de pistas: mechones de cabello de diferentes colores, una quijada, dos cráneos y cinco huesos de pierna fue todo lo rescatado del parque. Se concluyó que dichos restos pertenecieron a Janice Ott y Denise Naslund, ambas desaparecidas a plena luz del día el 14 de Julio. Los últimos en ver con vida a Janice Ott fue una pareja que vieron a un hombre platicar con la muchacha, de lo cual escucharon que el sujeto, por cierto bien parecido, necesitaba ayuda para cargar su bote al carro pues tenía un brazo enyesado a lo cual la mujer accedió sin ningún problema. Denise Naslund pasaba el día con su novio y amistades cuando fue al baño del parque para no regresar jamás. Igual se apareció un hombre solicitando ayuda a un par de mujeres para cargar su bote al auto, pero estas dijeron que no podían ayudarlo, caso contrario a Naslund que no podía negarse a ayudar a un hombre con un brazo enyesado. Fue este gesto de amabilidad el que le costó la vida a la muchacha.
Bundy contaba con una ventaja sobre la policía y era que su aspecto podía cambiar enormemente con solo ajustar el estilo de peinado y por dejarse o rasurarse la barba. Sus rasgos físicos lo hacían un hombre bien parecido pero que no llamaba demasiado la atención por lo que era muy difícil seguirle la pista. Así fue que cambió de residencia para seguir matando y se fue al estado de Utah, en ese lugar se despachó a la hija del sheriff local, Melissa Smith el 18 de Octubre de 1974 y días después a Laura Aimee cuyo cuerpo fue localizado en las montañas Wasatch. El cuerpo mostraba huellas de haber sido golpeado en la cabeza con la clásica cuña de metal, había sido violado y sodomizado. La policía estableció que había sido asesinada en otra parte puesto que no había señales de sangre de la víctima en lugar del hallazgo. La policía del estado comenzó una frenética búsqueda del asesino, pero la similitud en el modus operandi los hizo contactar a los oficiales de Washington con quienes conjuntamente acumularon evidencias hasta publicar un sketch con la probable apariencia del asesino.
Gracias al retrato hablado sobre el asesino, una amiga cercana de Elizabeth Kendall identifica al probable asesino como Ted Bundy de quien tenía muy mala impresión, pero dejando de lado eso simplemente el parecido era innegable y así se lo hizo saber a su amiga, que irónicamente estaba al tanto de los crímenes y escribía regularmente reportes acerca del asunto. De hecho Kendall se llegó a convencer de que su novio podía ser el asesino pues muchas claves apuntaban directamente hacia él. El parecido de Ted con el sketch de la policía, el hecho de que manejaba un VW sedan como el asesino y que había visto en su departamento muletas a pesar de que él no se había lastimado nunca. Dada la situación, llamó de manera anónima a la policía sugiriendo que su actual novio pudiera tener algo que ver en las muertes y a pesar de que facilitó fotos recientes de Bundy a la policía, los testigos fallaron al tratar de hacer la correspondiente identificación. La policía desechó esa pista para enfocarse en otros reportes. Y la atención hacia Ted Bundy se disipó hasta algunos años después. Mientras tanto el asesino se confiaba mas y mas en su estrategia de pasarse de un estado a otro para evitar que la policía descubriera alguno de sus patrones y así sus intentos y avances eran cada vez mas burdos y arriesgados al grado de que las victimas no caían ya tan fácil, convirtiéndose algunas de ellas en útiles testigos que más tarde harían posible la captura de Bundy.
El 8 de Noviembre de 1974 el caso dio un giro de 180 grados cuando Bundy deja escapar con vida a Carol DaRonch. Los hechos fueron así: merodeando una tienda de libros, Bundy elige como víctima a la chica de 18 años y con engaños se hace pasar por un oficial de la policía de apellido Roseland y le avienta el rollo de que alguien trató de robarse el automóvil de la chica. A fuerza de insistir logra hacerla que suba a su carro y al poco de conducir -en la dirección opuesta a la estación de policía- comienza el forcejeo entre ambos. Bundy la amenaza con una pistola y la cuña de metal. Al tratar de esposarla, falla y ella lucha por su vida. Sale del carro y a pesar de que este continúa con el ataque, ella se defiende logrando golpearlo en los genitales. De esta manera gana preciosos instantes para escapar. Afortunadamente una pareja que manejaba por el lugar alcanza a darse cuenta de la situación y la chica logra entrar al carro de ellos. Inmediatamente la llevan a la estación de la policía. La chica está en plena crisis nerviosa. Pero ese no fue el único intento que Bundy efectuaría ese día, aventándose otro más en una escuela del lugar, donde molestó constantemente a la directora del mismo, lo bueno que la mujer nunca prestó atención al sujeto por estar sumamente ocupada en sus asuntos, pero le pareció muy extraño verlo merodeando el lugar. De todos modos Debby Kent halló la muerte a manos de Ted Bundy esa noche, la muchacha había quedado de pasar por su hermano al boliche y regresar por sus papas al auditorio de la escuela, pero ni siquiera llegó al carro que permaneció en el estacionamiento sin cambio alguno. La única pista encontrada fue una pequeña llave de esposas que concordó a la perfección con las esposas usadas en el intento de secuestro de la señorita DaRonch. El círculo sobre Bundy se cerraba cada vez más. El 16 de Agosto de 1975 el VW sedán de Bundy es identificado con el implicado en el secuestro de DaRonch. Tras una semana de juicio por secuestro, Ted Bundy es sentenciado a una pena de 15 años el 1 de Marzo de 1976 en la prisión estatal de Utah Colorado. Las autoridades investigan el resto de los crímenes del indiciado.
Las pruebas contra Bundy eran ya inobjetables; se le detuvo debido a que los oficiales de camino en cada condado son conocedores de todos los vecinos y ponen mucha atención en los carros que no conocen. Como existía el antecedente de un VW sedan implicado en un secuestro, fue cuestión de no mucho tiempo para que se le detuviera. En las primeras inspecciones fueron hallados la palanca de metal (arma predilecta del Bundy), esposas, cinta y otros objetos que hicieron sospechar inmediatamente del detenido. La evidencia hallada fue ligada paulatinamente a la desaparición de otras mujeres (Melissa Smith, Laura Aime y Debby Kent) y gracias a la colaboración de la directora del 'play' de la escuela que merodeaba Bundy y de Carol DaRonch la identificación de Bundy fue corroborada policialmente. La policía supo que tenía en su poder al sujeto indicado y comenzó la investigación a gran escala del hombre que ahora sabían era Theodore Robert Bundy.
El otoño de 1975 la policía profundiza en la vida de Bundy mediante las declaraciones de Elizabeth Kendall, quien acude a los interrogatorios afectada y nerviosa pero aporta valiosos datos que van componiendo el rompecabezas de la existencia de su peculiar novio. Relata que los días de los asesinatos no podía determinar donde había estado su novio, no con ella por lo menos. De hecho Bundy tenía por costumbre dormir mas durante el día y las noches aprovechaba para salir. Otro dato revelador es que hacía un año este había hecho un viaje al lago Sammamish para esquiar, justo por los días en que habían desaparecido las señoritas Ott y Naslund. En cuanto a la vida sexual de la pareja, Kendall narra que Bundy era afecto al sadomasoquismo y cuando ella decidió no participar más de ello, se había puesto triste y había perdido mucho del interés hacia ella. En las siguientes sesiones le contó a la policía que notó desde los primeros días de su noviazgo que Bundy guardaba en su habitación yeso y vendas y que hasta lo que recordaba nunca se había roto ningún hueso del cuerpo. Igualmente Bundy pasaba tiempo en las montañas Taylor lugar donde varios cuerpos habían sido hallados. Una vez descubrió debajo del asiento del carro un hacha y así por el estilo detalles que se convertían en evidencia crítica. El siguiente paso fue conocer de la anterior relación de Bundy con la muchacha californiana a quien contactaron para enterarse de cómo Ted había roto relaciones de la manera más abrupta y fría. Para colmo Bundy había cargado combustible empleando tarjetas de crédito por lo que el rastreo de sitios donde había pasado lo incriminaba más y más.
El 23 de Febrero de 1976 comienza el juicio contra Ted Bundy por secuestro agravado. El acusado llega a la sala confiado y dueño de sí mismo pensando que no había suficiente evidencia en contra suya. No previó el impacto que tuvo la declaración de Carol DaRonch a quien el fiscal pide identificar al hombre que la atacó. Sin dudarlo un segundo señala directamente a Bundy a la vez que estalla en llanto. El jurado al voltear para ver la reacción de Bundy lo miran clavando una helada e impasible mirada a la testigo. En su defensa diría que ni siquiera conocía a la chica, pero tampoco tenía alguna coartada del día de los hechos. Al juez le tomó el fin de semana revisar a fondo el caso y el acusado fue sentenciado el 30 de Junio a una cadena de 15 años con posibilidad de libertad condicional. En la prisión se le efectuaron las pruebas psicológicas que el juez había ordenado y los doctores determinaron que Bundy ni estaba psicótico, sexualmente desviado, ni dependiente de drogas y alcohol o que sufriera de algún daño cerebral. Pero si tenía una fuerte dependencia a las mujeres y tenía un gran temor de 'ser humillado en sus relaciones con ellas'... Estando preso en Utah, se preparaban mas procesos contra Bundy, sus problemas legales apenas comenzaban.
Las pruebas periciales al VW sedan de Bundy habían tomado un poco de tiempo pero las muestras de cabello tomadas coincidían con las de Melissa Smith y de Caryn Campbell y exámenes posteriores revelaron que las marcas de las lesiones craneales podían haber sido causadas por la palanca hallada un año antes en el carro de Bundy. Entonces la policía de Colorado levanta el cargo de asesinato el 22 de Octubre de 1976. En Abril de 1977 Bundy es trasladado a la cárcel del condado Garfield para encarar este nuevo proceso. Durante los preparativos del juicio Bundy decide defenderse asimismo ante la supuesta incapacidad de sus abogados a quienes despide. Con tanto trabajo ante sí, se le permite visitar la biblioteca de la corte de Aspen. Nadie imaginaba que la verdadera estrategia era intentar escapar.
Aprovechando el hecho de que no entraba a la biblioteca esposado o encadenado en una de las frecuentes visitas al lugar, Bundy logra escapar por una ventana pero al caer se lastima un tobillo, situación por la cual no puede escapar tan lejos como pretendía. La policía estableció un rápido cerco en la ciudad y se emprendió una búsqueda masiva inclusive empleando perros olfateadores. Mientras tanto el fugitivo vivía de robar aquí y allá la comida que necesitaba y pasaba el tiempo en los campamentos durmiendo inclusive en los campers abandonados. Con el mayor de los sigilos se movía pero no podía permanecer en Aspen así que cuando haya un VW con las llaves puestas lo roba, pero es capturado de nuevo cuando la policía lo identifica. Fueron varios días los que logró eludir a la policía.
De ahí en adelante para visitar la biblioteca de la corte se le impone ir encadenado y esposado pero para alguien como Bundy, tan cínico y hedonista, esta forma de ser tratado no era la justa ni la merecida y siete meses después intenta escapar con gran éxito esta vez. El 30 de Diciembre trepa al techo de una de las secciones de la cárcel de ahí lograr acceder a otra parte del techo que desembocaba en el closet de un departamento vacío del penal. Espero hasta saber que nadie estaba y salió por la puerta delantera de uno de los departamentos de los custodios. Nadie se dio cuenta de la ausencia de Bundy hasta la mañana siguiente, 15 horas después de los hechos. Para ese momento ya iba camino a Chicago con destino a Florida. Para Enero de 1978 ya estaba instalado en un departamento de Tallahassee, lugar cercano a la Universidad Estatal de Florida. Disfrutando de nuevo la libertad y sabiéndose joven, inteligente y poderoso, Bundy desarrolló esa vena por robar que tan bien le iba. Empleaba su tiempo entre sus diarios paseos al campus, donde inclusive entraba a algunas clases como si fuera un alumno más y veía la televisión que había robado de algún otro lado. De hecho todo su mobiliario era producto de los robos, igual que la comida que compraba usando tarjetas de crédito robadas. Todo marchaba de maravilla excepto por el hecho de que deseaba compañía y claro, saciar sus impulsos homicidas.
El 14 de Enero el edificio de la fraternidad Chi Omega estaba semivacío pues la mayoría de las ocupantes estaban de fiesta o en salones de baile aprovechando que esa noche no había toque de queda. No era extraño que las muchachas llegaran incluso a temprana hora de la mañana siguiente. A las 3 a.m. el novio de Nita Neary la dejaba a la puerta de la fraternidad y la chica nota que la puerta está abierta, siendo que ellas tenían cuidado de siempre dejar cerrada la entrada. Tan pronto entró al edificio escuchó actividad y pasos de alguien corriendo en el piso de arriba, inmediatamente el sonido se acercaba a las escaleras. Alcanza a esconderse y observa bajar y salir del edificio a un hombre que lleva una gorra tejida color azul, y en el brazo lo que parecía una carpeta envuelta en un trapo. Atinó a pensar que alguien había asaltado la fraternidad así que buscó a su compañera de habitación Nancy y sin saber que hacer fueron en busca de la encargada del edificio, pero no tardaron en toparse otra compañera llamada Karen quien tambaleaba por el pasillo herida y cubierta de sangre en la cabeza. Pronto descubrieron otra muchacha mas, gravemente herida. Aquella noche Bundy efectuó uno de sus ataques más terribles por la saña y número de víctimas: la policía encontró el cadáver de Lisa Levy a quien golpeó en la cabeza, violó y que casi de una mordida le desprende un pezón del pecho. A la postre el ataque a Lisa Levy resultaría de crucial importancia en el destino de Bundy. Además insertó en su vagina una lata de spray para pelo. Margaret Bowman falleció en por estrangulamiento, igualmente atacada mientras dormía. Los análisis forenses indicaron que no fue atacada sexualmente como Lisa Levy. Pero los golpes a su cabeza fueron tan brutales que parte de la masa encefálica estaba expuesta cuando fue hallado el cuerpo. Ninguna de las dos mujeres pudieron pelear por su vida, el ataque fue veloz y contundente. Las demás victimas no pudieron aportar ningún dato sobre el atacante, únicamente la señorita Neary fue capaz de proporcionar los mayores datos. Bundy no había terminado aún su noche, no lejos de la fraternidad atacaría a una chica mas, afortunadamente los vecinos escucharon ruidos extraños y telefonearon al departamento de la mujer; esta acción heroica le pudo salvar la vida a la chica que inmediatamente fue asistida por la policía quienes la encontraron sentada en su cama, semiinconsciente tras la golpiza recibida. A pesar de que la policía pudo recabar bastante evidencia de este último ataque como fueron cabellos de una máscara que Bundy soltó en el lugar, semen y muestras de sangre la realidad era que el criminal les era desconocido. En el estado de Florida no sabían nada de Ted Bundy.
La última víctima de Ted Bundy fue la adolescente Kimberly Leach que fue secuestrada el 9 de Febrero de 1978 en Lake City. El único testigo del acontecimiento fue una amiga suya de nombre Priscila quien la vio subirse a la camioneta de un señor, pero no pudo aportar mayores datos del color o tipo de camioneta. El cuerpo de la niña fue hallado 8 semanas más tarde en Florida, dado el avanzado estado de descomposición del mismo no dio ninguna pista significativa sobre el atacante. Días antes del secuestro de Kimberly Leach un extraño en una camioneta van color blanco se acercó a una estudiante de 14 años, la chica estaba en el camino en espera de su hermano que había quedado de pasar por ella. La chica, advertida por su padre -un oficial detective- de que no debía hablar con extraños se sintió incomoda ante las preguntas y avances de Bundy. Afortunadamente el hermano llegó y ordenó a su hermana abordar el carro. Extrañado por el sujeto, el joven apunta las placas de la van y se las muestra a su padre. Una vez escuchada la historia del hombre y la van blanca, el detective James Parmenter del departamento de policía de Jacksonville decide investigar. Las placas correspondían a un hombre llamado Randall Ragen a quien Parmenter decide visitar. El señor Ragen relata que las placas de que le preguntan habían sido robadas de su vehículo y que ya había tramitado unas nuevas. Posteriormente el detective se entera de que la van que le comentan sus hijos haber visto era robada. Entonces intuye una sospecha y hace que sus hijos vean unas cuantas fotografías en la estación de policía, para su sorpresa, el sujeto que identifican es Ted Bundy.
Tiempo después de haber desechado la camioneta van, Bundy roba un automóvil que si le acomoda bien, otro VW sedán. Pero le vuelve a suceder lo mismo, los oficiales localistas de la región sospechan ante la presencia de un vehículo que no les es conocido. El oficial David Lee lo ubica el 15 de Febrero a eso de las 10 p.m. Reporta las placas a la central y descubre que el carro es robado así que decide actuar. Igual que en Utah, Bundy decide huir hasta que de repente para. Para sorpresa del oficial, este se resiste a la detención y logra escapar. El oficial dispara y Bundy se deja caer, simulando haber sido herido, solamente para atacar de nuevo al oficial cuando este se acerca de nuevo. Finalmente tras una un breve forcejeo es sometido y esposado. Una vez en manos de la policía la evidencia y las pistas se acumulan velozmente contra Bundy. Inmediatamente se le carga el asesinato de la joven Leach y también se le liga a los crímenes de la fraternidad Chi Omega y es sentenciado a muerte.
Dos fueron los juicios que por asesinato enfrentaría Theodore Robert Bundy, el primero comenzó el 25 de Junio de 1979 en Miami Florida en este caso la corte se centró en los crímenes contra la fraternidad Chi Omega. El segundo juicio se realizó en Orlando Florida en Enero de 1980 y fue por el homicidio de la joven Leach. Pero sería el juicio de la fraternidad el que sellaría el destino fatal de Bundy. Estos juicios eran los juicios de la década, provocaron una marejada de publicidad y expectación en toda la unión americana. Bundy era visto como la real encarnación del mal, casi el demonio en persona. Miles de pesadillas giraban en torno a la imagen de este despiadado asesino.
A pesar de tener al planeta entero en su contra y con todo el peso de la evidencia encima suyo, Bundy actuó como su propio abogado y siempre confió en poder hacer que el juicio fuera lo más justo posible. El jurado estaba compuesto por una mayoría de afroamericanos. La intención era que no se cargara de prejuicios dicho jurado, pero las evidencias fueron determinantes, sobre todo en el caso de la hermandad Chi Omega, primero fue el testimonio de Nita Neary señalando a Bundy como el sujeto que alcanzó a ver salir corriendo por la puerta. El otro testimonio contundente fue aportado por un odontólogo, el Dr. Souviron mostró una serie de fotografías de la mordida en la nalga de la señorita Levy y como las marcas de la dentadura correspondían a la perfección con los dientes de Bundy. De ese modo unas fotografías ligaron a Bundy con los asesinatos de la fraternidad.
El 23 de Julio tras 7 horas de deliberación, el jurado decidió que Ted Bundy era culpable. Este escuchó el veredicto sin mostrar emoción alguna. En el estado de Florida se tiene una costumbre de efectuar un juicio aparte para la sentencia, el de Bundy ocurrió el 30 de Julio, una semana después del anterior. Esta ocasión testificó e imploró por la vida de su hijo la madre de Bundy y él mismo tuvo la oportunidad de dar una buena razón para que no se le sentenciara a muerte. Entre otras cosas se dijo víctima de una farsa, de un juicio injusto y abusivo. Y que no tenía ni siquiera porque pedir clemencia por algo que no había cometido. El juez Cowart al finalizar Bundy su declaración recomendó la pena de muerte en la silla eléctrica por la muerte de Lisa Levy y Margert Bowman.
El 7 de Enero de 1980 comienza el juicio por la muerte de la niña Kimberly Leach, en Orlando Florida. Esta vez Bundy decide no defenderse asimismo y quedan como sus representantes los abogados Julius Africano y Lynn Thompson. La estrategia a seguir fue apelar por causa de incapacidad mental, es decir por locura. Una ruta muy arriesgada, pero casi la única opción para un asesino como Bundy. El jurado no tuvo problemas para darle la vuelta a esta débil estrategia y de hecho Bundy perdía cada vez más el control, gastando ya sus energías simplemente en no explotar contra todo mundo. Ya no le servía de nada aparentar calma y dominio de la situación sabiendo de antemano que su destino estaba ya decidido. Y durante el juicio sorprendió a todo mundo cuando anuncio su matrimonio con Carole Ann Boone, antigua compañera suya de trabajo. Gracias a una argucia legal del estado de Florida era posible sellar un matrimonio en el estrado y estando en juramento declarando ante el juez. Así que al testificar la señorita Boone, ambos aprovechan para legalmente quedar en matrimonio. Bundy pasa su luna de miel en el paredón de condenados a muerte de la cárcel Raiford.
Pero no se iba a dar por vencido fácilmente y en 1982 contrató nuevos abogados para fabricar una apelación contra la sentencia de los homicidios de la fraternidad Chi Omega, pero la maniobra fue desechada por la corte. Luego en 1985 contrató nuevo abogado ahora para apelar la sentencia por el homicidio de Kimberly Leach pero de nuevo fue negada la moción. La lucha continuaría hasta 1986 en que pelearía de nuevo la pena de muerte que pesaba sobre si sin mejor éxito que las anteriores apelaciones. La ejecución de Ted Bundy fue programada para el 4 de Marzo de 1986 pero gracias a las diligencias de su abogada Polly Nelson, el día fatal fue posponiéndose hasta que finalmente la suprema corte de justicia de los Estados Unidos denegó la última prórroga el 17 de Enero de 1989.
Echada la suerte de Bundy, cuando ya no podía cambiar su situación jurídica, adopta la decisión de confesar mas crímenes al Dr. Bob Keppel jefe de investigadores del departamento de justicia del estado de Washington. Keppel y Bundy habían ya trabajado conjuntamente cuando este último se ofreció para ayudar en la investigación acerca del asesino serial llamado en este entonces 'The Green River killer' criminal que tuvo en jaque a la policía por más de 20 años. Keppel asiste a las sesiones con Bundy armado únicamente de una grabadora para conservar los testimonios del asesino. Así el mundo se enteraría que Bundy conservaba por algún tiempo en su casa y en algunos casos, las cabezas de las victimas como trofeos y de que también practicaba necrofilia. La conducta de Bundy fue catalogada como de extrema perversión y compulsión necrofílica. Los analistas estiman que el número de víctimas podría fácilmente rondar las 100 mujeres, muy lejos de los conteos oficiales de alrededor de 36.
El 24 de Enero de 1989 a las 7 AM con 4 minutos Theodore Robert Bundy es ejecutado en la silla eléctrica. Según se reporta, tuvieron que sacar a Bundy de su celda por la fuerza. Afuera de la cárcel numerosas personas esperaban la noticia y cuando el vocero de la institución declara la muerte de Bundy se escuchan vítores y aplausos incluso hasta fuegos artificiales son lanzados. Momentos después sale una carroza funeraria camino al crematorio. Al pasar la multitud aplaude, la horrible pesadilla había finalizado.
A pesar de todo, todavía se le cargaría a la cuenta de Bundy un crimen más que tomo 28 años para esclarecerse. Katherine Devine fue vista por última vez el 25 de Noviembre de 1973 pidiendo aventón, para ser descubierto su cadáver el 6 de Diciembre de ese mismo año por una pareja en el parque McKenny del estado de Washington. Los forenses dicen que poco después de ser vista por última vez, Kathy Devine encuentra a la muerte, estrangulada, sodomizada y con la garganta rebanada. La mayoría de los enterados del crimen creía que Bundy había sido responsable pero en ese tiempo las autoridades culparon a un sujeto de nombre William E. Cosden Jr. quien actualmente purga condena por violación a 48 años. Felizmente el caso nunca fue cerrado y en el año 2001 gracias a exhaustivas pruebas de ADN el caso queda resuelto.

Lista de víctimas confirmadas:
Seattle, Washington:
• 25 Noviembre 1973: Katherine Merry Devine, 15
• 31 Enero 1974: Lynda Healy, 21
• 12 Marzo 1974: Donna Manson, 19
• 17 Abril 1974: Susan Rancourt, 18
• 6 Mayo 1974: Roberta Parks, 22
• 1 Junio 1974: Brenda Ball, 22
• 11 Junio 1974: Georgann Hawkins, 18
• 14 Julio 1974: Janice Ott, 23
• 14 Julio 1974: Denise Naslund, 19
Salt Lake City, Utah:
• 2 Octubre 1974: Nancy Wilcox, 16
• 18 Octubre 1974: Melissa Smith, 17
• 31 Octubre 1974: Laura Aime, 17
• 8 Noviembre 1974: Debbie Kent, 17

Aspen, Colorado:
• 12 Enero 1975: Caryn Campbell, 23
Tallahassee, Florida:
• 15 Enero 1978: Margaret Bowman, 21 y Lisa Levy, 20
• 9 Febrero 1978: Kim Leach, 12 Víctimas no plenamente confirmadas:
• 9 Agosto 1961: Anne Marie Burr, 9 u 8
• 23 Junio 1966: Lonnie Trumbell
• 19 Julio 1971: Rita Curran, 24
• Junio 1973: Rita Lorraine Jolly, 17
• Agosto 1973: Vicki Lynn Hollar, 24
• 25 Mayo 1974: Brenda Baker, 15
• Octubre 1974: Nancy Wilcox, 16
• 15 Marzo 1975: Julie Cunningham, 26
• 6 Abril 1975: Denise Oliverson, 25
• 15 Abril 1975: Melanie Cooley, 18
• 28 Junio 1975: Sue Curtis, 15
• 1 Julio 1975: Shelly Robertson, 24
• Julio 1975: Nancy Baird, 23
• Febrero 1976: Debbie Smith, 17
Nota: A pesar de que Ted Bundy confesó varios crímenes más, la imposibilidad de ligar los hallazgos por métodos forenses, impide confirmarlos y también se debe tener en cuenta que para posponer la fecha de su ejecución adoptó la estrategia de confesar poco a poco sus asesinatos. Pidiendo más tiempo, pero no pudo postergar su muerte. Algunos especialistas especulan que las victimas de Bundy pudieran llegar a las 100 y lo más probable es que nunca se sepa la verdad. De varias chicas aquí listadas, se sospecha pudieron morir a manos de Bundy pero repito, falta la confirmación.

ANDREI CHIKATILOAndrei Chikatilo

Andrei Romanovich Chikatilo nació el 16 de Octubre de 1936 en Yablochnoye, un pueblo de Ucrania en la entonces Unión Soviética. La niñez de Chikatilo fue muy difícil dado que su padre había caído prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial y su madre se había encargado ella sola de sacar adelante lo que quedaba de la familia, consistente en él y una hermana 7 años menor. En su infancia le tocó ver muy de cerca las escenas de la guerra, los resultados de constantes bombardeos alemanes dejaban una estela de heridos y cadáveres regados en algunas calles. Esos cuerpos asustaban al joven Chikatilo pero a la vez le provocaban sobresalto y curiosidad.

No está confirmada la real existencia de un hermano mayor de Andrei Chikatilo sin embargo, de chico y para controlarlo la mama le recordaba constantemente la historia de su hermano quien había muerto en la hambruna y unos vecinos se lo habían comido. Debido al proyecto Estalinista de colectivizar la actividad agrícola, mucha gente había sido trasladada y los efectos de mediano plazo fueron la quiebra de pueblos enteros y la hambruna. A pesar de que era probable que la gente más desesperada cometiera actos de canibalismo, no se puede confirmar si tal suerte le tocó al hermano de Chikatilo, pero de que era una buena historia de terror, sí que lo era. El chiquillo lo pensaba dos veces antes de abandonar el patio de la casa donde vivían. También se sabe que en su infancia Chikatilo orinaba la cama durante las noches, por lo cual era duramente reprimido y humillado por su madre.
Una vez en custodia policial, Chikatilo declaró que de niño tenía una fantasía recurrente que consistía en llevar el a soldados alemanes al bosque para ejecutarlos. Esa era una fantasía común de la niñez rusa durante la guerra. Pero la niñez de Chikatilo fue como con muchos otros asesinos seriales, de soledad y aislamiento. Los demás niños se burlaban de su extraña forma de ser así que desde niño comenzó a albergar fantasías de violencia y tortura contra sus semejantes. Su primera experiencia de tipo sexual fue entre los 10 y 15 años cuando un día se abalanzó contra una amiga de su hermana, ante el forcejeo de la muchacha para librarse de su abrazo, Chikatilo eyaculó. Esa asociación entre un acto de violencia y la eyaculación quedó fijamente plasmada en su mente para siempre.
Posteriormente se enroló en la armada para cumplir el servicio militar y de regreso quiso llevar una vida como la de cualquier otro. Se consiguió una novia, pero llegado el momento no pudo efectuar el coito y la muchacha se burló de él e incluso tuvo la ocurrencia de platicar el chisme por todos lados. Aquello era para arruinar la vida de cualquiera. Chikatilo fantaseaba encontrarse a solas con la susodicha y hacerla pedazos en castigo por esparcir la información acerca de su impotencia. Nunca pudo conseguir una erección, lo cual debió ser extremadamente frustrante. A pesar de ello y gracias a los arreglos de su hermana, se casó en 1963 y tuvo una hija y un hijo. Tras eyacular introdujo a mano el semen en la vagina de su mujer. Ni falta hace imaginar que aquel matrimonio era de lo más desabrido de esta vida, con una mujer muy al estilo de su madre, Chikatilo no hacía otra cosa que reforzar su apartado y enfermo mundo interior poblado de enojo y violencia que aumentaba conforme transcurría el tiempo.
En 1971 Chikatilo obtiene un grado en literatura en un curso por correspondencia pues cuando intentó entrar a la universidad fue rechazado.
Completamente opuesto a su mundo interior, por fuera Chikatilo era un hombre de apacible y tímida apariencia. En su empleo como maestro de escuela elemental, jamás podía hacer valer por completo su autoridad con los educandos. Ahí nació y cultivó su atracción por las mujeres jovencitas. Ante los reportes de acoso las autoridades de la escuela hacían caso omiso. Cualquier explicación o pretexto aplacaba los ánimos de los involucrados. Nadie tuvo la precaución de ponerle un alto al pervertido Chikatilo que muy pronto escalaría un nivel más de violencia hasta llegar al asesinato.
En 1978, como parte de su trabajo a Chikatilo lo envían a dar clases a un lugar llamado Shakhty. Mientras el resto de su familia se muda, le queda mucho tiempo libre, mismo que dedica a ver pasar a los jóvenes escolares por la calle. Entonces comienza a fantasear con ellos, que los tiene con él y desnudos. Consigue un cuarto en una calle oscura y apartada a donde lleva a la niña de 9 años Yelena Zakotnova. Incapaz de penetrarla utiliza su cuchillo como sustituto en el acto sexual. Chikatilo tenía la idea de que en los ojos de la víctima quedaba impresa la imagen de su asesino, por lo que a Yelena le tapó los ojos cuando la atacó a puñaladas y la estranguló. Después de su banquete de violencia sexual, se deshizo del cuerpo en un río cercano. En este caso hubo quienes lo señalaron como sospechoso. Testigos dijeron haberlo visto con la niña y a pesar de que en las puertas de la cabaña se hallaron ligeras huellas de sangre, un sujeto de nombre Alexsander Kravchenko fue declarado culpable. Por un pelo se salvó Andrei Chikatilo de ser arrestado. Pero el asunto probó ser muy delicado, puesto que años después de ser ejecutado aquel hombre fue oficialmente perdonado por la muerte de Zakotnova. Antes de la detención del destripador de Rostov, muchos inocentes cayeron en manos de la ineficiente policía rusa que con métodos y torturas de la edad de piedra le sacaba confesiones a quien fuera.
La docencia infantil no fue el único empleo de Andrei Chikatilo, frecuentemente cambiada de empleo. Hasta en la planificada sociedad comunista de aquellos días en la Unión Soviética, había cabida para sujetos como el asesino de esta historia que replicando el mismo patrón visto en criminales occidentales, nunca se estacionaba en un buen empleo de una vez por todas, sino que iba errante de un lado a otro, generalmente con un desempeño mediocre que lo obligaba a buscar nuevo empleo muy pronto. Aunque también tomaba empleos a modo para poder llevar a cabo sus fantasías, aprovechando las circunstancias lo mejor que se pudiera. Estas se daban a pedir de boca. El medio de transporte más efectivo era el tren y en las estaciones y luego en los autobuses Chikatilo encontraba numerosas oportunidades de conocer víctimas.
A Chikatilo le enfurecía observar a los vagabundos de las estaciones de tren que se dirigían a los bosquecillos cercanos a tener relaciones sexuales entre ellos. Encuentros que él no podía efectuar. Así planeó aprovechar la situación y en 1981 se fue al campo con una joven vagabunda que le pedía dinero. Cuando la atacó y observó la sangre manar de las heridas de navaja, eyaculó involuntariamente. Desde ese momento quedó claro que para alcanzar satisfacción sexual debía emplear el máximo salvajismo contra sus infortunadas víctimas. En esa ocasión removió los órganos sexuales de la chica y tras mordisquearlos, los tiró en el camino. Otras veces removía el útero y ahí depositaba semen. Se especula que tal vez pudo comerse ciertos órganos aunque Chikatilo negó enfáticamente tal cosa.
No solo niñas y jovencitas corrían peligro, también a los niños varones les tocaba su parte de sufrir la furia asesina de Andrei Chikatilo. Con ellos fantaseaba ser una suerte de héroe que los capturaba para torturarlos. Según sus palabras, ellos sangraban igual de fácil que las mujeres. ¿Por qué les cortaba los genitales? Contestó que tal vez era una forma de manifestar su venganza contra la vida que le había tocado vivir. Era frecuente que masticara los testículos removidos a los desafortunados chicos que caían en sus manos. Básicamente buscaba la satisfacción de ver la sangre, el llanto y la agonía de las víctimas. Poder probar la sangre, mordisquear o tragar pezones y demás le daban relajación y la sensación de poseer y ejercer un "poder animal..."
El modus operandi era muy simple. En las estaciones de trenes y en los autobuses abordaba a los prospectos. Mediante alguna artimaña se internaba con ellos en parajes solitarios, inclusive cerca de donde había gente. A las chicas vagabundas y/o prostitutas era más fácil conducirlas con la promesa de pagarles por el servicio. En algunos casos estudiaba a la "presa" durante días aprendiendo sus movimientos y sus horarios hasta que lograba por "casualidad" cruzárseles en el camino y procedía al ataque. Otras más, era obra del azar, y ejecutaba el típico golpe de oportunidad sin desaprovechar ni una ocasión. Aprendió también la mejor técnica para noquear a las víctimas y evitar las salpicaduras de sangre. Cuando trabajó de carpintero no tuvo problemas para regresar a casa con golpes o pequeñas heridas, pretextando que habían sido accidentes del trabajo.
En 1981 Chikatilo perdió su trabajo como profesor de escuela y se empleó en una firma local. El trabajo le requería viajar con mucha frecuencia. Pero no volvió a matar hasta 1982, año en que añadió a su cuenta 7 crímenes. En 1983 de Junio a Septiembre terminó con la vida de 4 mujeres entre niñas y mayorcitas, siendo estas últimas vagabundas y prostitutas con las que intentó tener relaciones, pero ante su impotencia y alimentada su furia con las burlas de las víctimas entraba en trance asesino apuñalándolas numerosas veces. Cuando los restos eran hallados los huesos mostraban tantas laceraciones en costillas, pelvis y hasta en las cuencas de los ojos que la contabilidad podía subir a los 40 o más navajazos. Los oficiales rusos no estaban acostumbrados a observar tanta saña en un crimen. Se referían al sospechoso como una bestia salvaje, como si fuera un monstruo sediento de sangre.
En esa época en que el estado controlaba los medios de producción y los de comunicación, los reportes acerca de violaciones a menores de edad o asesinatos en serie eran temas prohibidos. Se consideraba que tales muestras de descomposición social existían únicamente en los países capitalistas de occidente. Los reportes de estos acontecimientos eran de conocimiento exclusivo de altos oficiales del partido y la burocracia soviética. Informar al público de la serie de crímenes que se experimentaban hubiera constituido una propaganda muy negativa contra el régimen social bajo el que se regían las repúblicas socialistas. Pero no hacerlo resultó contraproducente. Pocos padres pudieron advertir a sus hijos e hijas del gran peligro que acechaba en los caminos. Nadie fue advertido para cuidarse de los extraños. Es más, nunca fue debidamente difundida la descripción del sospechoso en los periódicos. Si ocurrieron filtraciones a la prensa, pero a falta de una postura oficial del gobierno, todo quedo en rumores inclusive fantasiosos, como la existencia de un hombre lobo o la pretensión de una invasión por parte de occidente, que a modo de avanzada asesinaba niños, etc.
Cuando la cuenta de cuerpos hallados llegó a seis, la policía de Moscú decidió tomar cartas en el asunto y envió al mayor Mikhail Fetisov para encargarse de capturar al asesino. Este ordenó al especialista forense Victor Burakov que comenzara la investigación en los alrededores de Shackty. Lo primero fue investigar a los enfermos mentales y pedófilos conocidos. Pero como habíamos comentado párrafos atrás, todos ellos a pesar de ser inocentes de tales crímenes, por causa de los fuertes interrogatorios terminaban declarándose culpables. Una vez tenidos en custodia y ante la aparición de nuevos cuerpos o pistas, quedaban en libertad. Pero no faltó el pobre que ante la presión, prefirió suicidarse en su celda. Luego de que el número de niños varones asesinados comenzó a crecer, se comenzó a investigar a la comunidad gay de la región. Esta estrategia únicamente abrió los ojos de los oficiales encargados acerca del mundo oculto de violencia y sexo de los rusos. Hay que recordar que en aquel tiempo la homosexualidad estaba completamente prohibida. Sin embargo, ellos no tenían nada que ver con los crímenes, ni Andrei Chikatilo tenía algo que ver con ellos por lo que a final de cuentas solo fue una pérdida de tiempo. Cuando se abandonó esta línea de investigación se habían interrogado alrededor de 150,000 personas. Así pasaba el tiempo, la policía capturaba sospecho tras sospechoso, generalmente retrasados mentales o gente muy de a tiro ignorante. Ahora se sabe que aquellos con poca inteligencia son muy susceptibles a sugestionarse en los interrogatorios y terminan por admitir crímenes o cosas que no han cometido. Movidos por la falta de resultados, las autoridades creían tener cada vez "al bueno" pero Burakov estaba convencido de que el maniático que buscaban tenía un cierto tipo de personalidad demente cuya manifestación era muy sutil. Ciertamente su presencia no provocaba miedo alguno en las víctimas pues eran pacíficamente conducidas hasta lugares apartados. Las divergencias entre Burakov y los hombres de la fuerza de tarea liderada por Fetisov provocaban constantes fricciones que en nada ayudaban a la captura del asesino. Como ocurre incluso en naciones donde está perfectamente estudiado el perfil psicológico de los ofensores sexuales, la falta de información y un perfil psiquiátrico, impedía a la policía estrechar el cerco sobre el verdadero asesino. Tuvieron que apelar a técnicas muy difíciles como ubicar oficiales vestidos de civil en estaciones, trenes y autobuses en los lugares que se creía frecuentaba el asesino.
Apartándose de la rigidez de los protocolos oficiales, el forense Burakov decidió compartir parte de la información del caso con algunos especialistas de Moscú. Los primeros en ser consultados no se interesaron por el caso por la escasez de detalles, sin embargo hubo un especialista que creyó importante echar un vistazo al asunto. Alexander Bukhanovsky aceptó discutir sus reflexiones acerca del desconocido asesino que lo mismo tomaba víctimas hombres que mujeres. A los pocos días, le entregó un informe de 7 cuartillas a Burakov que informaba más o menos lo siguiente: El asesino era un sujeto de entre 25 y 50 años, con una estatura alrededor del 1.75 metros, padecía de alguna disfunción sexual. Mutilaba a sus víctimas en parte por frustración y también como excitación erótica. Se dejaba llevar por la compulsión de asesinar, sin embargo no era ni retrasado mental o esquizofrénico puesto que tenía la capacidad de planear y efectuar sus ataques. Era un hombre solitario y el único involucrado en los crímenes. Esos datos no le ayudaban en nada al oficial ruso, el hubiera querido algo diferente, pero sin la participación de los medios de comunicación era imposible aplicar las técnicas "proactivas" que se practicaban en occidente para cercar asesinos peligrosos.
En el año de 1984 Chikatilo incrementó su cuenta en 15 asesinatos más. Pero también en ese año fue detenido gracias a un pequeño golpe de suerte que a la postre no funcionó pero por lo menos anoto a la extensa lista de sospechosos a su persona. El mayor Zanasovsky viajando encubierto en un autobús, observó a un hombre viejo actuando de manera sospechosa. Lo había visto hablar con una adolescente y al seguirlo al autobús que subió lo vio sentarse junto a otra chica. Cuando lo interrogó se enteró que se llamaba Andrei Chikatilo, vivía en Shakhty y trabaja como encargado en una compañía de partes industriales. Hablaba con las muchachas debido a que antaño había sido profesor de escuela y extrañaba comunicarse con gente joven. La primera ocasión lo dejó ir, pero se lo volvió a encontrar. Esta vez Chikatilo parecía enfermo y agitado como con tics nerviosos. Lo vio otra vez acercarse a varias muchachitas y lo siguió por la calle. Cuando lo descubrió solicitar sexo oral a una prostituta decidió detenerlo por conducta indecente. Dentro de su portafolio fue hallado un frasco de vaselina, un largo cuchillo de cocina, un trozo de cuerda y una toalla mugrosa, absolutamente nada relativo a un negocio o trabajo. El mayor Zanasovsky estaba convencido que había capturado al maniático y le pidió al procurador que personalmente interrogara al detenido. Desafortunadamente el grupo sanguíneo de Chikatilo era A, y la policía buscaba sospechosos con tipo AB, luego, carecía de referencias personales negativas aparte de ser miembro del partido comunista. Se decidió mantenerlo tras las rejas unos días más, para ver si soltaba la sopa. Ante la presión Chikatilo solo admitió tener ciertas debilidades sexuales, pero hasta ahí llegó la confesión y fue liberado. Pocos días después fue detenido en conexión con algunos delitos menores tras lo cual estuvo 3 meses en la sombra. Inicialmente su sentencia había sido fijada en un año.
Después de salir de prisión, Chikatilo encontró trabajo en Novocherkassk y se mantuvo alejado de problemas hasta que mató a un par de mujeres durante Agosto de 1985. No se le conocen crímenes durante 1986 y no fue hasta mediados de 1987 que despachó a un niño cerca de Revda durante un viaje de trabajo. En Julio y en Septiembre de ese mismo año también asesino personas. Después de eso la calma volvió a Chikatilo hasta que retomó su racha criminal en 1988 asesinando a nueve. En 1990 reasume otra vez su actividad tomando la vida de 7 niños y 2 mujeres entre Enero y Noviembre.
Uno de los últimos cadáveres, obra evidente del asesino fue hallado cerca de la estación de Leskhoz. Entonces la vigilancia en torno del lugar fue considerablemente reforzada. El día 6 de Noviembre, Chikatilo había asesinado a Sveta Korostik. Ese día fue detenido en la estación al regresar del bosque con algunas manchas de sangre en la cara y las ropas. Fue dejado en libertad pero cuando fue encontrado el cuerpo de Korostik, el nombre de Chikatilo saltó inmediatamente en las mentes de la policía y luego de ser visto de nuevo merodear el lugar fue finalmente detenido.
Días antes de tomar la decisión, Burakov puso bajo la lupa al sospechoso número uno, Andrei Chikatilo. Entonces se enteró que éste había sido separado de su cargo como maestro dadas las constantes quejas de abuso contra los alumnos. En otro de sus empleos había sido despedido por su falta de compromiso laboral al fallar en regresar con los suministros que le eran encargados. Para tales tareas era preciso viajar y moverse a muchos sitios. ¿Cómo y en que perdía el tiempo el señor Chikatilo? Revisando sus viajes, estos correspondían al patrón de cadáveres que iba dejando a su paso. La temporada que estuvo en prisión misteriosamente dejaron de aparecer muertitos. A pesar de las coincidencias, aún se trataba de evidencia circunstancial.
Una vez apresado, se colocó un soplón en su celda quien supuestamente sería capaz de sacarle información, pero la maniobra fracasó. Se efectuó un cateo domiciliario, acto que sorprendió a la familia de Chikatilo, ahí no se pudo hallar casi nada a excepción de numerosos cuchillos de cocina, que por cierto no se pudo probar si efectivamente fueron usados como armas homicidas. De acuerdo a los procedimientos jurídicos en vigor la policía contaba con 10 días para obtener una confesión del sospechoso. El procurador Kostoyev, hombre enérgico y determinado pidió efectuar el interrogatorio. Su historial registraba cientos de interrogatorios exitosos contra unos cuantos fallidos. Se suponía que entraría en la mente de Chikatilo, entendiendo su lógica interna hasta hacerlo caer. Al fin y al cabo todos los criminales terminaban confesando... pero no fue tan sencillo. De principio el acusado declaró que la policía cometía un error hacia su persona, igual que lo habían hecho en 1984. Negó haber estado en la estación de tren el 6 de Noviembre como la autoridad afirmaba. Luego tomo lápiz y papel y escribió una declaración plagada de datos y referencias vagas acerca de sus "debilidades e indulgencias sexuales..." Admitía estar fuera de control, sin aclarar por que. Hablo de los pordioseros de las estaciones, como algunas chicas podían haber sido víctimas de ellos. También comentó que había considerado el suicidio. En resumen la declaración era una suerte de confesión sin serlo realmente. A pesar de que Kostoyev confrontaba a Chikatilo con el hecho de que sabían que mentía y de que la evidencia acumulada lo incriminaba, éste no daba su brazo a torcer. Pasaban los días y el procurador no podía cantar victoria.
Chikatilo solicitó unos días para meditar, ante lo cual todos pensaron que finalmente confesaría, pero llegado el plazo no fue así. Cada vez que se le presentaba información de sus crímenes decía que en ese tiempo lo había pasado en casa con su esposa. El informante ubicado en la celda de Chikatilo comentó que las técnicas de interrogación aplicadas únicamente lograban poner a la defensiva al sospechoso, finalmente Kostoyev entendió que no conocía la manera de doblegar la voluntad de Chikatilo. Antes de que se cumpliera el plazo de los 10 días tras los cuales debía acusarse al sospechoso, entre Kostoyev y Burakov tomaron la sabia decisión de llamar al doctor Bukhanovsky, para ver qué podía hacer el, que ellos no habían podido.
Fue cosa de ver por primera vez al sospechoso, que Bukhanovsky reconoció al asesino que había perfilado en 1987. Un hombre ordinario, solitario y apacible. El doctor se presentó a Chikatilo con cortesía y le habló del estudio que sobre él tenía escrito. Durante poco más de dos horas platicaron acerca de los crímenes y su naturaleza. Para Chikatilo era claro que nadie como el doctor Bukhanosvky entendía su personalidad y sus problemas tan a fondo. Por primera vez alguien lo escuchaba y le mostraba algo de simpatía. Gracias a la intervención del psicólogo moscovita, Chikatilo terminó por confesar sus crímenes y abrió su oscuro mundo interior a la policía. Recordaba detalles de cada uno de sus ataques corroborando su culpabilidad. Hablo sobre cuestiones, tiempos, lugares y detalles que solo el verdadero asesino podía conocer. Condujo a los detectives a sitios apartados donde yacían restos o cadáveres enterrados. Inclusive se montaron recreaciones de los eventos con muñecos y maniquís. La cuenta final de víctimas quedó en 53 confirmados: 31 mujeres y 22 hombres.
El 14 de Abril de 1992 Chikatilo fue llevado a la corte de Rostov. Pasó el juicio dentro de una jaula pintada de blanco, lugar donde podía permanecer parado o sentado estando la mayoría del tiempo aburrido o peleando contra el público asistente. Cuando la prensa anuncio el juicio contra el "Maniático" la sala se llenó con los familiares de las víctimas quienes en un principio le gritaban al acusado una lluvia de improperios. Hubo algunas ocasiones que Chikatilo se desnudó para mostrar su pene al público. Entonces era removido del lugar. El aspecto de Chikatilo sin duda era intimidante. Cuando apareció rapado y sin lentes parecía todo un loco, especialmente cuando babeaba y ponía los ojos en blanco.
De que Chikatilo era culpable ya no había vuelta de hoja, para la defensa el objetivo era demostrar que los problemas mentales del acusado podrían cambiar la naturaleza de la sentencia. Sin embargo sus abogados no tenían permitido hacer nuevas pruebas a Chikatilo y con sus propios doctores. Lo único que podían hacer era examinar y cruzar información de las pruebas hechas ya por la gente de la corte y la policía. Como se podrá apreciar, la tarea de defender a Chikatilo era imposible. El mismo juez Leonid Akubzhanov era a la postre otro más de sus enemigos en su juicio, quien constantemente lanzaba reproches y regaños al acusado, sin que este contestara nada. A pesar de la conducta aberrante del acusado, de confesar y de pronto negar algunos de los crímenes, no fue difícil para los fiscales determinar que Chikatilo estaba sano y competente. A pesar de sus notorias desviaciones, había demostrado un alto grado de control y premeditación cuando asesinaba personas. Esa fue la premisa bajo la cual se le consideró legalmente sano y apto para recibir sentencia.
Al juez le tomó dos meses llegar al veredicto y declaró culpable a Andrei Romanovich Chikatilo por 52 cargos de asesinato y 5 más por violación dado lo cual, merecía la pena de muerte. La reacción del condenado fue la de gritar, violentarse y hasta escupir. Se dijo víctima del sistema soviético, que lo estaban radiando y que deseaba ver los cuerpos. El 15 de Febrero de 1994 al ser rechazada una apelación, fue conducido a un cuarto cerrado donde fue ejecutado con un balazo detrás del oído derecho.
CHARLES MANSONCharles Milles
Charles Milles Manson nació en Cincinnati, Ohio (EEUU), el 12 de noviembre de 1934. Hijo ilegítimo de una joven adolescente de 17 años, Kathleer Maddox. 
Su verdadero padre es un misterio, a pesar de que su madre interpuso una demanda judicial para demostrar la paternidad de un hombre con el que convivio unos años, como dijo el mismo Manson su madre era una: "prostituta de diecisiete años".
Su infancia transcurrió viajando de ciudad en ciudad hasta que a los 8 años su madre salió de prisión, donde cumplía una pena de cinco años por robo y agresión. Durante este tiempo convivió con su tía, una beata contraria a cualquier forma de placer, el cual consideraba pecaminoso. 
Vivió con su madre (alcohólica) unos años hasta que por medio de un robo reunió el dinero necesario para "independizarse", a los 14 años fue detenido por primera vez y a partir de este momento su vida transcurrió entre fugas e ingresos en prisión, por lo cual se podría decir que su formación fue la que recibió en centros penitenciarios con otros presos.
Recién cumplida su mayoría de edad ya contaban entre sus hazañas el robo, una violación homosexual a un compañero, agresiones y varias fugas.
En 1953 con 19 años se casa con una enfermera de 17 años, habiendo tenido hasta ese momento solo relaciones homosexuales, tuvo su primer hijo pero el matrimonio fracaso y se divorciaron en 1958. Un año después se caso con una prostituta para que no declarara contra él y de ese matrimonio nació su segundo hijo. 
Posteriormente ingreso en prisión donde comenzó a formarse en el esoterismo y paso a formar parte de la Iglesia de la Cienciología, todo esto desencadeno en que en 1967 cuando abandono la cárcel con 32 años llevase 17 años de su vida en la cárcel.
Esta formación esotérica le llevo a contar con un grupo de seguidores "su familia", según su filosofía solo los que les siguiesen se salvarían del apocalipsis.
Manson, que se autodenominaba Satán (además de Jesucristo, el Espíritu, el Anticristo y el Demonio), predicaba una curiosa doctrina, una mezcla de conceptos orientalistas y una reinterpretación de la Biblia.
Hippies, drogas, sexo libre, rock...Aquello era demasiado para un tipo que había aprendido a base de abusos a manipular a la gente y a ser temido por sus enemigos. El bueno de Manson fue bien acogido en la comunidad alternativa californiana. Tanto que se fue a vivir con una bibliotecaria -y ecologista radical- llamada Mary Brunner. Al poco tiempo, el tipo que posteriormente se autoproclamaría Anticristo, metió en casa a una chica de 16 años que encontró en la calle. Esto no molestó a Mary, que creía firmemente en los principios Hyppies, dando lugar a lo que sería el germen de "La Familia", institución creada a la medida de Manson. 
Pronto comenzaron a recorrer toda la costa en un destartalado autobús escolar, predicando la palabra del ecologismo y el sexo libre, y captando la atención de numerosos seguidores. Eran ya una de las atracciones de Los Ángeles: ricos, famosos y celebridades recibían con los brazos abiertos a la comuna. Como Dennis Wilson, batería de los Beach Boys, que los alojó en su casa.
Y fue Wilson el que desencadenaría la ira de Manson. El chico de la playa, le había presentado a un productor musical -hijo de Doris Day- que vivía en una lujosa mansión en la calle Cielo Drive 10500, lugar al que acudiría Manson cada dos por tres para convencerle de que le produjera un disco. Ver cómo meses depués los Beach Boys sacaban el álbum 20/20 con la canción "Never learn not to love" -calco de un tema compuesto por Manson- tuvo que ser suficiente para que el líder de La Familia gritara "¡¡Cerdos!!".
Nunca pudo probarse que matará a nadie él mismo, pero ordenó varios asesinatos. En ese periodo, Bobby Beausoleil -miembro de la familia- se pelea con un traficante de mescalina llamado Gary Hinman. Manson, Beausoleil y Susan Atkins no dudan en presentarse en casa de Hinman para pedirle dinero. El tipo se niega, así que Manson le corta una oreja y se va de la casa diciendo a sus seguidores que hagan con él lo que quieran. Y vaya si lo hicieron. O eso parece por el estado en el que quedó el cadáver del traficante. 
Este no era el primer delito de sangre cometido por La Familia, aunque sí el más grave. La detención de B. Beausoleil por el asesinato de Hinman a los pocos días de producirse, provoca que Manson busque un nuevo refugio para sus "hijos". Nada mejor que una granja abandonada, en el desértico Valle de la Muerte. Allí la familia se prepara para lo que Manson denomina el Helter Skelter: el fin del mundo en el que los negros se levantarán en armas para dominar a los blancos...una teoría que Manson refuerza basándose en signos que sólo él percibe, como las advertencias incluídas a este respecto el White Álbum de Los Beatles. 
El viernes 8 de agosto de 1969 Manson ordenó la ejecución de todas las personas que se encontrasen en el 10050 de Cielo Drivey para ellos envió a Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten -acompañadas por Tex Watson, miembros de su familia.
La vivienda por aquel entonces de Roman Polanski, entre las personas asesinadas se encontraba la esposa de este, Sharon Tate, que se encontraba embarazada de 8 meses, el matrimonio Jay y Gibby Folger, y Wojtek Frykowski. Las mujeres de Mason mataron salvajemente a Sharon Tate cortándole sus pechos y muriendo desangrada.
En una de las paredes se podía leer escrito con sangre humana ¡Cerdos!!". Al día siguiente, Manson organiza el asesinato del matrimonio La Bianca para extender el rumor de que ha comenzado una cacería por parte de negros radicales. Esta vez sí acude con el grupo, pero da instrucciones y se marcha antes de que empiece el espectáculo.

Pocos días después detienen a S. Atkins acusada de participar en la muerte del traficante de mescalina. En prisión, habla largo y tendido sobre su maravilloso líder y sus aventuras con La Familia. La poli detiene a Manson el 12 de octubre del 69 junto a otros miembros del clan.

Jeffrey Lionel Dahmer

JEFFREY LIONEL DAHMERAsesino en serie estadounidense cuyo perfil psicológico es prototípico del hombre carente de todo aquello que hace tolerable llevar una existencia normal. Su actitud negativa le impidió tener amigos, relaciones, trabajos, intereses, ocupaciones, dinero, esperanzas o simplemente un lugar dónde vivir. Nunca llegó a socializarse y su cavernoso interior emocional se fue degradando mientras llenaba ese enorme vacío de fantasmas. 

Nació el 21 de mayo de 1960 en el hogar de un matrimonio problemático compuesto por un conocido investigador químico y una neurótica emotiva y autocompasiva. Era un niño tímido y solitario que temía el abandono y daba la impresión de estar desamparado.
El joven Jeffrey no hacía más que gritar pidiendo atención desde la temprana edad, aunque fuera subconsciente. Pero esos gritos no fueron oídos por unos padres demasiado absortos en sus propias guerras personales durante un amargo divorcio que dejó al niño con la sensación de ser abandonado.
Pronto se interesó por la anatomía animal. En el sótano de su casa guardaba un montón de huesos de conejos, pollos y otros animales, sintiendo gran curiosidad por verlos dentro de los animales vivos que manipulaba. Su familia cambió de vivienda seis veces antes de establecerse en 1968 en Ohio. La mayor parte de su infancia la pasó escondido en un cobertizo de madera en una colina cazando insectos en frascos y conservándolos en formol. Luego pasó a las ardillas, mapaches y otras piezas más grandes, transportando los cuerpos hasta el bosque, donde los dejaba pudrirse. Luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear sus huesos.
Su madre, tras una temporada en el hospital, tuvo que guardar cama por el resto de sus días por haber ingerido enormes cantidades de tranquilizantes y otras drogas, hecho que ensimismaría a Dahmer en un aislamiento inquebrantable.
A los once años ya hablaba de manera monocorde. Se convirtió en un solitario, balando como una oveja en el aula de clase o comportándose como un retrasado en las tiendas para llamar la atención de sus compañeros. También comenzó a beber y a masturbarse compulsivamente utilizando revistas para homosexuales o mirando las entrañas de los animales que cazaba. A los dieciséis años solía ir borracho a clase, donde tenía un solo amigo que era proveedor de marihuana y con quien se colocaba a diario. El joven se refería al alcohol como su ´medicina´, un tónico autorrecetado con la intención de calmar sus momentos de angustia. Y ese alcohol a su vez, alimentaba su inclinación hacia la excentricidad.
A los diecisiete años, tras observar un joven que a diario pasaba haciendo jogging delante de su casa, sintió un deseo desenfrenado de poseerlo. Como no se atrevía a abordarlo para entablar una conversación, optó por coger un bate de béisbol y se dispuso a esperarlo con la idea de atacarle cuando pasara, pero afortunadamente el joven dejó de ir a correr por esa zona, salvándose de haber sido una primera víctima del atormentado Jeffrey Dahmer.
Al año siguiente, su padre abandonó el hogar, y al poco tiempo, el 18 de junio, el chico se venga recogiendo en la carretera a un autoestopista, a quién llevó a su casa y asesinó, luego metió el cuerpo en un saco de basura y lo arrojó por un barranco.
Después de esto, entró en una crisis depresiva y renunció a seguir viviendo, pero su padre lo envió a la Universidad. Allí también fue rechazado por su contínuo estado de embriaguez, y en diciembre de 1978 su padre lo obliga a alistarse en el ejército, pero sus continuas borracheras no cesan. Al licenciarse va a vivir con su abuela, en donde muestra una posible reinserción, pues comienza a ir a la iglesia, a leer la Biblia e incluso reduce su dosis de alcohol y encuentra trabajo en una fábrica...
Pero poco le duró esa vena. Al poco tiempo comenzó de nuevo a masturbarse insistentemente e incluso robó un maniquí de una tienda, que le hacía las veces de compañero sexual. También empezó a frecuentar las saunas de Milwaukee, en donde se daban cita algunos homosexuales para tener relaciones anónimas e impersonales, pero le resultaba difícil conseguir la erección mientras sus parejas estaban despiertas, por lo que optó por drogarlos con somníferos antes de mantener una relación sexual. Después de esto, ninguno de sus amantes cuando volvían en sí querían volver a saber más de él, por lo que creyó más oportuno buscar un cadáver para satisfacer sus instintos sexuales.
Esa misma noche, tras asistir al funeral de un joven de dieciocho años, fue a desenterrarlo al cementerio, pero no lo consiguió por que el suelo estaba congelado debido a las bajas temperaturas.
En septiembre de 1986 es arrestado por exhibicionismo indecente y desembocó a su primer análisis psicológico, siendo diagnosticada una personalidad peligrosa.
Un año después mataba por segunda vez. Esta vez se trataba de un joven negro al que ofreció una bebida dopada. Dahmer se despertó al día siguiente encima de un cuerpo ensangrentado, pero afirma no recordar nada de lo que pasó aquella noche. Lo que sí revive es cómo tras levantarse mete el cadáver en el armario y sale a comprar una gran maleta para trasladar el cuerpo a casa de su abuela. Allí cuenta que lo guardó en el sótano y lo desmembró, envolviendo la cabeza en una manta y guardándola en una estantería para hervir más tarde el cráneo y blanquearlo.

Después de eso, Dahmer comienza a matar siempre que tenía ocasión. Seguía el mismo modus operandi: primero el flirteo ofreciendo dinero a cambio de sexo, luego les ofrecía bebida con somnífero y finalmente los estrangulaba. Después de matar a su víctima se quedaba abrazando el cadáver, pensando en cómo conservar las cabezas y formar una especie de altar en la habitación adornado con los huesos.
Dahmer seguía la predecible pauta de los asesinos en serie. Empezó matando cautelosamente asustado por sus crímenes. Luego el ritmo aumenta y se convirtió en una máquina de matar más efectiva. Está más que demostrado que estos asesinos con el tiempo se vuelven arrogantes y despreocupados convencidos de que no pueden ser apresados por ningún ser mortal, creyendo tener máximo poder y autoridad sobre los demás.
Dahmer mostraba muchas características de asesino organizado: acechaba a sus víctimas, les engañaba para llevárselos a su apartamento con la promesa de dinero y favores y después de la muerte ocultaba las pruebas de los crímenes, pero también daba muestras de ser un criminal desorganizado: realizaba actos sexuales con sus víctimas después de la muerte, consumía su carne y sangre, las mutilaba y conservaba algunas partes como recuerdos. Esta mezcla de delincuente organizado y desorganizado es lo que se denomina un asesino ´mixto´.
En una ocasión, una de sus víctimas logró marcharse antes de que las drogas surtiesen efecto, y la policía efectuó un registro de la casa, pero afirmaron no haber hallado nada...
El 30 de enero de 1989 fue declarado culpable de atentado contra el pudor en segundo grado, por seducir a un menor de 13 años con propósitos indecentes, y antes de comenzar a cumplir la condena de un año de cárcel, mató otro joven, guardó el cuerpo en el cuarto de baño y para su mayor satisfacción sexual lo mutiló y le pintó el cráneo con aerosol.
En marzo de 1990 se trasladó a vivir a un deteriorado piso, en dónde adquirió una larga mesa y dos grifos de plástico para extender los cuerpos de sus víctimas. Allí tomaba fotos de sus amantes con una cámara Polaroid una vez muertos. Luego, congelaba los órganos, comía parte de la carne y hervía el resto en una enorme olla antes de echarlos en un gran contenedor de basura preparado con ácido.
Normalmente, el caníbal rajaba los cuerpos desde el cuello hasta la ingle frotando las vísceras para procurarse un mayor placer sexual, pero llegó un momento en que este placer no era suficiente y con sus víctimas pensó en crear ´zombis´ o muertos en vida que pudiera conservar sin que se deteriorasen, agujereando los cráneos e inyectándoles un líquido.
A veces se bañaba en compañía de los cadáveres. En la nevera guardaba los corazones, en el congelador las cabezas, en el fichero los cráneos y en la cama un cuerpo descompuesto. Así lo contaron los policías que registraron su casa horrorizados una vez que lograron arrestarlo el 23 de julio tras la denuncia de otra víctima que logró fugarse de su casa.
El joven, atado con unas esposas, había alertado a la policía diciendo que un hombre con un cuchillo le había amenazado con arrancarle y comerle el corazón.
Cuando la última víctima escapó de su apartamento en medio de la agresión, el asesino aguardó tranquilamente a que llegara la policía y no hizo ningún esfuerzo por destruir u ocultar la gran cantidad de pruebas que guardaba en su domicilio: centenares de fotografías de sus víctimas tanto muertas como vivas, cráneos y partes del cuerpo en bidones, cajas y en el congelador. Según su abogado, si no se había resistido es porque deseaba terminar con todo aquello. Deseaba ofrecer a la policía una declaración completa de lo que había hecho, puesto que no podía culpar a nadie salvo a él mismo.
Según Park Dietz, psiquiatra forense que actuó como consultor en el estudio sobre asesinos en serie del FBI, Dahmer encaja perfectamente en la subcategoría que se denomina ´marginal´: una persona propensa a la furia asesina si cree que está siendo abandonada, con una perversión capaz de realizar actos sexuales con la víctima una vez muerta. El desorden de esta personalidad marginal está marcada por el miedo al abandono y la incapacidad de tolerar el aislamiento o el aburrimiento. Una teoría habitual es que puede relacionarse con abusos en la infancia. La gente que teme el abandono puede sentirse ultrajada cuando alguien que desean que se quede va a marcharse. En este sentido, el asesino en serie normal llega a serlo por su carácter antisocial o por tener fallos de carácter y también a través de desviaciones sexuales, normalmente sádicas y necrofílicas.
Muchos niños que no reciben la atención que ansían en casa, la buscan en la escuela. Dahmer lo hizo con sus extravagancias y su comportamiento muchas veces cómico, pero terminó siendo marginado. No sólo se sintió fracasado en su casa, también en la escuela, en la Universidad y en el Ejército. Era evitado y humillado, puesto de lado. Eso debió dejarle con una terrible sensación de angustia y desamparo. Por ese motivo proyectó sus sentimientos sobre sus víctimas. Las humillaba, las descuartizaba y luego las dejaba de lado también.
El juicio comenzó el 27 de enero de 1992. Desde el principio quedó claro que le impulsaba un trastorno mental, a pesar de que él hacía todo lo posible por disimular su trastorno.
Dahmer se mostró tan sincero y cooperador como muchos otros asesinos en serie, sin embargo ni él mismo podía entender cómo había sido capaz de cometer todas aquellas atrocidades. Todos los presentes pudieron darse cuenta de hasta qué punto sus compulsiones y fantasías se habían apoderado de su mente, empujándole a seguir asesinato tras asesinato.
Después del veredicto habló por primera vez al tribunal diciendo ´Señor juez, todo ha terminado. Me siento muy mal por lo que hice a esas pobres familia y comprendo su merecido odio. Asumo toda la culpa por lo que hice. He hecho daño a mi madre, a mi padre y a mi madrastra, pero les quiero mucho.´
El Carnicero de Milwaukee fue sentenciado a un mínimo de 900 años, pero murió en la cárcel en 1994 asesinado a golpes por un recluso. Tras la noticia, los padres de Dahmer se pelearon por la posesión de su cerebro llegando incluso a enfrentarse ante los tribunales. La madre deseaba vendérselo a un hospital de investigación mental, mientras que el padre sólo deseaba enterrarlo lejos de todo el mundo y de su memoria. También los parientes de sus víctimas, representados por un abogado, consiguieron hacer negocio con los utensilios utilizados por el asesino para trocear y desangrar. Su nevera se subastó públicamente, al igual que todo tipo de cuchillos, sierras, picadoras y taladros.
Un grupo de ciudadanos de Milwaukee compró el lote completo con intención de montar un ´museo de los horrores´ para la atracción de los turistas, pero al final no se atrevieron a llevar a cabo el proyecto y destruyeron el macabro legado del caníbal.

LUIS ALFREDO GARAVITOLuis Alfredo Garavito

Luis Alfredo Garavito nació en Génova, Quindío, el 25 de enero de 1957. Es el mayor de siete hermanos y durante su infancia vivió la falta de afecto y el maltrato físico por parte de su padre. Según su testimonio fue víctima de abuso sexual.
A sus 44 años, fue declarado por los investigadores y jueces como un asesino en serie. Hace años cuando fue capturado confesó ser el autor de la muerte de 140 niños en distintas regiones del país, pero a la fecha la Fiscalía lo investiga por el homicidio de 172 niños en su paso por 59 municipios del país.
En repetidas ocasiones, Garavito Cubillos se hacía pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, discapacitado y representante de fundaciones ficticias en favor de niños y ancianos era conocido también como “Alfredo Salazar”, “El Loco”, “Tribilín”, “Conflicto” y “El Cura”.
Las víctimas de Garavito eran niños entre los 6 y los 16 años, de bajo estrato económico. Los abordaba en los parques infantiles, canchas deportivas, terminales de buses, plazas de mercado y barrios pobres. Según lo establecido les ofrecía dinero y los invitaba a caminar hasta cuando los menores se cansaban y eran atacados en sitios despoblados.
De acuerdo con la investigación, en esos lugares los cuerpos sin vida de los menores fueron encontrados degollados, mutilados y con señales de haber sido amarrados. En las residencias de su compañera y de una amiga en Pereira se encontraron objetos similares a los hallados en los sitios de los crímenes y publicaciones periodísticas en las cuales se reseñaba el estado de las investigaciones por desapariciones y homicidios de niños en el país.
El 24 de junio de 1998 los cuerpos de tres niños de 9, 12 y 13 años fueron hallados sin vida en la finca La Merced, en Génova (Quindío), con evidentes signos de tortura y desmembración de algunas de sus extremidades. Los menores fueron vistos por última vez cinco días antes en el parque central del municipio en compañía de un adulto, quien al parecer les ofreció dos mil pesos a cada uno para que le ayudaran a buscar una res en fincas cercanas a Génova.
En un comienzo se orientó la investigación hacia la prostitución infantil, el satanismo, el tráfico de órganos y pedofilia. Con base en un cruce de información entre el CTI de Tunja, Armenia y Pereira se logró establecer que los casos de desaparición de menores en esas ciudades guardaban similitud, ante lo que se conformó un álbum con 25 fotografías de posibles sospechosos.
Mediante el cruce de información entre los diferentes equipos investigativos, se estableció que una de las fotografías del álbum con el nombre de Bonifacio Morera Lizcano correspondía a Luis Alfredo Garavito Cubillos, persona sobre quien pesaba una orden de captura de la Fiscalía 17 Especializada de Tunja por el homicidio de un niño de 12 años de edad.
El 22 de abril de 1999, miembros del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía capturaron en Villavicencio a Luis Alfredo Garavito Cubillos, en momentos que intentaba agredir sexualmente a un menor. Su plena identificación se logró mediante cotejo dactiloscópico.
Gracias a las pruebas recogidas por la Fiscalía y a su propia confesión, Garavito Cubillos resultó ser el responsable no sólo de la muerte del menor de Tunja sino también del homicidio de los tres niños de Génova y de otros 172 crímenes cometidos contra menores en 11 departamentos del país, entre 1992 y 1998.
De los 172 casos judicializados, 138 tienen fallo condenatorio, 32 están en instrucción, uno en apelación y uno está para sentencia. Las condenas suman 1.853 años y nueve días, no obstante, en la ley colombiana existe una figura conocida como unificación de penas, que dice que cuando un reo está condenado por múltiples procesos estos no son acumulables, se juntan y se le condena por el delito más grave, que en este caso significa una condena de 52 años. Pero como Garavito confesó y además colaboró con la justicia, tiene derecho a beneficios y rebajas que pueden ser hasta de una tercera parte de la condena. Y como es un preso “modelo” tiene derecho a un día de rebaja por cada tres días de trabajo o estudio.
En una entrevista concedida al periodista Guillermo Prieto Larrotta (Pirry), y trasmitida por el canal Colombiano RCN el 11 de Junio de 2006 Garavito negó haber violado a sus víctimas; en este mismo trabajo periodístico dicho asesino aseguraba que había cometido los crímenes por supuestas órdenes del diablo y su "rehabilitación" del asesino tras convertirse en miembro de una Iglesia Pentecostal, los esfuerzos que ha hecho por salir libre cuanto antes.
Según la justicia Colombiana Luis Alfredo Garavito pese a ser considerado por muchos como el segundo mayor asesino en serie del mundo podría estar en libertad en 2010. Acto a la que responden otras personas como una acción descabellada y poco coherente ya que sostienen que si Garavito mató una vez, lo hará de nuevo.
Según la noticia de RCN, hay otro proceso a Garavito por otro asesinato en el Valle del Cauca, por el cual tendría que responder judicialmente de manera independiente a sus anteriores crímenes y por el que podría ser nuevamente sentenciado. A esto hay que añadir que el gobierno de su país vecino, Ecuador, ha pedido formalmente la extradición de este asesino en serie por los crímenes que perpetró en su territorio y por los que tiene intención de juzgarle según las leyes de su país.
Por estos motivos es más que probable que este criminal termine sus días entre rejas a pesar de que en su país no existe la cadena perpetua.

Ed  Gein

ED GEINSu nombre real era Edward Theodore Gein. Nació en 1906, en Plainfield. A lo largo de su infancia, fue víctima de su perturbada madre. Mujer obsesionada por la religión, aborrece la sociedad y todo lo que la envuelve, para ella una sociedad llena de mentira y de pecado. Ella sentía asco por su marido, ya que representaba todo aquello que ella aborrecía. Un hombre detestable, aficionado a la bebida y a pegar a sus 2 hijos. Ed vivió su infancia en un ambiente represivo y prácticamente carecía de contacto con los chicos de su edad. Pronto se convertiría en un hombre solitario, excéntrico y tímido. A los 39 años sufrió la pérdida de su madre, y unos años antes la de su padre y hermano mayor.
Ésta es la historia real que inspiró "Psicosis", "La Matanza de Texas" y "El silencio de los corderos".
El 8 de Diciembre de 1954, un granjero entró en "la taberna de los Hogan" y descubrió un gran reguero de sangre que cubría las tablas de madera del suelo. La propietaria Mary Hogan, había desaparecido.
Las investigaciones del sheriff no obtuvieron su fruto y el caso quedó archivado.
Tres años más tarde, otro espantoso crimen tuvo lugar, Ed Gein asesinaba a la dueña de la ferretería, Bernice Worden, también se hallaron manchas de sangre y el cadáver había desaparecido. Pero ésta vez, se encontró una pista esclarecedora, la última venta fue anotada por Bernice en el libro de contabilidad a nombre de Ed Gein. Pronto fue arrestado, y se dirigieron a su casa para realizar el registro. Al abrir la puerta, se pudo ver el cuerpo de Bernice colgado de un gancho por el tobillo y con un alambre le habían sujetado el otro pie a una polea. Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.
Por todas partes se veían montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacías, herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomía humana, chicles pegados en las tazas y una dentadura sobre el mantel de la mesa. En la cocina, centro de los macabros acontecimientos, había varios cráneos esparcidos por el suelo, algunos servían de cuencos y otros yacían intactos.
Una inspección más detenida reveló que una de las sillas de la cocina estaba hecha con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los cuchillos e incluso alguna prenda de vestir, como un chaleco o un cinturón formado con pezones humanos.
Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de nueve máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein.
La única habitación de la casa que parecía normal era una sellada con tablones en la puerta y perfectamente ordenada... la de su madre. Desde que su madre muriera en 1945, doce años antes, la habitación había estado cerrada con clavos como un sepulcro. Ed explicó a la policía después de su detención que después de su fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año, hablándole mientras se adormecía. Dijo que había sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomía. Le fascinaban los reportajes sobre la operación de cambio de sexo y se planteó el convertirse él mismo en mujer.
Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas.
El 30 de Marzo de 1958 la casa de Gein fue arrestada, después de correrse el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas como la Casa de los Horrores. De todas formas, su camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba: 'El coche de Ed Gein!' Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas
Los médicos del hospital Central del Estado deciden que el asesino no está capacitado para ir a un juicio y es internado hasta los años 68, cuando después de un juicio que duraría una semana, se le declara culpable de dos asesinatos, pero al aducirse su locura, es de nuevo internado.
Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de "Complejo de Edipo", que Gein estaba enamorado de su madre y que a raíz de su muerte se obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontraron extraordinario parecido entre sus víctimas y su madre. De niño, buscaba el amor de su madre de manera obsesiva, que le era negado una y otra vez, fue así como en su mente se desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.
Gein murió por insuficiencia respiratoria el 26 de Julio de 1984, tras décadas de reclusión en una unidad psiquiátrica, donde resultó ser un paciente modelo. En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre. Murio por insuficiencia respiratoria.

JOHN WAYNE GACY.John Wayne Gacy

El lector que a partir de ahora va a adentrarse en la historia real de John Wayne Gacy descubrirá que el mal humano se esconde en lugares todavía menos accesibles que una arteria cerebral colapsada, la que tenía Gacy desde que se cayera en el jardín de su casa cuando era niño y que, según algunos expertos, transformó su cerebro en una mente psicopática. Quizás el mal anide en las entrañas del alma de algunos hombres que parecen, pero sólo parecen, buenos. 
No cabría otra forma de calificar a un ciudadano tan ejemplar como John. Era un eficaz hombre de negocios, dedicado plenamente a hacer crecer su empresa de albañilería y decoración, a cuidar de su casa, a amar a su segunda esposa y a cultivar las relaciones sociales. El tiempo libre siempre lo dedicaba a los demás: organizaba las fiestas vecinales más famosas del barrio, se vestía de payaso y amenizaba las tardes de los niños ingresados en el hospital local. 
Incluso fue tentado por la política y se presentó como candidato a concejal. Y lo habría llegado a ser si no se hubiera cruzado en su camino el joven Jeffrey Rignall y su tenaz lucha por la supervivencia.
El 22 de mayo de 1978, Rignall decidió salir a tomar unas copas en alguno de los bares del New Town de Chicago. Mientras paseaba, ya de noche, un coche le cortó el paso. Un hombre de mediana edad y peso excesivo se ofreció para llevarle a la zona de bares más famosa del lugar. Rignall, osado, despreocupado, acostumbrado a viajar haciendo auto stop y, sobre todo, harto de pasar frío, aceptó la invitación sin sospechar que aquel hombre, en un descuido, le iba a atacar desde el asiento del conductor y a taparle la nariz violentamente con un pañuelo impregnado de cloroformo.
Lo siguiente que Rignall pudo recordar fue la imagen de su nuevo colega desnudo frente a él, exhibiendo una colección de objetos de tortura sexual y describiendo con exactitud cómo funcionaban y cuánto daño podrían llegar a producir. Rignall pasó toda la noche aprendiendo sobre sus propias carnes mancilladas una y otra vez la dolorosa teoría que su secuestrador iba explicando. A la mañana siguiente, el joven torturado despertaba bajo una estatua del Lincoln Park de Chicago, completamente vestido, lleno de heridas, con el hígado destrozado para siempre por el cloroformo, traumatizado… pero vivo. Tenía el triste honor de ser una de las pocas víctimas que escaparon a la muerte después de haber pernoctado en el salón de torturas de John Wayne Gacy. En sólo seis años, 33 jóvenes como él vivieron la misma experiencia, pero no pudieron contarlo. A veces, el camino hacia el mal es inescrutable, se esconde y aflora, parece evidente y vuelve a difuminarse. Toda la vida de Gacy resultó una constante sucesión de idas y venidas. Fue torpe en los estudios, se matriculó en cinco universidades y tuvo que abandonarlas todas; sin embargo, terminó su último intento de estudiar Ciencias Empresariales y se licenció con brillantez. Hasta llegó a ser un hábil hombre de negocios. Se enroló en cuantas asociaciones caritativas, cristianas y civiles pudo, pero mantuvo una oscura relación con su primera esposa, llena de altibajos y cambios de temperamento. Tuvo dos hijos a los que amó y respetó, sin que eso nublara un ápice su eficacia para atraer y matar a otros adolescentes. Resulta, incluso, paradójico que un hombre obeso y aquejado de graves problemas en la espalda fuera capaz de atacar, maltratar, matar y enterrar a jóvenes llenos de vigor. Pero lo hizo una y otra vez, hasta en 33 ocasiones.
Pero si fue doloroso encontrar los cadáveres de 33 jóvenes incautos, peor resultó saber que su asesino ya había dado muestras de lo que era capaz de hacer. Poco después de casarse por primera vez, comenzaron a circular insistentes rumores sobre la tendencia de Gacy a rodearse de jóvenes varones. Rumores que sus vecinos vieron confirmados cuando el amable John fue acusado formalmente por un juez de violentar sexualmente a un niño de la ciudad de Waterloo. Él siempre sostuvo que las acusaciones no eran más que un montaje creado por el sector crítico de una de las asociaciones cívicas a las que pertenecía. Pero cuatro meses más tarde, la mesa del juzgado recibía la documentación de una nueva denuncia. La propia víctima del supuesto ataque sexual había sido apaleada. El agresor, un joven de 18 años con dudosa reputación, declaró que fue Gacy quien le pagó para escarmentar al niño que le acusaba. El caso estaba claro: Gacy fue sentenciado a 10 años de prisión en la penitenciaría de Iowa. La historia de un asaltador de menores parecía tocar felizmente a su fin…, cuando en realidad, no había hecho más que empezar. Incomprensiblemente, Gacy salió de la cárcel un año y medio después, aireando un indulto concedido en atención a su buen comportamiento y las "evidentes muestras de reforma dadas por el reo". El juez no tuvo duda de que aquel preso de 27 años se había transformado en otro hombre: lo que no supo hasta tres años después es que el nuevo John Wayne Gacy era aún peor. Gacy no sólo se las arregló para engañar al juez, también engañó a los vecinos de Sumerdale Avenue que lo acogieron en su segunda vida; a Lillie Grexa, una mujer divorciada y madre de dos hijos que se enamoró de él y aceptó su propuesta de matrimonio; a los clientes de una brillante empresa de reformas de albañilería que él mismo montó y, lo que es peor, a decenas de jóvenes varones que acudían a casa de Gacy bajo la promesa de un trabajo bien remunerado como albañiles.
La vida social del hombre que los fines de semana se vestía de payaso para entretener a los niños enfermos en varios hospitales subía como la espuma. Dos de sus fiestas más sonadas, una al estilo "vaquero" y otra hawaiana, llegaron a congregar en su casa a más de trescientas personas. Todas regresaron a sus domicilios comentando dos cosas: lo agradable que era aquel ciudadano regordete, bonachón y trabajador y lo mal que olía su jardín. Porque era la comidilla del barrio que un terrible hedor fluía por las calles cercanas a la casa de Gacy y su segunda esposa. Ésta estaba convencida de que bajo las cañerías de su casa había algún nido de ratas muertas. Él aseguraba que el olor se filtraba desde un vertedero cercano y siempre estaba posponiendo una supuesta visita al ayuntamiento para tratar de arreglar el problema. 
Ningún vecino supo reconocer el tufo de los restos humanos, por eso, ninguno llegó a sospechar el acontecimiento que estaba a punto de sacudir la armoniosa vida de Sumerdale Avenue.
En diciembre de 1978, la madre del joven de 15 años Robert Piest empezó a impacientarse al ver que no regresaba del trabajo. El chico se ganaba un dinero extra ayudando en una farmacia, y estaba a punto de entrevistarse con un tal Gacy que le había ofrecido mejorar su situación si trabajaba como albañil para él. La desaparición de Robert fue puesta en conocimiento del teniente Kozenczak del departamento de policía de Des Plaines. Entre sus pesquisas, el agente hizo una llamada a Gacy, ya que su nombre aparecía entre los papeles del chico. Por supuesto, el ciudadano Gacy no acudió a la cita (se excusó diciendo que estaba enfermo), pero se presentó voluntariamente en la comisaría al día siguiente. Para entonces, el teniente se había encargado de estudiar el historial penal de aquel hombre (sentenciado e indultado por asaltar a un menor). Aunque Gacy negó cualquier relación con Piest, la policía logró una orden de registro de su domicilio en la que se incautó del más completo arsenal de instrumentos de tortura jamás visto en la región. Pocos días hicieron falta para lograr que Gacy confesara y entregara a la policía un detallado plano del jardín de su casa, en el que había marcado los lugares donde yacían los 33 cadáveres. En su declaración final, la vida del payaso asesino pareció sacada de una película de terror. Durante el juicio, Gacy aseguró que existían “cuatro John: el contratista, el payaso, el vecino y el asesino y constantemente respondía con las palabras de uno y de otro”. Lo que no pudo explicar fueron los motivos que le llevaron a dejar con vida al joven Rignall, cuya declaración sirvió para mandar al criminal a la camilla donde se le aplicó una inyección letal el 10 de mayo de 1994. Sus últimas palabras fueron: “¡Besadme el culo!” .


LA FAMILIA DE SAWNEY BEANE

La Familia de Sawney Beane


Sawney Beane nació en una familia granjera a las afueras de Edimburgo, cerca de la costa oeste de Escocia, en algún momento a finales del XVI. 
Acompañado de su mujer, abandona el hogar siendo muy joven, e inician un viaje hacia el lado opuesto del país. En mitad de la travesía deciden ocultarse en una profunda caverna. La entrada era una pequeña grieta a través de la cual se extendía una cueva de alrededor de una milla. 
Esta caverna le sirvió como hogar a los Beane durante los próximos veinticinco años.
Al principio subsistían de las pertenencias que habían robado a los distintos viajantes que fueron asaltados y asesinados. Pero pronto sus necesidades iban a ser más exigentes. El incesto era una práctica habitual en la caverna, de tal forma que se mantenían relaciones entre hermanos, padres, madres e hijos... La necesidad de comida iba en aumento, pues la familia seguía creciendo. La solución a sus problemas, la seguían encontrando en los viajantes que asaltaban, pero ésta vez transportaban el cadáver a la caverna, donde era devorado. Se aficionaron a la carne humana.
Durante 25 años estuvieron desapareciendo viajeros en las extensiones rocosas de Galloway; lo único que se encontraba de los desaparecidos eran restos, partes de los cuerpos halladas ocasionalmente en la costa, despojos que no solían consumir y arrojaban al mar.
Estos restos humanos suscitaban las más diferentes teorías. Una de ellas era que los viajantes podrían estar siendo atacados por una manada de lobos; sin embargo, ésta hipótesis no se sostuvo durante mucho tiempo pues no sólo desaparecían individuos que viajaban solos, sino que también se echaron en falta a grupos, en ocasiones atacaban a grupos de cuatro, cinco e incluso seis personas si iban a pie, eso sí, nunca a mas de dos si iban a caballo. Eran muy cuidadosos asegurándose las posibles vías de escape y nunca dejaban a nadie con vida. Otra explicación, era más descabellada: podría ser que los terrenos rocosos estuvieran habitados por hombres lobo o demonios.
Con el tiempo surgió otra hipótesis, alguno de los dueños de las posadas los debía ejecutar por las noches mientras dormían y enterrarlos en algún lugar aislado para no ser descubiertos. Esto ocasionó muchos juicios a inocentes que según la tradición de la época eran torturados hasta que se les arrancaba una confesión de culpabilidad y posteriormente eran ejecutados. Gran cantidad de posaderos inocentes fueron asesinados por este motivo y muchos otros abandonaron su trabajo por miedo a ser los siguientes. Esto ocasionó que la zona aún se volviese más desierta y el tránsito de mercaderes y viajeros descendiera.
Una tarde, un grupo de 30 personas regresaban a casa tras haber pasado el día fuera cuando escucharon unos gritos delante de ellos. Al llegar al lugar del tumulto se encontraron con un hombre que se defendía pistola en mano contra una banda de atacantes de aspecto salvaje. Cerca de él yacía su mujer en el suelo, destripada, mientras algunos de los atacantes le arrancaban pedazos de carne y se la comían cruda. Las mujeres del clan la habían cortado el cuello y bebían su sangre. El hombre temeroso de caer su misma suerte se defendía desesperadamente con su pistola así como con su espada contra una "jauría" de entre 25 y 30 hombres del clan. Los viajeros, atónitos, no podían creer lo que veían. Al ser descubiertos, el clan de los Beane huyó hacia las colinas. Ya existían pruebas sobre las misteriosas desapariciones. La persona que aportó el testimonio sobre lo ocurrido fue el marido superviviente del ataque. La historia llegó a oídos del rey James I de Inglaterra, el cual decidió tomar serias medidas: envió a 400 soldados acompañados de perros de caza a la zona; los perros hallaron rápidamente la entrada de la caverna, el fuerte olor a carne les facilitó la búsqueda.
Los soldados penetraron en la cueva siguiendo el pasadizo en forma de zigzag hasta llegar al hogar de los Beany. Allí encontraron a 48 personas: Beane y su mujer, sus 8 hijos, 6 hijas, 18 nietos y 14 nietas, fruto de los continuos incestos entre todos ellos. El lugar estaba lleno de brazos, piernas y demás miembros, amontonados unos sobre otros. Algunos trozos de carne habían sido salados, con intención de conservarlos para los siguientes meses. 
Tras ser descubiertos, el rey los calificó como bestias salvajes no merecedoras de juicio alguno. Tanto Sawney como los 26 hombres del clan fueron torturados y desmembrados en público. Todo el proceso fue contemplado por las mujeres, a quienes les esperaba la hoguera.



 Paul Bernardo y Karla Homolka

PAUL BERNARDO Y KARLA HOMOLKA.Ella era radiante y hermosamente rubia. Él era un adorable y guapo chico con una carrera brillante por delante. Karla y Paul Teale eran conocidos como Barbie y Ken por sus amistades vecinales - pero a diferencia de sus muñecos símiles, tras sus sonrisas se escondían un par de sádicos carniceros acusados de 43 ataques sexuales y una larga lista de sádicos asesinatos. 
Las mentes retorcidas de los Teales filmaban a sus víctimas siendo torturadas, violadas y descuartizadas. Gustaban de capturar los agonizantes gritos de sus jóvenes víctimas para satisfacer su siniestra lujuria. 
Los Teales fueron: Juzgados por los sadísticos crímenes de dos jóvenes adolescentes, sospechosos del asesinato en Navidad de la hermana de Karla, Tammy de 15 años de edad. Implicados en la desaparición de muchas jovencitas. Paul Teale, de 26 años de edad, se cree responsable de más de 43 asaltos sexuales durante recorridos nocturnos en los alrededores de la comunidad canadiense de St. Catherine, cerca de las Cataratas del Niágara. 
Su reinado de terror pudo haber pasado desapercibido, hasta que Paul tuvo una pelea en la que golpeó a Karla con una linterna. Ella asustada llamó a la policía hacia su mundo color de rosa, en su aseado hogar de los suburbios y rompió en declaraciones frente a los incrédulos oficiales, contando el sórdido pasado con su pareja. 
Reveló como su víctima adolescente Kristen French, de tan solo 15 años de edad, fue expuesta al infierno durante 13 días, en los cuales fue violada y torturada en repetidas ocasiones hasta que encontró la muerte. Su cuerpo desnudo fue descubierto en un camino vecinal solitario dos semanas después de desaparecer camino a su escuela. 
Diez meses antes, el cuerpo de Leslie Mahaffy de 14 años de edad había sido recuperado de las profundidades de un lago, el mismo día en que los Teales contrajeron nupcias en junio de 1991. La joven asesinada había sido cortada en pedazos.
Algunos videocasetes fueron recuperados del hogar de los Teales en donde se mostraba a Karla en una orgía sexual de lesbianismo. "No hay sentencia que pueda imponer y sea adecuada para reflejar la repulsión que la comunidad siente por las muertes de dos jóvenes chicas que vivieron sus vidas sin ningún reproche a los ojos de la comunidad", dijo el juez Kovacs con un semblante desencajado ante una Karla Teale vestida en forma glamurosa. 
Los angustiados padres de las chicas asesinadas lloraban y se consolaban unos a otros en la corte mientras se revelaba las terroríficas horas finales de sus hijas. La madre de Leslie, Debbi Mahaffy, quebró su voz mientras hablaba en el tribunal "No quiero volver a ver otra imagen de los restos del cuerpo de mi hija en una bolsa. Cada vez que escucho la historia siento que mi hija muere de nuevo. Esto es una experiencia muy dolorosa y difícil. Fue muy difícil venir a la corte en el cumpleaños de Leslie, hoy cumpliría 17 años." Las declaraciones habían logrado penetrar en la médula de los horrorizados habitantes de la comunidad de St Catherine. 
La aparentemente perfecta pareja se había conocido en octubre de 1987, cuando Karla tenía 17 años y Paul era una pasante de contador de tan solo 23 años. Karla, hija de padres checoslovacos refugiados, había sido un modelo a seguir en la Sir Winston Churchill School en donde incluso se asoció a una sociedad secreta de mujeres - El club del diamante - advocada a conseguir maridos ricos. 
Deslumbrada con regalos, cenas románticas con velas, se rindió ante los encantos de guapo Paul. Luciendo un anillo de diamantes de compromiso, Karla le enseñaba la fotografía de Paul a sus amigos cada vez que le preguntaban por él. Su boda fue ejemplar. La pareja llegó en una carroza jalada por hermosos caballos. En la recepción se sirvió Champagne y faisán, y la luna de miel se realizó en Hawái. "Son la fotografía de una pareja perfecta. Lucen fabulosos", comentó uno de los invitados.
Pero las fricciones comenzaron pronto en el matrimonio. Paul se vió envuelto en varias peleas y adquirió una reputación de tener un temperamento muy explosivo. Entonces, en enero, la policía llegó a su casa después de que Paul atacara a Karla. Un detective veterano reveló. "Ella mencionó que había muchas cosas que desconocíamos. Karla había sido atacada en ocasiones anteriores por su esposo y tenía mucho miedo de él. También mostraba signos de culpabilidad y arrepentimiento. Cuando comenzó a hablar, no podíamos creer lo que estábamos escuchando. La información que nos proporcionó era suficiente para obtener una orden de careo. Videos y otra evidencia mostraban a Karla Teale envuelta e implicaban seriamente a su esposo. Karla Teale nos llevó a creer que ella había sido forzada a participar en los asesinatos en un complot por parte de su esposo y que era totalmente manipulada por Paul. nos contó sobre sus bizarras impulsos sexuales que los llevaban hacia unos impulsos incontenibles por matar". 
Mientras Paul esperaba su juicio, Karla había comenzado su sentencia mientras consagraba lo que el abogado de su esposo llamó, "un pacto con el diablo" para revelar todo lo que ella sabía acerca de los asesinatos. Se reabrieron los archivos de la muerte de Karla, Tammy, que murió a la edad de 15 años en la navidad de 1990, en la casa de la familia. Misteriosamente se encontró con la muerte ahogada en su propio vomito. 
"Existen muchos más secretos que faltan por emerger", dijo un detective. "Paul and Karla Teale envolvían la misma esencia del mal". Ella pudo haber hecho cualquier cosa con su vida, pero lo tiró todo a la basura. Cuando los mirabas, era imposible pensar que ellos podrían llevar a cabo los crímenes que se les atribuían.
Toronto. Canadá. La destrucción de las cintas de video que recogían las torturas y violaciones de dos adolescentes antes de ser asesinadas por un joven matrimonio cierra uno de los capítulos más dramáticos de la historia criminal de Canadá. 
Las cintas de video captaban todos los macabros detalles de las torturas y violaciones sufridas por Leslie Mahaffy y Kristen French (de 14 y 15 años, respectivamente) en 1991 y 1992, antes de ser asesinadas a manos del matrimonio formado por Paul Bernardo y Karla Homolka.
Las familias de las dos jóvenes salvajemente asesinadas lucharon durante años por la destrucción de las cintas de video y otro material gráfico ante el temor de que en algún momento su contenido fuese difundido a pesar de las órdenes judiciales en contra. Sus temores tenían un sólido fundamento. El escritor Stephen Williams, autor de "Invisible Darkness" ("Oscuridad invisible") -libro que describe los crímenes de Bernardo y Homolka- fue denunciado en 2000 porque la fiscalía consideró que algunos de los pasajes de su libro mostraban que el autor había visto las macabras cintas de video.
Aunque la fiscalía retiró los cargos contra Williams para evitar un juicio en el que las cintas de video habrían sido la prueba fundamental, lo que habría causado a las familias de las jóvenes asesinadas nuevas "angustias", el caso demostró que en algún momento las imágenes serían públicas. 
Finalmente, el jueves, en el más absoluto secreto y en presencia de 20 testigos -todos abogados, policías y familiares de las asesinadas- las cintas de video, fotografías y otras pruebas del caso fueron incineradas una por una.
Entre los objetos destruidos se encontraban las sogas utilizadas por Bernardo y Homolka para maniatar a sus víctimas, un arcón al que estuvo amarrada Kristen antes de ser estrangulada, muestras de tejido humano y bloques de cemento en los que se encontraron partes del cuerpo de Leslie.
Las autoridades también hicieron desaparecer las fotografías de las autopsias, imágenes policiales de las escenas del crimen, la escalera de madera que conducía al sótano donde las jóvenes fueron retenidas y la sierra circular utilizada para desmembrar a las víctimas.
Una macabra lista que ha perseguido a los padres de Leslie y Kristen desde que en 1995 Bernardo fue condenado a cadena perpetua mientras que su mujer, Karla Homolka, obtuvo una controvertida sentencia de 12 años en prisión a cambio de testificar detalles de los crímenes contra su ya ex marido.
"La existencia de esos videos siempre amenazó con desenterrar a Leslie. Sentía que ella sería molestada una y otra vez y siempre sentí que ella nunca podría descansar en paz eterna", declaró Deborah Mahaffy, madre de Leslie, tras la destrucción de las cintas.
"Alivio no es la palabra adecuada -continuó Mahaffy- para describir los sentimientos ahora que han desaparecido. No hay palabras para describir lo que sentimos". Por su parte, Donna French, la madre de Kristen, explicó que ahora sentía una paz que no había experimentado desde que su hija desapareció en abril de 1992. 

"Fue algo casi irreal porque hemos esperado esto tanto tiempo. No podía creerme lo que realmente estaba pasando hasta que vi por mi misma que estaban siendo destruidas", dijo French.
"Sigo pensando que era una de las últimas cosas que podía hacer por Kristen y espero que ahora ella pueda descansar en paz", añadió la madre de la víctima.
Entre 1991 y 1992, Bernardo y su esposa, Karla Homolka, entonces dos jóvenes recién casados de la localidad de St. Catharines -en el sur de Ontario-, secuestraron a las jóvenes y las sometieron a sesiones de extrema violencia y sexo antes de matarlas.
El perfil de los dos asesinos aumentó la repulsión de la sociedad canadiense por sus crímenes una vez que se conocieron los detalles de las muertes de las dos jóvenes.
Paul era un joven atractivo y popular que nunca había tenido problemas para mantener relaciones con mujeres y que trabajaba desde 1990 para una empresa de Toronto especializada en prendas de vestir, mientras que Karla, de 23 años, era una ayudante veterinaria, rubia y simpática
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RICHARD RAMÍREZRichard Ramírez

Algunos psicólogos calificaron a Ramirez como un asesino fuera del grupo de los asesinos. El "merodeador nocturno" mató a 14 personas en Los Ángeles entre 1984 y 1985. Como la mayoría de los asesinos en serie, Ramirez fue en su adolescencia un chico problemático: a los 9 años ya comenzó a robar y más tarde a consumir drogas en Texas, su estado natal.
Una vez en Los Ángeles, comienza su carrera como asesino, sin unas pautas concretas lo cual hacía más difícil su detención: mataba a personas dándole igual sexo, raza, edad o condición. Las armas utilizadas iban desde un bate de beisbol a un puñal, pasando por varios tipos de pistolas.
Su modus operandi también oscilaba, ya que podía asesinar de una manera organizada sin dejar pista o matar sin ningún cuidado creyéndose amparado por su dios Satán, dibujando signos satánicos en las paredes , comiendo en casa de sus víctimas, robándoles el dinero que llevaban encima o dejando las armas homicidas en el lugar del crimen.
Su juego preferido era salir de caza, acompañado por un walkman, oyendo AC/DC, encontraba a su víctima y entraba en su casa preparado para violar y matar.
Al principio, solo golpeaba y violaba, dejando incluso a la mayoría de sus víctimas con vida, pero después se hace más sádico, como por ejemplo, en el asesinato de una joven, que violó y la sacó los ojos con una cuchara, matando a la chica después y enviándolos a su casa al día siguiente.
Como muchas de sus víctimas sobrevivían, una mujer le reconoció en Agosto del 85 por la calle, después de numerosos retratos robot enviados por la policía, y un grupo de gente a la voz de "matadlo" le persiguió y capturó mientras intentaba robar un coche, salvándose de ser linchado por una patrulla de policía.
El 4 de Octubre del 89, realiza las siguientes declaraciones: "...Yo no creo ni en la hipocresía ni en los dogmas morales de la llamada sociedad civilizada. Solo me basta con mirar dentro de esta habitación, para conoceros tal y como sois: mentirosos, cobardes, asesinos, ladrones... y cada uno con su propia profesión legal. Sois unos gusanos hipócritas, me ponéis enfermo..."
"...No necesito oír todos los raciocinios de vuestra sociedad. Ya los he oído antes y los argumentos siempre son los mismos..."
"... No me entendéis. Tal y como suponía, no sois capaces de hacerlo. Yo estoy más allá de vuestra experiencia. Estoy mas allá del bien y del mal..."
Finalmente es acusado de 14 asesinatos, 5 intentos de asesinato, 9 violaciones (entre las cuales 3 fueron a menores), 2 secuestros (solía secuestrar niños para abandonarlos a cientos de kilómetros de su casa solo por el placer de hacerlos sufrir), 4 actos de sodomía, 2 felaciones forzadas, 5 robos y 14 allanamientos de morada. A pesar de estos datos, se estima que actuó en muchas más ocasiones ya que su modus operandi no era fácilmente identificable y él nunca colaboró con la policía dando datos de sus crímenes.
En 1989 es condenado a la cámara de gas, y Ramirez no perdió su fe: "...! Legiones de la noche!,! Razas de la noche!, no repitáis los errores del Night Stalker y no concedáis clemencia alguna... Yo seré vengado. Lucifer está con nosotros..."


AILEEN CAROL WUORNOS Aileen Carol Wuornos

En la víspera de la Navidad de 1989, el cuerpo de un hombre llamado Richard Mallory fue encontrado en los bosques de Daytona Beach, en el estado de Florida. El cadáver tenía tres impactos de una pistola calibre 22.
Un año después, otros seis cuerpos asesinados en forma similar habían sido descubiertos. Todas las víctimas eran hombres de mediana edad que aparecieron muertos cerca de alguna ruta o camino. Todos habían sido robados y asesinados con una pistola calibre 22.
El FBI sospechó desde un comienzo que los crímenes habían sido perpetrados por una o dos mujeres con rasgos de asesinas en serie. El móvil de los homicidios, sin embargo, no estaba en absoluto claro.
En diciembre de 1990 se obtuvieron los primeros retratos hablados de la posible pareja de asesinas en serie. No pasó mucho tiempo antes que diversos testigos reconocieran en ellos a Tyria J. Moore, de 28 años de edad, y a Aileen Wuornos, de 34. Ambas vivían a la deriva en diversas localidades del estado de Florida y eran amantes.
Aileen Carol Wuornos había nacido en Rochester, Michigan, el 29 de febrero de 1956. Hija de padres adolescentes que se separaron meses antes de su nacimiento, Aileen quedó al cuidado de su madre, Diane, al igual que su hermano mayor Keith.
Pero la joven madre fue incapaz de criar a la niña, y en marzo de 1960, Aileen fue adoptada legalmente por sus abuelos maternos.
A los seis años de edad, en 1962, Aileen sufre severas quemaduras en el rostro cuando jugaba junto a su hermano y nueve años más tarde, queda embarazada de un padre que permaneció sin identificar, entregando a su hijo recién nacido a un hogar de Detroit. En esos mismos días, Aileen y su hermano dejan la casa de los abuelos, y ella empieza a trabajar en la calle como prostituta.
En 1974, usando el alias de Sandra Ketsch, Aileen Wuornos es encarcelada en Colorado por conducta impropia, conducir ebria y disparar una pistola calibre 22 desde un vehículo en movimiento.
En 1976, de vuelta en Michigan, Aileen es arrestada en Antrim County por golpear la cabeza de un barman con una bola de billar. Pocos días después, su hermano Keith muere de un cáncer en la garganta y Aileen hereda los 10 mil dólares de su seguro de vida. Con el dinero, se compra un auto nuevo y viaja a Florida en busca de una vida mejor.
Sin embargo en 1981 Aileen cae de nuevo en la cárcel, esta vez en Edgewater, Florida, por robar a mano armada una tienda. Sale de prisión 13 meses más tarde, en junio de 1983.
Su siguiente arresto, en mayo de 1984, se debe al intento de cobrar cheques falsos en un banco de Key West. Siguen detenciones por conducir sin licencia, robo de coche, resistencia al arresto, obstrucción a la justicia y por amenazar a un hombre con una pistola calibre 22 para robarle 200 dólares.
Es a fines de 1986, que Aileen Wuornos conoce a Tyria J. Moore en un bar de Daytona. Ambas se hacen amantes, y cuando después de un año de tortuosa relación la pasión se desvanece, siguen siendo inseparables amigas.
De ahí en adelante las andanzas delincuentes de la pareja se multiplican con asombrosa rapidez. Aileen recurre a varios nombres falsos y junto a Tarya suman incidentes de todo tipo con la policía, desde conducir sin licencia hasta amenazas telefónicas a empleados de supermercado.
Por 1989, Aileen Wuornos es una mujer de carácter agresivo y fácilmente irritable, que viaja siempre con una pistola en su bolso y que trabaja en forma esporádica en bares y paradas de camiones.
El 30 de noviembre de ese año, un electricista de 51 años de nombre Richard Mallory, conocido por su afición al alcohol y a las mujeres, es visto con vida por última vez. Al día siguiente su coche es encontrado en Ormond Beach, junto a su billetera, documentos personales, una botella vacía de vodka y varios condones.
El 13 de diciembre de 1989, el cuerpo de Richard Mallory es hallado en los bosques cercanos a Daytona Beach con tres disparos en el pecho efectuados por una pistola calibre 22.
Uno de los titulares aparecidos en la prensa mexicana, el cerco de su búsqueda se iba estrechando.
Esas pistas, sin embargo, no llevan a la policía a descubrir al culpable. El caso se archiva y permanece sin novedades hasta el 1 de junio de 1990, cuando un hombre desnudo es hallado muerto cerca de Tampa, con seis disparos de una pistola calibre 22. Cuando la policía lo identifica como David Spears, de 43 años de edad, ya ha aparecido un tercer cuerpo desnudo de un hombre de 40 años asesinado con nueve tiros de una calibre 22.
La cuarta víctima se llama Peter Siems y es un hombre de 65 años, que es visto por última vez cuando sale de su casa en Júpiter, Florida, para ir a visitar a unos parientes en Arkansas. Su coche aparece un mes más tarde, chocado y abandonado. Testigos cuentan a la policía que a bordo del auto iban dos mujeres, una rubia y otra de pelo castaño oscuro, y entregan información para realizar un retrato hablado. La mujer rubia iba herida, y una huella de su mano ensangrentada queda grabada en el auto.
Para noviembre de 1990, los hombres asesinados de forma similar en el estado de Florida ya son nueve. Los medios de comunicación siguen a estas alturas el caso de muy cerca, y presionan a las autoridades policiales para que asuman que se trata de dos asesinas en serie y publiquen sus retratos hablados, lo que ocurre a fines de ese mes.
En las tres semanas siguientes, la policía recibe cuatro llamadas telefónicas que identifican a las sospechosas como Tyria Moore y Lee Blahovec (uno de los tantos pseudónimos de Aileen Wuornos).
Mientras, para obtener algo de dinero, Aileen sigue vendiendo los objetos de valor que ha robado a sus víctimas. Es así como el 6 de diciembre, vende la cámara y el detector de radar de Richard Mallory en Daytona, y parte a Ormond Beach a vender una caja de herramientas que pertenecía a Spears.
El 9 de enero de 1991, Aileen Wuornos finalmente es detenida en un bar de Harbor Oaks. Al día siguiente Tyria Moore es conducida a la casa de sus hermanas en Pennsylvania, y acepta colaborar con la policía.
El 16 de enero, Aileen confiesa seis asesinatos, y alega que todos fueron cometidos en defensa propia, pues esos hombres intentaban violarla. Antes de que terminara ese mes, ella y su abogado venden los derechos cinematográficos de su vida.
El 27 de enero de 1992, un jurado declaró a Aileen Wuornos culpable de homicidio en primer grado y recomendó la pena de muerte. El 30 de enero de 1992 Aileen Carol Wuornos fue sentenciada a morir ejecutada. La pena se cumplió en el otoño de 2002.

ED KEMPER



Ed Kemper

Edmund Emil Kemper nació el 18 de diciembre de 1948 en California. Como la mayoría de los asesinos recurrentes, se crió en el seno de una familia conflictiva cuyos padres reñían constantemente y que con el tiempo terminarían divorciándose.
Criado por una madre terrible, que no vacilaba en encerrarlo en el sótano de su casa, Edmund Kemper se vuelve muy tímido y se aísla más y más. Sueña con vengarse e imaginando juegos mórbidos en los cuales tienen un papel esencial la muerte y la mutilación.
Nadie toma en serio sus fantasías morbosas, ni siquiera cuando a los ocho años juega a la silla eléctrica o a la cámara de gas con su hermana, desempeñando el papel de víctima mientras su hermana hacía de verdugo y lo ejecutaba.
Su primera víctima es el gato de la familia. Le entierra vivo y le corta la cabeza, la cual lleva orgulloso a casa, donde la exhibe en su cuarto como un trofeo.
Es incapaz de expresar cualquier sentimiento de afecto y sus compañeros evitan su presencia, pues les asusta la manera en la que Kemper les mira fijamente, sin pronunciar palabra.
A los 13 años mata a su segunda víctima de sus experimentos, otro gato. Mata al animal a machetazos y su madre descubre los restos del animal ocultos en el armario. Le había cortado el cráneo para exponer el cerebro y luego lo apuñaló innumerables veces.
En 1963, su madre lo manda a vivir a la granja de sus abuelos paternos, que viven en un rancho de California. Es allí a los 16 años de edad, cuando dispara contra su abuela con un rifle del calibre 22 y luego la apuñala una y otra vez para desahogar su ira, porque según él, era más estricta y le imponía más castigos que su propia madre. Después le pegó un tiro a su abuelo y dejó el cadáver tendido en el jardín. Tras estos crímenes, llama a su madre desconcertado para informarla. Cuando los policías le interrogan sobre los motivos, responde: "Solo quería saber lo que se sentía matando a mi abuela".
Las autoridades lo internaron en un hospital de alta seguridad en Atascadero. En 1969 pese a la oposición de los psiquiatras, lo soltaron cuando tenía 21 años, para ponerlo de nuevo al cuidado de su madre. Para aquel entonces ya medía 2,05 metros de estatura y pesaba unos 135 kilos.
El "gigante asesino" no elegía sus víctimas al azar, las somete a un cuestionario escrupuloso preparando con anterioridad una lista de características físicas y morales de sus futuras víctimas. Es absolutamente necesario que corresponda a la imagen que tiene de las estudiantes que su madre le había prohibido frecuentar. En mayo de 1972 recogió en su coche a dos autostopistas de 18 años, las llevó a un sitio apartado y allí las mató a puñaladas. Luego, trasladó los cuerpos a casa de su madre, les sacó fotografías con una Polaroid, las descuartizó y les cortó la cabeza, al día siguiente entierra los cadáveres en las montañas cerca de las inmediaciones y arroja las cabezas a un barranco.
En septiembre de 1972, cuatro meses después mata a otra joven de 15 años de una manera similar, recogiéndola cuando hacía autostop, estrangulándola, violando el cadáver y llevándoselo a casa.
Mientras se entregaba a esta orgía criminal acudió a una de las evaluaciones psiquiátricas a las que debía someterse con regularidad, y fingió tal lucidez que según los peritos que lo examinaron, ya no representaba una amenaza para sí mismo ni para los demás. Ese día llevaba en el maletero de su coche la cabeza decapitada de su víctima más reciente.
Ed espera otros cuatro meses antes de volver a matar. En febrero de 1973, amenaza a punta de pistola a otra estudiante para que se meta en el maletero, antes de llegar a su casa la ha matado, coloca el cadáver encima de su cama y lo viola. Desmiembra el cuerpo en la bañera y arroja los restos al mar, la cabeza la entierra al pie de la ventana del cuarto de su madre.
En febrero de 1973, otras dos chicas caen bajo los golpes del "gigantón de Santa Cruz". Kemper amontona los cadáveres en el maletero y regresa a casa de su madre, donde cena tranquilamente. Luego baja a decapitar los cuerpos.
Finalmente Kemper mata a su madre a martillazos mientras dormía, antes de decapitarla y de violar su cadáver. Más tarde pone la cabeza de su madre sobre la repisa de la chimenea y le lanza flechitas mientras la insulta.
Esa noche telefonea a una amiga de su madre y la invita a cenar. Tan pronto como se sienta la golpea, la estrangula y la decapita.
Tras esto decide entregarse a la policía. El objetivo principal había desaparecido, dijo más tarde a la policía intentando explicar su decisión por entregarse. En sus confesiones posteriores reconoce que lo que más deseaba era saborear su propio triunfo sobre la muerte de los demás. Él vencía a la muerte y vivía mientras los demás morían. Esto actuaba sobre él como una droga, empujándolo a querer cada día más gloria en su victoria personal a la muerte. En vida, la muerte siempre estaba con él.
Al preguntársele cómo reaccionaba cuando veía a una muchacha bonita en la calle, contestaba: Un lado de mí, dice, "que chavala tan atractiva, me gustaría hablar con ella, salir con ella", pero otra parte de mí se pregunta cómo quedaría su cabeza pinchada en un palo.
Edmund Kemper fue declarado culpable de ocho asesinatos en primer grado. Cuando le preguntaron qué castigo pensaba que merecía, contestó que "la muerte por tortura".
Con ocho condenas por asesinato en primer grado, Kemper escapa a la pena de muerte porque acaba de ser abolida en el estado de California, donde más tarde fue restablecida.
En 1978, Robert Ressler (psicólogo y criminólogo que acuñó el término de "serial killer"), y John Douglas (Jefe de la unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI), que en aquella época estaban haciendo un estudio sobre la psicología del asesino en serie, decidieron interrogar a Kemper en su celda de California, en dónde se encontraba cumpliendo varias condenas de cadena perpetua.
El reo aceptó entusiasmado la entrevista, y tras entregar sus armas y firmar un documento que exime toda responsabilidad a las autoridades carcelarias de lo que pueda pasar en el interior, los dos hombres se encontraron cara a cara con aquel curioso asesino de talla descomunal y tupido bigote.
Su inteligencia era como su talla, sobresaliente. Según los registros de la prisión, su cociente intelectual era de 145.

Allí les comentó que su madre siempre le había odiado, pues desde niño él se parecía a su padre. Cuando cumplió 10 años ya era un gigante para su edad, y como su madre temía que pudiera abusar sexualmente de su hermana, lo hacía dormir en un sótano que no tenía ventanas.
Recluido como un preso y obligado a sentirse culpable y peligroso cuando no había hecho nada malo, se fue obsesionando con la idea de matar. Cuando sus padres se separaron, mató y descuartizó a los dos gatos de la familia, (según los dos investigadores, la crueldad infantil hacia los animales es el rasgo principal de los tres que caracterizan la personalidad del asesino múltiple. Las otras dos son la piromanía y la enuresis o incontinencia urinaria durante el sueño).
Kemper trató una vez de entrar a formar parte de la Policía de Carreteras de California, pero lo rechazaron. (También esta característica es común en muchos de estos criminales. Si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos son individuos fracasados y resentidos, no es de extrañar que en algún momento se ilusionen con la idea de convertirse en policías, que son los representantes de la autoridad e inspiran respeto).
Kemper les contó que posteriormente frecuentaría los sitios de reunión de los agentes y entablaba conversación con ellos, lo cual no sólo le hacía sentirse integrante del grupo sino que le proporcionaba información reservada sobre el avance de las investigaciones de sus crímenes.
Una inquietante anécdota que los investigadores relataban, es que al final de la tercera entrevista, Robert Ressler aprieta el timbre para llamar a la guardia, llama tres veces en un cuarto de hora. Sin respuesta Kemper advierte a su entrevistador de que no sirve de nada ponerse nervioso, pues es la hora del relevo y de la comida de los condenados a muerte, y agrega que nadie contestará a la llamada antes de otro cuarto de hora por lo menos: "Y si de repente me vuelvo majareta, vaya problema que tendrías , ¿verdad? Podría desenroscarte la cabeza y ponerla encima de la mesa para darle la bienvenida al guardia...".
Nada tranquilo, Ressler le contesta que esto no volvería más fácil su estancia en la cárcel. Kemper le responde que tratar así a un agente del FBI provocaría, al contrario, un enorme respeto entre los demás prisioneros. "No te imagines que he venido aquí sin medios de defensa", le dice Ressler. "Sabes tan bien como yo que está prohibido a los visitantes llevar armas", responde Kemper, mofándose.
Conocedor de las técnicas de negociación Ressler intenta ganar tiempo. Finalmente, el guardia aparece y abre la puerta, Ressler suspira con alivio. Al salir de la sala de entrevistas, Kemper le dirige un guiño y poniéndole el brazo sobre el hombro, le dice sonriendo: "Ya sabes que sólo bromeaba, ¿no?".


HENRY LEE LUCAS Y OTTIS TOOLEHenry Lee Lucas y Ottis Toole

Henry nace en Virginia el 23 de agosto de 1936, fue un hijo no deseado, su madre (Viola Lucas) prostituta le crió a palizas y continuas humillaciones. 
Siendo crio vio a su madre prostituirse y golpear a su padre, Anderson Lucas, un alcohólico al que le faltaban las piernas. Soportó que le vistieran como si fuera una niña. Por supuesto se crió desnutrido, sin atención, sin educación ni valores. 
Sus primeras experiencias sexuales las mantuvo con animales a los que violaba para luego asesinarlos.
En 1950 los padres tuvieron una discusión que terminó con la marcha del padre. Para cuando lo encontraron al día siguiente estaba muerto y congelado en el bosque. Henry Lee no quiso quedarse a vivir solo con su madre y se marchó también, pero como era joven y no sabía hacer nada se dedicó a robar, lo que le llevó a reformatorios y a la penitenciaría. En la cárcel tuvo sus primeras experiencias sexuales con hombres y cuando salió de allí, en 1960, en el transcurso de una violenta disputa con su madre, Henry preso de un ataque de ira le propina diversas puñaladas que acaban con su vida y viola el cadáver de su madre. 
Le detuvieron y le sentenciaron a prisión y cinco años de reclusión en un centro psiquiátrico. Allí se le diagnosticó una psicopatía con desviaciones sexuales y sadismo.
En 1970 y sin estar curado abandonó la cárcel y se marchó a vivir a casa de su hermana y su cuñado. Estos estaban engañados respecto a su salud. Le creían curado. Henry Lee trató de no llamar demasiado la atención pero mató al perro de la familia, recordemos que violaba perros y ovejas a las que degollaba durante la violación para aumentar su excitación.
Más adelante se casó con una amiga de su hermana que tenía dos hijas. Ella trabajaba y él solía quedarse en casa con las niñas. Henry Lee violaba a la mayor (9 años) y obligaba a mirar a la menor (8 años). Un día, sin previo aviso, abandonó a la familia y se fue a recorrer el país. Estuvo asesinando en solitario hasta que en Miami conoció al que se convertiría en su amante y consejero: Ottis Toole, un psicópata apodado "el caníbal de Jacksonville". A Henry Lee Lucas se le relacionó con unos 300 casos más aunque él habló de 900. 
Otis Toole vivió una infancia lúgubre y de abusos marcada por una abuela satanista y una hermana que le sometió a todo tipo de perversiones sexuales desde que Ottis tenía seis años. A los 7 años ya se vestía de niña, era algo retrasado. Se libró de su hermana cuando a ésta la metieron en un reformatorio. Entonces se hizo amante de un vecino. Le fascinaba el fuego y se masturbaba después de prender fuego a una casa. Se convirtió en un adicto sin recuperación a las drogas y el alcohol antes de cumplir los diez años. Con 13 años se ofrecía gratis para hacer felaciones a los borrachos, con 14 años cometió su primer asesinato y cuando tenía 25 ya había cumplido trece condenas. Ligeramente retrasado pero con una gran fortaleza física era "la fuerza" de la pareja.
Años después Toole se enamoró de Henry Lee Lucas sin saber que ambos tenían la misma perversión necrófila y el asesinato. A Ottis le faltaba la inteligencia que tenía Henry Lee, y a éste le faltaba la fuerza bruta de Ottis. Ambos descuidaban su higiene pero lograban acercarse a las personas por su "simpatía".
Juntos se dedicaron a asesinar y descuartizar por la autopista I-35 repartiendo luego los trozos por todo el país, lo que hizo que la policía tuviera problemas para encontrar pistas. Henry Lee Lucas violaba y asesinaba preferentemente mujeres usando un cuchillo, y Ottis se dedicaba a los hombres y les disparaba. Ambos violaban a sus víctimas, después las asesinaban y descuartizaban y después las volvían a violar. Ottis no abandonó su piromanía y juntos quemaron vivo a un anciano en su casa mientras observaban como pedía auxilio asomado a la ventana.
Una sobrina de 15 años de Otis (que parecía tener diez años) se unió a la pareja en sus andanzas. Llamaba a las puertas de las casas mostrando su inocente aspecto y cuando se abrían las puertas entraban de golpe los tres. Se hizo novia de Henry y los problemas con Ottis comenzaron, porque Henry, que quería comportarse como una persona normal, dejó de asesinar para dedicarse a su novia. Durante un tiempo incluso se dedicaron a cuidar de una anciana, pero Henry no aguantó mucho tiempo y decidieron volver a la carretera. Tras vivir en otro pueblo la joven pidió a Henry que le llevara a ver a su familia a Florida. Esto no gustó a Henry pero aún así aceptó. Hicieron auto-stop y surgió una discusión que terminó con la jovencita asesinada con el famoso cuchillo de Henry, directo al corazón. Una vez muerta la violó. Más adelante diría que aquel fue el mejor polvo con su chica. Volvió a visitar a la anciana que la chica y él estuvieron cuidando sólo para asesinarla y esta vez había pistas tras él. Al final fue detenido y terminó confesando no sólo sus dos últimos crímenes sino tantos otros de los que ni siquiera era sospechoso. Con Henry Lee caía también Ottis, que fue detenido y hasta confesó haber compartido algunos de los crímenes de su amante. A Ottis le cayó cadena perpetua y murió finalmente en la cárcel, y a Henry, pena de muerte. Esta fue rechazada finalmente en 1988 y Henry siguió vivo en prisión con un cómputo de 11 asesinatos demostrados. De todos modos creen que es responsable de ciento cincuenta y siete asesinatos, de los cuales ciento ocho los cometió en compañía de Ottis.
¿Secta Satánica?
Además de la crueldad de sus crímenes, los dos personajes confiesan otro hecho muy inquietante: Ottis asegura tener relación con una secta satánica, para la cual los dos asesinos secuestrarían niños, con los cuales se llevarían a cabo sacrificios rituales, pornografía dura e incluso películas snuff, en las cuales se tortura a la víctima y se la mata lentamente mientras una cámara graba las escenas en un plano fijo.
Según unas declaraciones de Toole: " Hubo una época en que ganábamos dinero vendiendo niños a México, que empleaban para películas porno... otros los vendían directamente a gente rica... teníamos una especie de altar y les rajábamos la garganta, bebíamos la sangre y a veces cocíamos los cadáveres... a veces los nuevos miembros cortaban los cuerpos antes de follárselos... y después follaban a los animales y los mataban... y después había una gran fiesta durante la cual comíamos a alguien y a los animales..."
Esta cuestión presenta gran cantidad de dudas, pues la policía nunca pudo probar la existencia de este grupo de satanistas como estructura organizada.


DANIEL Y MANUELA RUDA.



Daniel y Manuela Ruda

“Estábamos sentados en el sofá y de pronto, Daniel se puso de pie. Golpeo con el Martillo a Frank. Mi cuchillo brillaba y escuche una voz que decía: “Apuñálale en el corazón”. Entonces se lo clave. Vi una luz a su alrededor. Era su alma, que había salido del cuerpo. En ese momento recitamos una letanía satánica”. 
Este escalofriante testimonio fue presentado con total sinceridad, por Manuela Ruda, una joven alemana de 23 años, durante el juicio en el que ella y su marido eran juzgados por el brutal asesinato de su amigo Frank Hackert. A medida que avanzaba su declaración, Manuela iba desgranando todos los detalles de la cruel inmolación. Los hechos se remontan al 6 de julio de 2001, aquel día los Ruda atrajeron al joven Hacker, antiguo compañero de trabajo de Daniel, hasta su apartamento, en la pequeña localidad de Witten, al oeste de Alemania. Una vez allí y sin previo aviso, Daniel golpeó con un martillo a su víctima, mientras Manuela se ensañaba con él, asestándole 66 puñaladas. Cuando Hackert murió, le grabaron en el pecho un pentagrama invertido: el símbolo del Diablo. 
Después recogieron su sangre en un recipiente y la bebieron. Para completar su orgía sacrificial, los asesinos hicieron el amor dentro de un ataúd que Manuela utilizaba para dormir durante el día.
Tres días después de cometer el crimen, la policía entraba en el apartamento, descubriendo el cadáver de Hackert y su sangre esparcida por las paredes. La madre de Manuela había recibido una carta de su hija en la que decía: “No soy de este mundo. Debo liberar mi alma de la carne mortal”. Temiendo que su hija hubiera hecho algo terrible, decidió avisar a la fuerza de seguridad. 
La escena era horrorosa. Además del cuerpo sin vida de Hackert, los agentes pudieron contemplar la peculiar decoración de la vivienda: imitaciones de cráneos humanos, cuchillos y machetes colgados en las paredes y una colección de objetos de culto satánico. Y algo más: una macabra lista en la cual figuraba 15 posibles víctimas. Se inicio una búsqueda por todo el país que concluyó tres días después, cuando la pareja fue detenida en la ciudad de Jena. Durante el juicio, celebrado a comienzos de 2002, los acusados reconocieron haber asesinado a su amigo, aunque negaron cualquier responsabilidad, ya que, según declaró Manuela, sólo habían seguido ordenes de Satán: “No fue un asesinato, sino una ejecución. Satán nos lo ordenó. Debíamos obedecer, Teníamos que matar. No podríamos ir al infierno a menos que lo hiciéramos”. Y añadió fríamente: “Queríamos asegurarnos de que la víctima sufriera”. El veredicto del tribunal fue más suave de lo que exigía la familia de Hackert: Manuela fue sentenciada a trece años de prisión y su marido recibió una condena de quince. El juez Arnjo Kersting-Tombroke resolvió que antes de ingresar en una prisión convencional ambos deberían recibir tratamiento psiquiátrico. 
El diagnostico de los médicos libraron a los esposos de una condena mucho mayor, ya que según dictaminaron, “su responsabilidad estaba notablemente disminuida”, los definieron como “individuos profundamente perturbados”. A lo largo del juicio surgieron numerosos datos que apoyaban el carácter ritual del crimen. Los asesinos se habían casado el 6 de junio (el 6 del sexto mes), y llevaron a cabo su sacrificio el 6 de julio. Estas fechas configuran una conocida cifra: 666, el número de la bestia en el Apocalipsis de San Juan.
Daniel y Manuela aparecieron durante el juicio con una estética siniestra: ropas negras, botas militares, cruces invertidas y peinados llamativos. La propia joven explicó que se había iniciado en el satanismo en el ambiente metalero del Reino Unido. 
Allí frecuento locales de este tipo, e incluso llego a realizar prácticas de vampirismo. Ante la atenta mirada de los presentes, Manuela Ruda reconoció haber bebido sangre de voluntarios que había conocido por Internet y que junto a un grupo de personas con gustos similares, había frecuentado cementerios. Incluso relato como se había hecho enterrar en una sepultura “para saber que se sentía “.




GILLES DE RAISGilles de Rais

Con apenas 20 años, Gilles de Laval, barón de Rais, era ya un joven de atractiva elegancia y sorprendente belleza. Había recibido una esmerada formación intelectual y militar que lo llevó a tomar lugar al lado de Juana de Arco como primer teniente a favor de su amigo el rey Carlos VII. Sirvió con tal distinción en las distintas batallas de la época, que fue recompensado con el título de Mariscal de Francia. La suerte le seguía sonriendo desde su venida al mundo en 1404.
Descendía de una de las familias más ricas y poderosas de Francia, y a los once años había heredado una de las mayores fortunas del país, que se había incrementado tras casarse a los dieciséis, con su prima e inmensamente rica, Catalina de Thouars.
Por aquel entonces su vida transcurría con total normalidad, incluso acababa de ser padre de una niña y era uno de los nobles más ricos de Europa. No obstante su conducta cambiaría tras la captura de su protegida Juana de Arco. El joven Mariscal trató de salvarla con una obstinación casi obsesiva, pero de poco le iba a servir, pues Juana acabaría siendo quemada en la hoguera.
Tras el duro shock de haber perdido a la mujer que idolatraba en secreto, Gilles se separó de su esposa y se encerró en su castillo de Tiffauges, negándose a tener contactos sexuales con ninguna mujer.
Entonces comenzó una insólita carrera de crímenes y sacrilegios contra la Iglesia, pues trataba de desafiar a Dios por haber permitido que Juana fuese torturada y quemada. Para divertirse, ordenaba que se organizasen en sus múltiples castillos lujosísimas fiestas y representaciones teatrales que eran conocidas en toda Europa, pero sus excesivos gastos pronto empezaron a menguar su fortuna y se vio obligado a vender varias de sus propiedades. Preocupado por tales pérdidas, el barón de Rais se fue aficionando a la Alquimia e hizo que se instalase un laboratorio en un ala del castillo, donde trabajaba sin apenas dormir ayudado por alquimistas y magos importados de toda Europa a la búsqueda de la piedra filosofal, capaz, según la tradición esotérica, de transformar los metales en oro. Al cabo de cierto tiempo, su sueño de oro no acababa de madurar, todo lo contrario, los alquimistas y magos le costaban una fortuna que lo iba arruinando más y más, hasta que desengañado despidió a la gran mayoría. Los pocos que quedaron a su mando no tardaron en persuadirlo que sólo con la ayuda del Diablo podría conseguir el oro que necesitaba. (Algunas de sus numerosas biografías, cuentan que Gilles de Rais, llamado Barba Azul, habría hecho testamento legando parte de sus bienes a Satanás, pero reservándose su vida y su alma, según la leyenda. En las escrituras del castillo, figura como titular el mismo Diablo).
Los historiadores opinan que su primer crimen fue cometido con el propósito de realizar un pacto con éste para lograr sus favores. Pero tras haberle cortado las muñecas a la víctima, haberle sacado el corazón, los ojos y la sangre, ni se le apareció el Diablo ni logró trasformar el metal en oro. Lo único que habría logrado, sería el haber descubierto su pasión secreta: la tortura, la violación y el asesinato de niños.
Este personaje sentía una predilección malsana por los niños y los adolescentes, hasta el punto de que se atribuyó nada menos que la muerte de 200, tal vez más...
A partir del verano de 1438 comenzaron a desaparecer algunos muchachos de la misma ciudad de Nantes, de los pueblos de los alrededores, y la mayor parte, ocurrían cerca de la mansión del barón de Rais. También hacía entrar en su castillo a algunos de los niños mendigos que pedían limosna frente al puente levadizo, que eran retenidos contra su voluntad por sus servidores, violados y desmembrados posteriormente. La sangre y otros restos se conservaban para propósitos mágicos.
El mismo Gilles contó en alguna ocasión como disfrutaba visitando la sala donde los chicos eran a veces colgados de unos ganchos. Al escuchar las súplicas de alguno de ellos y ver sus contorsiones, Gilles fingía horror, le cortaba las cuerdas, le cogía tiernamente en sus brazos y le secaba las lágrimas reconfortándole. Luego, una vez se había ganado la confianza del muchacho, sacaba un cuchillo y le segaba la garganta, tras lo cual violaba el cadáver.
En una ocasión, se acercó a un niño que había elegido previamente y lo llevó al gran lecho que ocupaba el fondo de la sala de "torturas". Después de algunas caricias, tomó una daga que colgaba de su cintura, y riendo a carcajadas cortó la vena del cuello del desdichado. Frente a la sangre que brotaba y al cuerpo que se convulsionaba, el barón se puso como loco. Arrancó las vestimentas al moribundo, tomó su propio miembro y lo frotó en el vientre del niño, que dos de sus cómplices sostenían porque éste estaba sin conocimiento. Cuando por fin salió el esperma, tuvo un nuevo acceso de rabia, tomó una espada y de un golpe cortó la cabeza de la víctima. Gilles, en pleno éxtasis se tumbó sobre el cuerpo decapitado, introdujo su sexo entre las piernas rígidas del cadáver, gritando y llorando hasta un nuevo orgasmo, se derrumbó sobre el cuerpo cubriéndolo de besos y lamiendo la sangre.
Luego ordenó que quemasen el cuerpo y que conservasen la cabeza hasta el día siguiente. En ese mismo suelo, desnudo y manchado de sangre se habría quedado dormido. (Se dice que Gilles tras la comisión de los crímenes de vampirismo y necrofilia caía en un pesado sueño, casi en coma, hecho que se reproduce en otros asesinos vampíricos y necrófilos que también dormían después de atacar a los cadáveres, como es el caso de Henri Blot). A la mañana siguiente no quedaba huella ninguna de su desenfreno de la noche anterior, sus sirvientes la habían limpiado. Pidió que le trajeran la cabeza y ante ésta, se arrodilló bañado en lágrimas y prometió reformarse. Acercó sus labios a la cabeza, la besó largamente y se fue a su cama llevándola consigo y diciéndole que muy pronto se reuniría con otras cabezas tan bellas como ella...
Uno de los mayores placeres de Gilles era tener las cabezas decapitadas clavadas ante su vista. Luego llamaba a un artista de su séquito, el cual ondulaba exquisitamente el cabello del niño, le enrojecía los labios y las mejillas hasta darle un aspecto de belleza impresionante.
Cuando tenía bastantes cabezas cortadas, celebraba una especie de concurso de belleza, en el cual sus amigos e invitados votaban sobre cuál era la más bella. La cabeza "ganadora" era dedicada a un uso necrofílico.
Tras las numerosas desapariciones de niños, poco a poco las sospechas se fueron tornando hacia la persona del barón, pero nadie se atrevía a acusarle, pues aunque más empobrecido seguía siendo un personaje muy poderoso, y sus víctimas en cambio, solo eran gente muy humilde.
Por otro lado, los proveedores no cesaban de amenazar a los padres que reclamaban a sus hijos desaparecidos, y en todas partes se hacía el silencio.

A principios de 1440, llegaron los rumores hasta la corte del duque de Bretaña, quién ordenó abrir una investigación sobre los secuestros y la posible implicación del barón de Rais.
El 13 de septiembre fue detenido en su el pueblo de Machecoul por un grupo de soldados, quienes hallaron en su propiedad los cuerpos despedazados de 50 adolescentes. El duque de Bretaña le hizo compadecer ante la justicia acusado de haber asesinado e inmolado entre 140 y 200 niños en prácticas diabólicas.
Se le infligieron todo tipo de torturas para obligarle a confesar sus crímenes, que se obstinaba a negar pese a las evidencias, pero fue sólo la amenaza de la excomunión lo que le indujo a hacerlo detalladamente.
En octubre, Gilles aceptó voluntariamente todos los cargos que se le imputaban y confesó que había disfrutado mucho con su vicio, a veces cortando él mismo la cabeza de un niño con una daga o un cuchillo, y otras golpeando a los jóvenes hasta la muerte con un palo y besando voluptuosamente los cuerpos muertos, deleitándose sobre aquellos que tenían las cabezas más bellas y los miembros más atractivos. Afirmó ante los magistrados que su mayor placer era sentarse en sus estómagos y ver como agonizaban lentamente, y que en los cargos que se le imputaban no había intervenido nadie más que él, ni había obrado bajo la influencia de otras personas, sino que siguió el dictado de su propia imaginación con el único fin de procurarse placer y deleites carnales.
Al amanecer del 26 de octubre fue llevado a un descampado junto con dos de sus más destacados cómplices para ser ahorcado y quemado en la hoguera. En el patíbulo manifestó públicamente su arrepentimiento, instando a todos los presentes a no seguir su ejemplo y pidiendo humildemente perdón a los padres de las víctimas. Murió aferrándose desesperadamente a su fe cristiana.
Accediendo a las súplicas de algunos de sus parientes, el cuerpo, parcialmente quemado, fue retirado de la hoguera y enterrado en una iglesia de las carmelitas en Nantes. Sus bienes fueron confiscados en beneficio del duque de Bretaña y de la Iglesia.
GARY RIDGWAY



 Gary Ridgway

Durante casi 20 años, un puñado de agentes de la policía de Seattle se reunieron todas las mañanas para repasar pistas, entrevistar a familiares de víctimas y releer nuevamente los informes de las autopsias de las 49 mujeres que fueron asesinados en la ciudad y en el vecino estado de Oregón durante los años 80 por un criminal que los burló con una especial habilidad.
Los policías estaban seguros de que el asesino del Río Verde, la zona donde aparecían los cadáveres semidesnudos de las mujeres, era Gary Leon Ridgway, un pintor al que interrogaron e investigaron profundamente y al que no habían podido culpar de los crímenes porque no había pruebas materiales que le ligaran a las víctimas.
El 10 de septiembre de 2001, finalmente Ridgway fue acusado de asesinar a cuatro mujeres y de ser el sospechoso de muchos más crímenes que se cometieron en poco menos de 48 meses. Los investigadores determinaron que la saliva de una pequeña esponja que Ridgway había mordido en 1987, durante una de sus múltiples visitas a la comisaría, tenía las características del ADN de los restos de semen encontrados en tres de las mujeres a las que presuntamente asesinó.
Los cuerpos de Opal Mills, Marcia Chapman y Cynthia Hinds, mujeres blancas y negras y algunas prostitutas, aparecieron semidescuartizados y ocultos entre la maleza del río. Todas ellas fueron violadas repetidamente. El asesino había sido relacionado también con el cadáver de Carol Christensen, una mujer hallada muerta en un bosque de las afueras de Seattle, que también fue violada y brutalmente agredida. «Este es uno de los días más importantes de mi carrera y es una gran noticia para toda la ciudad», comentó nada más hacerse público el arresto el sherif Dave Reichert, uno de los investigadores que desde 1982 persiguió al asesino.
El sherif Reichert tuvo la sospecha que durante este tiempo pudo haber otras personas, imitadoras, que hayan matado mujeres y arrojado sus cuerpos en la zona del Río Verde y que Ridgway no era el autor de los 49 asesinatos que él y sus colegas investigaron. «Quizás no ha matado a 49 mujeres, pero sí a muchas de ellas», aseguró el sherif, lo cual al final quedaría descartado.
Ridgway se llevó una monumental sorpresa cuando salía de la fábrica de camiones donde trabajó como pintor durante los últimos 30 años. Un grupo de agentes le esperaba a las puertas con una orden de detención, unas esposas y muchos respiros de alivio.
Los agentes esperaban haber resuelto la sucesión de crímenes en serie más larga en la historia de Estados Unidos, y quizás una de los más terribles, gracias a la nueva tecnología empleada para identificar el ADN. Desde el verano de 1982 a marzo de 1984, se identificaron los cuerpos de 42 víctimas.
Gary en el juicio en el que se le condeno a cadena perpetua. Las otras siete son mujeres cuya desaparición fue denunciada y que la policía creyó asesinadas, aunque sus cadáveres no había información sobre sus cadáveres. Todas ellas aparecieron en el Río Verde y otras en los alrededores de la ciudad de Portland, en Oregón.
La policía estaba segura de que Ridgway era su hombre porque la saliva le conectaba con la muerte de las tres mujeres y además tenía familia y amigos en Portland, donde aparecieron más cuerpos. Gary Leon Ridgway, de 54 años se declaró, el miércoles 05 de noviembre de 2003, culpable de haber matado a 48 mujeres en dos décadas, lo que lo convirtió en el mayor Asesino en Serie de la historia de Estados Unidos.
"He asesinado tantas mujeres que me cuesta acordarme de todas ellas", indicó en la Corte de la ciudad al noroeste de Seattle, durante una audiencia en la que admitió haber asesinado a las 48 mujeres en su casa o en su camión.
Ridgway admitió los asesinatos ante la Corte Superior del condado King en Seattle, tras llegar a un acuerdo que podría evitarle la pena de muerte en el Estado de Washington. "El plan era: quería asesinar a tantas mujeres que yo consideraba prostitutas como pudiera", dijo Ridgway.
El acusado confirmó los detalles de su acuerdo con el fiscal Jeff Baird, ante quien admitió su responsabilidad en los 48 cargos de homicidio agravado. De todas maneras, dos de los cuerpos de las víctimas del asesino de Green River fueron encontrados en el estado de Oregon, donde también existe la pena de muerte.
La mayoría de las víctimas eran prostitutas por lo que "pocas de ellas se reportarían como desaparecidas", admitió Ridgway.
"Elegí a las prostitutas porque creí que podría matar cuantas quisiera sin ser atrapado", dijo. El acuerdo en la Corte pone punto final a un misterio que conmocionó durante años a la ciudad de Seattle. Mediante el acuerdo con la fiscalía, Ridgway sería sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de reducción de la pena.

JESSE HARDING POMEROY.Jesse Harding Pomerroy

Uno de los primeros casos conocidos acerca de niños asesinos es el del norteamericano Jesse Harding Pomeroy, nacido el 29 de Noviembre de 1859 en el pueblo de Charleston, Massachusetts. Fue el segundo hijo de Thomas y Ruthann Pomeroy, personas que vivían en la medianía económica de ese entonces. Se dice que el padre de familia era un sujeto abusivo y alcohólico, no muy diferente de la gran mayoría de hombres de su condición. Por cualquier motivo que lo enfureciera, llevaba a sus hijos a una cabaña donde los desnudaba y aporreaba hasta aplacarse. De estas palizas Jesse no asimiló la idea de la buena conducta, sino una forma pervertida del placer y la diversión. De acuerdo a los relatos de la época la apariencia de Pomeroy inspiraba miedo. El mismo estaba conciente de que era un sujeto diferente. Su cuerpo era muy grande para su edad, así como su cabeza, orejas y rasgos faciales poco favorecedores. Su ojo derecho carecía de iris y pupila, confiriéndole un aspecto aterrador. Ni su propio padre podía mirarlo sin experimentar un escalofrío.
Como siempre ocurre, en consecuencia o a causa de ser diferente, Pomeroy era un sujeto retraído y solitario. Nadie lo recordaba sonriendo pero si por sus extraños ataques nerviosos que de vez en cuando lo atacaban. Por lo tanto durante su tierna niñez seguramente fue pasto de los niños abusadores de su barrio. En casa de la familia Pomeroy no podía haber mascotas. De forma inesperada, aparecían muertos. Una vez, los canarios de la señora Pomeroy aparecieron con las cabezas arrancadas y después de que descubriera a Jesse torturando al gato de los vecinos, se decidió que no entrarían más animales al domicilio. Esta conducta violenta contra los animales forma parte de la clásica triada fatídica observada en la mayoría de los asesinos seriales del mundo. Los animales constituyen la experimentación del sadismo y la violencia que en un futuro el psicópata ha de aplicar a sus semejantes.
En una suerte de lenta pero trágica evolución, Pomeroy decidió descargar sus locuras contra nuevas presas, eligiéndolas de acuerdo a su edad, niños más pequeños que él. El primero fue el niño William Paine que fue hallado un día de diciembre de 1871 por dos hombres que caminaban por una calle solitaria. Habían escuchado un lloro quedo y apagado y al acercarse a una pequeña cabaña pudieron escucharlo con mayor claridad y al entrar quedaron sorprendidos al ver al pequeño niño de 4 años colgar de las manos, que estaban atadas con una cuerda suspendida del techo del lugar. Apenas consciente lloraba Paine, cubierta su espalda de laceraciones y fuertes moretones. No pudo denunciar a su atacante.
El siguiente fue Tracy Hayden de 7 años quien en Febrero de 1872 fue engañado por Pomeroy para llevarlo a un lugar apartado con la promesa de ir a ver a los soldados. Una vez apartados de cualquier distracción, procedió a amarrarlo y a torturarlo con la misma furia que había aplicado al pequeño Paine. Del ataque Hayden resultó con los ojos morados, los dientes frontales partidos, la nariz rota y el torso cubierto de heridas y verdugones. Tras este episodio la policía solo pudo enterarse que el atacante era un muchachito de cabello castaño, escasa información como para que las autoridades pudieran hacer algo al respecto. Luego a mediados de Abril de 1872 Pomeroy prometió llevar al circo al jovencito de 8 años Robert Maier y después de caminar hasta sus apartados dominios lo sometió como acostumbraba con sus víctimas. Lo desnudó casi por completo y mientras lo golpeaba con una vara lo obligaba a maldecir. Maier reportó que mientras Pomeroy lo vapuleaba se masturbaba disfrutando el sufrimiento que le provocaba. Al terminar lo soltó y le juró que lo mataría si lo delataba con alguien. Después huyó del lugar. La policía comenzó a actuar interrogando numerosos adolescentes de cabello castaño. Los medios comenzaron a mostrarse nerviosos y los padres advertían fervientemente a sus hijos no juntarse ni hablar con extraños en la calle. Por alguna razón la descripción del sádico bribón derivó en la de un adolescente de barba y pelirrojo. Mientras tanto el lampiño y castaño Jesse Pomeroy escapaba con comodidad de la búsqueda policial.
El siguiente golpe, a mediados de Julio, fue contra un niño desconocido de 7 años a quien le fue propinado el mismo tratamiento que a los demás, es decir una feroz paliza hasta que Pomeroy alcanzó el orgasmo. Esta vez la policía ofreció una recompensa de $500 dólares a quien ayudara en la captura del "sádico bribón" como era llamado el adolescente que atormentaba los niños de Boston. Poco tiempo después Ruth Pomeroy decidió que su familia se mudara al sur de Boston. Se especula que la señora sospechaba acerca de la posible responsabilidad de su hijo en los recientes ataques a infantes. Aunque es posible que se hayan movido por cualquier motivo. Sin embargo cuando los ataques también se escenificaron de Chelsea a su nuevo rumbo seguramente algo debió haber pensado, pero no se sabe realmente. La madre de Jesse siempre permaneció fiel a su hijo, y negaría las imputaciones formuladas contra su hijo.
George Pratt andaba en las calles cuando fue abordado por Pomeroy y con al promesa de recompensarlo con un dinero por traer un mandado lo condujo a un lugar solitario donde comenzó su inhumano ataque. Después de atarlo y desnudarlo lo aporreó sin misericordia con un cinturón.
Esta vez elevó el nivel de sus atrocidades, mordiéndole un cachete y arañándolo profundamente en la piel. Varias veces le enterró una larga aguja en diversas partes del cuerpo. Intentó inclusive clavársela en un ojo, pero Pratt logró colocarse en posición fetal antes que Pomeroy lograra su objetivo. Por fortuna, el sádico bribón había saciado su sed de violencia y huyó del lugar no sin antes morderle un glúteo al desafortunado niño. Una vez visto el caso por las autoridades concluyeron que no podía ser obra más que de un sujeto demente, entonces temieron lo peor, que continuara la racha de ataques.
El siguiente desventurado fue el niño de 6 años Harry Austin con quien Pomeroy evidenció que su depravación aumentaba en espiral, aparte de la usual paliza, esta vez empleó su navaja de bolsillo para apuñalar en brazos y hombros a su víctima. Se disponía a rebanarle el pene cuando fue interrumpido ante la cercanía de unas personas. Pocos días después atacó al niño Joseph Kennedy a quien a la vez que aporreaba lo obligaba a recitar oraciones religiosas plagadas de obscenidades. A Kennedy le provocó una fuerte cortada en la cara con su cuchillo y luego lo llevó a la orilla del mar para echarle agua salada en las heridas. El chiquillo de 5 años Robert Gould fue el siguiente en caer engañado por Pomeroy quien le había prometido llevarlo a ver soldados, para luego someterlo cerca de una estación de trenes. Cuando amenazaba al chico con la punta de su navaja en el cuello, Pomeroy se dio cuenta que era observado por unos ferrocarrileros y tuvo que huir. Para fortuna de la policía Gould aportó pistas más concretas, como que su atacante era un joven adolescente de cabellos castaños y un ojo totalmente blanco.
A fines de 1872 la policía efectuaba visitas a las escuelas del sistema público de Boston con la esperanza de encontrar al sádico bribón a quien creían, pronto se convertiría en un temible homicida. Un día de Septiembre visitaron la escuela de Pomeroy, pero el joven Kennedy no podía identificar entre los alumnos a su atacante. Ese mismo día que la policía había visitado su salón, Pomeroy al regresar a su casa, decidió darse una vuelta por la estación policial y al pasar tan cerca, fue súbitamente identificado por Kennedy quien continuaba con sus declaraciones. No esta muy claro el porque de esta conducta pero es muy posible que Pomeroy haya estado involucrado en una suerte de juego del gato y el ratón con la policía. Eso ha ocurrido muchas veces con psicópatas de ese estilo. Cuando Pomeroy pasaba, Kennedy lo alcanzó a ver en la estación y logró hacer que la policía persiguiera al sádico bribón que inmediatamente fue puesto bajo arresto. A pesar del intenso y severo interrogatorio, Pomeroy se mantuvo tranquilo clamando su inocencia en todo momento. Lo despertaron a media noche en la celda donde había sido confinado y con la amenaza de ser encarcelado por 100 años, finalmente Jesse Pomeroy se dio por vencido. Al día siguiente fue llevado para que todas sus víctimas lo identificaran lo cual parece ser ocurrió sin mayor problema. Entonces lo que faltaba era que un magistrado le dictara sentencia. Como se esperaba, su madre testificó a favor de Pomeroy, porque no podía ser de otro modo. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, solo atino a decir "no pude evitarlo..." a la vez que agachaba su cabeza en señal de vergüenza. La sentencia fue el ingreso a un reformatorio juvenil hasta que cumpliera 18 años, es decir la mayoría de edad. Madre e hijo psicópata abandonaron en lágrimas la corte según las crónicas de la época.
El reformatorio juvenil Westborough se convirtió en el siguiente hogar de Jesse Pomeroy. Aquel lugar albergaba a jóvenes infractores y a muchachos malcriados o difíciles de tratar a quienes sus padres enviaban ahí para quitarse un gran peso de encima. Instituciones de este tipo difícilmente reformaban a alguien en esa época. Simplemente el hecho de encerrar bribones peligrosos provocaba en ellos la aparición de una mentalidad salvaje y oportunista en que los más fuertes sometían al resto. En un lugar así podría florecer un chico listo y sádico como Pomeroy quien desde un principio entendió que si deseaba salir antes de cumplir los 18 años debía demostrar una conducta intachable. Según se cuenta, vivió la mayor parte del tiempo en soledad pues los chicos mayores lo molestaban y los menores le trataban de hacer saltar, conscientes del porque estaba ahí recluido. La dura rutina de Westborough consistía en trabajos forzados y clases obligatorias diarias. Como un interno modelo Pomeroy evadió eficientemente los castigos y las reprimendas, pero siempre estaba al tanto de todo detalle e incidentes cuando alguien era castigado. Tras quince meses de encierro el comité de libertad condicional aprobó su salida. Mientras Jesse purgaba condena, su madre hacía campaña por la liberación y exoneración de su hijo enviando cartas a las autoridades y a quien estuviera dispuesto a escuchar su punto de vista, sin embargo fue la buena conducta de Pomeroy que movió a los magistrados juveniles a liberarlo.
Los Pomeroy prometieron esmerarse en la vigilancia de su hijo a quien habían dejado vagar más de la cuenta. La señora tenía una tienda de ropa y su hijo mayor un puesto de periódico, negocios en los cuales emplearían al joven Jesse para que no perdiera el tiempo. A pesar de los horribles crímenes de que se había acusado a Pomeroy, la policía consideraba que no se debía ser muy duro y por mucho tiempo contra el chico y que se le debía dar una oportunidad de redimirse asimismo. A ninguna autoridad se le ocurrió informar a nadie en la comunidad donde vivía Pomeroy, que éste había sido liberado. La gente vivía bajo la creencia de que el sádico bribón del ojo blanco estaría bien guardado por varios años. No pasaron ni los dos meses en libertad cuando Pomeroy atacó cuando la oportunidad se presento a la puerta de la tienda de su mama. El 18 de Marzo de 1874 muy temprano Jesse efectuaba la limpieza y platicaba con un empleado de apellido Kohr, de la misma edad que Pomeroy cuando llegó la niña Katie Curran a preguntar por un cuaderno de notas. La chica explicó que tenía un nuevo profesor y deseaba un cuaderno nuevo. Para su desgracia la primera tienda que había visitado no tenía ya la mercancía solicitada. Inmediatamente Pomeroy urdió una treta para tener a la jovencita. Dijo que quedaba un cuaderno pero manchado de tinta y que había que buscarlo dentro de la tienda, entonces mandó al ayudante Kohr con el carnicero a conseguir comida para las mascotas dejando libre el camino para sus obscuros deseos. La inocente chica siguió a Pomeroy a unas escaleras que daban a un especie de sótano en el edificio, confiada en la explicación de que abajo también tenían una tienda. Solo al final pudo darse cuenta que había sido engañada, pero era demasiado tarde. Fue sometida velozmente por Pomeroy quien con su navaja de bolsillo la degolló brutalmente. Cuando el cuerpo fue descubierto su avanzado estado de descomposición hizo muy difícil conocer el grado de daños que había recibido. Después de asesinar a la pequeña Katie, Pomeroy se lavó la sangre y regresó al puesto a seguir trabajando como si nada hubiera ocurrido. El cadáver permaneció donde lo había dejado sin que nadie notara nada extraño hasta que la policía fue a rescatarlo. La madre de Curran comenzó a buscarla a la hora de que la niña había salido de su casa. Su búsqueda resultó infructuosa y con escasa cooperación de la policía quienes en todo momento evitaron incriminar a Jesse Pomeroy en la desaparición de Katie, a pesar de la declaración del ayudante Kohr y del turbio pasado reciente del sádico bribón. Luego apareció un testigo que aseguró haber visto como Katie Curran había sido introducida a un vagón de tren, entonces la policía determinó que se trataba de un secuestro y el caso quedó congelado.
La sed de sangre de Pomeroy estaba lejos de terminarse tras el crimen contra Katie Curran, poco después seguía en lo mismo, en busca de algún ingenuo chico a quien engañar con la promesa de dinero, dulces o lo que fuera para llevarlo a un sitio apartado donde asaltarlo. Y tal iba a ser el destino del chico Harry Field a quien le prometió unos centavos por llevarlo a una calle que dijo no saber como llegar a ella. Una vez que dieron con el lugar, Pomeroy se tornó violento y amenazó al chico con matarlo si gritaba. Para la enorme fortuna de Harry ocurrió que cuando iban por la calle, un rapazuelo vecino de Pomeroy apareció en el camino y comenzaron a gritarse de un lado de la calle a otro, ese momento fue aprovechado por Harry para huir corriendo y no paró hasta llegar a su casa.Trágicamente el siguiente niño en caer en las garras de Pomeroy no tuvo la misma buena suerte que Harry Field. El niño Horace Millen se encontró con el sádico bribón en la calle y fácilmente cayó envuelto en las tretas que siempre aplicaba para llevar lejos a sus víctimas. Antes de eso, entraron a una pastelería por un bocadito que felizmente iban comiendo ambos durante el camino a las partes pantanosas y solitarias del sur de Boston. Esta vez numerosos testigos vieron a la inusual pareja de "hermanos" caminar por las calles y fuera de la ciudad. Una señora testificó acerca de lo extraño que lucía el chico mayor, quien irradiaba una rara felicidad y excitación mientras caminaba de la mano del niño pequeño quien a su vez provocó extrañeza por sus buenas ropas que portaba.
De acuerdo a Pomeroy, cuando llevaba a Millen de la mano hacia un lugar apartado casi no podía controlar sus impulsos y supo desde el primer momento que quería asesinar al niño de 4 años. Esta vez quería estar seguro que nadie lo interrumpiera y por eso caminaron largo rato hasta llegar a un paraje arenoso donde se sentaron a descansar. Horace Millen aún no se daba cuenta que la promesa de ir a ver un barco de vapor no era mas que una excusa del sádico bribón para asesinarlo. Con su cuchillo de bolsillo Pomeroy descargó un furioso ataque a la garganta del inocente chico, a pesar del sangriento ataque, Millen no había muerto y peleaba por su vida. De acuerdo al reporte del forense había numerosas heridas de las llamadas defensivas en brazos y manos. Pero un niño de 4 años gravemente herido no era remotamente rival de un joven psicópata. Se contaron hasta 18 heridas en el tórax y lo más impactante fue ver como las uñas de las manos estaban firmemente incrustadas en las palmas como evidencia de la agonía y atroz muerte experimentada por el niño Horace Millen. Cuando su cadáver fue lavado apareció su ojo apuñalado también, así como heridas profundas en el escroto lo cual indicaba el intento de castrar al niño.
Unos niños que jugaban en la playa descubrieron el cuerpo e inmediatamente avisaron a unos señores que cazaban patos en las cercanías. Para ese entonces la familia de Horace ya lo buscaba por todos lados y el padre de familia ya había reportado la desaparición a la policía. Para la noche a las 9, la familia era informada de la muerte de su hijo. Inmediatamente vino a la mente de las autoridades el sospechoso número uno, aquel chico despiadado que gustaba de torturar niños pero no podía ser posible que fuera el, dado que purgaba condena en un reformatorio juvenil. Tardo poco en que se confirmara la aterradora realidad, aquel sádico bribón había sido puesto en libertad condicional no hacía mucho tiempo. Se despachó una patrulla a su casa y a pesar de las airadas protestas de Ruthann Pomeroy el chico fue conducido a la policía. Mostrando la mayor de las tranquilidades, Pomeroy resistió el primer interrogatorio negando conocer acerca del crimen que se le imputaba. Sin embargo no pudo ofrecer una buena coartada, pues no tenía una explicación convincente sobre su paradero desde las 11 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Luego con su habitual frialdad fue dejado durmiendo en la celda de la comisaría. Mientras tanto los oficiales tomaron su calzado que tenía adheridos pastos del pantano y lodillo. Con los zapatos de Horace Millen y los de Pomeroy reconstruyeron los pasos de los chicos que los ubicaban a ambos en la escena del crimen. Mediante yeso compararon las huellas más grandes coincidiendo a la perfección con las suelas del sádico bribón. Aquel procedimiento era normalmente aceptado en los procesos judiciales de la época. Temprano al día siguiente despertaron a Jesse y lo confrontaron con el hecho de que ahora lo podían ubicar sin lugar a dudas en la escena del crimen y le sugirieron ir a ver el cuerpo de Millen a la morgue. Obviamente el chico se negó rotundamente diciendo que él nada tenía que ver con el asunto. Sin embargo una vez puesto de frente al mutilado cadáver Pomeroy no pudo resistir la presión y terminó por admitir su culpa. Entre sozollos admitió "Lo siento, yo lo hice... por favor no le digan a mi mama!..." Los detectives le preguntaron si sabía que iba a ocurrirle a continuación a lo que respondió que no sabía pero que por favor lo pusieran en lugar donde no pudiera hacerle daño a nadie. La acusación y la convicción del crimen ocurrieron de manera expedita. Sin mayores trámites tanto la policía como los medios habían encontrado al culpable a quienes no bajaban de ser un monstruo de la sociedad y es que visto en retrospectiva, en realidad lo era. El comité de libertad condicional juvenil fue severamente cuestionado por haber liberado al sádico bribón.
Tras la detención de Pomeroy y la consecuente lapidación pública de su familia, la señora Ruthann vio caer al suelo su tienda de ropa y sin embargo insistía en la inocencia de su joven hijo. Ya nadie se acercaba a su comercio a no ser para ver donde trabajaba el sádico bribón. Mientras ella caía en desgracia económica sus rivales de enfrente ampliaban sus negocios de modo que le ofrecieron comprar sus locales. Cuando los trabajadores fueron a hacer las remodelaciones y adecuaciones encontraron en el sótano el cadáver putrefacto de Katie Curran. No hubo una sola duda acerca de la culpabilidad de Pomeroy en la muerte de la chiquilla. Pero si resultó entretenido saber si la familia estaba enterada al respecto. Cuando le informaron a Jesse sobre el nuevo muertito que le cargarían encima negó toda relación con el suceso, pero confrontado con el hecho de que su madre y hermano serían cargados con el crimen terminó por doblarse y confesar. Paso a paso el sádico bribón recordó los acontecimientos de esa mañana cuando la niña Curran fue a comprar una libreta de apuntes a su tienda y de como la había conducido abajo para poderla asesinar. No sabía porque lo había hecho, solo quería observar su reacción. La pena impuesta a los asesinos de este tipo en el estado de Massachusetts era la horca.
La defensa de Pomeroy se concentró en el crucial debate acerca de la locura de su cliente o que simplemente estuviera mentalmente enfermo. Pero quedó definitivamente establecido que su defendido conocía y admitía que sus actos estaban mal, por lo que la batalla legal fue perdida sin remedio. Jesse Pomeroy fue sentenciado a la horca, sin embargo no hubo gobernador alguno que se atreviera a firmar la sentencia. Ya fuera por convicción personal o por cálculo político en tiempos electorales la decisión respecto al sádico bribón tomó mucho tiempo y continuos aplazamientos. Y es que era muy difícil para la autoridad ejecutar a un chico de 14 años ¡Jamás había ocurrido la necesidad de ejecutar a un hombre tan joven en la historia penal de la nación! Todos se iban pasando la patata caliente de mano en mano. Finalmente el gobernador Alexander Rice tomó una decisión, tras escuchar el veredicto de un panel de asesores quienes recomendaban la ejecución como solución final a este molesto asunto público. Rice entonces aceptó que el castigo debía ser ejemplar pero no la pena capital y sin publicitar su decisión, impuso la cadena perpetua para Pomeroy, no solo eso, esta debía ser cumplida en solitario. Era algo así como enterrar vivo al sádico bribón.
Durante su encarcelamiento la única persona en visitar a Jesse Pomeroy fue su madre mes tras mes, hasta que ella murió y nadie más fue a visitarlo de nuevo. Comía solo y se ejercitaba en un patio sin que lo acompañara nadie. Le era permitido bañarse unas cuantas veces y le era abastecida su celda con abundante material de lectura. Pronto su mundo fue un cuarto de acero y concreto condición en el cual permaneció por 40 años. Durante este tiempo estudio varias lenguas pero jamás tuvo la oportunidad de practicar ninguna realmente. Mucho tiempo trató de planear un escape. Inclusive escarbó la pared hasta llegar a la tubería del gas tratando de volar la puerta de su celda. Hay quienes aseguran que no trataba de huir, sino de terminar con su propia vida. En 1917 su castigo fue disminuido y se le permitió integrarse a la población general de la prisión. A veces resurgía su nombre en periódicos y de vez en cuando algún reportero preguntaba sobre su actual condición. Cuando fue puesto con los demás disfrutaba como nadie saberse aún celebre por las atrocidades cometidas hacía cuatro décadas. Pero luego pasó el tiempo y los nuevos internos nada sabían acerca del viejo Pomeroy. En 1929 fue removido de Charlestown para llevarlo a un hospicio de la policía donde pasó los dos últimos años de su vida plagado de enfermedades y en franca agonía. Su deseo final fue ser cremado y que sus cenizas fueran esparcidas a los cuatro vientos. Jamás mostró remordimiento alguno por sus víctimas.


MANUEL DELGADO VILLEGAS.Manuel Delgado Villejas

Nacido en 1943, analfabeto, de escasas luces, hijo de un vendedor de dulces de higo y propenso a enfadarse cuando le brotaban pelillos en el centro del labio superior, porque ello borraba el parecido que creía tener con Cantinflas. Violador bisexual con antecedentes penales; sádico, con ocho muertes probadas, otras catorce investigadas y veintiséis más confesadas por él mismo.
El Arropiero fue detenido a comienzos de 1971 en el Puerto de Santa María por estrangular a su novia, que apareció con los leotardos anudados al cuello. Los policías se encontraron ante un necrófilo, ya que Delgado reconoció que tuvo relaciones sexuales varias veces con el cadáver. Tras la detención empezó a desgranar una secuencia de crímenes terribles perpetrados durante varios años de vagabundeo.
Es el mayor asesino de la historia de la criminología española. Manuel Delgado Villegas "El Arropiero" se declaró autor de cuarenta y ocho muertes. Nunca fue juzgado, ya que se le ingresó en el Psiquiátrico de Carabanchel. Murió hace unos pocos años, ya en libertad, tras beneficiarse de la nueva legislación penal. Nacía a la vida cuando su madre la perdía por traerle al mundo. Era una fría mañana de 1943. El hambre y la miseria de la posguerra inundaban España. Su padre, un honrado trabajador, se ganaba la vida fabricando y vendiendo golosinas caseras hechas con arrope, un líquido dulzón, negruzco y espeso que se hace con higos. De ahí el alias del Arropiero que luego heredaría su tristemente famoso hijo. Al fallecer su esposa dejó la criatura al cuidado de la abuela y marchó a vivir al Puerto de Santa María, donde posteriormente se volvería a casar.
Manuel se crió con varios parientes diferentes, que le propinaban frecuentemente palizas que le curtieron el cuerpo y endurecieron el corazón. Acudió a la escuela, pero fue incapaz de aprender a leer y escribir. Era bisexual, mostraba un carácter bastante violento y la promiscuidad empezó a ser su norma de vida. Empezó a gozar de gran estima entre homosexuales y prostitutas, y logró a vivir a su costa. Su "éxito" se debía a que padecía anaspermatismo, es decir, ausencia de eyaculación, por lo que era capaz de practicar repetidos coitos en busca de un orgasmo que no conseguía alcanzar.
A los dieciocho años ingresó en la Legión, donde además de iniciarse en el consumo de marihuana, motivo por el que fue sometido a una cura de desintoxicación, comenzó a padecer ataques epilépticos -nunca se supo si fingidos o no- que le sirvió para ser declarado no apto para el servicio militar. A partir de entonces se dedica a recorrer la costa mediterránea ejerciendo la mendicidad, robando en las casas de campo y prostituyéndose. Es detenido en numerosas ocasiones por "la gandula", la famosa ley de vagos y maleantes, más tarde denominada de peligrosidad social. Jamás llegó a ingresar en prisión, dado que las convulsiones neurológicas que escenificaba lo conducían a establecimientos psiquiátricos de los que rápidamente salía.
Contaba 20 años de edad cuando el Arropiero emprende su carrera criminal. Era 1964, hasta entonces los delitos no habían pasado de proxenetismo y paso clandestino de fronteras. Al día siguiente de año nuevo, paseando por la playa de Llorac, en Garraf, localidad de Barcelona, "se le cruzaron los cables".
"Vi un hombre dormido apoyado en un muro. Me acerqué a él muy despacio y, con una gruesa piedra que cogí cerca del muro, le di en la cabeza. Cuando vi que estaba muerto, le robé la cartera y el reloj que llevaba en la muñeca. ¡No tenía casi nada y el reloj era malo!".
Siete años tardó la justicia en demostrar su culpabilidad, pese a que el cadáver fue descubierto a los diecinueve días del crimen.
La víctima, un cocinero, había acudido a la playa desde la ciudad condal para recoger un par de saquitos de arena para la cocina y se recostó a dormir una pequeña siesta de la que jamás despertó. Tres años después de este asesinato volvió a las andadas, ahora en Ibiza.
En un chalet deshabitado de Cam Plana, a cinco kilómetros de la capital, abandonaba el cadáver desnudo de una estudiante francesa que ese día cumplía 21 años. La muchacha había acudido al lugar con un norteamericano y, tras ingerir varias dosis de LSD, éste intentó mantener relaciones sexuales, pero ella se opuso tenazmente. El yanqui, desanimado, abandonó la casa dejando la puerta abierta. La casualidad hizo que el Arropiero le viera salir y, pensando que era un ladrón, intentó imitarle, encontrándose con la hermosa joven dormida. Esta tampoco despertaría.
Las andanzas del "vagabundo de la muerte" continuaban y en un viaje relámpago a la capital de España asesinaba de un golpe de karate al inventor del slogan "Chinchón, anís, plaza y mesón". El cadáver apareció en un recodo del río Tajuña sin pantalones ni calcetines. "Lo maté porque le vi en compañía de una niña a la que trató de violar" fue su excusa.
La siguiente víctima, un millonario vicioso. Se trataba de un barcelonés que contrataba regularmente sus servicios por el precio de 300 pesetas la sesión. Se encontraban en la tienda de muebles propiedad de este industrial, escenario habitual de sus reuniones, cuando Manuel le solicitó mil pesetas argumentando que tenía una necesidad urgente. El cliente prometió dárselas al final, pero, concluido el acto, le pagó las 300 de rigor. "Por eso le pegué en el cuello con el canto de la mano y cayó al suelo. Cuando le estaba quitando la cartera se despertó y empezó a insultarme ¡él a mí!, por lo que agarré un sillón, le arranqué una pata y le di con ella en la cabeza". Después lo remató estrangulándolo. Le partió el cuello.
No había terminado aún el año 1969 cuando cometió su acto criminal más execrable. Asaltó a una señora de 68 años, propinándole un fuerte golpe. Después la arrojó desde una altura de 10 metros, descendió en su búsqueda y arrastró el cuerpo ensangrentado hasta el interior de un túnel, donde sació su degenerado instinto sexual mientras lentamente la estrangulaba. Horrible acto de necrofilia que volvió a repetir durante las tres noches siguientes.
En septiembre de 1970 decidió trasladarse a vivir al puerto de Santa María con su padre, para ayudarle en la fabricación de arropías y vender golosinas en un carrito por las calles. Pronto hizo amistad con un homosexual, con el que mantuvo secretas relaciones.
"Fuimos a dar un paseo en moto y cuando íbamos a salir a la carretera general, me acarició. Le dije que se estuviera quieto, pero no me hizo caso. Enfadado, paré y le di un golpe en el cuello, despacio, pero era tan flojo que se cayó y se rompió las gafas. No respiraba bien y me dijo que lo llevara al fresco, junto al río. Allí intentó otra vez tocarme y, sin pensarlo, le solté un golpe más fuerte y cayó al fango, boca abajo e inmóvil". El cadáver fue localizado flotando a 12 kilómetros del lugar del crimen.
Durante su estancia en la localidad costera entabló relación con una subnormal, muy conocida por su desmesurada afición a los hombres. Llegó a presentarla a su padre como su novia. "Salimos a dar un paseo y por una veredas fuimos al campo de Galvecito; hacíamos el amor siempre en él sin que nadie nos viera.
Lo hicimos, como siempre, de muchas formas, pero me pidió una cosa que me daba asco. Cuando me negué a ello me insultó y me dijo que no era hombre, pues otros se lo habían hecho". La infeliz no se apercibía de que estaba firmando su sentencia de muerte. "Entonces le pegué un golpe, y como no se callaba y me seguía insultando, le puse al cuello los leotardos que se había quitado y apreté hasta que se murió".
Cuando terminó escondió el cuerpo entre unos matorrales y regresó al pueblo. "Volví a estar con ella el lunes, el martes y el miércoles, y hubiera vuelto hoy si no me hubieran detenido. ¡Estaba tan guapa!, ¡La quería tanto! ¿No era mi novia?, ¿Entonces no podía hacer el amor con ella lo mismo que antes?" Fue su argumentación al ser detenido por agentes de la Brigada de Investigación Criminal, el 8 de enero de 1971.
De los cuarenta y ocho asesinatos que se atribuyó -especificó que estuvo a punto de matar a seis personas más para satisfacer su apetito sexual- durante sus siniestras andanzas por Francia, Italia y España, sólo se llegaron a probar ocho, debido a su extrema complejidad, que hubiera precisado la colaboración policial a nivel europeo. Faltaron acusaciones particulares, había pocos testigos. No se llegó a celebrar la vista oral, sino que con base en la Ley de Enjuiciamiento Criminal se emitió un auto de sobreseimiento libre, por el que quedó archivada la causa y se ordenaba su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario. El de Carabanchel fue su destino, hasta el cierre del mismo hace una década.
En dicho establecimiento fue examinado por expertos psiquiatras de numerosos países y determinaron que se trataba de un peligrosísimo psicópata, a causa de ser poseedor del cromosoma XYY, denominado de Lombroso o de la criminalidad. Los especialistas que estudiaron su caso coincidían en que no se le podía poner en libertad porque "es un criminal nato, un asesino que puede hacer mucho daño siempre, mientras viva". Por su alteración genética carecía de conciencia, de sentido de la culpabilidad, de remordimientos; creía que era normal, incluso cuando asesinaba. Cortocircuitados los sentimientos, lo hacía con la mayor tranquilidad: ni parpadeo, ni aceleración cardiaca, ni gota de sudor.
Describió con la mayor frialdad posible cómo en Roma mató a su patrona porque se había encaprichado de él y, como era demasiado gorda, no podía abrazarla. En París se encaprichó de una joven que pertenecía a una banda de atracadores; como éstos se negaron a admitirlo en el grupo, acribilló a los cuatro con la metralleta de uno de ellos. En la capital francesa, antes de ser expulsado del país por indocumentado, mató a otra chica por chivata, estrangulándola lentamente.
Prosiguió sus correrías por la Costa Azul, asesinando a una dama de unos 40 años que le llevó a su lujoso chalet; ella se empeñó en que durmiera abundante y él, contrariado, le machacó la cabeza con una piedra.
Le robó el dinero y las alhajas. Igual que haría con un hombre que, al verlo dormido en la playa, se ofreció a que lo hiciera en su casa; tras invitarle a cenar, intentó mantener relaciones sexuales con él. Un apretado cable alrededor del cuello del anfitrión puso fin a su "generosidad". Curiosamente "el estrangulador del Puerto" aportó un dato que ayudó a la INTERPOL a cargarle la autoría del crimen. Recordó que, al mantener contacto íntimo con su víctima, se quedó dentro del recto de ésta el vendaje que le cubría el dedo con el que le penetró. El informe del forense establecía que, efectivamente, al hacerle la autopsia se habían encontrado unas gasas en tal lugar.
Durante las dos décadas largas de internamiento fue sometido a tratamientos por diversos expertos. A consecuencia de ello jamás volvió a mostrarse violento con otros enfermos. "En ocasiones ocurre que algún interno se mete con él llamándole estrangulador y, sin violentarse, enseguida me llama y viene a presentar la queja oportuna". Declaraba uno de los jefes del centro de Carabanchel.
Bajito y de extraordinaria fortaleza. Un sujeto enigmático y agresivo, de mente retorcida, sin escrúpulos, en cuyo diccionario no entraban las palabras perdón, piedad o remordimiento, y que alardeaba de sus hazañas delictivas. Se pasaba el día musitando: "Necesito que alguien se acuerde de mí".
Con el paso de los años en el psiquiátrico, su aspecto externo tornó, pese a ser un cuarentón, en el de un anciano de cabello oscuro encanecido, ralo y enmarañado, barba hirsuta, rostro ajado y diabólico, ojos azules como el mar, fríos como el hielo y penetrantes como el acero. Pero su actitud cambió. "No he matado a nadie", susurraba a quien quería escucharle. Como si hubiera olvidado el casi medio centenar de asesinatos de los que alardeaba, describiéndolos con todo detalle en los interrogatorios policiales. Decía que quería curarse, trataba de recuperar la libertad.
Tras el cierre del madrileño psiquiátrico penitenciario de Carabanche

ANATOLI ONOPRIENKO

Anatoli Onoprienko

El lunes 23 de noviembre de 1998, se iniciaba en la ciudad de Zhitomir (ex Unión Soviética), el juicio de un ucraniano acusado de haber asesinado a 52 personas, ante la celosa mirada de un público enloquecido que reclamaba la cabeza del acusado. Su calma contrastaba con la emoción de todos los presentes en la sala, en su mayoría jóvenes.
Después de confesar en una declaración entregada a la prensa por su abogado antes de la apertura del juicio, que no se arrepentía de ninguno de los crímenes que había cometido, Anatoli Onoprienko respondía dócilmente a las preguntas del juez; reconoció haber asesinado a 42 adultos y 10 niños, entre 1989 y 1996.
La parte acusadora ha pedido la pena de muerte, cuyo mantenimiento apoyan tres de cada cuatro ucranianos, según las encuestas, pero el verdadero problema en este complicado juicio, es impedir que el público linche al acusado. Complicado por su envergadura y duración (más de 400 testigos y por lo menos tres meses de declaraciones por delante), por sus gastos, pero también por la tensión que se respira entre los familiares de las víctimas, obligados a pasar cada día por un arco detector de metales, algo no tan corriente en ese país, mientras el acusado, encerrado en una jaula metálica, está prudentemente separado de la ira del público...
Las autoridades le describen como el asesino más terrible de la historia en Ucrania y de la antigua Unión Soviética, mientras que las familias de las numerosas víctimas lo califican de "animal", "ser monstruoso" y "bestia demoníaca".
Los hechos se producían entre octubre de 1995 y marzo de 1996. En aquellos seis meses, la región de Zhitomir vivió aterrorizada por una serie de 43 asesinatos que Onoprienko había ido sembrando. La Nochebuena de 1995 se produjo el ataque a la aislada vivienda de la familia Zaichenko. El padre, la madre y dos niños muertos y la casa incendiada para no dejar huellas fue el precio de un absurdo botín formado por un par de alianzas, un crucifijo de oro con cadena y dos pares de pendientes.
Seis días después, la escena se repetía con otra familia de cuatro miembros. Víctimas de Onoprienko aparecieron también durante aquellos seis meses en las regiones de Odesa, Lvov y Dniepropetrovsk.
Estas matanzas incitaron a la segunda investigación delictiva más grande y complicada en la historia ucraniana (la primera había sido la de su compatriota Chikatilo). El gobierno ucraniano envió una buena parte de la Guardia Nacional con la misión de velar por la seguridad de los ciudadanos y, como si el despliegue de una división militar entera para combatir a un solo asesino no fuera bastante, más de 2000 investigadores de las policías federal y local.
Los policías empezaron a buscar a un personaje itinerante y elaboraron una lista en la que figuraba un hombre que viajaba frecuentemente por el sudoeste de Ucrania para visitar a su novia.
Con la policía tras su pista, Onoprienko puso tierra de por medio en 1989 y abandonó el país ilegalmente para recorrer Austria, Francia, Grecia y Alemania, en dónde estaría seis meses arrestado por robo y luego sería expulsado.
De regreso a Ucrania sumó a los nueve otros 43 asesinatos, y poco después, ante las pruebas encontradas por los agentes en los apartamentos de su novia y su hermano (una pistola robada y 122 objetos pertenecientes a las víctimas), hallaron una razón para arrestarlo. Cuando la policía le pidió los documentos en la puerta de su casa, Onoprienko no les quiso facilitar la tarea, e hizo un esfuerzo vano por conseguir un arma y defenderse. Cuando los policías por fin lo detuvieron, Onoprienko se sentó silenciosamente cruzando los brazos y les dijo sonriendo: "Yo hablaré con un general, pero no con ustedes". Aun así, no le quedó más remedio que confesar sus crímenes y dejar que aquellos le arrestasen.
En su declaración al juez, aparecerían otros nueve cadáveres cosechados a partir de 1989 en compañía de un cómplice, Sergei Rogozin, (quien también comparecería en el juicio).
Anatoli Onoprienko siguió los pasos del legendario Andrei Chikatilo. Ambos mataron al mismo número de víctimas, pero son muy diferentes. Chikatilo, ejecutado en 1994, era un maniaco sexual. Sólo mataba mujeres y niños, cuyos cuerpos violaba y mutilaba. A veces se comía las vísceras. Nada de esto aparece en el expediente de Onoprienko, un ladrón que mataba para robar, con inusitada brutalidad y ligereza, pero sin las escenas del maniaco sexual. Onoprienko supera a Chikatilo por el corto periodo en que realizó su matanza: seis meses frente a doce años.
Cuando ejecutaba a sus víctimas, el asesino seguía un mismo ritual: elegía casas aisladas, mataba a los hombres con un arma de fuego y a las mujeres y a los niños con un cuchillo, un hacha o un martillo. No perdonaba a nadie, después de sus asesinatos cortaba los dedos de sus víctimas para sacarles los anillos, o a veces quemaba las casas. Incluso mató en su cuna a un bebé de tres meses, asfixiándolo con una almohada.
Onoprienko, de 39 años, estatura media, aspecto de deportista, racional, educado, elocuente, dotado de una excelente memoria y desprovisto de piedad. Soltero, padre de un niño, reconoció haber tenido una infancia muy difícil: su madre había muerto cuando él tenía 4 años, y su padre y su hermano mayor lo habían abandonado en un orfanato. De adulto, para ganarse la vida, se había embarcado como marino y había sido bombero en la ciudad de Dneprorudnoye (dónde su ficha laboral le describe como un hombre "duro, pero justo"). Luego había emigrado al extranjero para trabajar de obrero durante ese tiempo, pero confesó que su fuente primaria de ingreso era criminal: los robos y asaltos.
El peritaje médico lo ha calificado como perfectamente cuerdo que puede y debe asumir las consecuencias de sus actos. El mismo se define como un "ladrón" que mataba para robar: "Mataba para eliminar a todos los testigos de mis robos".
Por este motivo puede ser condenado a la pena capital por crímenes premeditados con circunstancias agravantes. El presidente ucraniano, Leonid Kuchma, dijo que dará explicaciones al Consejo de Europa para violar en este caso la moratoria de ejecución de la pena de muerte que su país mantiene desde marzo de 1997. Gracias al convenio con el Consejo de Europa, 81 penas de muerte dictadas últimamente en Ucrania no se han ejecutado. La declaración del presidente Kuchma anuncia que se va a hacer una excepción con Onoprienko.
En un momento determinado de la investigación, el acusado afirmó que oía una serie de voces en su cabeza de unos "dioses extraterrestres" que lo habían escogido por considerarlo "de nivel superior" y le habían ordenado llevar a cabo los crímenes. También aseguró que poseía poderes hipnóticos y que podía comunicarse con los animales a través de la telepatía, además de poder detener el corazón con la mente a través de unos ejercicios de yoga.
¿Enfermo mental o maniaco homicida? lo primero podría declararlo imputable, y lo segundo, condenarlo a la pena capital... el juicio, actualmente en curso, parece seriamente complicado.
Los psiquiatras, sin embargo, han diagnosticado que el hombre está perfectamente "cuerdo" y la mayoría quiere que pague por los homicidios. El mismo Onoprienko resumía así la filosofía de su carnicería: "Era muy sencillo, los veía de la misma forma en que una bestia contempla a los corderos".


ISSEI SAGAWA
Issei Sagawa

Este japonés de baja estatura, media 1,50 mts. Sus manos y pies pequeños, incluso su voz era de mujer. Había mencionado en algunas entrevistas que era el tipo de hombre que la mayoría de mujeres no encontraría atractivo. Conocedor de su falta de atractivo físico y de su extrema timidez, estaba obsesionado con tener a su lado "la mujer perfecta". En el libro "Asesinos Caníbales" de Moira Martingale, describen a Issei Sagawa como un estudiante japonés inteligente, obsesionado con las mujeres altas de rasgos occidentales. Su fantasía se hizo realidad mientras estudiaba Literatura Inglesa en la Universidad de Wako en Tokio, ahí se relaciono con una mujer alemana que daba clases de idiomas. "Cuando me encontré a esta mujer en la calle," dijo después al reportero británico Peter McGill, "me pregunté si podría comerla". Un día de verano, se metió través de la ventana a su apartamento e intento en matarla. Para su deleite, ella estaba dormida y tenia ropa pequeña que cubría algo de su cuerpo. Busco algo para apuñalarla o golpearla y descubrió un paraguas. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, la mujer despierta y lo descubre, grita desesperada provocando la huida del intruso. Issei no olvida esta experiencia, había sido muy fácil estar cerca de una mujer atractiva y si era más cuidadoso con el ataque, podría hacer realidad su fantasía.

Empezó a investigar y vigilar a sus potenciales víctimas para planear sus ataques y no pudieran escapar. Su fantasía se vuelve hacer realidad cuando viaja a París y encuentra a la mujer que nunca pudo sacar de su mente. Su piel blanca, la forma carnosa de sus nalgas y sus bonitos senos le habían provocado perdida de la razón. Empezó a conquistarla. Sagawa creía que el amor que sentía por las mujeres que le gustaban lo podía demostrar comiéndoselas.
Mientras estudiaba en el Censier Institute de Paris en 1981, Sagawa conoce a una mujer alemana, alta, rubia y bonita llamada Renee Hartevelt. Declaró luego que cuando se sentó a su lado en clase, se enamoro inmediatamente y no podía dejar de pensar en la piel blanca de sus brazos. Era la mujer perfecta para lo que tenía en mente, pero tenía que ser cuidadoso y preparar mejor su plan. Renee tenía 25 años, hablaba tres idiomas y con futuro prominente, su objetivo era un Ph.D. en literatura francesa. Sagawa le pidió que lo enseñara alemán, su padre multimillonario y podría pagarle cualquier sueldo. Ella aceptó. Le gustó su inteligencia, su conocimiento de pintura y literatura europea, le escribió cartas de amor, la invitó a conciertos y exposiciones de arte.Sagawa pequeño, con rasgos femeninos y además cojeaba. Renee salía a menudo con él y con frecuencia lo invitaba a su apartamento a tomar el té. Sus continua salidas a bailes, le dio a Sagawa un sentido más real a sus macabras fantasías.
Cierto día invito a Renee a cenar a su apartamento, le pidió que le leyera un poema de un escritor alemán, después de que ella salió, Sagawa olió y lamió el lugar donde ella se había sentado y juro que se la comería, esto le permitiría poseerla para siempre. A los pocos días la volvió invitar a cenar, con su equipo de reproducción grabo la lectura de su poema preferido con la voz de Renee, el 11 de julio de 1981 se preparó para hacer realidad su última fantasía. Al llegar a París, había comprado un rifle calibre .22 para su protección, hizo sentar en el suelo a Renee al estilo japonés para beber el té, en la bebida mezclo un poco de whisky para volverla más accesible, hablaron durante varias horas esperando que el licor en el té hiciera su efecto. Sagawa declaro su a amor a la bella alemana y trata de llevarla a la cama. Lo rechaza y le explica que solo quería ser su amiga.Sagawa se le levanta desconcertado y mientras Renee se sienta en una silla trae un libro de poemas para que lo leyera y el caníbal japonés empieza a ejecutar su macabro plan, graba las últimas palabras y luego le dispara con su rifle en la parte en el cuello, cae de la silla y le continua hablando pero ella no le responde. Se asusta al ver la gran cantidad de sangre que fluye de la herida, al principio intenta limpiar pero se rinde finalmente. Con gran esfuerzo desviste el cadáver y se pone contento porque ella ya no se negaría a su amor, ahora le pertenecía a él. Con un cuchillo le corta el pezón izquierdo y un pedazo de nariz para comerlos. “Yo corte su cadera”, escribió luego en su cuento titulado, “En la Niebla“y se pregunto donde debería morder primero, selecciono las nalgas pero las encontró difícil de morder.
Describe paso a paso su ritual, la apariencia de grasas, músculos y su sabor. Cuando la grasa sale por los cortes hechos con el cuchillo, la describió de consistencia y apariencia del maíz amarillo, la olió y encontró que no tenía ningún olor. Siguió cortando para encontrar la carne más profunda, puso dos filetes en su boca “su sabor es de un rico pescado crudo similar al sushi, no he comido nada mas delicioso”, se encontraba feliz de haber cumplido su fantasía.

Usando un cuchillo eléctrico empezó a cortar a Renee en partes, hizo varios filetes para mordisquearlos crudos, el resto lo guardo en su refrigerador. Preparo una comida rápida de carne humana frita con mostaza, tomo fotografías del cadáver mutilado y tuvo relaciones sexuales con lo que quedaba de él. “cuando yo la abrazo”, grabo en una cinta de audio, “ella suspira y le digo que la amo”. Cuando cocinaba y comía de sus restos, escuchaba la grabación que Renee que había hecho de la lectura del poema, su ropa interior la usaba como servilleta para limpiar su boca. Al cocinar un seno le dio asco por su apariencia grasosa y encontró que los muslos eran más deliciosos. Exhausto finalmente, tomó lo que quedaba del cadáver, lo llevo a su cama y durmió con él.


A la mañana siguiente tenía que librarse de la evidencia, al levantarse descubrió que el cuerpo no olía mal aún y continúo comiendo, en particular el brazo que le gustó más del cuerpo, recorto el ano y lo puso en su boca, pero su olor muy fuerte y lo hizo escupir, intento comerlo friéndolo, pero eso no disminuyo su olor, se dio por vencido y lo devolvió al cadáver. Después de un cierto tiempo, varias moscas grandes pulularon alrededor del cadáver, Sagawa tomo esto como señal que había perdido a Renee. La “luna de miel” había terminado. Con un hacha la corto en pedazos más pequeños para meterla en una maleta que había comprado para este fin. Mientras la desmembraba se excita y con la mano del cadáver procede a masturbarse. Corta su nariz, sus labios y su lengua de varios mordiscos y las guarda para sus fantasías sexuales posteriores.Escribió: “Yo quiero su lengua, no puedo abrir su mandíbula, pero puedo alcanzarla entre sus dientes. Finalmente sale, la hago estallar en mi boca y me miró masticándola en el espejo. Luego voy por los ojos”. El paso final de Sagawa fue explorar los órganos interiores los cuales quemaron sus manos con los ácidos digestivos, con una hacha cortar la cabeza, la tomo por el cabello y la coloca frente de él, escribió: “Ahora comprendo que soy un verdadero caníbal”.

A la media noche del segundo día guarda todos los pedazos bajo llave en su maleta, llama un taxi y pide que lo lleve a Bois de Boulogne, lleva la maleta al parque y trata de botarla al lago, sin embargo, para su contextura física le era muy pesada. Cuando descubre que varias personas lo miran se asusta, las tira rápidamente y huye. Una pareja que paseaba por el lugar vio una mano de mujer llena de sangre y llaman a la policía. Mientras tanto Sagawa regresa a su apartamento a disfrutar de los filetes de Renee que tenía en su refrigerador, cada día que estuvo en libertad comió pedazos del cadáver.

Issei Sagawa, tenía una lujuria sexual extrema, aun periodista británico le dijo que su compulsión por el canibalismo vino probablemente de un sueño de la niñez que lo dejo muy impresionado. El estaba en una olla hirviendo con su hermano, preparándose como una comida para alguien más. Así empezó sus fantasías caníbales y cambia su papel de “comida” a consumidor. No estaba interesado en comer a mujeres de su propia raza, sentía apetito por mujeres altas, rubias y de piel blanca. La posibilidad de estar con una mujer de este perfil para Sagawa eran remotas. En Tokio visito a un psiquiatra al cual confeso sus oscuros deseos, fue calificado como un persona muy peligrosa por el profesional, pero el padre de Sagawa encubrió el problema y envía a su hijo a otro país. Otros profesionales de salud mentales que lo evaluaron luego vieron tendencias peligrosas en él.
Cuando la policía llegó a su apartamento dos días después del asesinato con una orden de captura, los deja entrar, abrieron el refrigerador y encontraron pedazos de un cuerpo de una mujer, incluso los labios. Sagawa confesó lo que había hecho y agrego que tenía una historia médica con una enfermedad mental. De hecho, sus descripciones fueron detalladas así y el juez decidió que él no era competente para juzgarlo: estaba realmente loco. Sagawa fue condenado a un periodo indefinido de prisión en el asilo Paul Guiraud, los tres psiquiatras que lo evaluaron dijeron nunca se curaría.
Su multimillonario padre, Akira Sagawa, presidente de Kurita Water Industries en Tokio, hizo un trato para que en 1984 su hijo fuera transferido al hospital psiquiátrico Matsuzawa en Japón. El fiscal creyó que allí estaría preso de por vida, pero solo permanece preso 15 meses y queda libre en agosto de 1985, de nuevo, gracias a su padre.
El temible caníbal libre, pide pasaporte para poder viajar a Alemania. Su situación de libertad le permitió dar entrevistas por televisión donde declaraba que la carne humana era una de los mejores alimentos, incluso accedió para aparecer en películas pornográficas japonesas y demás escribió cuatro novelas, en la describía los detalles de su asesinato, vendió más de 200,000 copias. Gracias a su padre, había escapado con un asesinato, y estaba muy orgulloso de él. Actualmente Sagawa disfruta de la popularidad en los medios de comunicación, concede entrevistas y hace videos para complacer la curiosidad del voyeuristica de aquéllos que quieren acercarse a alguien que ha comido carne humana. Él ser el centro de atención le divierte y cree que lo que hizo no es extravagante. "El público me ha hecho el padrino de canibalismo," declaró, "y estoy contento feliz con eso." The Rolling Stones grabaron una canción llamada “Too much Blood” (Demasiada Sangre), Sagawa también probo suerte en el mundo del comic, escribió una columna semanal para un periódico, edita una antología sobre fantasías caníbales y fue portada de una revista gastrónoma japonesa. Bajo un seudónimo, trató de incursionar en el mundo del stripper. En su web oficial, ofrece detalles sobre su crimen y defiende al canibalismo asegurando que no es un acto horrendo, ahí también exhibe ejemplos de sus pinturas y esculturas con las nalgas carnosas de hembras blancas. En un artículo de una revista, dijo que espera ser comido por una joven mujer occidental, porque, sólo un acto como ese lo salvara.


PEDRO ALONSO LÓPEZ.Pedro Alonso López

Pedro Alonso López nació en Tolmia, Colombia, en 1949, durante los períodos de "La Violencia”. Éste hombre estaba de hecho en el último lugar de la Tierra donde alguien habría querido nacer. El país fue gobernado por alborotadores y actos inconcebibles de violencia. Los problemas empezaron justo un año antes, en 1948, cuando se asesinó a un político popular Liberal, Jorge Eliecer Gaitan y una guerra civil estalló en el país. La guerra continuaría los próximos 10 años y apoderaría de 200,000 vidas antes de acabar.
El hijo de una prostituta, Pedro era el séptimo de 13 hermanos, nunca tuvo una infancia feliz. Su madre era una mujer dominadora quien controló a sus hijos con puño de hierro. Indiferente a sus obligaciones en el hogar, cualquier pretexto era bueno si le permitía estar en las calles.
Violaciones de los derechos del humano por los guerrilleros, paramilitares y miembros de las fuerzas nacionales eran comunes, el incremento del crimen con respecto al resto de países era cincuenta veces más alto que lo habitual en el mundo.
En 1957 a la edad de 8 años, la madre de Pedro le sorprendió manteniendo relaciones sexuales con su hermana más joven y su peor pesadilla llegó a ser una realidad; se desterró a las calles y juró no volver nunca al hogar de nuevo. Tan yermo como la situación, las cosas rápidamente empezaron a cambiar cuando un hombre más viejo lo recogió apartándole de las calles, le ofreció comida y un lugar donde poder vivir. Pedro no podía creer en su suerte y rápidamente aceptó la oferta con fe ciega. No obstante, era algo demasiado bueno para ser verdadero. En lugar de imaginarse un hogar afelpado con comida y ropa de cama, el hombre le llevó a un edificio abandonado, donde le sodomizó en numerosas ocasiones antes de echarlo fuera hacia las calles de nuevo.
Después de su acontecimiento desafortunado con el hombre viejo, Pedro llegó a ser acosado por extraños. Durmió en las aceras y edificios abandonados y sólo de noche, salía de su escondite en búsqueda de comida en los cubos de la basura y vertederos locales. Había transcurrido casi un año cuando Pedro finalmente obtuvo el suficiente valor para viajar por el país y eventualmente acabó en la ciudad de Bogotá. Después de unos días de mendigar por comida y recoger basura, un residente americano lo amparó. El individuo sintió pena por la apariencia de desnutrición de Pedro y por los ruegos por comida que hacía. El hombre, proporcionó una comida espléndida y le preguntó si deseaba venir a vivir con ellos.

Indiferente de la buena suerte de Pedro, como con todo en su vida, no se lo pensó dos veces. En 1963 a la edad de 12 años, un maestro lo agredió sexualmente durante un día de estudios. Todos los miedos previos de Pedro retornaban y el odio creció dentro de él. El paso siguiente fue robar dinero de la oficina de la escuela y huyó de su hogar.
Pedro volvió al único lugar seguro que conocía, su primer hogar verdadero, las calles de Colombia. La guerra civil ya era una cosa del pasado y la guerra fría se instauró en el país. El gobierno se reorganizaba y fábricas que se habían construido durante la represión, empezaban despacio a volver a abrirse. No obstante, Pedro nunca había conseguido experiencia en ningún trabajo y tuvo sólo una educación mínima. Pasó los siguientes seis años en la mendicidad y comete robos pequeños para sobrevivir.
Por sus propios medios Pedro empezó a robar coches. Tenía poco que perder y un local compraba y pagaba por sus servicios. Era un ladrón de vehículos muy hábil y fue admirado por los aprendices más jóvenes del negocio.
A pesar de sus habilidades en 1969, Pedro, con 18 años de edad fue arrestado por autoridades por robo de vehículos y sentenciado a siete años de prisión. Permaneció en prisión y tan solo dos días después es violado por cuatro presos más viejos. En el siguiente ataque, Pedro se juró a sí mismo que nadie lo tocaría de nuevo. En venganza, construyó un cuchillo con los utensilios de la prisión y dos semanas más tarde cumple su venganza y asesina a cada uno de los cuatro hombres que lo habían violado. Las autoridades juzgaron el caso como defensa propia y no por el cargo de asesinato, simplemente se le agregó un adicional dos años a la condena inicial de Pedro por el robo del vehículo.
La prisión, combinó con sus penalidades previas, un daño irreparable a la mente de Pedro y pareció haber sido empujado a transformar su mente. Debido al abuso mental que soportó en las manos de su madre durante sus años tempranos había crecido temeroso de las mujeres. La comunicación social con ellas era impracticable, y satisfacía sus deseos con libros pornográficos y revistas. En la mente de Pedro su madre tenía la culpa de todo el sufrimiento de su vida y dolor de su corazón.
A su salida de prisión en 1978, Pedro viajó extensamente por todas partes del Perú. Durante este tiempo, que él más tarde reconoció, había empezado a atacar violentamente y asesinar por lo menos 100 muchachas jóvenes de tribus locales por toda la región. La verdad es que es imposible verificar estas denuncias, pero lo que sí se sabe es que fue capturado por un grupo de Ayacuchos, en el norte del Perú, mientras intentaba secuestrar a una muchacha de tan solo 9 años de edad.
Los indios le despojaron de sus ropas, pertenencias y lo torturaron durante varias horas antes de decidir enterrarlo vivo. No obstante, tuvo la suerte de su lado, porque un misionero americano intervino y convenció a sus captores que el asesinato era impío y que deben entregar a Pedro a las autoridades. Ellos consideraron esta posibilidad y entregaron a su prisionero a las autoridades peruanas. Las autoridades judiciales y policiales no quieren perder el tiempo en investigar la denuncia de las pequeñas tribus y el Gobierno peruano deporta a Pedro a Ecuador.

En su retorno a Ecuador, Pedro empezó a viajar alrededor de la región, incluso frecuentemente se detiene en Colombia. Las autoridades pronto empezaron a relacionar un acrecentamiento en casos de personas desaparecidas, más concretamente a muchachas jóvenes, sin embargo, rápidamente concluyeron que se estaba produciendo debido al crecimiento de la demanda de esclavos sexuales y trata de blancas.
En abril de 1980, una riada inunda Ambato cerca de Ecuador y esto causó que las autoridades tomaran de nuevo al archivo de casos de las personas desaparecidas cuando las aguas rabiosas desenterraron los restos de cuatro niñas. Mientras era difícil por los especialistas determinar las causas de las muertes, concluyeron que las muchachas que habían encontrado, obviamente alguien se había tomado las molestias de esconder sus cuerpos a ojos entrometidos.
Días después de la riada, una mujer de la localidad, Carvina Poveda, se dirigía a realiza sus compras a un supermercado local con su hija Marie, de 12 años de edad, cuando un hombre desconocido intentó raptar a la muchacha. Carvina pidió ayuda para detener al hombre que trataba huir del supermercado con su hija en brazos. Comerciantes locales acudieron rápidamente a prestar su ayuda, capturaron al hombre antes de que pudiera escapar y lo retuvieron hasta la llegada las autoridades.
Pedro se encontraba muy tranquilo cuando la policía llegó a la escena. Cuando regresaron a la comisaría principal con su sospechoso, su primera conclusión fue que tenían a un loco en custodia.
Una vez en la oficina principal de la comisaría, Pedro se negó a cooperar con las autoridades y permaneció en silencio en todas las preguntas del interrogatorio. Los investigadores pronto se dieron cuenta de que tendrían que emplear una estrategia diferente para hacer hablar a su sospechoso. Uno de los funcionarios pronto sugirió que llamaran a un sacerdote, el Padre Córdoba Gudino, que conoció en prisión y mantuvo conversaciones en una celda con Pedro. El diseño de la estrategia de la policía era que el Padre Gudino se ganara la confianza del sospechoso y reconociera sus crímenes.
Al momento, Pedro empezó a hablar, y al día siguiente, ya había revelado actos tan repulsivos de violencia al Padre Gudino, que este no pudo oír ninguno más y pidió que le sacaran de la celda. Las siguientes y breves entrevistas con el Padre Gudino, proporcionaron a los investigadores pruebas contra Pedro acerca de las recientemente evidencias de asesinatos y maltratos. Pedro confesó a los investigadores que había asesinado por lo menos a 110 muchachas en Ecuador, 100 en Colombia, y "muchas más de 100" en Perú.

"A mí me caen bien a las muchachas en Ecuador," dijo, "son más dóciles y más confiadas e inocentes, no son como las muchachas colombianas que sospechan de extraños."
En el curso de sus confesiones, Pedro justificó sus crímenes a su dura vida y a una adolescencia difícil y solitaria. "Perdí mi inocencia a la edad de ocho años" explicó, "así que decidí hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera."

Cuando se le preguntó cómo seleccionaba y convencía a sus víctimas para después cometer sus crímenes, Pedro explicó que a menudo buscaba sus blancos con "una mirada segura de inocencia." Siempre buscaba sus víctimas a la luz del día, porque no quería que la oscuridad escondiera sus verdaderas intenciones de matarlas.

Cuando se le preguntó que hacía con estas víctimas, Pedro explicó que primero violaba a su víctima, y entonces la estrangulaba mientras miraba fijamente sus ojos. Quería tocar el placer más profundo y de la excitación sexual más profunda antes que su vida se marchitara. Siguió declarando que el horror continuaría aun después de su muerte.

Policía estaba inicialmente escéptica ante las espantosas confesiones, casi increíbles de Pedro, los enlaces con Perú y Colombia eran incapaces de demostrar lo contrario. Como Pedro se dio cuenta de que investigadores dudaron de las pruebas de sus demandas, ofreció llevarlos a varios lugares donde él mismo había enterrado a los cadáveres por todas partes del país. Los investigadores estuvieron de acuerdo y dispuso el diseño de un plan de acción.

Los siguientes días después de su confesión inicial, se requiere a Pedro desde la comisaría principal para que pueda dirigir una caravana policíaca a sus sitios de enterramiento. Las dudas de los investigadores pronto empezaron a desaparecer cuando Pedro los llevó a un apartado área en la vecindad de Ambato, donde descubrieron los cadáveres de 53 muchachas, de edades comprendidas entre ocho y doce años. Durante todo el día Pedro los llevó a 28 nuevos sitios, y en cualquier lugar que realizaban excavaciones no se descubrieron otros cuerpos. Algunos de los investigadores opinaron que animales probablemente esparcieron los restos y las riadas habían “lavado” el terreno.

De regreso a la comisaría, se anotaron más de 57 cuerpos asesinados, de cualquier modo que Pedro repitió la cantidad de 110 como resultado de sus crímenes tal y como se registraron en sus confesiones. El director de asuntos de la prisión, Vencedor Lascano, más tarde explicó: "Si alguien confiesa autor de cientos de asesinatos y se encuentran más de 57 cadáveres, debemos creer lo que dice." Lascano también les dijo ese periodista, "pienso que su estimación de 300 es muy baja."
De cualquier modo, nunca se supo nada más de las declaraciones e investigaciones acerca de estos asesinatos. Lo que sí es conocido es que en 1980, se declaró culpable Pedro Alonso López del delito de múltiple asesinato y fue sentenciado a pasar el resto de su vida en prisión.
"Está parte del perfil," dijo una vez Robert Ressler, investigador criminalista del FBI. "De los asesinos múltiples muy a menudo se deben a obsesiones de algún género relacionadas con sus madres. Una relación de odio, en idioma popular. Estas madres, habitualmente no serán candidatas a madre del año. El hilo común parece ser el elemento sexual, madres que tienen muchos compañeros del sexo y el hijo es sabedor de esto. Por supuesto, los niños de prostitutas son los más probables prototipos si se les expone a este tipo de conducta, agresiva y desentendida por parte de la madre."
RICHARD CHASE.

 Richard Chase

"A veces oigo voces por teléfono... ignoro qué voces... amenazas. Suena el teléfono y alguien me dice cosas extrañas...que mi madre me envenena poco a poco y que me voy a morir. Me siento observado.. sé que alguien me vigila...."
"...si devoré a esas personas fue porque tenía hambre y me estaba muriendo. Mi sangre está envenenada y un ácido me corroe el hígado. Era absolutamente necesario que bebiera sangre fresca.."
Estas declaraciones, forman parte de una entrevista psiquiátrica a Richard Tranton Chase, un asesino diagnosticado esquizofrénico paranoide tras disparar, apuñalar, descuartizar, y beber la sangre de seis personas en 1987, ganándose el apodo de "el vampiro de Sacramento".
Desde muy joven, Chase es conocido por su conducta psicótica que alterna períodos de apatía con otros de agresividad. Esto, según algunos psicólogos estaría debido en gran parte a unos traumas infantiles por las constantes peleas entre su padre alcohólico y su madre, así como el posterior divorcio de éstos. A los 21 años, se va de casa para compartir piso con unos amigos. Allí, continuamente drogado, empieza a obsesionarse con la idea de que una organización criminal trata de acabar con él, hasta tal punto que clava con tablas la puerta de su habitación, entrando y saliendo de ella por un pequeño agujero que había hecho en el fondo de un armario de pared.

Poco tiempo después, se afeita la cabeza y acude asustado al médico alegando que su cráneo se está deformando poco a poco y los huesos de éste le agujerean la piel. Al mismo tiempo dice sentir que se muere porque alguien le ha robado la arteria pulmonar, y nota que su sangre no puede circular. Es internado en un psiquiátrico, saliendo de éste al poco tiempo, pese a la opinión de algunos médicos que lo consideran peligroso.
Una vez sólo, deja de tomar la medicación que le habían prescrito y su conducta comienza a empeorar, pues creyendo que su sangre se estaba volviendo polvo y que necesitaba otra más fresca para sobrevivir, se inyecta y bebe sangre de conejo, tragándose además crudas las vísceras de los animales...
Poco después cae gravemente enfermo, y los médicos tras percatarse de su obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una fuerte esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa.
Un año después, de nuevo en la calle, descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas afín de beber su sangre y vísceras mezcladas con Coca-Cola a modo de cóctel, estando convencido que a causa de la falta de sangre, su estómago se empieza a pudrir, su corazón disminuye de tamaño y que los distintos órganos se desplazan en su interior.
Fascinado por los crímenes de los asesinos Kenneth Bianchi y Angelo Buono, guarda celosamente todos aquellos recortes de prensa que los menciona y se compra una pistola de calibre 22 dispuesto a imitarlos.
A los 28 años, comienza una serie de crímenes disparando dos veces sin motivo alguno sobre un desconocido, que se convertiría en la primera de sus víctimas.
Su segunda víctima, una joven de 22 años, es salvajemente asesinada a pocos metros de su casa cuando se encontraba sacando la basura. Chase dispara tres veces sobre ella, y mientras agoniza, le abre el vientre para arrancarle los intestinos, que esparce cuidadosamente por el suelo. Luego, le corta el hígado, el diafragma, un pulmón y los riñones, colocándolos encima de una cama. En un ataque de histeria apuñala varias veces el cuerpo sin vida y tras beber su sangre, se pinta la cara con ella. Finalmente, como toque final a su "obra", defeca sobre la boca del cadáver y abandona la casa, satisfecho.
Cuatro días después comete el más sangriento de sus crímenes entrando en una casa elegida al azar y disparando a la cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años y un bebé de 22 meses. Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una habitación, sodomiza el cadáver, le arranca un ojo y bebe su sangre. Momentos más tarde, es sorprendido en su macabra carnicería por alguien que llama a la puerta mientras vaciaba el cráneo del niño, y huye a toda prisa llevándose el cadáver del bebé.
En su propia casa, decapita el cuerpo tras beberse la sangre y devorar el cerebro crudo.
Esa misma tarde, la policía descubre la matanza y comienza una serie de investigaciones por toda la ciudad registrando cada rincón de la ciudad tratando de atrapar al psicópata asesino.
Cuando tres policías llaman a la puerta del vampiro no obtienen respuesta, pero oyendo ruidos en el interior deciden de vigilar el apartamento.
Poco después, Chase sale de la casa con una caja de cartón bajo el brazo, que arroja al suelo para tratar de huir al ver a los agentes en la puerta. Su contenido se esparce por el suelo asombrando a los policías: se trata de ropa ensangrentada y trozos de cerebro humano...
El asesino es finalmente detenido. Al registrar su apartamento, se encuentran además de un espantoso olor a putrefacción, manchas de sangre cubriéndolo todo, huesos humanos en la cocina y el salón, un plato con restos de cerebro encima de la cama y la nevera repleta de recipientes con órganos humanos y animales en el interior.

En el juicio trata inútilmente de justificar sus macabros crímenes diciendo que unas voces de seres extraterrestres y otras criaturas lo acosaban continuamente obligándole a matar...
Finalmente es condenado a pena de muerte aunque su ejecución en la cámara de gas nunca sería llevada a cabo, pues Richard se suicida pocos meses después en su celda con una sobredosis de antidepresivos en diciembre de 1980.

KATHRYN SCHOONOVER

Kathryn Schoonover 

Kathryn Schoonover pudo haberse convertido en la mayor asesina en serie de nuestros días, sobrepasando con creces el "récord" del soviético Andrei Chikatilo, pues preparaba antes de ser detenida, un asesinato masivo con cianuro que podría haber llenado su lista negra con más de un centenar de víctimas... 
Aunque pueda parecer increíble y casi de ficción, esta mujer de 50 años fue arrestada el pasado domingo 23 de agosto de 1998 en Marina del Rey, California, tras ser encontrado en su poder más de cien bolsitas de plástico llenas de cianuro. Schoonover, preparaba las bolsas como si fuesen muestras de productos vitamínicos dentro de folletos publicitarios. Cada una de las bolsas iba incorporada a un folleto que promocionaba supuestas sustancias nutritivas, compuestos para mejorar el rendimiento atlético y para adelgazar (y tanto...). El incidente de esta tranquila localidad, situada a unos dieciséis kilómetros de Los Ángeles, obligó a poner en estado de alerta a todas las oficinas de la región. La terrible mujer pensaba enviar los sobres con cianuro por correo a destinatarios de todo el país, elegidos al parecer, al azar... Fue descubierta accidentalmente por un usuario de la oficina postal, al que llamó la atención ver cómo la sospechosa llenaba las bolsitas plásticas con polvos de un recipiente marcado con los típicos signos de peligro que identifican a las sustancias peligrosas, una calavera con dos huesos entrecruzados. Según se dijo más tarde, ninguno de los fatídicos sobres llegó a ser depositado en los buzones de Marina del Mar, pero se ignora si pudo haber comenzado los envíos en otras localidades...


Dennis Rader

DENNIS RADEREl 27 de junio Dennis Rader se declaró culpable de los diez delitos de asesinato atribuidos a BTK, El Asesino en Serie de Wichita, ante el Tribunal de Distrito del condado de Sedgwick (Kansas, EEUU). Rader renunció a su derecho a tener un juicio con jurado que valoraría las circunstancias agravantes o atenuantes de sus crímenes. A las nueve primeras muertes se les aplicará la ley que entró en vigor en Kansas en 1969, por la que se condena a un autor de asesinato en primer grado a cadena perpetua con la posibilidad de salir en libertad tras 15 años de confinamiento. En cuanto a la décima muerte, se produjo después de la aprobación de una nueva ley que estipulaba que, en determinadas circunstancias, los autores de un delito de asesinato en primer grado debían cumplir un mínimo de 40 años de estancia en prisión para tener la posibilidad de salir en libertad condicional. Su renuncia a pasar por un juicio implica que no va a ser un jurado el que valore esas circunstancias especiales relativas a la décima muerte que podrían mandarle cuarenta años a la cárcel y que, en su caso, sería un equivalente a cadena perpetua. De todas formas, no se le podrá condenar a pena de muerte porque se instauró en Kansas tres años después de su último crimen. Rader dijo que prefería no pasar por un interminable juicio para que, en cualquier caso, un jurado llegara a la conclusión de que era culpable. La lectura de la sentencia está prevista para el 17 de agosto.

La policía detuvo a Rader en febrero, treinta y un años después de su primer asesinato. Él mismo se ocupó de reactivar la investigación de sus crímenes en marzo de 2004 con el envío de una carta al periódico Wichita Eagle en la que afirmaba que había asesinado a Vicky Wegerle en 1986. Hasta entonces los investigadores creían que Nancy Fox, asesinada en diciembre de 1977, había sido la última víctima de BTK y pensaban que el asesino había dejado de matar por alguna circunstancia (cambio de domicilio, fallecimiento, ingreso en psiquiátrico o en prisión, etc.).
El asesino de Wichita siempre demostró un gran afán de notoriedad con el envío de misivas a los medios de comunicación y poco después de su primer crimen dejó una carta en la biblioteca de la universidad en la que se autobautizaba como "BTK (Bind them, Torture them, Kill them) Strangler", el "Estrangulador BTK" que, efectivamente, se ocupaba de "atarlos, torturarlos y matarlos".
Rader nació el 9 de marzo de 1945. Fue jefe de grupo de los Boy Scout y poco antes de su detención le habían dado un cargo directivo en la congregación luterana a la que pertenece. Está casado, tiene dos hijos y es funcionario.

BTK declaró que en sus ratos libres se dedicaba a circular por las calles con su coche para seleccionar a las nuevas víctimas potenciales a las que denominaba "proyectos". Eran sus objetivos próximos, a los que "vigilaba y perseguía" durante un tiempo antes de eliminarlos. Le gustaba ver en el buzón cómo se llamaban sus "proyectos", averiguar dónde trabajaban, qué solían hacer,... porque "cuanto más sabía de una persona, más confortable me encontraba con ella", según sus palabras.
Se compraba ropa especial para cometer los crímenes, que después tiraba, y solía llevar una bolsa de bolera en la que guardaba su particular "kit de asesinatos" con cuerdas, bolsas, esposas, precinto de embalar,...
Dijo que mataba movido por una fantasía sexual (que no especificó), aunque también señaló que probablemente el 'bondage' fue lo que le metió en problemas. (El 'bondage' es una variante del sadomasoquismo en la que lo primordial es atar a la víctima, según el redactor Jefe de Madrid que dice leer los anuncios de contactos de El País para estar informado de las nuevas tendencias).

Su carrera criminal comenzó con el asesinato de cuatro miembros de la familia Otero. Según su declaración judicial, había seleccionado previamente su objetivo. Había estado fantaseando sobre lo que le haría a Julie Otero o a su hija Josephine y, finalmente, el 15 de enero de 1974, a las 7.30 horas de la mañana, cortó la línea telefónica y entró en el domicilio familiar por la puerta trasera.
Les apuntó con una pistola y, "para tranquilizarles", dijo que estaba en busca y captura y que sólo pretendía comer y huir con su coche. Entonces, ató de pies y manos a los cuatro miembros de la familia que se encontraban en el domicilio. "Empezaron a quejarse" y el asesino le puso una almohada en la cabeza al padre "para que estuviera lo más cómodo posible", porque tenía una costilla rota de un accidente, según Rader. Después le puso una bolsa de plástico en la cabeza, atada con cuerdas, para asfixiarle.
A continuación le tocó el turno a la madre, Julie, a la que estranguló. Después se fue a por Josephine (a la que también estranguló) y cuando ya daba por muertos al matrimonio, se dio cuenta de que seguían vivos. Volvió a estrangular a la madre con una cuerda y le puso otra bolsa en la cabeza al padre, que había conseguido hacerle un agujero a la primera. Entonces, le puso otra bolsa a Joseph hijo y, en ese momento, se dio cuenta de que la niña tampoco había muerto con el estrangulamiento y se la llevó a la primera planta donde la ahorcó. Cuando estaban ya todos muertos tuvo "algunas fantasías sexuales", recogió sus cosas, se llevó el reloj del padre, una radio y huyó en el coche de la familia, que dejó abandonado en el aparcamiento de un centro comercial. Todo ello según su declaración en el Juzgado.

Rader declaró que había planeado el crimen, pero que perdió el control de la situación tras entrar en la casa. "Me entró pánico", dijo el asesino, pensó que el padre no iba a estar en el domicilio. "Yo nunca había estrangulado a nadie antes, yo realmente no sabía cuánta presión había que hacer, ni cuánto tiempo", añadió. Explicó que en el siguiente crimen, el 4 de abril de 1974, utilizó el mismo sistema y lo calificó como un "desastre total". Fue también un poco chapucero a la hora de liquidar a las víctimas y la cosa acabó a tiros con Kevin Bright, que consiguió huir. La que sí falleció estrangulada y apuñalada (porque tampoco le funcionó el estrangulamiento inicial) fue su esposa, Kathryn.

La siguiente víctima fue Shirley Vian, la única a la que no había seleccionado previamente. Lo intentó con otra chica, pero no había nadie en el domicilio y acabó llamando a la puerta de Shirley el 17 de marzo de 1977. Dijo que era un detective privado que trataba de localizar a un forajido. Apuntó a la mujer con una pistola y "para tranquilizarla" le explicó que tenía un problema con sus fantasías sexuales y que sólo necesitaba atarla. Encerró a los hijos en el cuarto de baño y asesinó a Shirley poniéndole una bolsa de plástico en la cabeza y estrangulándola, según su declaración. Shirley estaba enferma y vomitó cuando empezó a atarla, entonces Rader le dio un vaso de agua para "confortarla", según su declaración, y cuando se acabó el vaso, la mató. Los niños no paraban de gritar, llorar y golpear la puerta, y empezó a sonar el teléfono, entonces, recogió sus cosas rápidamente y se fue.

A Nancy Fox la estranguló el 8 de diciembre de 1977. BTK dijo que cortó el teléfono de su casa, entró y se escondió esperando a que ésta regresara. Le contó el mismo rollo que a la anterior, la esposó, se desnudó, se puso encima de ella, la estranguló con un cinturón y después se masturbó.

La octava víctima fue Marine Hedge, una vecina a la que asesinó el 27 de abril de 1985. Rader declaró que la veía arreglando el jardín, entrando y saliendo de casa, y así se convirtió en uno de sus "proyectos". Se coló en su domicilio y esperó hasta la noche para atacarla mientras dormía. Después de estrangularla, la desnudó y se llevó el cuerpo cubierto con una manta al maletero de su coche. Condujo hasta una iglesia Luterana y allí le hizo fotos al cadáver con una cámara instantánea, en distintas poses propias del "bondage", según sus palabras. Después volvió a cargar el cuerpo en el maletero y lo abandonó en un lugar escondido.

La siguiente víctima fue Vicki Wegerle, a la que estranguló el 16 de septiembre de 1986. En esta ocasión se hizo pasar por un trabajador de la compañía telefónica, ataviado con un casco y un maletín, para que le franqueara la entrada. Le dijo que la tenía que atar y ella "se enfadó", según el asesino. Consiguió soltarse los nudos y se pelearon, hasta que BTK la estranguló con una media de nylon. Le hizo unas fotos y se fue porque pensaba que su marido estaba a punto de llegar.

La última víctima fue Dolores E. Davis, que murió estrangulada el 19 de enero de 1991. Apareció en su casa en mitad de la noche y le contó el rollo de que estaba en busca y captura "para tranquilizarla" y que se dejara atar. Como en el caso de Marine Hedge, también se llevó el cadáver en el maletero y lo dejó debajo de un puente, según su declaración.

La estadística dice que los asesinos en serie empiezan a matar con 27 años y les detienen con 31 años, aunque siempre tiene que haber excepciones. Rader es uno de los pocos asesinos en serie que ha conseguido llegar casi a los 60 años estando en libertad sin, ni siquiera, despertar sospechas. Aunque el récord de senectud (y repugnancia) lo sigue ostentando Albert Fish "El Asesino Caníbal", al que juzgaron cuando tenía 65 años.
Dennis Rader empezó a matar antes que muchos famosos asesinos en serie que llevan años muertos o encarcelados (antes que Ted Bundy, Jeffrey Dahmer "El Carnicero de Milwakee", David Berkowitz "El Hijo de Sam" o Denis Nilsen). Empezó a asesinar cuando todavía no había acabado la Guerra de Vietnam, empezó antes de la muerte de Franco, antes de la Revolución de los Claveles, antes de que Videla tomara el poder en Argentina y antes de que muriera Duke Ellington o McDonald's abriera su primer restaurante en Londres. Cuando BTK empezó a matar ni siquiera existía el concepto de asesino en serie. En 1984, diez años después de su primer crimen, Ronald Reagan habló por primera vez de asesinos recurrentes porque el FBI había creado un departamento específico para perseguir a estos criminales, aunque el término asesino en serie nació en el New York Times en 1986, en boca del agente del FBI Robert Ressler. Entonces todavía se recordaban los asesinatos de BTK, por el pánico que causaron en Wichita en los años setenta, y en la mayoría de los miles de libros que se escribieron sobre "Asesinos en Serie", tras la definición de Ressler, se incluían sus crímenes. Durante este tiempo, seguramente Rader se ha leído unos cuantos manuales de la materia y le explicó al Juez su propia versión de las fases de los seriales: " Si lees mucho sobre asesinos en serie, pasan por lo que se llama diferentes fases. Una de las fases por las que pasan es… como ir de pesca. Básicamente, durante este tiempo estás buscando una víctima, y puedes estar lanzando el anzuelo durante meses o años. Pero una vez que te fijas en cierta persona, pasas a la fase de acecho, y puede haber varias, pero en realidad te centras en una persona. Básicamente, se convierten en… ésa es la víctima, o al menos eso es lo que tú quieres que sea."
BTK por fin ha conseguido ser famoso y ya no tiene ningún problema para que hablen de él en los medios de comunicación. Antes de declarar llamó a un canal de televisión para contarles que su mujer estaba pensando en el divorcio y para quejarse de sus abogados (aunque en el juicio dijo que estaba satisfecho con su defensa) y esta vez sí consiguió que retransmitieran su conversación. Por el contrario, en febrero de 1978 estaba indignado con la indiferencia de los medios y envió una carta a una cadena de televisión local en la que se preguntaba: "¿A cuántos tengo que matar para conseguir salir en los periódicos o algo de atención nacional?". En enero de ese mismo año había mandado al Wichita Eagle un poema dedicado a una de sus víctimas que se traspapeló.

RICKY KASSO. Ricky Kasso

Relacionado con un culto satánico tras asesinar a un compañero por no adorar a Satán.
Ricky Kasso era un joven de 17 años de edad que residía en Northport, Long Island. Lo apodaban "el Rey del Ácido" por su afición a las drogas alucinógenas.
En 1984, la policía de Northport recibe una llamada telefónica declarando que había sido hallado un cuerpo semi enterrado en un hoyo en el pequeño bosque de Aztakea. Un grupo de agentes se dirigieron al lugar con la intención de comprobar la veracidad de la llamada, y efectivamente, en los bosques se encontró el cuerpo de Gary Lauwers.
Por el elevado grado de descomposición del cadáver se estimó que debía llevar allí más de dos semanas. El hombre había sido apuñalado treinta y dos veces, de las cuales unas veintidós en la cara. Debido al mal estado del cuerpo, los agentes no podían asegurar el número exacto de heridas, pudiendo haber sido un total de cortes mayor al precisado.
La policía enfocó su investigación sobre dos jóvenes bastante conocidos en el mundillo policial por ser habituales consumidores de drogas y cometer actos de vandalismo propios de adolescentes. Se trataba de Ricky Kasso y su amigo James Troiano.
Los dos habían dejado la escuela secundaria, y ahora se dedicaban a vagar por las calles. Eran dos personajes curiosos, Troiano tenía el record de arrestos por robo, mientras que Kasso lo tenía por reunir los cargos más extraños. Su arresto más reciente había sido por haber profanado una tumba del siglo 19, en dónde robó un cráneo y una mano. Según sus declaraciones, los pensaba utilizar en un rito satánico.
Poco después fueron puestos bajo custodia, y en un interrogatorio casi de rutina ambos confesaron a los agentes haber cometido aquel asesinato. Decían que se habían unido a un grupo satánico local conocido como el "los Caballeros del Círculo Negro" que tenía alrededor de veinte miembros y era conocido por sus sacrificios animales a su dios Satán.
En un principio se asoció el crimen como parte de un rito satánico, en el cual habrían extraído los ojos de la víctima. Kasso declaró que estaba en el bosque con Lauwers y dos amigos, Quiñones y Troiano.
Dice que comenzó a sentirse extremamente agresivo, entonces comenzó a golpear a Lauwers hasta perder el control. Luego reconoce haber sacado un cuchillo del bolsillo y haberlo apuñalado gritando una y otra vez "Di que amas a Satanás". Como el agredido no contestaba más que "No, yo solo amo a mi madre", siguió ensañándose con él preso de la rabia hasta que lo mató.
Cuando vio lo que había hecho confiesa haber sentido miedo, pero en ese preciso momento dice haber escuchado el graznido de un cuervo que, en su mente, identificó como una señal de Satanás diciéndole que el crimen había sido en su honor y un hecho positivo para él.
Por otro lado, cuando James Troiano fue interpelado en el juicio por asesinato en segundo grado declaró que ni el grupo de satanistas "Los Caballeros del Círculo Negro" ni el satanismo en general habían tenido que ver con el crimen.
Él afirma haber sido tan sólo un testigo del asesinato junto con Alberto Quiñones. Y si bien el satanismo no había estado mezclado con el asesinato, admitió saber que Kasso seguía un estilo de heavy metal muy duro relacionado con el satanismo, pero que las drogas habían sido el factor principal del crimen.
El acto que motivó el ensañamiento con la víctima había sido que Lauwers habría robado diez papelinas de droga a Kasso.
Cuando el joven se enteró, el 16 de junio, decidió darle una lección a Lauwers. Los jóvenes testigos aseguran que el percance de los ojos ha sido un hecho accidental, pues Kasso se los habría extraído durante el forcejeo que mantuvieron ambos con el cuchillo. Finalmente dicen haber recubierto el cadáver con hojas y haberlo abandonado en el bosque. En el juicio, Troiano mantuvo que él sólo había sido un testigo, y que no había participado en el asesinato. El jurado no lo declaró culpable.
Para enredar más todas estas declaraciones contradictorias, el 7 de julio de 1984 a la una de la mañana, Richard Kasso se suicida colgándose en su celda de la prisión de Riverhead, en Nueva York. Lo que verdaderamente pasó esa tarde en el bosque de Aztakea sigue siendo un misterio. 
Unos años más tarde, en 1992, salía a las pantallas la película My Sweet Satán (Mi dulce Satanás), escrita, dirigida e interpretada por Jim van Bebber. Basada en la verdadera historia de Ricky Kasso.

HERMAN WEBSTER MUDGETT

Herman Webster Mudgett 

El 1° de mayo de 1893 se inauguró en Chicago la Exposición Universal, que debía reflejar el gigantesco progreso de la humanidad en las industrias y en las ciencias. Era la edad de la seguridad. Y del optimismo. Por esos días, abrió sus puertas en la ciudad de los vientos un fastuoso hotel. La obra fue proyectada por un tal Campbell y realizada bajo la dirección de un tal doctor Holmes. Ambos tenían un rasgo común: no existían. Habían sido creados por un tal Herman Webster Mudgett, quien recurrió a ese arbitrio para estafar a albañiles y proveedores de materiales de construcción y equipamiento del suntuoso establecimiento.
Si el aspecto exterior del edificio era por lo menos extraño, su interior era inquietante: toda su estructura estaba horadada por pasadizos secretos, trampas, espejos que permitían ver cuanto acontecía en las habitaciones, y hasta cañerías de gas colocadas debajo del parquet, que se accionaban desde el subsuelo y hacían posible que los huéspedes pasasen involuntariamente del sueño diario al sueño eterno.
Si los clientes hubiesen tenido oportunidad de echar un vistazo a los sótanos, seguramente se habrían marchado sin detenerse a recoger sus equipajes. Porque hubiesen descubierto un horno crematorio, una tinaja con ácido sulfúrico, una mesa de disección anatómica, con decenas de bisturíes, sierras y otras herramientas relativamente afines con la industria hotelera. Si nadie se preocupaba por las desapariciones, menos intriga despertaban las cartas falsificadas que enviaba a los familiares de sus huéspedes para que sus familiares o socios les girasen más fondos, porque lo estaban pasando bomba.

Con, probablemente, unas doscientas muertes sobre la conciencia, este Barba Azul sádico y obseso sexual puede considerarse, en la lista de premios de los grandes criminales, como una especie de "recordman" en todas las categorías. Su mansión del suburbio de Englewood en Chicago -el Holmes Castle- es aún hoy la casa de matar más sofisticada de toda la historia de la criminología.

El Dr. Holmes, cuyo verdadero nombre era Herman Webster Mudgett, nació en 1860 en Gilmanton, en una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. Muy pronto manifestó hacia las mujeres -y sobre todo hacia las mujeres de fortuna- el interés poco corriente que iba a hacer de él un auténtico donjuán del crimen.
A los dieciocho años, se casó con una rica joven llamada Clara Louering. Para pagar sus estudios de medicina, la arruinó, y después, una vez obtenidos con lustre sus diplomas en la Universidad de Michigan, la abandonó para irse a vivir con una guapa viuda que se complació en subvenir a sus necesidades gracias a las rentas de su respetable casa de huéspedes. Siendo ya médico, dejó sin pena a aquella segunda conquista, ejerció durante un año en el estado de Nueva York y fue después a establecerse en Chicago.
Alto, guapo, con aire distinguido, siempre elegantemente vestido, Mudgett tenía innumerables éxitos amorosos. Al llegar a su nueva ciudad no tardó en seducir a una joven encantadora (y casualmente millonaria) llamada Myrta Belknap. Para vencer las reticencias que la virtuosa señorita le oponía, tomó el nombre de Holmes, se casó con ella y, gracias a unas falsificaciones de escrituras, se apresuró a estafar 5,000 dólares a su familia política para hacerse construir, en Wilmette, una casa suntuosa.
Consiguió entonces, en las afueras de Englewood, la gerencia de una farmacia propiedad de una viuda excesivamente ingenua, de quien se hizo a la vez su amante y hombre de confianza. A base de falsificaciones de contabilidad y de malversaciones de fondos, logró hacerse dueño de la totalidad de los bienes de la desgraciada, después la hizo "desaparecer" y puso en obra su gran proyecto.
Para construir su castillo el Dr. Holmes recurrió a varias empresas. Estas nunca eran pagadas e interrumpían pronto sus obras. De esa manera, el propietario era el único en conocer detalladamente un edificio cuyo extraño arreglo habría podido suscitar la curiosidad.
La exposición de 1893 se estaba preparando y debía atraer a Chicago una muchedumbre considerable, entre la cual habría, por supuesto, multitud de mujeres guapas, ricas y solas. Ingeniosamente, Holmes decidió por lo tanto aprovechar aquella situación. Gracias a una serie de hábiles estafas adquirió un terreno y emprendió la construcción de un enorme hotel con aspecto de fortaleza medieval, cuya disposición interior concibió él mismo.
Cada una de las habitaciones de aquel extraño inmueble estaba provista de trampas y de puertas correderas que daban a un laberinto inextricable de pasillos secretos desde los cuales, por unas ventanillas visuales disimuladas en las paredes, el doctor podía observar a escondidas el vaivén de sus clientes y sobre todo de sus clientas.
Disimulada bajo el entarimado, una instalación eléctrica perfeccionada le permitía por otra parte seguir en un panel indicador instalado en su despacho el menor desplazamiento de sus futuras víctimas. Con sólo abrir unos grifos de gas, podía finalmente, sin desplazarse, asfixiar a los ocupantes de unas cuantas habitaciones.
Un montacargas y dos "toboganes" servían para hacer bajar los cadáveres a una bodega ingeniosamente instalada, donde eran, según los casos, disueltos en una cubeta de ácido sulfúrico, reducidos a polvo en un incinerador o simplemente hundidos en una cuba llena de cal viva. En una habitación, bautizada como "el calabozo", estaba instalado un impresionante arsenal de instrumentos de tortura. Entre las máquinas sádicas instaladas por el ingenioso doctor, una de ellas llamó particularmente la atención de los periodistas. Era un autómata que permitía cosquillear la planta de los pies de las víctimas hasta hacerles literalmente morir de risa.
El Holmes Castle fue terminado en 1892 y la exposición de Chicago abrió sus puertas el 1 de mayo de 1893. Durante los seis meses que duró, la fábrica de matar del Dr. Holmes no se desocupó. El verdugo escogía a sus "clientas" con mucha precaución. Tenían que ser ricas, jóvenes, guapas, estar solas y, para evitar las visitas inoportunas de amigos o familiares, su domicilio tenía que estar situado en un estado lo más alejado posible de Chicago.
¿Cuántas mujeres fueron violadas, torturadas y asesinadas en el castillo del Dr. Holmes? La cifra de doscientas es una aproximación verosímil. Seguramente por modestia, Holmes sólo confesó veintisiete, lo cual sería bien poco si se toma en cuenta la importancia de las instalaciones que había colocado.
Con el final de la Exposición, las rentas del hotel acusaron una caída brutal, y Holmes se encontró pronto corto de dinero. El medio más sencillo que imaginó para procurarse ingresos fue incendiar el último piso de su inmueble y reclamar a su asegurador una prima de 60,000 dólares, sin pensar un instante que la compañía podría muy bien hacer una investigación antes de pagárselos. Descubierto, nuestro doctor tuvo que refugiarse en Texas, donde se apresuró a realizar diversas estafas que lo llevaron por primera vez a la cárcel. Liberado bajo fianza, vuelve a salir unos meses después no sin haber puesto en pie una nueva operación criminal.
La idea era sencilla e ingeniosa. Un cómplice, llamado Pitizel, debía hacerse un seguro de vida en una compañía de Filadelfia. Se presentaría luego como suyo un cadáver anónimo desfigurado por un accidente. No habría más que repartir la prima que cobraría la Sra. Pitizel, mientras que el "muerto" iría durante algún tiempo a hacerse olvidar a Sudamérica. Para su desgracia, Holmes tuvo la mala idea de cambiar su plan y de matar realmente a Pitizel. Aquella solución tenía en su opinión la ventaja de ahorrarle la búsqueda peligrosa de un cadáver y, sobre todo, permitirle quedarse él solo la totalidad de la prima, deshaciéndose ulteriormente de la Sra. Pitizel y de sus hijos -lo cual, para él, sólo era un simple trabajo rutinario.

Muy cooperador acudió, pues, a la morgue para reconocer el cuerpo de su amigo, fue a Boston a buscar a la desdichada viuda y la trajo a Filadelfia para que cobrara su dinero. La denuncia de un antiguo compañero de celda, Marion Hedgepeth, vino a sembrar la duda en el ánimo de los aseguradores.
La policía hizo una investigación. Remontó con paciencia todos los eslabones de la cadena. Holmes confesó primero la estafa a la compañía aseguradora y, ante las pruebas abrumadoras reunidas en su contra, los asesinatos de Pitizel y de sus hijos.
Holmes fue condenado a muerte por el Tribunal de Filadelfia y ahorcado el 7 de mayo de 1896. Sólo tenía treinta y cinco años.
Ante el tribunal, Holmes afirmó haber asesinado a veintisiete personas a lo largo de su vida. Eso es poco creíble. El acusado disfrutaba burlándose de la justicia; confesaba, por ejemplo, el asesinato de personas que estaban vivas. Por lo tanto nunca sabremos con certeza el número de sus víctimas. A juzgar por los descubrimientos hechos en su castillo, es considerable. La cifra de doscientas es propuesta por los criminólogos como la más verosímil.

ADOLFO DE JESÚS CONSTANZOAdolfo de Jesis Constanzo

Desde el rancho Santa Elena, en la ciudad fronteriza de Matamoros, México, Adolfo de Jesús Constanzo y su banda transportaban semanalmente una tonelada de marihuana al país vecino... pero el lugar no era sólo un centro de distribución de drogas. En 1989 fueron acusados de asesinar a más de una docena de personas durante unos rituales de Palo Mayombe, un culto afroamericano.
Los "narcosatánicos" habían convertido el rancho en una verdadera casa de los horrores. El 9 de abril de 1989, la policía mexicana detiene en un rutinario control la camioneta que conducía David Serna Valdez, de veintidós años, a la altura del kilómetro 39 de la carretera de Matamoros a Reynosa en el rancho Santa Elena. En ella se encuentran restos de marihuana y una pistola calibre 38, por lo que el joven conductor es detenido. Tras unas horas de interrogatorio confiesa que pertenecía a una secta de "magia negra" y que utilizaban el rancho para realizar sus sacrificios rituales con seres humanos, además del narcotráfico.
Estas sorprendentes confesiones obligan a la policía a registrar el rancho, hallando allí otros ciento diez kilos de marihuana... y algo macabro: un caldero de hierro de hedor pestilente que contenía sangre seca, un cerebro humano, colillas de cigarros, 40 botellas vacías de aguardiente, machetes, ajos y una tortuga asada.
Alrededor de la casa, una fosa común con doce cadáveres descuartizados, a los que les habían extirpado el corazón y el cerebro en algún extraño ritual.
Entre ellos se hallaba el cuerpo de Mark Kilroy, un estudiante de medicina desaparecido en marzo de 1989 al que habían amputado las dos piernas y extirpado el cerebro, y con parte de cuya columna vertebral el líder del grupo se había fabricado un alfiler de corbata que le servía de amuleto.
Los agentes de la policía judicial detienen a un grupo de personas implicadas, quienes confiesan haber matado a esos individuos por orden del Padrino Adolfo de Jesús Constanzo, de veintisiete años de edad e hijo de un americano y una cubana practicante de la Santería y Palo Mayombe, en cuyas artes mágicas había sido iniciado desde que tenía tres años.
En 1980, Constanzo comienza a vender sus servicios como mayombero en Miami, trasladándose posteriormente a México en donde tiene un gran éxito con sus trabajos de magia negra. Su excelente reputación entre las altas esferas le sería debida a los poderes mágicos que le eran atribuidos, al misterio que continuamente le rodeaba y a su carismática personalidad.
Los rituales de purificación o limpias (ceremonias para limpiar malas energías negativas) y de protección, le proporcionan de ocho mil a cuarenta mil dólares entre sus clientes, la mayoría, importantes personalidades americanas.
Ávido por obtener más poder comienza a efectuar sacrificios en sus rituales, para dar mayor sensacionalismo y espectáculo, siempre ayudado por una joven divorciada que se convertiría en su musa y amante, la estudiante norteamericana de veinticuatro años Sara Villarreal Aldrete.
Sara se convierte en gran sacerdotisa del culto y participa activamente en todas las sangrientas ceremonias, además de reclutar a nuevos miembros y explicarles las actividades de la secta. Adolfo convence a los demás adeptos que serán completamente invulnerables a las balas y que tendrán el poder de hacerse invisibles si siguen al pie de la letra sus instrucciones: confeccionar una ganga o caldero mágico con unos ingredientes especiales, además de secretos, en los ritos de Palo Mayombe, como son la sangre y algunos miembros humanos mutilados, preferentemente cerebros de criminales o locos, a ser posible de hombres de raza blanca, pues supuestamente éstos son más influenciables por el verdugo (para el asesino la tortura a la víctima es un factor muy importante, pues el alma de la víctima debe aprender a temer a su verdugo por toda la eternidad con el fin de hallarse para siempre sujeta a él).
El rito termina cuando los participantes beben la sopa del caldero formada con la sangre de la víctima, su cerebro y los demás elementos que completan la siniestra ganga... lo cual les dará todo el poder que los criminales deseen.
Los detenidos revelaron además la existencia de otras sedes del grupo en otras ciudades mexicanas, en las que se descubrieron más delegaciones y sucedieron una serie de aprehensiones. A partir de ese momento más de trescientos policías participan activamente en la búsqueda de Constanzo y sus seguidores más próximos: Sara Aldrete, Álvaro de León Valdez, Omar Francisco Orea y Martín Quintana, quienes emprenden una huida durante tres semanas por todo México.
Constanzo intenta negociar con las autoridades mexicanas amenazando con revelar todos los nombres de los personajes conocidos que participan en su culto, pero esto pesa poco comparado con la atrocidad de sus crímenes y la policía se muestra intransigente.
Dichas negociaciones se mantuvieron en secreto durante mucho tiempo, por lo que más tarde saldría a la luz pública: que numerosos policías habrían estado implicados en la secta. Sintiendo que el fin de sus crímenes estaba cerca, Adolfo y sus cómplices se refugian en una mansión de las más lujosas del Obispado de Monterrey, protegida con un circuito cerrado con seis cámaras que vigilaban el jardín y accesos a la vivienda.
Mientras éstos eran perseguidos, las detenciones en distintas ciudades con narcosatánicos se multiplicaban. Finalmente, el 6 de mayo son descubiertos en el Distrito Federal por algunos agentes de la policía judicial que se hallaban registrando la zona y, sintiéndose acorralados, los cómplices del Padrino comienzan a dispararles desde la ventana de un edificio ubicado en la calle Río Sena de la Ciudad de México.
Al momento se presentan varias patrullas de refuerzo que pueden acercarse y llegar hasta el cuarto piso, desde donde disparaban. Dentro se encontraban Constanzo y los demás, quienes habían hecho un pacto de suicidio mutuo si no lograban deshacerse de los policías.
Al ver Constanzo la gran cantidad de agentes que les rodeaban y ganaban terreno a cada paso, desesperado, ordena a su compañero Valdez que le dispare con una ametralladora que le tiende, y Quintana, fiel a su líder decide suicidarse con él. Ambos se meten en un armario ordenando disparar a Valdez. Instantes después son detenidos sólo tres supervivientes, contabilizándose unos quince seguidores fieles de estos sangrientos cultos.
Según las aterradoras declaraciones de Sara a la policía, desde que conoció a Constanzo mantuvo una doble vida comportándose como una chica normal con sus amigos y familia, y como una fría asesina por otro.
Ella misma llegó a torturar a algunas víctimas, entre ellas Gilbert Sosa, un traficante de drogas.
Delante de los demás miembros del culto ordenó que se le colgase del cuello, con las manos libres para que pudiese sobrevivir agarrándose a la cuerda. Luego lo sumergió en un barril de agua hirviendo, mientras le arrancaba los pezones con unas tijeras.
Confesaría además otros crímenes brutales, como en el que uno de los miembros de la secta mantiene a la víctima con vida después de haberle cortado el pene, las piernas y los dedos de las manos. Le abre el pecho de un machetazo y le agarra el corazón sin desprenderlo, lo muerde a dentelladas mientras el moribundo lo mira agonizante.
Más tarde negaría su participación en los desquiciados rituales, asegurando que el Padrino la retuvo contra su voluntad al haberse descubierto la matanza de Matamoros. 
En la actualidad Sara Aldrete Villarreal purga una pena de cincuenta años por homicidio, sin siquiera sabe que su historia ha inspirado la "Perdita Durango" de Alex de la Iglesia, película estrenada en septiembre de 1997.

Peter  Kürten.

El temible "vampiro de Dusseldorf" está considerado como uno de los más sanguinarios asesinos en serie de todos los tiempos por los expertos criminólogos y psicólogos que han seguido su caso de cerca.
PETER KÜRTEN.
Nació en 1883 en Colonia (Alemania) en una familia tan pobre como numerosa (era el tercero de trece hermanos), y todos habitaban bajo pésimas condiciones en un espacio muy reducido y un ambiente familiar deplorable. Su padre, en el paro, era alcohólico y de muy mal carácter, pegaba frecuentemente a su mujer e hijos.
Cuando sólo contaba con ocho años, Peter hace una primera tentativa de fuga y se escapa de casa harto de los malos tratos...

Cuando su familia se traslada a Dusseldorf en 1884, se evade de nuevo y comienza a vivir como un vagabundo, de pequeños hurtos, dando muestras a tan temprana edad de instintos criminales: disfruta estrangulando ardillas y maltratando a los perros callejeros que se cruzaban en su camino, así como a otros animales para ver
correr su sangre, cometiendo además actos zoofílicos con ovejas a las que degollaba una vez alcanzado el orgasmo.
En una ocasión trata incluso de violar a una de sus hermanas más jóvenes. La primera condena la cumpliría en 1897 por robo, y así muchos más actos delincuentes que lo obligan a pasar cerca de veinte años entre rejas.
En 1913 comete su primer crimen sexual: viola y degolla salvajemente a Christine Kelin, una niña de 13 años. Años más tarde, cuando él mismo contaba con cuarenta, su vida parece dar un giro y contrae matrimonio con una mujer de buena familia.
Cambia de aspecto vistiendo con mucha elegancia y sencillez, se peinaba con brillantina (producto casi desconocido en Alemania en aquella época), usaba gafas, lucía un recortado bigote, e incluso usaba polvos faciales. Como la mayoría de los sádicos sexuales, Kürten parece llevar una vida normal como cualquier buen esposo. Trabajaba como conductor de camiones, y su mujer jamás sospechó que tras un hombre tan educado y atento como su marido podría esconderse el autor de crímenes tan sangrientos.
Entre 1925 y 1930 se suceden en la pequeña localidad alemana una serie de crímenes que estremecen y sensibilizan a toda la población, similar a la que padeció Londres en tiempos de otro conocido asesino: Jack el Destripador.
A pesar de que la policía alemana contaba con métodos muy por encima de los que disponía Scotland Yard en 1888, tardaron varios años en tener alguna pista del misterioso criminal a quién terminaron apodando unos "El Vampiro de Dusseldorf" y otros "El rey del crimen sexual".
Kürten tiene por costumbre el beber la sangre de sus víctimas y de matar animales cuando tiene sed. A veces se divierte incendiando las casas abandonadas, esperando ver arder algún vagabundo que durmiese en su interior.
De hecho, a su tercera víctima, una niña de nueve años llamada Rose Ohliger, la rocía de gasolina y le prende fuego para complacerse viéndola arder en una terrible agonía.
La policía, viendo por momentos su autoridad y reputación comprometidos, lleva a cabo continuas redadas y abundantes controles rutinarios a la busca y captura del feroz asesino. Incluso algunos grupos de delincuentes y bandas callejeras se unen a la "caza" del vampiro con tanto interés por detener la ola de crímenes como las mismas fuerzas de seguridad.
Hasta la fecha, se le inculpaban nada menos que ocho terribles asesinatos y catorce asaltos. Afortunadamente para todos, cometió un grave error en 1930 que le costaría su detención. Tras un atentado criminal fallido contra María Butlier, la mujer logra escapar y proporcionar una detallada descripción de Kürten.
Al mismo tiempo, éste se asusta al leer la prensa y ver su retrato robot en la portada de los periódicos, por lo que confiesa la totalidad de los crímenes a su esposa mientras charlaban, quitándole importancia a los hechos como si se tratase de simples travesuras infantiles. La señora en un principio se desmaya de la impresión, pero finalmente, asustada y asqueada pone las declaraciones de su marido en conocimiento de la policía. (quien tuvo que poner en libertad a algún detenido que coincidía con la descripción del verdadero asesino). Durante el juicio, se dedicó a escribir cartas a los padres de las víctimas en las que se disculpaba de una manera muy peculiar: alegando que él necesitaba beber la sangre lo mismo que otras personas necesitan beber el alcohol...

(Pese a que no disculpe en absoluto sus crímenes, lo cierto es que sí padecía de "hematodipsia", una patología que consiste en obsesión compulsiva por consumir sangre, bajo implicaciones sexuales.)

Finalmente tras una hora y media de deliberación, el jurado pronunció su veredicto de culpabilidad para Peter Kürten, quién fue sentenciado a nueve penas de muerte. (¡Según las leyes de la época, era posible condenar a más de una pena de muerte!).
Hasta el último minuto se creyó que iba a recurrir al veredicto para tratar de librarse de ser decapitado, pero el asesino no apeló y guardó la calma hasta el día de la ejecución con calma absoluta. Tan sólo se manifestó para pedir una última voluntad, y era que cuando lo decapitase el verdugo, le dejasen escuchar durante unos minutos cómo su propia sangre goteaba en el suelo...

El 2 de julio de 1931, a las seis de la mañana, en el patio de la prisión de Klügelpüts (Colonia), se cumplía su deseo.


DAVID BERKOWITZDavid Berkowitz

"Mis padres estaban constantemente preocupados por mi comportamiento extraño. Sabían que yo vivía en un mundo imaginario y no podían hacer nada contra los demonios que me atormentaban y controlaban mi mente..."
David nació el 1 de junio de 1953, fue un hijo no deseado de Betty Broder, quien lo abandonó, y fue adoptado por Nat y Pearl Berkowitz. Era un niño tímido y con baja autoestima que trataba de proyectar una apariencia autosuficiente, mintiendo y causando problemas. Su comportamiento alternaba momentos de extrema timidez, complejo de inferioridad y fuertes depresiones con arrebatos de ira y violencia desmesurada.
Su madre adoptiva murió en 1967 cuando él tenía 14 años, fue lo peor que le pudo pasar. Al no tener suerte con las mujeres, fue alimentando su odio contra ellas, además del recuerdo de su verdadera madre y lo que hizo con él confirmaba este odio.
La mente de Berkowitz no pudo asimilar tanta soledad y en su adolescencia comenzaron sus desdoblamientos (doble personalidad).
Queriendo mejorar su autoestima y al mismo tiempo vengarse de una sociedad en la que no terminaba de encajar, se compra un revólver. A los veintitrés años comienza una serie de crímenes. Sus asesinatos sembraron el terror en Nueva York entre 1976 y 1977, Berkowitz asesinó a seis personas y consiguió herir a otras siete.
El joven Berkowitz asesinaba sin razones, disparaba su revólver calibre 44 indistintamente a cualquier persona que se cruzaba en su camino, sin importarle raza, sexo o edad. A medida que pasaba el tiempo fue ganando una estremecedora seguridad en sí mismo que lo transformó en un personaje frío y sin escrúpulos, a la vez que negligente a la hora de llevar a cabo sus crímenes.
El 29 de julio de 1976, en el Bronx, N.Y., Donna Lauria de 18 años y su amiga Jody Valenti de 19, estaba dialogando en el interior del coche de Jody, enfrente de la casa de Donna. Era cerca de la 1:00 cuando un hombre se acercó al coche y sin pronunciar palabra, disparó cinco veces, matando a las dos jóvenes.
El 23 de octubre de 1976, Carl Denaro de 20 años, estaba en una fiesta con su amiga Rosemary Keenan, a las 2:30, él se ofreció para llevarla a su casa. Se estacionaron frente a la casa de Rosemary y comenzaron a hablar; de repente, un hombre se acercó al carro y disparó cinco veces, pero solamente hirió a Carl en la cabeza; Rosemary condujo buscando ayuda. Aunque Carl no murió quedó dañado para el resto de su vida.
Pasado un poco más de un mes de que ocurriera el último ataque, el 26 de noviembre de 1976, Donna Lamassi de 16 años, y su amiga Joanne Lomino de 18 años, regresaban del cine en la noche. Caminaban a casa de Joanne, cuando se dieron cuenta que un hombre las seguía, así que apuraron el paso. El hombre les preguntó "Saben en dónde está...", pero antes de terminar la pregunta les disparó; las dos chicas resultaron heridas. Donna estaría bien, pero Joanne quedó parapléjica.
Retrato robot y aspecto que tenía en el momento de su detención. Las cosas permanecieron normales por dos meses, hasta el 30 de enero de 1977, cuando Christine Freuna y su prometido John Diel, regresaban de una galería en Queens a las 0:30. No se dieron cuenta que un hombre los estaba observando y se acercaba al coche, el hombre disparó dos veces, y los dos disparos dieron en la cabeza de Christine; su novio salió corriendo buscando ayuda, pero los vecinos ya habían llamado a la policía.
La investigación del detective Joe Coffey descubrió que este asesinato coincidía con los de Donna Lauria, el ataque de Donna Lamassi y Joanne Lomino, ahora se daban cuenta que tenían frente a ellos a un psicópata con un revólver calibre 44; cabe mencionar que es un arma poco usual. Otro problema era que no se podía encontrar relación entre las víctimas.
El 8 de marzo de 1977, una joven llamada Virginia Voskerichian, regresaba de clases en la noche, cuando un hombre se le acercó y sacó un revólver calibre 44 y le apuntó a la cara. Virginia se cubrió con sus libros, pero una sola bala bastó para matarla. Un hombre presenció todo, pero cuando el asesino pasó frente a él sólo le dijo "buenas noches".
Como los investigadores temían; el 17 de abril de 1977 el asesino vuelve a atacar; Valentina Surani y su novio Alexander Esau se besaban en su coche. Eran alrededor de las 3:00 y un hombre se les acercó y les disparó 2 veces a cada uno. Los dos murieron, las evidencias decían que se trataba del mismo asesino, pero esta vez, el asesino había dejado una carta en la que se autonombraba "El Hijo de Sam" (Son of Sam). La carta estaba dirigida al capitán Joseph Borrelli, quien era uno de los principales integrantes de la operación Omega, que estaba tras el asesino del revólver calibre 44. No contento con ello, envía una carta al periódico New York Daily News que se encargaba de su caso, y en ella les agradece su atención y les promete que tendrán más de qué hablar.
El 31 de julio de 1977, una joven llamada Stacy Moskowitz y su novio Bobby Violante, regresaban de ver una película, y se detuvieron en el coche cerca de un parque. Bobby convenció a Stacy de que se bajaran a caminar, pero ella no parecía muy convencida, así que regresaron al coche. En ese momento un hombre se les acercó y les disparó; Bobby recibió dos disparos en la cara y Stacy uno en la cabeza. Horas después, Stacy murió, Bobby perdió el ojo izquierdo y sólo lograron salvarle el 20% de visiblidad en el derecho. Ese fue el último ataque de "Son of Sam" ya que un testigo logró identificarlo cuando huía del escenario del crimen.
El 10 de agosto de 1977 la policía tiene las pruebas suficientes para detener a David Berkowitz. A las 19:30 un hombre salió del edificio donde vivía Berkowitz, con una bolsa de papel en la mano. Se aproximó a un auto, y fue el momento de la detención. Le ordenaron detenerse. El oficial preguntó: "¿Ahora qué te tengo; dime, a quién tengo?", "tú sabes", dijo el hombre sonriendo, "soy el hijo de Sam, David Berkowitz".
Confiesa todos sus crímenes, pero trata de alegar locura afirmando escuchar la voz de un demonio de 6,000 años reencarnado en "Sam", el perro de su vecino, el cual le daba órdenes de matar. Los psiquiatras lo diagnostican como esquizofrénico paranoide de personalidad antisocial. Berkowitz es juzgado culpable y condenado a cadena perpetua, con una pena de 365 años en una cárcel de máxima seguridad.
Una vez en la cárcel, reconoce haber formado parte de un culto satánico relacionado con Charles Manson, y asegura que sus crímenes no los cometió solo, sino que habían sido varios los tiradores con un calibre 44. "me fascinaban los temas relacionados con la brujería y el ocultismo. En 1975 conocí a unos tipos que parecían simpáticos. Eran satanistas. Ingenuamente me uní al grupo, y empecé asistiendo a los rituales. Al principio no era más que un simple participante, pero muy pronto me convertí en un verdadero adorador del Diablo. Mi cuerpo y mente le pertenecían, yo me estaba convirtiendo en una máquina de matar".
La policía neoyorquina venía ya sospechando que detrás de todos esos crímenes se hallase una secta satánica, y que Berkowitz no fuese más que uno de los adeptos de más bajo rango. La coartada perfecta para encubrir a los miembros de más posición.
Aún así, y como en la mayoría de estos casos, las mismas fuerzas de seguridad que se ocuparon del caso, trataron de ocultar todos aquellos datos que relacionaban el crimen con satanismo, siendo revelados al público más tarde gracias a las investigaciones del periodista Maury Terry.
En la prisión fue asaltado por otros reclusos y degollado, pero sobrevivió con una cicatriz de 56 puntos en el cuello.
BELA KISS



Bela Kiss

En 1916, en un pequeño pueblo Hungría llamado Czinkota fueron hallados alrededor de treinta cadáveres de mujeres en la casa de un misterioso hombre llamado Bela Kiss.
Bela había llegado a Czinkota con su joven esposa (quince años más joven que él) María, quién pronto ganó el favor de sus vecinos por su carácter amable y atento.
Kiss tenía dinero, de modo que cuando llegó al pueblo alquiló una casa y empleó a dos criados que pasaban la noche en sus propios hogares por deseo expreso del húngaro. Ambos hombres hablaban maravillas de su atención pero coincidían en que tenía gustos raros y era poco comunicativo. En general, la gente del pueblo le tenía por un hombre respetable y educado.
El húngaro solía viajar a menudo para atender diversos negocios, pasaba largas temporadas fuera de casa, los habitantes del pueblo se percataron de que durante aquellas ausencias María se veía en la casa con un joven artista llamado Paul Bihari (o Bikari según las fuentes).
Justo cuando aquellas gentes consideraron justo avisar de la infidelidad de Maria, Bela se encontró con la casa vacía y una carta de su esposa que le avisaba de su abandono. Los criados le encontraron llorando con la carta en la mano.
A partir de éste incidente, Bela despide a los criados y contrata a un ama de llaves.
Deprimido, pasa la mayor parte del tiempo en soledad, apartándose de la gente que le muestra su apoyo. Comienza a conocer mujeres a las que cita en su casa, prescindiendo del ama de llaves a menudo. Ésta observa que a cada cita acude una mujer diferente y se apena por su patrón, pues ninguna se queda a vivir con él; sin embargo, continúa teniendo esperanzas, pensando que en algún momento conocerá a la mujer definitiva.
Cierto día, Bela conversaba con el Condestable del pueblo, quien le comentó que quizás pronto entraran en guerra. Bela le invita a ver sus instalaciones en el sótano, que consistían en unos depósitos cilíndricos en los que había ahorrado gasolina (por su gran valor en caso de conflicto bélico). El oficial le felicita por su carácter previsor.
Por aquel entonces, los periódicos publican las continuas desapariciones de mujeres; la policía sospecha de un tal Hoffman, el cual también acabó desapareciendo.
Con el estallido de la primera guerra europea Bela fue disminuyendo sus viajes y sus citas, y éstas fueron definitivamente ya imposibles cuando fue reclutado para luchar. Bela alegó no poder enrolarse porque sufría del corazón pero tras hacerle una revisión médica descubrieron que la enfermedad era falsa y lo reclutaron. Antes de partir, le confía la llave del sótano al Condestable, para que hiciera uso del combustible en caso de que él muriera.
Cinco meses después el pueblo recibe la triste noticia de que Bela Kiss había muerto en un hospital militar de Belgrado.
El Condestable hizo pública la generosa donación del húngaro y se dirigió a la casa de Kiss con algunos soldados. Ya en el sótano, dos soldados intentaron mover alguno de los bidones, pero desistieron objetando que dentro había algo sólido y que pesaba demasiado. Los hombres abrieron el bidón y gritaron al unísono al descubrir a una joven desnuda, estrangulada con una bufanda de seda y conservada en litros de alcohol. Haciendo acopio de valor abrieron el resto de los bidones y en cada uno de ellos descubrieron cuerpos jóvenes, desnudos y asesinados del mismo modo conservados en alcohol. Sólo un bidón contenía gasolina.
En los días siguientes, se hallaron 10 cuerpos más enterrados en el jardín y 12 en un bosque cercano. También aparecieron, en el sótano de la casa, los cuerpos de María y su amante, estrangulados.
Bidones donde se encontraron los cadáveres de las chicas asesinadas por Bela Kiss sumergidas en alcohol para conservarlas en perfecto estado. En plena investigación, se confirma que el principal sospechoso de las desapariciones de mujeres, Hoffman, es en realidad Bela Kiss. Había mantenido correspondencia con más de 20 mujeres gracias a los anuncios matrimoniales de un periódico, los cuales le permitieron conocer la posición económica de las candidatas.
Un día, llegó a Czinkota la noticia de que Bela Kiss no estaba muerto, sino que había desertado. Consiguió intercambiar su identidad con un joven soldado; la diferencia de edad entre ambos ayudó a identificar al joven, pues Bela tenía más de 40 años.
Se hizo una búsqueda que no fructificó y se escucharon muchos relatos acerca de dónde se le podía haber visto, pero fue un desertor de la Legión Extranjera francesa quien dio seguramente la pista más fiable: el hombre dijo que había conocido a un tipo que alardeaba de haber hecho una fortuna asesinando a mujeres ricas.
La policía ya le había echado el ojo pero antes de echarle el guante y capturarle, Bela, con un sexto sentido y sin sospechar que estaba en el punto de mira de la policía, volvió a huir. Durante los siguientes años corrieron rumores de haber sido visto en Budapest, Francia o Nueva York, finalmente se supuso que se había exiliado en algún lugar de Sudamérica donde su aspecto moreno le haría pasar desapercibido. En cualquier caso, no se supo más de él, desapareció por completo.

CARL PANZRAM


Carl Panzram
Sin lugar a dudas Carl Panzram fue uno de los hombres más peligrosos de su tiempo, como ladrón y asesino serial tiene un lugar asegurado en la historia pero también lo tiene por ser una de las más visibles víctimas del fallido sistema penal norteamericano de principios del siglo pasado. Nació en un pueblito llamado Warren del estado de Minnesota el 28 de Junio de 1891. Hijo de John y Matilda inmigrantes de origen prusiano y de ocupación granjeros que como la gran mayoría de los de su tipo en ese tiempo, vivían casi en la miseria. Las jornadas de trabajo comenzaban con el amanecer y terminaban al anochecer sin que sus esfuerzos coronaran en riqueza. Tuvo cinco hermanos y una hermana, todos ellos honestos y laboriosos granjeros, características que Carl no compartía pues según propias palabras desde siempre había sido un ladrón y mentiroso.
Cuando tenía 7 años, sus padres se separaron. Aunque hablando con mayor exactitud, un día su padre salió de casa para no regresar jamás. Después del divorcio de facto, la familia enfrentó peores tiempos de estrechez económica. Panzram relata que sus hermanos por cualquier motivo y en cualquier momento agarraron la costumbre de apalearlo sin misericordia. El día que se introdujo en la casa de unos vecinos para robar dinero y pertenencias y fue descubierto por uno de sus hermanos, recibió una paliza tremenda hasta quedar desmayado. A causa de este primer gran robo, Carl fue enviado al reformatorio juvenil en 1903. Llegando al Minnesota State Training School el recibimiento fue de lujo: un oficial le ordeno al chico desnudarse por completo y procedió a revisarle el pene y el recto a la vez que le interrogaba acerca de sus costumbres sexuales. Básicamente deseaba saber si había sido fornicado o sodomizado y hasta si se había masturbado. Aquello fue el pequeño gran comienzo de lo que sería su vida en aquel sitio. A principios del siglo pasado las instituciones correccionales carecían de supervisión externa. Por lo que el gobierno y la vida interna eran asuntos completamente en manos de los encargados en turno. Lo cual implicaba la existencia y tolerancia de abusos que hoy día resultan inimaginables. Eso considerando que aún hoy día la vida en un reformatorio juvenil o en cualquier cárcel puede ser un infierno.
La enseñanza cristiana era impuesta con enorme severidad como parte del programa para reformar a los delincuentes. Cualquier falla o demora en aprender las lecciones era rápidamente castigada. Panzram carecía de instrucción escolar y fallaba seguido en las lecturas y en el aprendizaje por lo que muy pronto cayó víctima de palizas y reprimendas. Desde esos días la asociación entre cristiandad e hipocresía habría de cristalizar en su persona. En vez de conocer valores, ética o moral, fue acumulando odio y enojo hacia la sociedad.
Después de incontables castigos con cinturones, y palas de madera la venganza llegó a Panzram cuando gracias a un ingenioso dispositivo de su creación prendió fuego a uno de los edificios del reformatorio, mientras disfrutaba al máximo el espectáculo del fuego, instalaciones federales con valor de $100.000 dólares ardían hasta los cimientos. A fines de 1905 Carl Panzram compareció ante el comité de libertad del reformatorio, armado de la mayor hipocresía convenció a los miembros del jurado que era otro chico, ya reformado por las enseñanzas cristianas de los maestros del lugar. Pero según propias palabras "Había aprendido mas de como mentir, robar, incendiar y matar que otra cosa... aparte de que había conocido otros usos para el pene aparte de orinar y de otras cosas para las que podía servir el ano..." Cuando su madre lo llevó de vuelta a su casa, Carl Panzram era otra persona, se había tornado silencioso y oscuro. Sin embargo muchas otras preocupaciones poblaban la vida de su madre, que no podía lidiar con un chico rebelde y problemático. A pesar de las circunstancias, Panzram siempre guardó resentimiento contra ella. Al principio la señora contaba con el amor y respeto de su hijo, pero gradualmente estos se tornaron en desaprobación y odio pues "...ella era muy tonta para enseñarme algo bueno."
Negándose a trabajar incansablemente en la granja, Panzram convenció a su madre para enviarlo a otra escuela, sin embargo pronto comenzó a tener problemas con un maestro quien frecuentemente lo castigaba a cintarazos. Armó un plan para asesinarlo enfrente de todos y para tal efecto llevó una pistola a la escuela, pero en un forcejeo con otros muchachos, el arma cayó ruidosamente al suelo. Inmediatamente fue expulsado del lugar. Pocos días después y contando 14 años, Carl Panzram abandonó para siempre su granja de Minnesota para abrazar la vida de vagabundo. Trepó al vagón de un tren con rumbo incierto pensando que el propósito de su vida sería el de robar, engañar y hacer daño a todo aquel que se cruzara por su camino.
Pronto le ocurriría una nueva gran desgracia al jovencito Carl Panzram cuando un día se encontró con unos sujetos que acampaban quienes le prometieron conseguirle ropa limpia y un buen lugar para dormir. Pero antes de eso, le pidieron algo a cambio... y los cuatro hombres lo sometieron a una cruel violación tumultuaria sirviendo de absolutamente nada los lloros y las suplicas que externo Panzram. Si quedaba algo de humanidad, misericordia y simpatía en el espíritu del joven vagabundo, el vil acto al que fue sometido terminó por extinguir esos sentimientos para siempre. Durante mucho tiempo esta sería su vida, viajando de un lado para otro sin mas propósito que el de sobrevivir, durmiendo en vagones de trenes cargueros. Robando y pidiendo limosna para poder comer. Siempre cuidando su espalda de otros pordioseros y aún de los oficiales ferroviarios, hombres a veces de mayor cuidado que los propios vagabundos. En 1906 cae de nuevo en un reformatorio juvenil, esta vez del estado de Montana donde rápidamente adquiere reputación de criminal nato. Un día ataca brutalmente a un guardia a quien le había agarrado tirria de tantos maltratos que le propinaba. A la primera oportunidad cuando el guardia le dio la espalda lo golpeó en la cabeza con un tablón de madera. Por aquel acto recibió numerosas palizas y fue puesto bajo rigurosa observación. La única forma de salir del aprieto era escapar del lugar, propósito en el que se le unió un compañero llamado Jimmie Benson con quien finalmente lo logra en el año de 1907. Juntos viajaron con rumbo al este robando y quemando iglesias, actividad de primerísima importancia para Panzram que mostraba especial encono contra todo aquello que oliera a religión. Así se mantuvieron por cerca de un mes, cargados de dinero robado y armas hasta que decidieron tomar caminos separados.

En el invierno de 1907 Panzram aún siendo adolescente se encontraba tomando en un bar del pueblo de Helena en Montana, lugar por cierto donde la ley, era la del revolver y cuyos habitantes se componían de cazadores, peleteros y pescadores rudos. Dentro del tugurio escuchó un discursillo dictado por un reclutador de la armada. Esa noche y tras mentir acerca de su edad, Panzram se enlistó en la armada de los Estados Unidos y fue enviado al fuerte William Henry Harrison ubicado en una remota región de Montana. Desde el primer día de actividades fue acusado de diversos cargos por insubordinación. Durante el mes que perteneció al ejército fue encarcelado numerosas ocasiones por sus constantes ofensas y desobediencia crónica. Era imposible de controlar y con frecuencia aparecía en estado de ebriedad. Era simplemente imposible que Panzram se ajustara a cualquier clase de régimen disciplinario, fuera civil o militar. En Abril de 1908 fue descubierto cuando se había introducido a los almacenes del cuartel militar para robar diversas provisiones con las cuales planeaba desertar y luego venderlas. Entonces fue sometido a juicio en un tribunal militar que en aquellas épocas castigaba con excepcional firmeza los delitos cometidos por hombres del ejército. La sentencia final dictaba la expulsión de Panzram sin honores ni compensación y tres años de trabajos forzados en la penitenciaría federal de Leavenworth en Kansas y fue ratificada por William H. Taft, futuro presidente de los Estados Unidos que en ese momento fungía como secretario de Guerra.
Tras un paradisíaco viaje de 1000 millas en tren, encerrado sin alimento ni agua junto a otros criminales peligrosos, Panzram arribó a la prisión federal ubicada en las cercanías del río Missouri en medio de una vasta planicie de Kansas. Leavenworth era una vieja prisión usada durante la guerra civil para guardar prisioneros de guerra. Por aquella época había caído en abandono por falta de fondos y mantenimiento sin embargo los nuevos prisioneros eran empleados como fuerza de trabajo para remodelar y reparar las instalaciones del lugar. A mediados de 1908 y contando 16 años, Panzram cae en esa terrible fortaleza, donde era impuesta una férrea disciplina de silencio para los prisioneros. Aquella imposición era parte de los usos y costumbres penales que se creía idónea para reformar a los prisioneros. Todos los días los hombres debían formarse en los patios no importando el clima imperante y cualquier desobediencia al código de silencio era castigada rápida e implacablemente. Debido a su naturaleza rebelde e incorregible Panzram pronto se vio envuelto en graves problemas con los celadores. Eran frecuentes las palizas que recibía y prolongados los periodos de confinamiento en solitario a que era sometido. Pronto sintió desesperación por escapar del lugar y mientras tanto un día logra incendiar parte de las instalaciones sin que se le levantaran cargos formales. La vida en prisiones de este tipo era un frágil equilibrio de violencia y paz entre guardias y prisioneros. Los primeros imponían el orden y la disciplina por medio de golpes y torturas, pues no conocían otra manera de imponerse entre sujetos tan peligrosos como los que cuidaban. Panzram estaba sujeto a una bola de acero de 22 kilos que debía llevar a donde fuera y durante 10 horas al día todos los días de la semana picaba piedras. Este severo régimen hizo que se volviera muy fuerte y musculoso. Cada día que transcurría, su amargura y enojo se incrementaban y no veía venir la hora de salir para descargar su furia contra la humanidad. En 1910 es liberado de Leavenworth deseando solamente jamás volver al maldito lugar y sintiéndose la personificación del mal. A los 19 años, Panzram carecía de hogar, familia o amigos. Todo aquello estaba negado en su existencia. A pesar de su buena apariencia masculina y no siendo necesariamente homosexual no tenía ningún interés por las mujeres. Solo deseaba hacer daño, como una respuesta a todos los agravios recibidos desde su niñez. Durante años se mantuvo errante por Kansas, Texas llegando hasta California dejando una estela de robos, hurtos e incendios por doquier. Cualquier situación y lugar era el indicado para hacer maldades como dejar suelto el ganado o caballos. Si entraba a robar lo primero era encontrar las armas, luego incendiaba los lugares. Si la oportunidad se daba, tiroteaba ventanas, quemaba graneros, cobertizos, cabañas y hasta pastizales o parajes abandonados. Cualquier hombre que se cruzara en su camino y habida la oportunidad era asaltado y violado no importando raza, edad u otras condiciones. Bastaba que fuera un ser humano apto para dañarlo. Varias veces fue detenido por robo y tantas otras escapó de las penitenciarias. Se mantenía a salto de mata y cuando la situación se salía de control, trepaba al primer tren que pasara para alejarse del peligro. Una vez que iba en un vagón de tren en compañía de un par de vagabundos, ideaba violar al mejorcito de ellos cuando les cayó un oficial del tren, quien trató de extorsionarlos pero Panzram fue más astuto que todos y a punta de pistola le robó el reloj y dinero al oficial ferroviario. Acto seguido lo violó y con un poco de persuasión obligó a los otros vagos que hicieran lo mismo, tras lo cual los arrojó del tren para continuar solo hacia Oregon.
Pasaba el tiempo y Panzram únicamente conocía la mala vida siendo arrestado casi por todos lados en que caminaba. Los cargos variaban desde el típico robo, piromanía y sodomía. En el pueblo de Chinook en Montana lo agarran de nuevo y es sentenciado un año de prisión en la prisión de Deer Lodge a donde es ingresado el 27 de Abril de 1913 y se encuentra con su antiguo compinche Jimmie Benson con quien rápidamente planea el escape, sin embargo este último es transferido por lo que escapa solo en Noviembre del mismo año pero poco después fue recapturado en un pueblo vecino. Según sus palabras, no había trabajo en Deer Lodge y el lugar estaba pobremente administrado por lo que se dedicó a sodomizar a todo lo que se moviera. Su ferocidad y fuerza intimidaban al resto de los prisioneros quienes no oponían resistencia a sus odiosos abusos. Finalmente el 30 de Marzo de 1915 fue liberado antes que nada con los parabienes del gobernador del presidio. Como no conocía ninguna otra manera de vivir que no fuera delinquir casi a cada respiración, Panzram se mete en nuevos problemas con la ley en Oregon donde va a caer en la penitenciaría estatal del estado por ahí de Junio de 1915. Aquella prisión era gobernada con mano de hierro por un fulano de nombre Harry Minto que no reparaba en violencia y tortura para mantener a raya a los prisioneros. Más rápido que de inmediato los guardias conocieron de la rebeldía de Panzram que de nuevo en su vida, fue sometido a los peores rigores y castigos, como el aislamiento por semanas a puro pan y agua, ser colgado con cadenas en las paredes, trabajos forzados, palizas y hasta baños de agua a presión. También hizo de las suyas, incendiando algunas instalaciones e incluso ayudó a escapar a otro prisionero quien tiempo después se encontraría cara a cara con el señor Minto dándole muerte. Aquel extraordinario suceso provocó que las condiciones dentro de la prisión empeoraran. En Septiembre de 1917 logra escapar para ser arrestado nuevamente, puesto que Panzram ya tenía una bien ganada fama de criminal peligroso e incorregible. Mediante un anuncio un oficial lo reconoció y lo arrestó no sin antes batirse a plomazos. Estando en custodia Panzram no dejaba de pelear para liberarse. Finalmente en Mayo de 1918 se vuelve a escapar de la odiada prisión de Salem en un acto digno de un argumento hollywodense. En medio de una lluvia de balas se perdió entre los bosques para escapar en un tren. Tomó rumbo a la costa este de los Estados Unidos.
Panzram continuó su labor destructiva robando y quemando pequeñas iglesias por doquier pero siempre guardando precaución para no ser apresado de nuevo. En 1920 establece su base de operaciones en la ciudad de New Haven en Connecticut, lugar de mucha actividad y bullicio donde pasaría desapercibido para la policía y donde había mucho trabajo que realizar. Si no asaltaba al usual borracho en las noches, se ocupaba de violar jovencitos y si no, se metía a saquear residencias. Hasta que un día decide meterse e una residencia que lucía muy apetitosa, tal vez perteneciera a un aristrócrata. Una vez dentro comenzó la colecta de joyas, dinero y armas. Cual sería la sorpresa de Panzram cuando vio que estaba dentro de la residencia del entonces presidente Taft a quien por cierto el culpaba de haberlo mandado 3 años a Leavenworth cuando este fungía como Secretario de Guerra. El botín fue cuantioso por valor de $3,000 dólares y obtuvo una Colt calibre .45 del presidente Taft. Con esas riquezas se hizo de un yate con el que comenzó a navegar de aquí a allá como un pirata. Inmediatamente concibió un plan para delinquir a modo con su nueva faceta. Frecuentemente bajaba a las calles de los puertos que visitaba para reclutar marineros a quienes con cualquier promesa convencía para trabajar en su bote aunque fuera un día. Una vez que los incautos caían en sus garras, los emborrachaba o esperaba a que durmieran para robarlos, violarlos y matarlos. Se deshacía de los cuerpos atándoles piedras pesadas en el cuello y soltándolos en las aguas. Un día un fuerte temporal lo aventó a las rocas, apenas el y los dos marineros que estaban a punto de perecer en sus manos lograron escapar nadando a la orilla.
En 1921 y tras otras escaramuzas y presidios en Connecticut, Panzram huye del estado y aborda un buque mercante con el que termina en Angola, en ese entonces colonia Portuguesa. En territorio africano se emplea en una compañía petrolera, que por ese entonces exploraba yacimientos en aquellas tierras. Un día que estaba sentado sin hacer nada, por azares del destino llegó un niñito negro no mayor a los 11 años y no pasaron mas que unos instantes para que Panzram urdiera atacarlo. Mediante algún embuste lo llevó a un lugar apartado donde lo violó y asesino de un rocazo en la cabeza. Cuando Panzram se alejo de la escena del crimen el cerebro se escurría por los oídos del desafortunado negrito. Los habitantes de Lobito Bay, comunidad pesquera donde habitaba Panzram, sospechaban del extraño norteamericano, pero no hubo manera de demostrar nada. Poco tiempo después Panzram organizó una expedición para cazar cocodrilos río arriba y contrató 6 nativos del lugar para que lo asistieran. Adentrados en la jungla sacó su pistola y uno a uno fue terminando con sus vidas, según sus propias palabras aquel crimen fue de lo mas fácil siendo mas complicado matar chicos de 11 o 12 años como acostumbraba. Después de darles el tiro de gracia, alimentó a los cocodrilos con los cadáveres de aquellos infelices. Como había muchos testigos que lo vieron apalabrar a los seis negros, al regresar huyó del lugar. Luego de pocos días de estar a salto de mata por las costas africanas, llega a Portugal, sin embargo la policía local ya estaba al tanto de su racha de asesinatos en Africa así que en cuanto pudo abordó un buque de regreso a América. Para 1922 estaba de nuevo en los Estados Unidos.
En el extranjero le había resultado increíblemente sencillo asesinar personas lo cual le agradaba mucho a Panzram, tanto que pensaba dedicarse a ser un asesino a sueldo. Sin embargo su idea no prosperó y regresó a sus actividades de siempre. Cuando cometía algún crimen se alejaba del lugar lo más pronto posible ya fuera abordando un tren o pidiendo aventón en las carreteras. Su vida era estar huyendo permanentemente a un paso o dos de la policía. Sin reposo y jamás pisando poblaciones y ciudades más de lo necesario. Un ritmo de vida inimaginable hoy día y a pesar de todo, siempre furioso y sediento de violencia.
Tras unas cuantas semanas en suelo norteamericano, Panzram decide renovar su licencia de marino y arreglar los papeles de su viejo bote el Akista y procede a explorar los puertos para hallar un yate igual o parecido pues planeaba robarlo para después renombrarlo. Así recorre varios lugares sin hallar lo que busca hasta llegar al pueblo de Salem en Massachussetts, lugar donde hacía siglos enjuiciaban a las brujas. Dentro del pueblo se encuentra en una calle a solas con un chico con quien traba plática. Aquel niño había estado la mayor parte del día dentro del restaurante de un vecino y había salido por un encargo. Panzram le ofrece 5 centavos por cumplirle otro encargo. Juntos entran a una tienda de abarrotes y al salir le ofrece un viaje en el transporte del lugar. Pronto el inocente niño baja con Panzram en un paraje solitario. Después de tres horas de torturarlo y violarlo, lo asesina con una roca. Para silenciarlo le había retacado la boca con hojas de una revista. Lo tapa con algunas ramas de árbol y huye del lugar. Tras su horrendo crimen Panzram es visto a poca distancia por un par de residentes de Salem, más tarde declararían que vieron a un sujeto apresurado y nervioso alejándose del lugar con un periódico en mano. Tres días le tomo al pueblo hallar el cadáver de George Henry McMahon de 11 años de edad. ¿Por qué lo había hecho? Simplemente por el afán de cebarse con los inocentes y los débiles. Después de lo de Salem, viajo al norte a Nueva York y se mantuvo en movimiento por el área de Connecticut hasta que encontró el yate idóneo para robárselo. Una vez que tuvo uno de 38 pies en su poder, comenzó a navegar de aquí para allá demostrando gran destreza como marinero en toda condición y clima. Cualquier lado era bueno para asaltar yates o embarcaciones donde se hacía de joyas, ropas y armas que posteriormente vendía. Todo era ganancia fácil y redituable. Tan prolífico ladrón era Panzram que hasta bajaba del barco para meterse a casas y negocios y hasta se introdujo en el yate del comisionado de policía de New Rochelle, sustrayendo un revolver calibre .38 entre otros objetos de valor y dinero.
En Junio de 1923 Panzram entra al río Hudson y se había hecho de la compañía de un muchachito de 15 años que había conocido en un empleo temporal hacía meses. De nombre George Walosin, este jovenzuelo compartía el gusto por la sodomía con Carl Panzram, sin embargo este último cometió el error de violarlo. Luego, atraca en un pequeño muelle y se aventura en las poblaciones del lugar para ofrecer en venta el yate. Pronto un joven sujeto decide ver el bote para comprarlo. Este hombre en realidad planeaba asaltar a Panzram pero como entre agujas no se pican, llegado el momento quien terminó sometido y asesinado fue el supuesto comprador. Después de atestiguar los alcances del capitán O'Leary como tal se hacía llamar Carl Panzram, Walosin decide huir y salta a la primera oportunidad al agua para nadar a tierra firme. Reporta a la policía de los abusos cometidos contra su persona y las autoridades montan un operativo en el río hasta capturar al elusivo pirata O'Leary.
El largo brazo de la ley alcanzó a Panzram el 29 de Junio de 1923 y fue puesto a disposición de la comisaría de Yonkers City donde permaneció unos cuantos días antes de ser confinado por tratar de escapar del lugar. Entonces busco la ayuda de un abogado local cuyo apellido era Cashin. A este abogado le prometió que si lo sacaba de la cárcel le pagaría con el yate, el cual valdría varios miles de dólares. El abogado se apresuró a tramitar la fianza que pagó con sus propios recursos y a los pocos días el capitán O'Leary fue liberado. Claro que Panzram nunca regresó con el abogado para arreglar las cosas, cuando Cashin trató de registrar el bote, se descubrió que era robado. Entonces la policía confisco el yate y además la fianza quedó perdida.
Después de su graciosa huida, Panzram se dirigió al sur de Connecticut, área donde se movía con comodidad, con el firme propósito de robar otro barco y esta vez navegar hacia Sudamérica. Para capitalizarse se dedicó a robar transeúntes de la ciudad de New Haven cuando la noche del 9 de Agosto de 1923 se topó en la calle con otro muchachito que iba solo. Lo sometió a punta de navaja y lo condujo a los bosques cercanos. Una vez ahí le aplicó el mismo tratamiento que al joven McMahon, violándolo sin piedad hasta que ya satisfecho procedió a estrangularlo con el cinturón que llevaba el chico de origen judío. Según sus declaraciones, Panzram disfrutó de esta fechoría como ninguna otra. Dejó el cuerpo ahí tirado y se retiró del lugar tan tranquilo que nadie notó nada extraño al verlo caminar por la carretera. Este crimen permanecería en el misterio hasta que Panzram lo confesó muchos años después.
Después Panzram se dirigió a Manhattan donde se empleo como empleado de limpieza en un buque que partiría a China, sin embargo antes se emborrachó y participó de una trifulca entre marineros y fue expulsado de la expedición. Sin dinero y con hambre se sube a un tren con dirección al pueblo de Larchmont sitio de lujo y esparcimiento para la alta sociedad de la región. Una noche de Agosto de 1923 Panzram se introdujo en los depósitos de la estación de trenes para robar. Había usado un hacha que encontró cerca del sitio para romper una ventana. Para su mala ventura, fue descubierto por un oficial que efectuaba su rondín nocturno. Tras un feroz forcejeo, el oficial Richard Grube arrestó a Panzram que fue incriminado con otros tres cargos mas por robo y la fianza le fue impuesta por $5,000 dólares. En este punto Panzram decide comenzar a hablar y declara ser fugitivo del estado de Oregon donde aún debía purgar 14 años de prisión. La policía conocía de ciertos hombres que comenzaban a declarar en demasía con el propósito de ser transferidos a otros sitios sin embargo deciden enviar telegramas a Oregon para averiguar. La respuesta fue que Jeff Baldwin alias de Panzram al momento de su encarcelamiento en Oregon era requerido por la justicia del estado. La suerte del criminal llegaba a su fin.
Pocas semanas después de su arresto, la corte de Larchmont lo sentenció a 5 años de prisión por los robos cometidos en aquella jurisdicción. A pesar de que Panzram había intentado una negociación con el fiscal para recibir una sentencia menor a cambio de declararse culpable. Entonces fue enviado a la famosa prisión de Sing Sing pero no permanecería ahí por mucho tiempo pues fue enviado a la prisión estatal de Clinton, lugar a donde eran enviados los criminales más peligrosos e incorregibles. Gobernado y mantenido por sucesivas familias de celadores locales, Clinton era famosa por la rudeza y crueldad conque eran "reformados" los reos. Dannemora, el agujero infernal era como se conocía comúnmente dicho sitio. La población de reos era considerada un puñado de animales a quienes había que tratar acorde a ello. Los guardias estaban armados de bastones de acero que usaban para someter cualquier insubordinación por mínima que fuera. Bajo el implacable yugo de los guardias, numerosos reos sufrían de colapsos nerviosos y entonces eran enviados al hospital mental donde eran arrojados ante una población de dementes y eran olvidados tras una muralla de negligencia y burocratismo.
Luego de unas semanas Panzram intentó armar un incendio, pero el dispositivo que había colocado fue desmantelado por los guardias. Intentó asesinar a otro de ellos dándole un tablazo en la cabeza y claro esta, también intentó escapar del lugar. Trepó una de las paredes de la prisión y cayo casi de una altura de 10 metros a una plataforma de concreto. Se rompió ambas piernas y tobillos y tuvo lesiones en la espina dorsal. A pesar de sus graves lesiones fue aventado a su celda sin ningún tratamiento médico. Ni siquiera yeso o tablillas le fueron colocados. Tras 14 meses de agonía en que nadie lo ayudo fue operado perdiendo un testículo a causa de los daños sufridos. A pesar de esta larga odisea, Panzram no se corregía en lo absoluto, pues tiempo después de su cirugía fue hallado sodomizando a otro prisionero por lo cual fue arrojado al confinamiento donde sus sufrimientos se multiplicaron siendo ignorado por absolutamente todo mundo. Nada que hiciera o pidiera tenía una respuesta positiva. Tras años de padecer este aislamiento Panzram enloquece de furia y resentimiento. Elabora planes para armar matanzas masivas. Como soltar arsénico en un río para asesinar a todos los pobladores sin excepción. Finalmente tras 5 años de habitar las entrañas del infierno, Panzram es liberado de Dannemora. Lleno de profundas cicatrices físicas y mentales este asesino en serie toca de nuevo el mundo.
Y por enésima vez Panzram robó, incendió y asesinó al menos a un sujeto como parte de su venganza contra el mundo hasta ser capturado de nuevo. Durante su presidio en Washington finalmente comenzó a cantar la verdad. Los guardias pronto notaron que el reo Charles Panzram frecuentemente hablaba de haber asesinado niños. Comenzó una extensa averiguación en diferentes jurisdicciones para clarificar la información. Pronto surgieron los datos que corroboraban las aseveraciones del reo. Cuando fue registrado en la cárcel un joven guardia recién ingresado al servicio y de nombre Henry Lesser preguntó a Panzram ¿cuál es tu crimen? a lo cual respondió "Lo que yo hago es reformar personas..." Pasaron algunas semanas en que el joven Lesser notó el extraño comportamiento de Panzram quien raramente entablaba conversación con los demás. Mientras tanto, éste último no perdía el tiempo y raspaba el concreto alrededor de las barras de su ventana con el fin de escapar, pero fue delatado por otro prisionero. Entonces es sometido a las usuales torturas en boga. Esta vez Panzram maldijo inclusive a sus padres por haberle dado la vida. Por el paso de los años en una vida pendenciera y sin rumbo. Sometido a las más salvajes torturas y condiciones carcelarias de su tiempo el legendario criminal Carl Panzram decide confesar absolutamente todo. Día tras día aporta datos de sus fechorías, en especial la violación y asesinato de los jovencitos McMahon y Alexander Luszzock. Por alguna razón Lesser se compadece del rabioso y odiado criminal y en un gran gesto de su parte se convierte en su único confidente en la prisión. Un día le da un dólar para que Panzram comprara cigarros y comida. Pronto ambos hombres se hacen amigos y Lesser convence a Panzram de escribir sus memorias. Aquella enorme declaración de más de 20,000 palabras abarca toda la carrera criminal de Panzram incluyendo descripciones de todas y cada una de sus encarcelaciones a lo largo y ancho del territorio. A pesar de la falta de comunicación entre agencias y prisiones de aquel tiempo, la mayoría de los datos aportados fueron corroborados. Estaban incluidos arrestos y alias usados desde 1900 hasta 1930. No solo habló de su vida, sino también del sistema penal norteamericano al cual propinó acres críticas, tachándolo de inútil y nocivo. Uno de sus lemas más recurrentes era que la fuerza daba derecho. También aseguraba que por todos sus crímenes no guardaba arrepentimiento alguno y que todas y cada una de las leyes de Dios y de los hombres en algún momento las había roto. Si hubiera nuevas leyes, con gusto las quebraba también.
Muy pronto de todas partes comenzaron a surgir ordenes de presentación contra Panzram y pronto comprendió que este era el final de su carrera delictiva. A principios de 1929 escribió la siguiente carta al fiscal de Salem, acerca del crimen contra el jovencito McMahon:
"Ya hice una total confesión acerca del asesinato de McMahon. Usted ha enviado testigos desde Salem para identificarme, lo cual han hecho a cabalidad. En ningún sentido cambio mi confesión del hecho. He cometido tal crimen. Yo solo soy el culpable... No solo he cometido ese asesinato sino otros 21 mas y puedo asegurarle ahora mismo que si alguna vez salgo libre y tengo la oportunidad, asesinare a otros 22 mas!..."
Fue llevado a juicio y el mismo fungió como su propio abogado, claro que lo hizo de la manera más torpe y burda que pueda haber, aterrorizando constantemente a los testigos y a los miembros del jurado. La sentencia llegó el 12 de Noviembre de 1928 y el juez Walter McCoy le dio 25 años de cárcel en Leavenworth, ante lo cual Panzram atinó a gritarle "Vaya a visitarme!..."
El 1 de Febrero de 1929 llegó Carl Panzram a la conocida prisión de Leavenworth y al serle leídas las reglas por el guardia principal declaró serenamente que asesinaría al primer sujeto que se metiera contra el. Y en efecto, así ocurrió cuando uno de los guardias la tomo contra el a la primera oportunidad lo masacró con una barra metálica. Estaban dentro de la lavandería, empleo que Panzram había solicitado dada su precaria condición física y después de terminar con la vida del oficial Warnkle Panzram entró en un frenesí de locura atacando al resto de los aterrorizados prisioneros que no podían escapar por la puerta pues estaba cerrada. Por los gritos y el ruido del desorden llegaron los demás guardias a poner orden en la masacre. Cuando llegaron vieron por las ventanas a Panzram armado de una barra metálica de varios kilos de peso, cubierto de pies a cabeza de sangre y con las ropas hechas jirones. Una vez que el sicótico prisionero se calmó abrieron la puerta y lo condujeron silenciosamente a su celda.
Por este terrible crimen fue llevado nuevamente a juicio. Esta vez ni siquiera solicito un abogado, ya no lo necesitaba. Durante su confinamiento en solitario continuó la comunicación con Lesser a quien le comentó que le faltaban cosas que leer, pero que en general era mucho mejor tratado que antes. Si tan solo así hubiera sido desde un principio el trato en prisión, tal vez muchas personas no hubieran sido robadas, abusadas y asesinadas de la manera en que había ocurrido. Al juicio fueron llevados como testigos guardias y prisioneros que contaron con lujo de detalles los acontecimientos del día en que fue masacrado el señor Warnkle. La sentencia fue la horca, no bien fue dictada por el juez, Panzram quedó inclusive agradecido y feliz. Al ser retirado de la sala y cuando todos dejaban el lugar aún se podían escuchar sus horribles carcajadas.
Antes de su ejecución no faltaron las almas caritativas que trataron de interceder por Panzram, como el doctor Karl Menninger que solicitó entrevista con el condenado a muerte. Pero Panzram amenazó de muerte a las asociaciones civiles que ya desde entonces se oponían a la pena capital. Durante la corta entrevista, el reo se mostró irritado y nada cooperativo. Para Menninger quedó claro que ese hombre era capaz de matar a quien fuera con tal de escapar si la menor oportunidad se presentara. Las opiniones del buen doctor fueron rechazadas tajantemente por Panzram quien dejó en claro que aborrecía cualquier intervención a su favor y que deseaba llegara ya la hora de su muerte para bien de el y de todos.
El 5 de Septiembre de 1930 a las 6 de la mañana y ante numerosos testigos de la prensa y la prisión, Panzram fue colgado y declarado muerto a las 6.18 a.m. Su cuerpo no fue reclamado y fue enterrado en un sepulcro del lugar. Hasta el momento de su muerte se comporto desafiante e incorregible como siempre. Subió alegremente los escalones hasta el cadalso. Tuvo tiempo de escupir y apresurar al verdugo. Según testigos pasó la noche en vela caminando por su celda y canturreando una canción obscena de su propia creación.
ARTHUR SHAWCROSS

Arthur Shawcross

Un asesino en serie suele exagerar el número de sus víctimas, o del mismo modo, confesar actos que no cometió. En el caso de Shawcross, éste fingía canibalismo y necrofilia con el fin de poder alegar locura, lo cual le haría irresponsable de sus actos.

Encarna de modo perfecto el talento de manipulación propio de los asesinos en serie, y también las fallas del sistema, pues fue liberado por la justicia después del asesinato de dos niños en 1972.
Afirmó haber sido víctima de abusos sexuales durante su adolescencia, que sufría psicosis heredadas por las atrocidades que había vivido en la guerra de Vietnam, y que esta psicosis adquirida le obligaba a cometer actos criminales; contó a los psiquiatras en una entrevista cómo había matado a una mujer y a una adolescente vietnamitas: "En un valle no lejos de Kontum, yo veo a una mujer y le disparo. No quedó muerta del todo y la até a un árbol. De una de las chozas sale una muchacha y la llevo para atarla con la otra. Son el enemigo, por lo que le corto el cuello a la primera."
"Como los vietnamitas son supersticiosos, clavo su cabeza en un poste, para que no vengan más. Luego corté la carne de la pierna de aquella mujer por el muslo hasta la rodilla, como un jamón, y lo asé en el fuego. No olía muy bien, pero cuando estuvo bien asada me puse a comerla..."
Como Jack el Destripador, atacaba a prostitutas a las que mataba sin remordimientos, haciendo reinar el terror en la ciudad de Rochester y sus alrededores. Shawcross estrangulaba a sus víctimas y dejaba sus cuerpos a orillas del río Genesse, o escondidas entre los matorrales.
En dos ocasiones hizo dudar a la policía si se trataba de un único asesino o dos, puesto que en dos ocasiones, las víctimas no correspondían con el perfil de las demás desafortunadas.
La falta de indicios da lugar a los rumores más singulares en un tema que no abandona las primeras páginas de los periódicos. Según algunos, trata de vengarse después de que una prostituta le hubiese transmitido el virus del sida. Otros creen que se trata de un policía que patrulla por las zonas de prostitución, y otros que simplemente mata a mujeres que le recuerdan algún trauma con alguna mujer o su propia madre. Otros, que pertenece a una secta de tipo protestante y quiere condenar a esas mujeres de la calle.
Las prostitutas empiezan incluso a colaborar con la policía para tratar de atrapar al asesino, pero ninguna pista da resultado. Finalmente las autoridades locales recurren al FBI, quienes establecen el perfil psicológico del asesino, y envían a un agente especial llamado Gregg McCrary, quien ordena investigar en profundidad los lugares en dónde se han hallado los cadáveres y los alrededores al río Genesse, intuyendo que el criminal podría volver allí para revivir la excitación de sus crímenes.
Por fin el, miércoles 3 de enero de 1998, una patrulla en helicóptero divisa a un hombre de unos cuarenta años de pie en un puente del lago Salmon, en Rochester. Bajo ese puente se veía también el cadáver de una mujer. En seguida dos agentes motorizados son enviados para atrapar al hombre. Se trataba de Arthur Shawcross, nacido el 6 de junio de 1945.
Estos le piden su identificación, y les muestra un carnet de conducir caducado, alegando que no ha tenido tiempo de renovarlo, pues acaba de salir de una larga estancia en prisión. Al comprobar su identidad, se enteran de que no miente, que está en libertad provisional tras haber estado quince años en la cárcel por el asesinato de dos niños en Watertown, su ciudad natal, uno de diez y otro de ocho años. Los agentes no creen que su presencia a pocos metros del cuerpo sin vida de una mujer sea fruto de una coincidencia, y lo detienen.
Cuando le juzgan, Shawcross trata de hacerse pasar por caníbal, de ser un demente víctima de abusos sexuales muy graves en su infancia. Dice que su madre lo sodomizó con el mango de la escoba rasgándole la pared anal, aunque no existen pruebas médicas que demuestren tal agresión. Culpa a la sociedad diciendo que le enseñaron a ser un criminal enviándolo a Vietnam, y que aprendió a matar y a mutilar mujeres en la guerra.
A las autoridades la actitud del asesino les parece extraña. Tranquilo, moderado, silencioso, no le interesa el saber por qué se le acusa. Explica tranquilamente su presencia en el puente por el deseo de orinar, pero nadie se lo cree, piensan que lo que Shawcross hacía en realidad era revivir la excitación del crimen contemplando su "obra" desde el puente y tal vez masturbarse.
Pero una serie de pruebas en su contra sirvieron para acusarlo: una prostituta declaró en su contra, dijo haberlo visto acompañado de una de sus amigas de profesión unas horas antes de que la policía encontrara su cadáver, objetos de las víctimas en el interior de su automóvil, y huellas de los neumáticos en los lugares del crimen.
Cuando fue condenado con anterioridad a veinticinco años de cárcel por el crimen de los dos niños, se había prometido a los padres de las víctimas que no saldría de prisión antes de haber cumplido toda su condena, pues aseguraron que la comisión encargada de dictaminar sobre la libertad condicional nunca dejaría volver a salir de la cárcel a un criminal como él, ya que estaba en la calle bajo libertad vigilada por un delito anterior.
Estas son algunas respuestas que dio durante los diversos interrogatorios a los que fue sometido durante su último juicio:
¿Te turba haber matado a Dorothy Keller?
- No, en absoluto.
¿Sientes remordimientos?
- No.
¿Por qué no enterraste el cuerpo de June Scott?
- Me habría gustado encontrar un gran hoyo y meter en él todos los cuerpos, para que estuvieran todas juntas.
¿Cómo hiciste para matarlas tan fácilmente?
-La mayor parte de las veces ni yo sabía que iba a matarlas. Además, me conocían y no esperaban eso de mí. Las atacaba rápidamente y las dejaba paralizadas.
¿Tuviste contacto con la policía durante las investigaciones?
- Siempre iba a comer a un sitio dónde iban a menudo policías. Hablaba con ellos para saber cómo avanzaba la investigación.
¿Te dabas cuenta de lo que hacías en el momento en que matabas a las chicas?
- Si, pero me daba igual. La rutina...
Mataste a mucha gente, Arthur, ¿nunca tuviste miedo de que te descubrieran?
- Nunca pensé verdaderamente en eso.
¿Crees que lo que has hecho es terrible?
- Sí.
¿Qué debería hacer la policía con alguien como tú?
- Meterme en la cárcel toda la vida. Si me sueltan volveré a hacerlo.

A pesar de que su abogado pretendía que el acusado sufre desórdenes psiquiátricos y complejos ataques de naturaleza epiléptica responsables de sus crisis de locura asesina, y que el mismo Shawcross juró y perjuró que estaba poseído por Ariemes, -un demonio caníbal del siglo dieciocho sediento de sangre- que se había encarnado en él, al término del juicio, Arthur Shawcross fue condenado a doscientos cincuenta años, culpable de homicidio en segundo grado por el asesinato de diez mujeres. El fiscal que presentó las pruebas, expuso sus reflexiones sobre el caso diciendo públicamente: "El asunto de Shawcross, que mató a mujeres con toda impunidad durante 21 meses, afectó a toda la comunidad. Los habitantes de Rochester se convirtieron de modo indirecto en víctimas de estos crímenes, porque no se atrevían a salir al saber que un asesino en serie actuaba en la zona. Hubo restaurantes, salas de espectáculos y bares que tuvieron que cerrar por falta de clientes. Se anularon congresos y reuniones, y eso sin olvidar el costo fenomenal de la investigación y proceso de Shawcross, que se calcula en más de millón y medio de dólares.
No estaba legalmente loco, pero tampoco era normal. ¿Qué le motivaba? Adoraba matar. Se alimentaba con violencia. Este caso puso de relieve ciertos defectos del aparato judicial. Nunca debió permitirse que saliera de la cárcel".
En muchas ocasiones se ha hablado del síndrome de Vietnam, que afecta a veteranos de esta guerra que no han podido superar las frustraciones de su readaptación a la vida civil. Muchos de ellos han recibido un entrenamiento especial para matar de diversas formas, y algunos incluso, se han retirado a zonas apartadas del país y viven completamente aislados conscientes del peligro que representan para sus conciudadanos.
Uno de los primeros casos de los que se tiene noticia de los afectados de este "síndrome" es anterior a la guerra de Vietnam. Se trata de Howard Unruth, veterano de la Segunda Guerra Mundial, asesinó a trece personas en Nueva Jersey, porque creía que "sus vecinos se reían de él". Aunque la paranoia suele ser el factor desencadenante de estos crímenes, en algunos casos los medios de comunicación o la influencia de algunas personas pueden llevar a cometer actos criminales. Es lo que se conoce en criminología como "aprendizaje social", un proceso de observación e imitación. Este es el caso de Michael Ryan, un joven de 27 años profundo admirador de Rambo, que en 1987 salió a la calle ataviado al estilo militar y mató a tiros a trece personas.

THEODORE KACZYNSKI.Theodore Kaczynski

Nació en Chicago el día 22 de mayo de 1942 y tenía un hermano menor que fue el que finalmente le denuncio. Su madre, Wanda, enviudó en 1990 cuando su marido, Richard, se enteró que tenía cáncer terminal y se suicidó.
Theodore Kaczynski fue profesor de matemáticas en la Universidad de California hasta que en 1970 decidió romper con la civilización, desde ese momento empezó su "cruzada" contra el progreso. Vivió completamente sólo en una cabaña en las montañas de Montana y desde 1978 hasta 1995 fue el hombre más buscado de América, su cabeza llegó a valer 1 millón de dólares y se le consideró el terrorista más peligroso del mundo.
Desde el año 1978 hasta 1995 colocó 16 bombas, resultando muertas 3 personas e hiriendo a otras 28. En estos momentos Theodore Kaczynski se encuentra cumpliendo una cuádruple cadena perpetua en Colorado.
Theodore Kaczynski luchaba y lucha por el regreso a la "vida salvaje" a través de "una completa y permanente destrucción de la sociedad industrial moderna en cada parte del mundo", argumentaba que el progreso nos destruiría a todos y pretendía con sus atentados dar toques de atención a las principales personalidades y empresas. Un equipo de especialistas del FBI interrogaron a 10.000 sospechosos y gastaron 50 millones de dólares en un intento sin éxito de detenerle. El FBI tuvo que admitir que era muy inteligente y un experto en manipulación de explosivos.
El primer dispositivo que colocó, una caja de cigarros que contenía cabezas de cerillas y detonadores, fue encontrada en el parking de la Universidad de Illinois (Chicago) el 25 de mayo de 1978. Esta bomba iba dirigida a un profesor del Instituto Politécnico de la Universidad, pero se reenvió a la Universidad de Northwestern donde explotó hiriendo a un vigilante de seguridad del campus que abrió el paquete por considerarlo sospechoso.
El segundo dispositivo explotó en la Universidad de Northwestern casi un año después, el 9 de mayo de 1979, hiriendo levemente a un estudiante. Pero fue la explosión de la tercera bomba colocada en la panza de un Boeing 727, un vuelo comercial entre Chicago y Washington realizado el 15 de noviembre de 1979, llevó al FBI a involucrarse en el caso. La bomba la activo con un barómetro casero que había sido modificado para funcionar como un altímetro. Cuando el avión alcanzó los 35,000 pies, el dispositivo completo un circuito eléctrico que encendió una masa de pólvora. La bomba casera comenzó a arrojar humo en el compartimento. Los pasajeros jadeaban para poder respirar cuando el humo alcanzó la cabina principal. Las máscaras de oxígeno salieron a cumplir su cometido y la tripulación comenzó a prepararse para un aterrizaje forzoso en Dulles International Airport, de Virginia. Los pasajeros y la tripulación fueron evacuados por la puerta de emergencia y doce de ellos fueron enviados al hospital para ser tratados por inhalación de humo.
Cuando la fuente de la explosión fue examinada, descubrieron una bomba casera - otra vez en una caja de madera - que había sido enviado por correo aéreo desde Chicago. Claramente, el bombardero no podía saber el vuelo que llevaría su paquete, así que las autoridades concluyeron que no era un ataque específico sobre American Airlines.
Esta tercera acción supuso que se conocieran las dos primeras, colocando a los federales en una larga e infructuosa búsqueda del "luddita letal" de América. Esta nueva situación no detuvo a Theodore Kaczynski que envió a Percy Wood, presidente de United Airlines, un libro bomba que le hirió el 10 junio de 1980. El ataque a Wood llevó al FBI a denominarlo con el nombre policial de "Unabomber" ("Un" proviene de University y de United Airlines objetivos iniciales de sus ataques).
La quinta bomba fue colocada en una clase de la Universidad de Empresariales de Utah, el 8 de noviembre de 1981. Nadie salió herido. Dos meses después el 5 de mayo de 1982 una bomba hirió a una académico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville.
El 2 de julio de 1982 "Unabomber" coloca una bomba en la Universidad de California. Durante la semana de vacaciones se encontró el paquete bomba en el suelo de la cafetería del Departamento de Ingeniería del Campus de Berkeley. Un profesor de electrónica resultó seriamente herido ya que su cara y manos se vieron muy afectadas cuando desenvolvió el paquete al confundirlo con un "instrumento de medición".
Tres años después ataca directamente a la Boeing Corporation dejando un paquete bomba en la sala de ordenadores, el 15 de mayo de 1985, que le hizo perder un dedo de la mano derecha al estudiante de matemáticas que lo abrió.

En menos de un mes, el 13 de junio de 1985, fue atacada por segunda vez la Boeing Corporation al recibir una bomba la oficina de Washington que fue interceptada antes de causar daños. Menos afortunado fue el ayudante de un profesor de la Universidad de Michigan, al abrir el paquete que iba dirigido al profesor el 15 de noviembre de 1985.
La siguiente bomba estaba disimulada bajo una tabla de madera y la colocó en un parking de California, al lado de un almacén de ordenadores, el 11 de diciembre de 1985. El encargado del almacén encontró la bomba y al cogerla la dobló resultando muerto. Esta es la primera acción en la que resulta muerta una persona.
El siguiente ataque fue otra vez en un almacén de ordenadores el 20 de febrero de 1987 en Salt Lake City. De nuevo resultó herido el encargado de la tienda. Una cajera aseguró haber visto a un hombre con un pasamontañas cerca del lugar, es la primera vez que el FBI está tan cerca de identificarlo. La valoración que hizo el FBI de los motivos que llevaban a "Unabomber" a colocar bombas hizo que se le viera como un "chiflado solitario" que actuaba guiado por cuestiones personales…
Después de que pasasen bastantes años sin obtener resultados, el grupo especial de operaciones del FBI dedicado a este caso fue temporalmente disuelto. Pasaron cinco años hasta que "Unabomber" colocó dos nuevas bombas, una el 22 de junio de 1993 en la Universidad de California que hirió a un genetista y la otra colocada dos días después en la Universidad de Yale, causa heridas graves al conocido programador David Gelernter.
En esta época "Unabomber" envió un comunicado al New York Times explicando que el autor de las bombas era el Freedom Club (Club de la Libertad), anarquistas anti-tecnología. Rápidamente se reconstituyó el grupo especial de operaciones del FBI dedicado a este caso pero no pudieron hacer nada por salvarle la vida a Thomas Mosser, directivo de Burson-Marsteller, la agencia de publicidad que intentó recuperar la buena imagen de la compañía Exxon después de la catástrofe medioambiental del Exxon Valdez. La bomba fue colocada en la puerta de la casa del directivo el 10 de diciembre de 1994, que al abrirla reventó su cabeza.
El 24 de abril de 1995, una pesada caja llegó a la sede de la Sociedad Forestal de California, creyendo que podía ser una bomba y cuando la secretaria del presidente de la corporación no pudo abrirla, se la dio a su jefe a pesar de que iba dirigida al "antecesor" de éste, William Dennison. El presidente de la Sociedad Forestal de California murió debido a la explosión.
Esta fue la última acción de "Unabomber". Dos días después, el 26 de abril de 1995, el Freedom Club envió una carta al New Tork Times. Creyendo que era otra bomba el personal del periódico entregó la carta sin abrir al FBI. La carta en realidad contenía un manifiesto.
"Unabomber" prometió que no llevaría a cabo más acciones si el manifiesto del Freedom Club "La sociedad industrial y su futuro" era publicado. "Unabomber" declaró "creemos que ha llegado el momento de publicar las ideas antitecnología". El New York Times accedió a publicar el manifiesto.
La detención de Ted Kaczynski se debió más a una cuestión de suerte que a la labor del FBI. Su hermano David Kaczynski fue quien le delató, recibiendo la recompensa de un millón de dólares que se ofrecía, la mitad la entregó a los familiares de las víctimas. David siempre había intentado seguir el ejemplo de su hermano hasta el punto de construirse una cabaña y abandonar la sociedad civilizada. Pero al pasar cierto tiempo abandonó esta idea y regresó a su vida anterior.
Durante el juicio Theodore Kaczynski rechazó a sus abogados por querer basar su defensa en una aparente enfermedad mental, y propuso que Tony Serra, un abogado celebre por defender a grupos radicales, llevase su caso. Tony Serra aceptó el caso sin cobrar pero el juez rechazó el cambio por considerar que era ya demasiado tarde.
Finalmente fue condenado a una cuádruple cadena perpetua a cumplir en una prisión de máxima seguridad. Acabando con una cadena de atentados que duraron 18 años y le convirtieron en el criminal más perseguido de América del Norte.
JOSE ANTONIO RODRÍGUEZ VEGA.



Jose Antonio Rodriguez Vega 

En su juventud, se había convertido en un agresor sexual, cometiendo varias violaciones en un número indeterminado, hasta que fue detenido e identificado como el célebre "violador de la moto". Fue condenado a 27 años de prisión, de los que cumplió solo ocho. Usando su poder de persuasión obtuvo el perdón de todas las mujeres que había violado menos el de una a la que no pudo engañar. No logró librarse de la cárcel, pero consiguió reducir su condena significativamente. A raíz de esa condena, su sorprendida esposa, le abandona y se lleva al único hijo de la pareja. Entonces él se buscó como compañera a una mujer disminuida mental.
Sigue con una vida conyugal claramente poco satisfactoria durante la que lleva a cabo una doble vida: se esfuerza de ser un marido modelo mientras es un violador al acecho.
José Antonio, joven, bien parecido, de maneras amables y gran seductor, es un hombre moreno de mirada penetrante, nariz aguileña y boca muy marcada. Además, se le suele caracterizar por un rasgo: su rostro de buena persona. Pero pese a su aspecto inofensivo, fue inculpado de al menos 16 asesinatos de ancianas, a las que previamente había violado.
A pesar de eso, durante un año (de abril de 1987 a abril de 1988), y sin la más absoluta impunidad, asesinó a dieciséis ancianas, aunque no se descarta algún otro crimen no denunciado. Finalmente, cometería algunos errores que acabarían delatándole: En la casa en la que mató a Margarita González de 82 años, la policía encontró signos de violencia en lo que otra vez parecía un caso de muerte natural.

En su siguiente crimen, otro error, nuevos signos de violencia, esta vez sangre en el cadáver de Natividad Robledo, una viuda de 66 años, que mostraba claramente haber sido violentada. A otra de sus víctimas de le encontró la dentadura postiza clavada dentro de la garganta. Finalmente, en una de las casas fue hallada una tarjeta con el nombre y dirección del presunto culpable... y poco después se producía la detención. La policía comprendió en fin que tantas muertes de ancianas no era una epidemia.
El 19 de mayo de 1988 José Antonio era detenido y confesaba sus fechorías a la policía. Cuando se registró su apartamento, la policía se encontró con un cuarto decorado en rojo en el que guardaba su secreto. Antonio tenía expuesta una colección de fetiches pertenecientes a sus víctimas, su particular museo de los horrores: joyas, televisores, alianzas, porcelanas, imágenes de santos, cada uno de ellos en memoria de los crímenes que había cometido...No lo guardaba por el valor de lo robado, sino por el valor que tenía para su morboso recuerdo. Este hombre es una persona muy ordenada, podemos decir que casi maniático del orden, y aquélla habitación parecía una pequeña exposición, los objetos estaban colocados casi expuestos, a manera de fetichismo. Sin embargo, durante el juicio celebrado en Santander a finales de noviembre de 1991, niega todo por lo que se le acusa, y dice que las 16 muertes por las que fue condenado eran debidas a causas naturales.
Rodríguez Vega se descubrió allí como un ególatra con afán de protagonismo que miraba fijo a las cámaras, sin huir ni taparse, deseoso de que se conociera su cara. Era sin duda el rostro de un asesino imperturbable, sonriente y cínico ante los insultos de los familiares de las víctimas, que alardeaba del perdón que le concedieron las mujeres que violó y de ser recibido después en las casas de esas mujeres.
También alardeó de no tener problemas sexuales, afirmando que hacía el amor todos los días. Luego, declaró que actuaba movido por un sentimiento de odio hacia su suegra y hacia su madre, a la que temía por un lado y por la que se sentía atraído sexualmente desde niño por otro. Los psiquiatras tuvieron que discernir si se trataba de un psicópata desalmado o de un ser humano con las facultades mentales perturbadas. Sus informes fueron concluyentes: "Conserva inalterado su sentido de la realidad y es capaz de gobernar sus actos, siendo resistente a los tratamientos, lo que ensombrece su pronóstico: su peligrosidad es muy alta". "Llegamos a la conclusión de que su imputabilidad era plena, porque su inteligencia era absolutamente brillante. Era un psicópata, con esa característica de ese grupo de psicópatas, esa frialdad clásica, sin remordimientos, no se conmueven, es un personaje verdaderamente hecho para el crimen..."
Estos informes psiquiátricos son determinantes, lo consideran un perverso sexual, una máquina de matar que distingue el mal, y por ello fue sentenciado a 440 años de cárcel, cumpliendo la pena máxima.
Desde entonces, ha ido de cárcel en cárcel estudiando derecho, pues sigue negando los crímenes y se ha empeñado en demostrar que es inocente;
En Carabanchel, José Antonio intimó con otro conocido asesino en serie español, Manuel Delgado Villegas "El Arropiero".
Los funcionarios de la prisión comentaban asombrados y divertidos por la situación, cómo entre ambos se había producido una macabra rivalidad entorno a cómo habían acabado con la vida de sus víctimas...
Incluso había concedido entrevistas en las que se enorgullecía de sus actos y pronunciaba frases del estilo:
“Todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madre".
"Yo digo 'hola' en un medio de comunicación y me pagan cien mil pesetas".
"Todas las víctimas me recordaban a mi madre y a mi suegra, que eran unas sinvergüenzas y veneno."
"Cuando recordaba a mi madre y a mi suegra me entraba una especie de excitación, de vergüenza inconsciente, de agresividad pensando en lo que me habían hecho. Tenía un temblor y escalofríos y me sentía llevado."
"Me sorprende cómo aún están vivas mi madre y mi suegra. Desgraciadamente, han pagado estas estimadas señoras."
"Con la mayoría de las ancianas que maté hice el amor con su consentimiento o me incitaron a ello."
"Tras hacer el amor o algunos manoseos les tapaba la boca a consecuencia del impulso que sentía, y desistía tras un rato."
"Desconocía si las ancianas quedaban vivas o muertas."
José Antonio, tiene 44 años, había llegado 48 horas antes a la prisión salamantina de Tropas, procedente de la prisión de Murcia. Desde que ingresara en prisión, el 24 de mayo de 1988, siempre estuvo calificado en primer grado, el reservado a los más peligrosos.
Jueves, 24 de octubre de 2002, sobre las nueve de la mañana de ayer, Rodríguez Vega salió al patio de la tercera galería del módulo de aislamiento acompañado de siete reclusos. A las once y cuarto, se desató una disputa entre el 'asesino de ancianas' y tres internos: FMG, que le golpeó con un calcetín en cuyo interior escondía una piedra, EVG y DRO, portaban sendos estiletes que clavaron una y otra vez en el cuerpo del psicópata de Santander, mientras el resto de los presentes se mantenía al margen.
Entonces, el leonés Enrique Valle González y el coruñés Daniel Rodríguez Abelleira sacaron sus pinchos. 'Empezaron por apuñalarle en la nuca', cuenta el citado funcionario de Topas, 'luego en la cabeza; le sacaron los ojos e incluso masa encefálica... Imagine la frialdad de Enrique, que se detuvo un rato a afilar el pincho en el suelo para sentarse después sobre la barriga de su víctima, ya cadáver, y convertirle el pecho en un colador, empuñando el pincho con las dos manos. En total fueron 113 puñaladas' El funcionario de servicio, al ver lo que sucedía, entró en el patio, pero FMG y DRO salieron a su encuentro, este último esgrimiendo el punzón. Uno de ellos le advirtió: "¡Qué quieres defender a un violador! ¿Vete que te meto!". Mientras EVG seguía atacando a Rodríguez vega, sin que el trabajador de prisiones pudiera hacer nada por evitarlo.
Una vez consumada la sentencia, los reclusos, con absoluta tranquilidad, entregaron a los funcionarios sus armas. Los autores fueron llevados a celdas de aislamiento.
Vega, según la primera inspección ocular, tenía una treintena de heridas de arma blanca en el pecho, y hasta un centenar por el resto del cuerpo. Un impresionante charco de sangre rodeaba su cadáver.
José Antonio Rodríguez Vega recibió sepultura el 25 de Octubre e 2002 en un nicho común. En la ceremonia sólo estuvieron los dos enterradores.


JAVED IQBALJaved Aved Iqbal

El peor asesino en serie en la historia de Pakistán, juzgado según la Ley del Talión.
Javed Iqbal fue detenido en diciembre de 1998 después de que en un acto de exhibicionismo enviase una carta a la Policía en la cual confesaba haber estrangulado a un centenar de jóvenes. Además de mofarse de la incapacidad de las autoridades de atraparlo y ponerlo entre rejas, en ella explicaba cómo había cortado en pedazos los cuerpos de sus víctimas, de las que abusaba sexualmente antes de asesinarlas, y luego depositaba los restos en una tinaja con ácido para hacer desaparecer los cadáveres.
Esta carta desencadenó una auténtica caza al asesino, que se prolongó durante un mes y concluyó con la captura de un ingeniero químico de 42 años llamado Javed Iqbal, que se convirtió así en el criminal más buscado en los 53 años de historia independiente de Pakistán, donde son muy raros los casos de asesinatos en serie.
El 30 de diciembre, en otro acto de exhibicionismo típico de este tipo de criminales, Iqbal se había presentado en las oficinas de "The News", un periódico de la ciudad paquistaní de Lahore. En la redacción de dicho periódico declaró que no sentía remordimientos por haber matado a 100 niños, pero que podría haber matado a 500 y que si sólo asesinó a 100 fue porque no quiso ir "más allá". Confesó a los periodistas que había actuado así en protesta por los malos tratos que sufrió de las Fuerzas de Seguridad, y que temía por su vida si se entregaba directamente a la Policía, por ese motivo había acudido al periódico local.
Las primeras investigaciones policiales acerca de este caso de desaparición de menores condujeron pronto a la casa que el ingeniero compartía con sus cómplices. Allí se encontraron unas fotografías de 100 niños muertos y las ropas que muchos de ellos llevaban cuando desaparecieron. Asimismo se hallaron los restos de dos cadáveres en una tinaja azul.
Casi todas las víctimas procedían de familias muy pobres o eran mendigos, y en algunos casos habían pasado meses de la desaparición hasta que las familias presentaron las denuncias. La gran mayoría fueron identificadas por sus familias a las que fueron mostradas las fotografías. El presunto asesino afirmó que las fotografías eran tomadas por sus dos cómplices que, según añadió, eran homosexuales, aunque negó que él lo fuera.
Durante el juicio, el ingeniero negó la versión de los hechos relatada en la carta que había enviado a la policía, y afirmó que había sido detenido por error.
En el trascurso del mismo un total de 105 testigos de la acusación prestaron declaración ante el tribunal, mientras, la defensa no presentó ninguno.
Al final, la sentencia emitida por el juez de acuerdo con la "Sha’aria", (tradicional ley islámica) lo ha hallado culpable y ha solicitado el "ojo por ojo y diente por diente".
La sentencia del tribunal de Lahore es que el asesino deberá ser ejecutado en el parque público más popular de la ciudad de la misma manera que él ejecutó a sus víctimas. "Morirá estrangulado delante de los padres de los niños a los que ha matado, y su cuerpo será cortado en cien pedazos que serán depositados en ácido, como usted hizo con los niños", han sido las palabras del juez.
Uno de los cómplices de Iqbal, Sajid Ahmad, de 17 años fue también condenado a muerte porque participó en cada uno de los asesinatos. También Mamad Nadeem, de 15 años fue hallado culpable de los crímenes de trece de las víctimas ha sido condenado a 182 años de prisión (14 por cada uno de ellos), al igual que Mamad Sabir, de 13 años, a 63 años de cárcel.
Tras oír la sentencia en una sala abarrotada de público, Iqbal juró por su honor que era inocente, luego firmó el fallo y fue conducido a la prisión. Su abogado defensor, Najeeb Faisal Chuadhry, declaró a la prensa que pensaba apelar a la sentencia y si fuera necesario llevaría el caso ante el Tribunal Supremo. En este caso, la ejecución se podría demorar durante años. La sentencia fue criticada duramente por grupos de derechos humanos e incluso por el Concilio de Ideología Islámica, pero la corte de Lahore no dio paso atrás. Como quiera que sea la sentencia jamás llegó a cumplirse. La mañana de 8 de octubre de 2001, apenas cuatro días antes de que la Sha’aria rindiera su veredicto final, las autoridades de la prisión de Kot Lakhpat hicieron pública la muerte de Javed Iqbal y su cómplice Sajid Ahmad, ambos fueron encontrados en sus celdas ahorcados, al parecer, con sus sábanas.
Las autopsias revelaron que ambos habían sido golpeados y algunas declaraciones de guardias y custodios no parecían ser del todo verdad, pero a fin de cuentas las autoridades dictaminaron "suicidio".
HENRY DESIRE LANDRU


Henry Desire Landru

Encarnación perfecta del mito de Barba Azul, Henri Désiré Landrú nació en París en 1869. Hijo de un modesto industrial y de una costurera, su infancia transcurrió entre sus estudios y la religión. Cuando tenía alrededor de 20 años tuvo que casarse con una prima que esperaba un hijo suyo. Poco tiempo después de su matrimonio, partió a la guerra a cumplir con sus obligaciones militares.

Entre 1902 y 1914, algunos delitos menores le valieron tres penas de cárcel sucesivas lo que acarreó que su padre, avergonzado por el comportamiento de su hijo, se quitara la vida.
Para Landrú, cuya inclinación a la estafa ya había desencadenado la muerte de su padre, la Gran Guerra de 1914-1918 le proporcionó la oportunidad de refinar este talento. Y es que, las bajas que a diario se producían en el frente de batalla, aumentaba constantemente el número de viudas; quienes colocaban en los periódicos anuncios matrimoniales. Esta lectura fue para Désiré una revelación. Comprendió que un hombre como él, atractivo y joven aún, podía aprovecharse de esta situación.
Desde 1914, Landrú hizo publicar en los diarios un anuncio que decía: "Señor serio desea casarse con viuda o mujer incomprendida entre 35 y 45 años". Como es de suponerse, recibió gran cantidad de cartas que organizó con esmero para estudiarlas y clasificarlas posteriormente.
Las fichas de las candidatas apuradas llevaban la anotación S.F. (sin fortuna), las cuales eran descartadas de inmediato por el ambicioso Landrú; a las otras, les enviaba una respuesta para recoger más información y asegurarse de la rentabilidad del idilio. Llamado "El Moderno Barba-azul" fue el asesino de masas más famoso de Francia. Utilizaba su encanto para ganarse el corazón de docenas de mujeres solitarias. Ellas querían casarse; él quería su dinero y sus vidas para garantizar su silencio.

Asesinando por Dinero
Landru utilizó un viejo truco para hacer saber que era un viudo de buena posición que deseaba casarse: simplemente puso un anuncio en los periódicos. Recibió miles de contestaciones. Seleccionó las que le parecieron más interesantes, alquiló una villa aislada en las afueras llamada "Ermitage", y empezó a hacer contacto con las pretendientes. Atento y encantador se ganaba su confianza, especialmente mujeres solitarias, viudas y con algún capital. Y así fueron cayendo una tras otra en la trampa tan hábilmente preparada por el asesino. Después de un breve plazo durante el que gozaba de sus encantos, las convencía para que le dejasen sus ahorros. Luego, las mataba, las descuartizaba con una sierra y las quemaba, incinerándolas en el horno de la villa "Ermitage".
Su primera conquista obtenida por este método fue la de la viuda Jeanne Cuchet de 39 años, quien vivía con su hijo de diecisiete años y cuyos ahorros podían considerarse como consistentes. La señora Cuchet tenía una necesidad urgente de afecto y para Landrú, -con su exquisita cortesía y su aspecto de "caballero"-, no le fue difícil seducirla. Su primera identidad fue la de Diard, inspector de correos, proveniente de Lille debido a la ocupación alemana. No sólo le prometió matrimonio, sino que además ofreció conseguirle al joven Cuchet un empleo estable y con futuro en la administración. La viuda aceptó y se fue con él al apartamento que Désiré previamente había alquilado en Vernouillet. Madre e hijo desaparecieron sin dejar rastro.
Alentado por su primer éxito, Landrú se animó a repetir la hazaña; llevó a cabo varias aventuras sentimentales de forma simultánea. Entre 1915 y 1919, hizo nueve conquistas sucesivas. La mayoría de sus "prometidas" eran viudas cuyas edades variaban entre los 45 y 50 años. Ellas, dispuestas a creer en todas las charlatanerías de su futuro esposo, le confiaban sus negocios, joyas, muebles y ahorros después de la "luna de miel" en la campiña.
Cuando a Landrú le pareció que el apartamento en Vernouillet ya no presentaba las garantías necesarias de discreción, lo abandonó y se fue a rentar un pabellón llamado "La Ermita" en Gambais, lugar ideal para esconder sus amores.
Désiré hacía sus conquistas en París y de vez en cuando pasaba los domingos en Gambais. Llevaba una vida casi normal. Visitaba a sus hijos con frecuencia, mostrándose con ellos como padre atento y a su esposa le regalaba joyas de las cuales nunca le explicó su procedencia.

Cómo fue descubierto
Pero, como nada es eterno, a Landrú se le acabó la suerte cuando los familiares de las desaparecidas comenzaron a mostrar preocupación. Los primeros, fueron los parientes de la señora Collomb, la quinta novia de Désiré, quienes escribieron una carta al alcalde de Gambais para pedir noticias de la joven y de un tal señor Dupont con quien había sido vista por última vez. Poco después fue la familia Buisson la que buscaba a la que fue la séptima novia de Landrú y a quien acompañaba un tal Frémyet en Gambais. El alcalde nunca había oído el nombre de Frémyet, pues fue Dupont (Landrú) el que alquiló "La Ermita". A pesar de su aspecto sus buenos modales y su aparente amabilidad le sirvieron para ganar los corazones de sus Víctimas.
La policía abrió una investigación de inmediato y se dio a la difícil tarea de localizar a un hombre calvo, con barba negra y de estatura mediana. Con esta vaga descripción, fue el azar el que permitió que la hermana de la señora Buisson se cruzara con Landrú el mismo día que se presentó la denuncia. Lo vio en una tienda de la Rue de Rivoli comprando porcelanas, acompañado de una nueva víctima: Fernande Segret. La policía interrogó al comerciante y encontró que Désiré, había dejado su tarjeta "Lucien Guillet, 76, Rue Rochechouart".
Para el 13 de abril de 1919, Le Petit Journal publicaba un artículo con la detención de Landrú en el que informaba a sus lectores, que éste estaba inculpado de robos con agravantes y de estafas y que durante varios años se ocultó con nombres falsos. Además, el diario sentenció: "pero cargos más graves pesarán sobre él".
Los guardias se trasladaron a Gambais. Descubrieron la cocina, el cobertizo donde Désiré amontonaba la ropa y los muebles de sus víctimas. Encontraron además, osamentas humanas calcinadas. Pero las pruebas convincentes fueron sus ficheros y la libreta en la que anotaba, con una meticulosidad asombrosa de ahorrador compulsivo, los precios de los boletos de ferrocarril de París a Gambais.
El proceso de Landrú, duró dos años. El público cambió las preocupaciones de la reciente guerra por el juicio del hombrecito calvo, barbudo y con perfil de pájaro que negaba con calma, bromeaba con cinismo y daba en todo momento muestras de la más delicada cortesía. En su celda estudiaba sus expedientes, recibía obsequios y propuestas de matrimonio por parte de sus admiradoras. En las elecciones de 1919, cuatro mil franceses propusieron a Landrú como candidato. Los debates eran seguidos con pasión, ya que si bien nadie ponía en duda la culpabilidad del acusado, tampoco había ninguna prueba formal. No se encontró ningún cadáver ni de las diez novias ni el del hijo de la señora Cuchet. Las osamentas humanas reducidas a cenizas, encontradas en la cocina, eran solamente 996 gramos. Había grandes conjeturas, pero ningún testimonio.

El abogado de Désiré, el señor de Moro-Giafferi, a pesar del talento demostrado, no logró salvar a su cliente. Sin embargo, las últimas palabras que Landrú le dirigió a su defensor fueron: "Le he confiado una causa bien difícil... digamos desesperada... En fin, no es la primera vez que condenan a un inocente". Ante el escepticismo del señor Moro-Giafferi, añadió: "Sí, maestro, digo bien: inocente".
Después de tres semanas de proceso, Landrú fue condenado a muerte la madrugada del 22 de febrero de 1922. La cabeza del "Señor de Gambais" rodó a las puertas de la cárcel de Versalles.

Las mujeres de Landrú, una cronología
Si bien se llegó a especular en cifras exageradas que Landru pudo asesinar a casi 300 mujeres, el secreto de sus asesinatos se enterró con él, pues en ningún momento reconoció su culpa ni dio ningún tipo de pista que pudiera esclarecer su caso. En todo caso con casi total seguridad estos nombres que a continuación se citan pertenecen a las "hazañas" de tan frío asesino.
- Sra. Cuchet, viuda, 39 años y su hijo de 17 años.
- Sra. Laborde, viuda, 46 años.
- Sra. Guillin, 51 años. Fea, pero con una herencia de 20,000 francos.
- Sra. Héon, la primera que fue a Gambais.
- Sra. Collomb, viuda, 39 años.
- Andrée Babelay. La excepción, 19 años, guapa y sin dinero, no fue reclutada por anuncio sino en un encuentro casual en el Metro.
- Sra. Buisson. Virtuosa que tardó dos años en ceder.
- Sra. Jaume. Muy católica, aceptó las proposiciones de Landrú tras la oferta de matrimonio.
- Sra. Pascal. Joven y guapa. Antes de irse a Gambais le escribió a su tía: "No sé lo que hay en él, pero me asusta. Su mirada ceñuda me angustia. Parece el diablo".
- Sra. Marchadier. Antigua prostituta. Partió a Gambais acompañada de sus tres perros que también desaparecieron sin dejar huella.


DENNIS ANDREW NILSENDennis Andrew Nilsen

"Temía despertarlo por miedo a que me abandonase. Temblando de miedo le estrangulé. El se debatía, y cuando estuvo muerto volví a llevar su joven cuerpo a la cama conmigo y fue el principio del fin de la vida que yo había conocido. Había empezado a recorrer la avenida de la muerte y a poseer un nuevo tipo de compañero de piso."
El caso de Dennis Andrew Nilsen es increíble. Pues fue un hombre tan atormentado por la soledad que asesinaba a sus diferentes amantes por temor al abandono.
El 3 de febrero de 1983, en el número 23 de Cranley Gardens, al norte de Londres, los ocupantes descubren que sus lavabos están atascados por enésima vez. Otras averías similares ya habían derrotado con anterioridad a un fontanero local, y ese día llamaron al fontanero de una compañía privada para que les ayudase en la tarea.
Lo primero que hizo el fontanero fue inspeccionar la fosa séptica que había junto a la casa, diciendo que en toda su vida profesional nunca había olido una pestilencia tan increíble como la que salía de allí. Al dirigir su linterna hacia el fondo del agujero de tres metros, se llevó la desagradable sorpresa de ver una capa de un líquido blanquecino viscoso salpicado por unas manchas de algo que parecía sangre. Al bajar al agujero descubrió trozos de carne putrefacta, algunos de ellos con pelo adherido a la piel. Inmediatamente se avisó a la policía, quien realizó una inspección de la fosa al día siguiente y encontró más fragmentos de carne y huesos, identificados rápidamente como humanos.
Entre los residentes se encontraba Dennis A. Nilsen, de 37 años. Dennis era un hombre alto, delgado, con los hombros ligeramente inclinados hacia adelante y pelo castaño. Tenía una actitud franca y directa, una gran inteligencia y mirada fija y penetrante. Cuando regresó del trabajo a su casa, la tarde del miércoles 8 de febrero, fue recibido por tres detectives de la policía, expresó cierta sorpresa por el hecho que la policía se interesara por algo tan insignificante como un drenaje atascado. Cuando los agentes le hablaron de los restos hallados exclamó horrorizado: "¡Dios mío, qué espanto!".
Uno de los inspectores se dejó llevar por su experiencia e intuición y, desconfiando replicó rápidamente diciéndole que no les hiciese perder el tiempo en pesquisas y que les mostrase el resto del cadáver. Para gran sorpresa del inspector, la respuesta de Dennis fue: "Dentro de dos bolsas de plástico en el armario. Venga, se lo enseñaré". Atónitos, le preguntaron si se trataba de un cadáver o dos, a lo que respondió, encogiéndose de hombros con resignación, que era una larga historia y que prefería contarlo en un lugar más tranquilo, en la comisaría por ejemplo, puesto que era un alivio el poder desahogarse.
Mientras era conducido a la comisaría de policía, confesó que ya imaginaba que iba a ser detenido al llegar a casa, pero que decidió resignarse a esa suerte porque "era inevitable". Ni siquiera se tomó la molestia de deshacerse de los restos humanos que quedaban en su apartamento, pues eran las evidencias para demostrar que no mentía. También reconoció haber pensado en el suicidio al principio, pero pronto desechó la idea porque si moría nunca se sabría lo que había hecho.
Su aparente autocontrol y frialdad mientras confesaba desconcertó a los agentes, quienes pensaron estar ante un verdadero psicópata sin escrúpulos, pero Dennis, al estar consciente de ello, les explicó que sólo permanecía imparcial para que su testimonio fuese lo más objetivo posible para ellos, pues si daba rienda suelta a sus sentimientos de arrepentimiento y a su angustia interior, le costaría muchísimo guardar la calma: "Nadie debe verme llorar por las víctimas, eso forma parte de mi dolor personal".
Toda su declaración fue fría y pausada alegó que su arrepentimiento estaba por dentro. El 11 de febrero comenzó un interrogatorio fuera de lo común que duró once días. El asesino en serie más prolífico de la Gran Bretaña dictaría más de 30 horas de confesión muy detallada sobre los distintos crímenes, ayudando a la policía tanto como le fue posible con detalles y descripciones para que los investigadores pudiesen identificar a las víctimas. Apenas tuvieron que interrogarle, pues él mismo había trabajado como policía en período de pruebas y sabía de sobra cómo se desarrollaba un interrogatorio. Comenzó diciendo que tenía un cargo de conciencia demasiado grande y posteriormente detalló toda su historia como criminal, no sin antes advertirles que una investigación concienzuda de su vida y obras podría producirles angustia.
Confesó que había un total de 15 o 16 cuerpos que él mismo había asesinado desde 1978: tres en Cranley Gardens y unos trece en su dirección anterior de la Avenida Melrose, en Cricklewood. Además, explicó que había intentado asesinar a otros siete jóvenes, pero no lo consiguió porque las víctimas lograron escapar y de otras se arrepintió.
Melrose 195, la residencia donde cometió sus crímenes. Dennis se mostraba profundamente arrepentido de sus hechos, e incluso agradeció numerosas veces a los policías que lo habían detenido: "Ahora me siento culpable, merecedor de castigo. Estoy convencido de que merezco toda la pena a la que un tribunal pueda condenarme. Es un alivio que me hayan detenido, porque si lo hubiesen hecho a los sesenta y cinco años, podría tener a mis espaldas cientos de cadáveres".
El asesino dijo que los jóvenes que había matado eran casi todos de ambientes marginales o vagabundos sin domicilio fijo que deambulaban por las calles de Londres sin que nadie les prestase mucha atención, por eso sus desapariciones no fueron denunciadas y nadie echó de menos su ausencia. Al preguntarle por el móvil que le había incitado a cometer esos crímenes, Dennis dijo que lo había hecho por miedo a la soledad, que no quería que algo tan agradable como es el amor, fuese algo esporádico de una noche, que necesitaba a sus amantes: "En ninguno de los casos estoy consciente de sentir odio hacia ninguna de las víctimas... recuerdo que salía en busca de compañía y amistad, pero nunca pensaba en la muerte, el asesinato o hechos pasados. Vivía únicamente para aquel momento y para el futuro. Invité algunas personas a casa y otras se invitaron solas, aunque el sexo siempre estaba en un segundo orden. Sólo deseaba una relación cálida, buscaba alguien con quién poder hablar, aunque es una sensación muy agradable y relajante tener a alguien en la cama a tu lado durante toda la noche. Después de matarlos, experimentaba un sentimiento doloroso de desesperación y una sensación de vacío. Aunque sabía que el cuerpo estaba muerto, pensaba que la personalidad estaba todavía dentro de él, consciente y atenta a mis palabras. Trataba de conseguir desesperadamente una relación que nunca estuvo a mi alcance".
Al registrar la vivienda, los agentes hallaron los demás cadáveres descuartizados tal y como Dennis les había indicado: tras decapitar los cuerpos sin vida, hervía las cabezas a fuego lento mientras escuchaba música clásica con unos audífonos. Luego, troceaba el resto de los cuerpos y tras meterlos en bolsas de plástico las guardaba en el armario. En efecto, dentro del armario hallaron dos grandes bolsas que contenían otras más pequeñas con brazos, piernas, tórax, torsos sin cabezas y, más desagradable, un corazón, pulmones, riñones e intestinos.
Con su testimonio y los restos de las víctimas los agentes tenían pruebas suficientes como para acusarlo, y le recomendaron la defensa de un abogado. Nilsen rechazó toda defensa legal en un principio, considerando que era capaz de defenderse solo, pero finalmente los mismos agentes le consiguieron un representante para el juicio. Su primer abogado le aconsejó declararse culpable, pero cuando su caso llegó al Tribunal de Old Bailey, ya había cambiado de letrado. Este le había dicho que cambiase su primera alegación por la de "responsabilidad disminuida" debida a un trastorno mental.
Dennis "amaba" a sus víctimas, se enamoraba de ellas. Ese fue el motivo que le llevó al asesinato. No estaba consciente de las muertes, según mostró en las confesiones o los poemas que escribía a los cadáveres: Una de sus víctimas descuartizadas dentro de una bolsa. "Le puse al joven los calzoncillos, la camiseta y los calcetines y volví a taparlo. Me bañé, me metí en la cama con él, lo acurruqué contra mí abrazándolo y empecé a explorar su cuerpo por debajo de las sábanas; entonces me di cuenta de que su cuerpo estaba frío y mi erección desapareció automáticamente, al día siguiente lo coloqué en el suelo de la cocina y decidí descuartizarlo, pero me resultaba imposible hacer nada que pudiera estropear aquel cuerpo maravilloso".
"Aquí, en el umbral de la abundancia, nada hay ahora. Sólo tú en mis brazos, más unas figuras sombrías que se acercan con algunas formalidades para hacerte entrar en su "sistema", y yo. Pienso en tu vida solitaria. Pronto será mañana y se meterán en nuestros asuntos La intimidad no tiene fronteras que no puedan ser franqueadas en nombre de la ley". El mismo Dennis llegó a su propia conclusión, que explicó al jurado: "Puede ser que cuando mataba a aquellos hombres me matase a mí mismo, pues me quedaba de pie muy apenado y sumido en una profunda tristeza, como si acabase de morir un ser muy querido".
Finalmente, todos los miembros del jurado estuvieron de acuerdo en declarar a Dennis Andrew Nilsen culpable de la muerte de seis personas y dos tentativas de asesinato, por lo que el juez le condenó a cadena perpetua, como mínimo 25 años de condena.




Armin Meiwes

ARMIN MEIWESArmin Meiwes era un chico normal en la escuela, algo retraído y apartado de sus compañeros. En su familia vivió las sucesivas separaciones de su madre y al final de su pubertad vivía sólo con ella, sometido a una estricta disciplina. Estos antecedentes no son nuevos en la historia de los criminales más famosos del mundo. En su juventud, el caníbal presenció escenas de matanza que podrían haber influenciado su estado psicológico. Matanzas de animales en las que él participaba para darse después el gran banquete.
A la edad de 18 años, Armin se muda con su madre a la enorme casa que la familia poseía a las afueras de Rotemburgo. La casa tenía 44 habitaciones y los amigos de Armin la llamaban la casa de los espíritus. Posteriormente ingresó en el ejército donde destacó por su disciplina. Apoyaba a los subalternos y se llevaba bien con ellos. Se llevaba a su madre con las excursiones de su brigada y pasaba la noche con ella en habitación separada. Tras su servicio en el ejército, trabajó como técnico de computadoras en un centro informático de Kassel. En su trabajo también se le consideraba diligente y eficiente. Entre sus aficiones estaban la lectura de libros de caníbales, muertes y asesinos en serie. Además coleccionaba partes del cuerpo de muñecas que coleccionaba en un cofre para ocultarlas de su madre.
La madre falleció en 1999 en la casa de Rotemburgo. Tras su muerte, Armin se quedó solo en el mundo y los únicos lazos familiares y sentimentales que mantenía desaparecieron de su vida. A partir de este punto, Meiwes inició su carrera criminal por internet. Fotos de crímenes, accidentes, cuerpos abiertos y otras muchas fantasías violentas componen el archivo fotográfico de su computadora. Foros como "Gourmet" o "Caníbal –Café" le proporcionan la plataforma ideal para contar y compartir sus fantasías más profundas. Comienza la nueva doble vida de Armin como el Dr. Jekill y Mr. Hyde. El Mr. Hyde sigue siendo el buen trabajador, buen vecino y ciudadano que busca la mujer de su vida pero el Dr. Jekill aparece en escena por las noches con sus fantasías caníbales.
Así comenzaron sus primeros contactos. Primero un cocinero ofreció a dos de sus ayudantes para ser degustados. Armin habría tenido la oportunidad de matarlo y devorarlo. Sin embargo, ante las dudas de la víctima, lo dejó marchar. El banquete sólo tenía sentido si la víctima también estaba de acuerdo.
En el chat, conoció a Bernd Brandes, un ingeniero de Berlín. Bernd se declaraba bisexual y su comportamiento sexual no era lo que se puede llamar "normal". Violencia y tortura formaban parte de su rituales sexuales del día a día. Se citaron primero para un fin de semana donde pusieron a prueba sus instintos caníbales. Tras la despedida en la estación, Brandes lo pensó mejor y llamó a Meiwes para que lo recogiese. Quería probar otra vez.
Tras varias horas de conversación, Brandes quiso que el Caníbal le amputase el pene. "Córtalo de una vez", dijo la víctima. Con gran cantidad de alcohol y medicamentos, ya no sentía dolor. Por fin Bernd pudo cumplir su sueño, comerse sus propios genitales. Meiwes cortó el pene en dos trozos y los puso en la sartén aderezándolos con pimienta, sal y ajo.
En cuanto a los motivos que llevaron a la víctima a ofrecerse, Armin manifestó que no entendía el sentimiento de felicidad que Bernd experimentaba. Meiwes asesinó posteriormente a su víctima en la mesa de descuartizar y grabó todo en cámara de vídeo. Descuartizó el cuerpo y conservó la carne. Después de dos días, Armin vio cumplido su deseo de comer carne humana. Según las declaraciones a la policía, la carne humana tiene un sabor parecido a la carne de cerdo.
El "Caníbal" había cumplido su deseo, pero esto no era suficiente. Los meses siguientes los pasó buscando nuevas víctimas. Necesitaba carne joven y fresca. Esta actitud fue la que condujo a la policía a desenmascararlo. Un estudiante de Innsbruck denunció a Meiwes, que aseguraba en los foros haber probado la carne humana. En el recuento de respuestas, se registraron varios centenares de víctimas, dispuestas a dejarse devorar por un caníbal. La policía lo arrestó un año después del asesinato.
El veredicto de los psicólogos y psiquiatras muestra que Meiwes no estaba loco cuando cometió el crimen, pero consideran que la víctima no podía pensar racionalmente.
La fiscalía quiere juzgarlo por asesinato con motivos sexuales e imponerle cadena perpetua. El problema es que la víctima dio su consentimiento al asesino y la defensa usará este argumento para que se considere como homicidio a petición, una especie de eutanasia ilegal, lo que llevará a una sentencia de entre 6 meses y 5 años, anulando la consideración de que fue un asesinato.
Según el profesor Arthur Kreuzer, del instituto de criminología de la Universidad de Giessen, el caso podría marcar un hito en la historia judicial. "Es un asesinato convenido por víctima y asesino. No creo que pueda considerarse como el peor caso de asesinato premeditado" matizó el profesor. El abogado de Meiwes citó como una carta favorable, que Armin dejó libres a cuatro personas que se habían ofrecido voluntarias para el sacrificio, por las dudas que mostraban. Su víctima dio el pleno consentimiento antes de que Armin la matase.
El caso de Armin Meiwes conmovió a todo el mundo por su crueldad. Sobre todo por la popularidad que le dieron los medios de comunicación. Pero el fallo judicial se enfrenta a problemas para condenar justamente al acusado.

JOSE MARÍA MANUEL PABLO DE LA CRUZ JARABO PÉREZ MORRIS Jose Maria Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Perez Morris

Seguramente todos tienen razón. Jarabo es eso y mucho más. Es un señorito en tiempos de crisis, un dandy que disfruta de un tren de vida muy por encima Uno de los crímenes más atroces de la historia española fue, sin duda, el cometido por José María Jarabo. Este individuo acabó con la vida de cuatro personas, una de las cuales era una mujer embarazada. Precisamente, los crímenes de Jarabo fueron los que hicieron que la tirada del periódico El Caso se acercara al medio millón de ejemplares en 1958. Era la primera vez, desde antes de la Guerra Civil, que un medio de comunicación nacional alcanzaba dicha cifra.

Los sonados crímenes de Jarabo salieron a la luz pública el 22 de julio de 1958. El día anterior habían sido descubiertos los cuerpos sin vida de cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, muertos por obra de José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris, de 33 años.
El sábado 19 de julio de 1958 España se recupera de la resaca de patria producida por la coincidencia de los actos de conmemoración del "Glorioso Alzamiento Nacional" y la "Fiesta de Exaltación del Trabajo". Las calles están vacías. El calor es asfixiante.
Un joven bien plantado e impecablemente vestido aprovecha la tranquilidad de la mañana para ojear el ABC en una cafetería de Madrid. Las páginas de deportes hablan de un Bahamontes que acaba de ganar el premio de la montaña en el Tour de Francia.
Se detiene en esta información para enterarse de que Jacques Goddel, director de la carrera, piensa que "si el corredor de Toledo tuviera tanto cerebro como músculo ya hubiera ganado varias veces la vuelta francesa". También presta atención a las páginas taurinas, que resaltan la presentación en la capital de Curro Romero. Y a las necrológicas, donde destacan las honras fúnebres del ex ministro Cavestany.
El silencioso lector, que se echa al coleto una copa de coñac y pide otra, no es consciente de que está a punto de provocar la saturación de esas mismas páginas cargadas de necrológicas que ahora contempla. Aún no sabe que dentro de muy poco se convertirá en el personaje encargado de enfangar de sangre la posguerra. Ignora que la mano que cierra con un movimiento seco el periódico es la misma que, unas horas después, empuñará la pistola y el cuchillo con que se cometerá uno de los crímenes múltiples más brutales de la historia negra española. No puede imaginar que ese cuádruple asesinato que está a punto de cometer será resuelto por la policía en una de las más rápidas investigaciones jamás realizadas, y que una vuelta de garrote pondrá fin a la amarga recta final de su existencia.
El tempranero bebedor se llama José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris. Nació en Madrid hace 35 años y lleva los últimos ocho entregado al alcohol, las drogas y las mujeres. Sus amigos dicen que sabe vivir y divertirse como nadie. Que es un tipo viril capaz de cautivar a señoras y señoritas, poco le importa la condición de las mismas, basándose en su simpatía y en su carácter cosmopolita (fue educado en buenos colegios de Estados Unidos). Aseguran que es un seductor dotado de una gran planta, una enorme labia y un descomunal miembro. Sus enemigos dicen que sólo es un crápula, un despilfarrador, un vago y un enfermo sexualde sus posibilidades. No tiene trabajo, pero se acostumbra a vivir como un rey con el dinero que su madre le envía puntualmente desde Puerto Rico. Poco a poco van aumentando sus ya cuantiosos gastos, y con los giros mensuales de mamá apenas logra sobrevivir quince días: José María se ve obligado a hipotecar el chalé familiar de la calle madrileña de Arturo Soria y se marcha a vivir a una pensión, a un cuartucho con una cama en la que desplomarse cada mañana después de una noche de parranda. Posteriormente Jarabo reconoció que en las juergas de los últimos dos años bien podía haber dilapidado quince millones de pesetas, una cifra muy elevada si tenemos en cuenta que un flamante Seat 600 costaba en 1958 la friolera de 66.000 pesetas.

Cuando Jarabo salió del bar sintió que el peso de los bolsillos de sus pantalones estaba mal repartido. La cartera, vacía, no ofrecía ninguna consistencia. El forro del lado contrario estaba a punto de ceder ante un objeto que parecía de plomo: una pistola Browning FN del calibre 7,65 de fabricación belga. En ese instante recuerda que tiene muchos problemas.
Su romance con una mujer inglesa casada llamada Beryl Martin Jones había complicado la vida de ambos. Ella había colocado su matrimonio en el disparadero. El había gastado una fortuna en hoteles, cenas y regalos. Asfixiado por la falta de dinero, Jarabo le había pedido a ella un anillo de brillantes que inmediatamente había empeñado para cubrir alguna noche de pasión y lujo. Ahora ella, la única mujer a quien había querido, le reclamaba la joya, alegando que se trataba de un regalo de su marido.
Desde Inglaterra le envió una carta recordándole por enésima vez que debía devolverle la sortija. En esta ocasión adjuntaba una autorización suya como propietaria, que resultaba imprescindible para desempeñarla, y una comprometedora misiva de amor con diversas confesiones íntimas. Para colmo de males, los familiares de Jarabo amenazaban con regresar de Puerto Rico y levantar la tapa de la alcantarilla en que estaba sumergido.
Jarabo se había acercado con la carta en la mano a la tienda de empeños Jusfer, en la calle Alcalde Sainz de Baranda número 19. Como no tenía las cuatro mil pesetas necesarias para recuperar la joya, que en realidad valía mucho más, enseñó la carta y cometió el fallo de dejarla junto a la deseada sortija. Hoy, 19 de julio del 58, se había propuesto recuperar ambas cosas.
Son algo más de las nueve de la noche cuando se encamina con paso firme hacia el número 57 de la calle Lope de Rueda. No es la dirección de la tienda donde tiene empeñadas la sortija y la carta. Es la vivienda de uno de los dueños de ese negocio, un tal Emilio Fernández Díez. Jarabo, que cree que la sortija y la carta pueden estar en casa de éste, pulsa el timbre del cuarto exterior con la uña del dedo pulgar "para no dejar huellas de ninguna clase".

Paulina, la criada, abre la puerta a Jarabo sólo cuando este dice que es amigo del dueño de la casa. En el primer descuido la agarra por el cuello y la golpea con una plancha que encuentra en una mesa cercana. Forcejean. Jarabo agarra un cuchillo de la cocina y de un certero golpe en el pecho le parte en dos el corazón. La sangre irrumpe por primera vez en su vida, pero no parece impresionarle demasiado: arrastra el cuerpo inerte a una habitación junto a la cocina y se dispone a esperar a Emilio Fernández Díez, "el verdadero culpable" de sus males.
Pasan unos minutos de la diez cuando el dueño de la casa abre la puerta y llama de una voz a la criada. Nadie le contesta. Una necesidad urgente le hace encaminarse hacia el cuarto de baño. Pasa por delante del escondite de Jarabo que, tal y como tiene previsto, salta sobre su espalda como un leopardo, le inmoviliza sujetándole por la chaqueta y le pone el cañón de la pistola en la nuca. Al dueño de la casa no le da tiempo a saber quién le está apuntando. Suena un disparo y el cuerpo del usurero cae al suelo como un fardo, quedando tendido entre la bañera y el bidé.
Aún no se había recuperado de sus dos primeros crímenes cuando escucha que la puerta se abre de nuevo. No ha tenido tiempo de buscar ni la sortija ni la carta. Y ya ha matado a dos personas. Está muy nervioso. Amparo Alonso, la mujer de Emilio Fernández, acaba de entrar y se dirige al salón, donde un Jarabo que no logra aparentar tranquilidad responde a su cara de sorpresa con un "Buenas noches, soy inspector de Hacienda y estoy investigando a su marido". "Él y la criada están detenidos", continúa, "y mis compañeros se los han llevado a comisaría".
La mujer desconfía, trata de huir y chilla con fuerza. Ésa es su sentencia de muerte. El grito se clava en la espina dorsal de Jarabo, que la golpea y arrastra hasta una habitación. Sólo cuando la doblega hasta tumbarla sobre una cama saca la pistola, la encañona en la nuca y aprieta el gatillo. Amparo estaba embarazada. "La suerte estaba echada", confesó tiempo después Jarabo a la Policía.
Cuando logra relajarse se sienta en un sillón y bebe anís de una botella que encuentra en una mesa. Para confundir a la policía saca varias copas de un armario y mancha algunas con carmín. Tira por el retrete los casquillos. Limpia las posibles huellas. Bebe más anís. Sólo cuando considera que el trabajo está totalmente acabado se tumba en la cama de la única habitación que no está cubierta de sangre. Finalmente se relaja y pasa una noche entre los muertos, durmiendo un sueño incomprensiblemente plácido y profundo.
A las nueve de la mañana Jarabo abandona el improvisado panteón sin haber encontrado ni la sortija ni la carta. Para solucionar ese problema se encamina a una nueva cita, en este caso con Félix López Robledo, copropietario de la casa de empeños Jusfer. Pero antes desayuna, se toma unos coñacs, ve un par de películas en el cine Carretas, come en un restaurante chino y se echa una siesta en una pensión de la calle Escosura. Rendido por el esfuerzo de matar se toma el domingo libre y alarga el reparador sueño hasta las seis de la mañana. Dos horas después ya está en marcha. Ha desayunado su copa de brandy y comprobado que la Browning del 7,65 está cargada y en su bolsillo. Todo está en orden. Es la mañana del lunes 21 de julio.
Félix López Robledo siente cómo alguien que le estaba esperando en el portal de su tienda le sujeta por la espalda con una torpe llave de lucha. Es lo último que siente. Jarabo dispara dos tiros en la nuca del prestamista. Después registra sus bolsillos y el local y sale a la calle con las manos vacías y ensangrentadas. Se siente acabado. Ha matado a cuatro personas para nada. Más coñac y algunas drogas: cocaína, morfina... Y demasiados errores.
Aturdido por la matanza, Jarabo deja el traje, empapado en sangre, en una tintorería situada en el número 49 de la calle Orense. Luego se va de copas. Gasta dinero como si el mundo se fuera a terminar esa misma noche y despierta las sospechas de toda la gente que le conoce.
A las doce del mediodía del día siguiente, martes 22 de julio, Jarabo se acerca a la tintorería donde dejó el traje para recogerlo. Cuando llega le está esperando un dispositivo de vigilancia policial especial: el país entero está conmocionado por la noticia y el dueño de la tintorería avisó inmediatamente a la policía nada más ver la ropa. Jarabo se resiste en principio a ser detenido. Lleva un DNI falso, una pulsera y un reloj omega de oro, juegos de llaves de las casas donde cometió los asesinatos y una pistola FN del 7,65 caliente que aún huele a pólvora.
Ya en el despacho del jefe de la Brigada de Investigación Criminal de la Dirección General de Seguridad el sospechoso, muy entero en todo momento, niega los hechos y asegura que hace semanas que no ve a las víctimas. El inspector jefe Sebastián Fernández Rivas y los policías Ramón Monedero Navalón y Pedro Herranz Rosado se encargan de interrogarle. Después de un par de preguntas de trámite le enseñan unas fotos de los cadáveres, y el sospechoso se tambalea y cae desmayado al suelo. Se derrumba. Y confiesa que ha matado por amor, por recuperar una joya y una carta de "la única mujer a la que he logrado querer". Ingresa por segunda vez en prisión: cuentan que ocupó durante algún tiempo la celda de una cárcel de Estados Unidos acusado de dirigir una casa de citas en Puerto Rico.
España entera se estremece con la orgía de sangre. Y con los detalles que rodean al criminal y a las víctimas. Los periódicos publican coleccionables con la historia del crimen, y le dedican portadas y titulares gloriosos. Los psiquiatras dicen que es "un psicópata desalmado". La gente se apelotonaba en las largas colas que se formaban en la calle para poder asistir al histórico juicio de "el último carnicero español".
Un año después, el 5 julio de 1959, todos los periódicos publicaban una lacónica noticia en portada: "En las primeras horas de la mañana de ayer, en el patio principal de la Prisión Provincial de Madrid, ha sido ejecutada, con las formalidades exigidas por la ley en estos casos, la sentencia de pena de muerte dictada contra José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris".
Condenado a cuatro penas de muerte, Jarabo murió con las vértebras del cuello descoyuntadas por la quinta vuelta de tuerca del último garrote vil que se utilizó en España. Está enterrado en el madrileño cementerio de la Almudena.
ALBERT DE SALVO.



Albert de Salvo

Entre el 14 de junio de 1962 y el 4 de enero de 1964, se cometieron trece asesinatos por estrangulamiento en la ciudad de Boston. Las víctimas, todas mujeres, casi siempre mostraban haber sido violadas reiteradamente.
Seis de entre ellas tenían entre 55 y 75 años. Las otras cinco tenían entre 19 y 23. Además, existen otras dos víctimas de 85 y 69 años de edad, pero no se ha podido demostrar que haya sido el mismo asesino.
La primera de una larga serie de víctimas sería Anna Slesers, de 55 años. Fue hallada por su hijo, estrangulada con el cordón de su bata. Su vagina mostraba evidencias de un ataque sexual con un objeto desconocido. Su apartamento mostraba indicios de haber sido saqueado... o más bien como si el agresor se hubiese esforzado en hacer que la escena pareciese de un robo...
A las dos semanas fue asesinada Nina Nichols, de 68 años. La mujer había sido estrangulada con sus medias y tenía síntomas de haber sido asaltada sexualmente. El lugar del crimen presentaba un aspecto similar al de la primera víctima: cada cajón estaba revuelto y todas las cosas esparcidas por el suelo a modo de robo, pero la Policía encontró varios dólares y algunos objetos de valor en el suelo, que el "ladrón" no se había molestado en llevar.
Ese muy mismo día, a unas quince millas, Helen Blake, de 65 años, encontró una muerte similar. Su apartamento también había sido "saqueado".

La policía hizo sonar la alarma advirtiendo a todas las mujeres en el área de Boston a cerrar con llave todas sus puertas y ser extremadamente cautas con los extraños, mientras se daba comienzo a una dura investigación. Los detectives bostonianos comenzaron a interrogar a todos los hombres con antecedentes en el ámbito sexual: exhibicionistas, violadores, agresores, mirones...
Lo que buscaban era una persona con trastornos mentales, posiblemente con un complejo de Edipo o que odiase a su madre (o a su mujer), y que por sus agresiones a hembras de edad considerada tratase de borrar la imagen de esa madre temida.
Mientras la investigación se llevaba a cabo, siguieron apareciendo más cadáveres, todos ellos estrangulados y con salvajes muestras de violación. Pero no todas las víctimas eran mujeres blancas de edad avanzada. Las siguientes víctimas eran estudiantes de 20 y 30 años, entre las cuales también se hallaba una chica de color. En esta ocasión, el asesino dejó restos de semen en una alfombra cerca del cuerpo, y una vecina afirmó haber visto un hombre extraño en el edificio, que describió así: de unos 30 años, estatura media, pelo ondulado, chaqueta oscura y pantalón verde oscuro de trabajo.
No mucho después, la policía encontró un nuevo cadáver con 22 puñaladas, además del estrangulamiento típico, pero no mostraba signos de violación. El cuchillo de la agresión fue hallado en la cocina.

Solía estrangular y violar a sus víctimas.
Los meses pasaban y la policía de Boston comenzaba a desesperarse. El asesino no dejaba pistas considerables para poder atraparle, y las mujeres seguían abriendo las puertas de sus casas a desconocidos a pesar de las advertencias de los agentes.
El Fiscal General de Boston (USA), incluso acudió a Peter Hurkos, un sensitivo con capacidades de videncia, en 1961, para pedir su colaboración en la búsqueda del estrangulador de Boston.
Para cuando Hurkos se unió a la policía, "el estrangulador" ya se había cobrado 11 de sus 13 víctimas.
La policía entregó al "detective psíquico" las medias y pañuelos –con doble nudo- que "El estrangulador" utilizaba para asesinar a sus víctimas, con los que llegaba a acostarse toda la noche para "impregnarse de su energía". Además facilitaron a Hurkos más de 300 fotografías de las víctimas y el lugar de los crímenes. En honor a la verdad debemos reconocer que Hurkos consiguió sorprender a los agentes, al facilitar datos concretos sobre algunos de los crímenes, que no se habían filtrado a la prensa ni –teóricamente- Hurkos podía conocer. De hecho Hurkos tocaba las fotografías por el reverso, y era capaz de describir las escenas que recogían sin verlas. Más aún, llegó a identificar una foto que no tenía relación con el caso, y que la policía había colocado entre las demás para sondear la autenticidad o falsedad de sus poderes. Así que, tras ganarse la confianza de los investigadores, no les faltó tiempo para proceder a una detención cuando el vidente apuntó a un fetichista, Thomas O´Brian, como el presunto homicida múltiple... No deja de ser interesante, desde el punto de vista criminológico, que la policía se decida a ejecutar una detención basada en el testimonio de un vidente... Esto es relativamente compresible si analizamos en detalle el informe de Hurkos sobre O`Brian (en realidad un nombre falso facilitado por la policía para proteger la identidad del detenido).
Murió apuñalado por su compañero de celda en 1973. Es cierto que los datos aportados por Hurkos sobre Thomas O´Brian resultaron absolutamente precisos. Lamentablemente no se trataba del asesino. Al menos no para la policía de Boston.
Un día, una mujer dio la alertó a la policía que patrullaba por una de las calles bostonianas. Un hombre acababa de entrar en su casa y al ver que su marido también se encontraba allí, había huido corriendo. La descripción coincidía con el hombre que buscaban, y al poco tiempo Albert DeSalvo, El Estrangulador de Boston, fue detenido.
DeSalvo era un hombre de 29 años, casado, con dos hijos y trabajaba como empleado en una fábrica de caucho. Nació en Chelsea, Massachusetts, el 3 de septiembre de 1931. Sus padres, Frank y Charlotte tenían otros cinco niños. Su padre era un hombre gravemente abusivo que regularmente pegó a su esposa y niños. Pronto Albert se convirtió en un pequeño delincuente, y fu arrestado más de una vez. Su madre volvió a casarse y prefirió dejar al joven delincuente de lado para no tener problemas en su nueva relación.
Cuando estuvo en edad, Albert se alistó en el ejército, y en Alemania conoció a su esposa, Irmgard Beck, una mujer atractiva de una familia respetable.
Cuando tuvieron su primer hijo, la mujer tuvo tantos problemas en el parto que le aterraban las relaciones sexuales, cosa que enojaba a DeSalvo, cuyo apetito sexual era anormalmente voraz y solicitaba sexo muchas veces al día(algunos días incluso 5 o 6 veces).
Confesó que no recordaba haber cometido ningún crimen, que sólo recordaba cómo iba a trabajar y volvía rápidamente a casa para jugar con sus hijos antes de que fueran a dormir. Además, se sentía muy disgustado por los crímenes que le contaba la policía.
Un psiquiatra que colaboraba con la policía, James A. Brussels, llegó a hablar de personalidad múltiple, para luego determinar que era muy extraño que DeSalvo, si tenía personalidad múltiple no las mostrase en el curso de los exámenes psiquiátricos. Concluyó que en su caso, la causa de perturbación que le llevaba a olvidar lo que había hecho anteriormente era sin duda debido a una esquizofrenia. No un desdoblamiento, pero sí una ruptura de la personalidad.
DeSalvo fue considerado demente, pero fue condenado a cadena perpetua en 1966.
En el psiquiátrico penitenciario murió apuñalado por un compañero de celda en 1973.

HAROLD SHIPMAN.Harold Shipman.

El médico británico Harold Shipman, conocido como "doctor muerte" ha aparecido colgado en su celda. Se encontraba en prisión condenado a cadena perpetua por el asesinato de quince pacientes, la mayoría ancianos, con inyecciones de heroína durante sus 23 años de carrera profesional.
Estaba considerado el mayor asesino en serie de la historia del Reino Unido. Tenía una apariencia afable y era padre de cuatro hijos. Una investigación oficial determinó que sus víctimas pudieron ser hasta 215 personas. Shipman, que este miércoles hubiera cumplido 58 años, fue hallado colgado en su celda y, a pesar de los esfuerzos por reanimarlo, fue declarado muerto.
El aspecto de Harold Shipman inspiraba confianza, pues era un médico de mediana edad, de pelo blanco, barba tupida, gafas de pasta oscura y mirada tranquila. Era el mayor criminal en la historia del Reino Unido, y cumplía quince cadenas perpetuas por sendos asesinatos de pacientes suyos, aunque la cifra de víctimas podría elevarse a 270.
14 de enero. En la mañana de ayer apareció ahorcado en su celda de la cárcel de Wakefield (Inglaterra) el peor criminal de la historia británica. Harold Shipman, de 57 años y padre de cuatro hijos, apodado por la prensa "Doctor Muerte", cumplía condena por quince asesinatos cometidos en las personas de pacientes que se confiaban a sus cuidados como médico de cabecera en el pueblo noroccidental inglés de Hyde, cerca de Manchester. Le entregaban en realidad sus últimos días de vida. Estas 15 muertes sucedidas entre 1995 y 1998 son sólo las que se juzgaron en el año 2000. La magistrada del caso, Jane Smith, investiga otros 200 asesinatos cometidos por el "Doctor Muerte" a lo largo de su vida profesional en Hyde y en Todmorden (West Yorkshire). Se le podrían pues imputar un total de 171 mujeres y 44 hombres envenenados, sin descartar otros posibles 45 fallecimientos pendientes de ulterior examen. El procedimiento siempre era el mismo. Shipman localizaba víctimas preferentemente ancianas y solitarias, y con su barba cana y aires de indefenso intelectual se ganaba su confianza como doctor amable, hogareño y cariñoso que se preocupaba por su salud. En su propia clínica les administraba una dosis elevada y letal de morfina y asistía al espectáculo cruel de los cinco minutos que tardaba en producirse su desgarrador fallecimiento. Luego falsificaba los informes certificando la defunción por causas naturales. Se quedó con 386.000 libras de una de sus víctimas, si bien ése no era el móvil. El "Doctor Muerte" asistía a más de tres mil pacientes y su posición económica era desahogada.
Nunca llegó a confesar sus delitos, así que nunca podrá saberse qué le llevó a cometerlos. Su ex compañero y forense John Pollar afirma que, en su opinión, "simplemente disfrutaba contemplando el proceso de morir y gozaba con el sentimiento de control sobre la vida y la muerte".
Las autoridades penitenciarias británicas abrirán una investigación y no han confirmado todavía que se haya tratado de un suicidio. Estuvo vigilado preventivamente durante su estancia en las cárceles de Manchester y Frankland. Pero no en la actual de Wakefield, adonde llegó en junio, pues en palabras de su portavoz, "no había mostrado, en absoluto, tendencias suicidas. Se portaba con toda normalidad... No había ningún indicio de que esto fuese a suceder y él no había dado motivos para preocuparse".
En 1976 se le condenó por hurtar fármacos que utilizaba como drogas. Entonces sí confesó su adicción, y que le producían un estado "deprimido y confuso". Durante los últimos meses su mal comportamiento había obligado a las autoridades a cambiar su status y quitarle algunos privilegios: ya no disponía de televisor en la celda, y debía llevar uniforme penitenciario.
A lo largo del juicio la prensa pudo hacerse con algunas cartas personales de Shipman, y en ellas revelaba una acusada dependencia psicológica de su mujer, cierta tendencia hacia la autocompasión y se mofaba de los familiares de sus víctimas. Éstas no han lamentado en absoluto su desaparición, pero sí quedarse para siempre sin el magro consuelo de un porqué.

JOACHIM KROLL


 Joachim Kroll

Joachim Kroll nació en Hindenburg, Alemania. Sólo fue tres años a la escuela y nunca aprendió a leer ni a escribir. Su madre, que era viuda, falleció cuando él era un adolescente. A raíz de su muerte, sus cinco hermanos y hermanas fueron separados y, con el tiempo, perdieron el contacto con Joachim.

A saber qué razones se aunaron para que este hombre pequeño, común y corriente se convirtiera en asesino en serie y caníbal. En 1955, a la edad de 22 años, Joachim acechó a Irmgard Strehl, de 19 años, cuando ésta iba por una carretera rural cerca de la ciudad de Walstedde. Irmgard fue asesinada por estrangulación y luego violada, un destino que correrían todas las mujeres que fueron víctimas de Joachim. Su cadáver fue encontrado a varios metros de la carretera.

Durante cuatro años, los extraños impulsos que llevaban a Joachim a matar y a violar permanecieron latentes. Luego, en rápida sucesión, volvió a las andadas, dos veces en un mes. Las víctimas fueron Klara Tesmer, de 24 años, y Manuela Knoot, de 16.

Fue al matar a Klara cuando a Joachim le empezó a gustar la carne humana. Cuando se encontró su cadáver en un bosque cercano, la policía se quedó horrorizada al ver los grandes trozos de carne que le habían arrancado de los muslos y los hombros.

Años después, Joachim reveló que había envuelto la carne en un papel y luego se la había comido en la cena. Desgraciadamente, un tal Heinrich Ott fue arrestado y acusado del asesinato de Klara. A la espera del juicio, Ott sufrió una depresión aguda y se ahorcó.

En 1962, Joachim volvió a actuar. Su primera víctima fue Petra Giese, de 13 años. Dos meses después, mató a Monika Tafel, de 12 años. Ambas, originarias de la región de Bruckhausen, habían sido asesinadas por estrangulamiento, y después violadas. De nuevo, se encontraron signos de canibalismo. Dos hombres inocentes fueron arrestados, declarados culpables y encarcelados por estos asesinatos.

Vinzenz Kuehn, un conocido pederasta, pasó seis años en prisión por el asesinato de Petra Giese. Walter Quicker, un hombre que amaba a los niños, pero que nunca había tocado a uno solo, fue declarado sospechoso del asesinato de Monika Tafel. Como no había ninguna prueba en su contra, fue liberado. La mujer de este hombre totalmente inocente se divorció de él por el incidente. Sus amigos y conocidos le hicieron el vacío. Unos meses después del asesinato, se colgó en el mismo bosque donde se había encontrado el cadáver de Monika Tafel.

Tres años después de estos crímenes, Joachim volvió a matar. Estaba buscando una víctima femenina en Grossenbaum cuando se topó con una pareja que había aparcado en un callejón conocido por ser refugio de enamorados. Hermann Schmitz y su novia, Marion Veen, se estaban besando en el asiento delantero de su automóvil. Joachim se puso delante del vehículo y empezó a mover los brazos como loco. Creyendo que este hombre obviamente agitado tenía algún problema, Schmitz salió del automóvil. Joachim le asestó varias puñaladas.
Marion, quien entendió lo que estaba pasando rápidamente, se pasó al asiento del conductor y puso el vehículo en marcha. Joachim logró apartarse de un salto en el último momento. Corrió hacia los matorrales y desapareció, en medio de la noche. Marion colocó una horquilla debajo de la corneta para que esta no parara de sonar, esperando así llamar la atención. Entre tanto, detuvo el vehículo y corrió al lado de Hermann. No había nada que pudiera hacer. Estaba muerto.

En septiembre de 1966, Joachim asesinó y violó a Ursula Rohling, de 20 años. Inmediatamente se sospechó de su novio, Adolf Schickel, la última persona vista en su compañía. Aunque fue arrestado, después lo dejaron en libertad.


Adolf tuvo que hacer frente a las burlas de sus amigos y vecinos, que estaban totalmente convencidos de su culpabilidad. Cuatro meses después de recuperar su libertad, se llenó los bolsillos con piedras y se ahogó en un río cercano.

Joachim siguió asesinando. En Bredeney, engañó a una niña de cinco años, Ilona, consiguiendo que se subiera a un tren. Al cabo de veinte millas, ambos bajaron del tren. Joachim la estranguló y violó, y luego se llevó partes de su cadáver.

A este hombre enloquecido no le importaba la edad de sus víctimas. Llamó a una puerta elegida al azar. Cuando Maria Hettgen, de 61 años, abrió, murió a puñaladas. Poco después, Jutta Rahn, de 13 años, corrió la misma suerte. Se sospechó que un hombre llamado Peter Schay, sobre el que la policía estaba investigando, era el asesino, principalmente porque tenía el mismo grupo sanguíneo que el asesino.

No obstante, como no había pruebas de que hubiera participado en el asesinato, se le dejó libre. Durante varios años, los amigos y vecinos de este hombre inocente le hicieron el vacío, hasta que Joachim confesó haber asesinado a Jutta.

En 1976, a Oscar Muller, de Laar, Alemania Occidental, su vecino de la puerta de al lado le dijo que el inodoro de su piso estaba atascado. Oscar fue a verlo con la idea de arreglarlo. Se quedó horrorizado al darse cuenta de que en el inodoro flotaban diminutos trozos humanos. Salió del edificio y rápidamente encontró a un agente de policía. En el barrio había varios policías porque esa misma mañana había desaparecido de un parque cercano Monika Kettner, una niña de cuatro años. Un agente acompañó a Oscar, echó un vistazo al inodoro y llamó a sus superiores.

Un grupo de detectives fue a ver a uno de los vecinos de Oscar, Joachim Kroll, para registrar su piso. En su frigorífico encontraron trozos de carne de la niña desaparecida. En el congelador, descubrieron más trozos de carne humana bien empaquetados. El asesino era consciente de que sus 21 años de asesinatos iban a concluir. Confesó todos los asesinatos que recordaba, pero admitió que había muchos otros de los que no se acordaba. La policía cree que no pasó un solo año en que no se cobrara una víctima, aunque no se acordara de todas ellas.

Mientras contaba con todo lujo de detalles los crímenes de los que se acordaba, Joachim contó con toda tranquilidad como conoció a Gabriele Puettmann en un banco de un parque. Tenía la intención de matarla y violarla pero cuando le enseñó fotos pornográficas, Gabriele saltó y se fue corriendo.

Gabriele nunca le habló a sus padres del incidente pero cuando, once años después, fue nombrada en la confesión de Joachim, se dio cuenta de lo afortunada que había sido al lograr escapar de las garras de uno de los caníbales más conocidos de Alemania.

Como en Alemania Occidental no existía la pena capital, la máxima pena a la que pudo ser condenado Joachim Kroll fue cadena perpetua.


THIERRY PAULIN. Thierry Paulin

El 5 de octubre de 1984 dos hombres atacaron a una anciana de 91 años robándole todos sus ahorros tras atarla, amordazarla y golpearla. Cuando la encontraron, su estado de nervios era tal que fue incapaz de proporcionar una descripción de los agresores.
Ese mismo día otra anciana de 83 años era atacada en un distrito vecino, pero la mujer no contó con tanta suerte como la anterior, pues la atacaron golpeándola fuertemente y la asfixiaron posteriormente con una almohada robándole la pequeña cantidad de 200 francos. El cadáver fue encontrado atado con la cuerda de una cortina.
Cuatro semanas más tarde fue hallada otra mujer, esta vez de 89 años, asfixiada con una bolsa de plástico y a la que le faltaban unos 500 francos y un reloj valorado en 300 francos.
A partir de ahí los crímenes se volvieron más violentos y de una crueldad extrema. La siguiente víctima fue una maestra jubilada de 71 años, quien tras ser amordazada y maniatada con un cable, fue golpeada con tal fuerza que tenía la nariz y la mandíbula rotas. Habían utilizado una bufanda para estrangularla. La autopsia revelaría posteriormente que la mayoría de los huesos de la parte derecha del cuerpo se hallaban destrozados. El asesino se llevó unos 10,000 francos.
Dos días después se encontró un nuevo cadáver. Una mujer, de 84 años, había recibido varios golpes en el rostro, luego le dieron una mortal paliza y la torturaron hasta la muerte. Tenía la boca y la garganta abrasadas por ácido; la habían obligado a ingerir sosa cáustica, quizá para que confesara dónde guardaba el dinero. Se calcula que el botín fue de unos 500 francos. Así continuaron los crímenes en días sucesivos hasta alcanzar la terrible cantidad de ocho mujeres brutalmente golpeadas y asesinadas en tan sólo cinco semanas.
La policía apenas podía realizar la inspección ocular del lugar de un crimen cuando ya se le notificaba de otro caso.
El robo de dinero parecía ser el único móvil de aquellos crímenes brutales, pero las cantidades eran tan ridículas que la policía pronto desechó la idea. Cuando la policía parisina intentó trazar un perfil del asesino de ancianas le resultó muy complicado, pues aquellos crímenes no encajaban en ningún modelo conocido. El asesino no tenía móvil sexual, pero sí era desconcertante el sadismo y la brutalidad demostrados en los crímenes.
Los investigadores dedujeron en seguida que se trataba de una persona sin empleo fijo, debido a las horas en que se cometieron los asesinatos, y que ésta tenía una buena presencia física o que era una persona "encantadora" a primera vista, pues nunca se hallaron cerraduras forzadas ni puertas golpeadas. Por las heridas de las víctimas, también pensaron que se trataba de alguien joven y robusto, pero todo eso no era suficiente para atrapar con rapidez al asesino reincidente.
Los asesinatos de las ancianas se convirtieron en el tema de conversación principal de todo París y provocaron las protestas y manifestaciones de la población en contra de los delitos violentos. Poco a poco el pánico comenzó a extenderse por la ciudad y se tomaron medidas de emergencia, como un espectacular despliegue de policías procedentes de varios departamentos en las zonas que el asesino acostumbraba frecuentar, teléfonos de socorro por si alguien veía algo extraño, asesoramiento destinado a las personas mayores, etc.
En el verano de 1986, dos años después de su comienzo, el asesino había acabado con la vida de dieciséis ancianas, hasta que pasó un período sin que se cometiese ningún crimen de ese tipo en la zona. Los agentes no podían llegar a sospechar siquiera que el asesino en serie tan temido se encontraba por aquel entonces entre rejas detenido por venta de cocaína. Ese hombre se llamaba Thierry Paulin.
Thierry Paulin nació el 28 de noviembre de 1963 en la isla caribeña de La Martinica, y al poco tiempo de su nacimiento su padre abandona la familia. Su madre, de 17 años, lo envió con su abuela quien dirigía un restaurante y no tenía tiempo para atender a su nieto; pasó los primeros años de su vida desprovisto de todo afecto familiar, convirtiéndose en un muchacho difícil y violento.
Unos años después su madre se casa con otro hombre y tiene tres hijos con él, pero el hombre pronto se cansa del carácter de Thierry y lo envía a Francia con su verdadero padre, lejos de la familia. Pero éste también estaba casado y con dos hijos, por lo que tuvo que aprender a integrarse en una nueva familia, sin tan siquiera conocer a ese señor que decía ser su padre.
A los 18 años, cuando se encontraba haciendo el servicio militar, entró en un supermercado y después de amenazar a la propietaria con un cuchillo de carnicero huyó con todo el dinero de la caja. La mujer logró identificarlo, Thierry fue detenido y pasó una semana en la cárcel.
Al acabar el servicio militar, Thierry se instaló en París, integrándose rápidamente a la comunidad de homosexuales y consiguió un empleo en un club nocturno especializado en shows travestis. Allí conoció a su primer compañero sentimental Jean Mathurin.
En ese local Thierry hacía a veces actuaciones travestis, e incluso invitó a su madre a ver el espectáculo; quien impresionada de ver a su hijo con ropas de mujer se retiró antes de que acabase, rechazando así su homosexualidad.
Mientras tanto, Thierry y su novio decidieron irse a vivir juntos y se instalaron en un hotel. En aquella época la pareja vivía con todos los lujos posibles, comían en restaurantes lujosos y se dejaban ver en todas las fiestas y clubes de moda. Pero el dinero se les acabó pronto y la buena vida con él, entonces comenzaron las crisis de pareja, las escenas de celos y las discusiones.
Se vieron obligados a buscar un alojamiento más barato ya que tenían muchas deudas, así que Thierry se vio forzado a cometer pequeñas estafas, a traficar con drogas y a robar tarjetas de crédito para buscarse la vida y pagar sus numerosas deudas acumuladas.
En París vivía de noche en clubes donde a nadie le extrañaba su comportamiento, y allí podía asesinar una y otra vez sin despertar la curiosidad de nadie.
Su predilección por las mujeres mayores nunca fue explicada. Tal vez su niñez estuvo poblada de ancianas que no cesaban de juzgarlo y corregirlo, y quiso liberar a París de aquellas odiosas mujeres.
Su constante preocupación era llamar la atención de los demás, estar siempre rodeado de gente e invitarlos a sus fiestas, lo que le proporcionaba gran cantidad de amigos de conveniencia ganados a base de comprarlos con alcohol y cocaína. De hecho, una vez en la cárcel, Thierry se dedicaba a recortar las notas de prensa que hablaban de él. Siempre narcisista, su aspecto físico continuó siendo su gran obsesión.
Antes de ser encarcelado se le habían tomado unas muestras de sus huellas dactilares, pero por aquel entonces los sistemas informáticos de que disponía la policía eran bastante limitados, por tal motivo eran los mismos agentes los que realizaban la dura y larga tarea de comparar todas las huellas digitales. Para empeorar las cosas, Thierry había sido arrestado no en París, sino en otro distrito, y las huellas las habían guardado en otros archivos. Además, el delito por el que había sido inculpado no requería el cotejo en los mismos archivos con las huellas de los inculpados por delitos de agresión u homicidio; por el momento ninguna prueba lo inculpaba, y nadie podía imaginar que ese hombre era el asesino de las dieciséis mujeres.
Cuando Thierry obtuvo la libertad tras estar doce meses entre rejas por venta de drogas, reanudó su vida y sus viejas costumbres. Una de ellas, fue la de seguir asesinando; mientras, la policía de París seguía investigando los crímenes.
Pero esta vez los agentes contaban con un as en la manga: la primera víctima de Thierry, la señora de 91 años a la que había atacado para robarle sus ahorros, se había ido recuperando del trauma y tres años después les proporcionó una detallada descripción del agresor.
Inmediatamente se distribuyó su retrato robot (hablado) por todas las comisarías de París y sus alrededores y al poco tiempo Thierry era identificado y detenido.
Tras comprobar que sus huellas correspondían con las tomadas en los lugares de los crímenes, fue interrogado sin interrupción durante cuarenta y tres horas seguidas por la Brigada Criminal, y terminó confesándose autor de más de 20 crímenes.
Lo que dejó atónitos a los policías, era la indiferencia con la que Thierry describía los mismos, absolutamente incapaz de comprender la terrible gravedad de lo que había hecho. Para él, la vida de un ser humano carecía por completo de valor. Las razones que llevaron a Thierry a cometer aquellos crímenes continúan siendo un misterio, por lo que los psiquiatras tuvieron que hacer un retroceso a su infancia para tratar de ver más claro.
En realidad jamás tuvo un hogar, ni una familia que le quisiese y se preocupase por él. Antes de llegar a la adolescencia ya lo habían custodiado tres personas: su abuela, su madre y luego su padre, pero todos se lo fueron quitando de encima poco a poco, lo que Thierry interpretó como un rechazo. Por otra parte, su inclinación homosexual había despertado un desprecio general en su entorno. Privado de todo cariño, no sentía hacia los mayores ningún respeto. Se negaba a ser como todos los adultos que conocía, pues eran indignos de su confianza y respeto, y continuó siendo un niño reservado, desafiante y violento. La falta de amor le había endurecido hasta el punto de ignorar el sufrimiento, tanto si él era víctima o agresor, no tenía piedad. Lo demuestran sus posteriores declaraciones a la policía: "Yo sólo ataco a los débiles".
Acabó confesando que no siempre actuaba solo y que su amante Jean Mathurin había tomado parte en los primeros crímenes.
Finalmente, en el juicio se le acusó por asesinato y robo con violencia en dieciocho ocasiones. Mientras cumplía condena, el 16 de abril de 1989 fallecía en su celda, enfermo de sida cuando sólo contaba con veintiséis años.


JUAN VALLEJO CORONA.


Juan Vallejo Corona.

Juan Vallejo Corona conocido como el 'Machete Murderer' nace en el año de 1934 en México y desde joven migró a California, a la ciudad de Yuba City donde se establece. Se casó y formó una familia de cuatro hijas, y tiempo después se convirtió en contratista de mano de obra. Su labor era altamente apreciada entre los granjeros del lugar a quienes proporcionaba mano de obra barata, generalmente mexicanos emigrantes que como él, perseguían un mejor nivel de vida en Estados Unidos.
Pero el 19 de Mayo de 1971 un granjero japonés de la zona, sale a pasear por sus huertos de durazno y nota que alguien ha excavado entre dos árboles un hoyo de dimensiones semejantes a los de una tumba. A pesar de que alrededor había cuadrillas de trabajadores contratadas por Juan Corona pizcando durazno quedó intrigado por el hallazgo al grado de regresar a ver el agujero por la noche. Cual sería su sorpresa al encontrar el hoyo relleno de tierra. Decide llamar a la policía que en un principio no sospecha nada extraño a excepción del hecho de que alguien pudo haber ido a enterrar basura en una propiedad ajena. Para sorpresa de todos al excavar los oficiales se encontraron con el cadáver de un hombre blanco y delgado. En vida aquel sujeto se llamaba Kenneth Whiteacre y había sido apuñalado en el pecho, fuertemente golpeado en la cabeza y con varias laceraciones profundas detrás del cráneo hasta provocarle la muerte.
En sus ropas se pudo hallar un pasquín de pornografía gay lo que hizo suponer que se trataba de un homosexual. A pesar de la horrible naturaleza del descubrimiento, para la policía no había razón de alarmarse. Total, el movimiento gay en boga en San Francisco había agitado e irritado a mucha gente que bien pudo haber liquidado al hombre como una forma de represalia.
El escritor y reportero del crimen Kidder especuló que aquel homicidio pudo haber sido cometido por un par de hombres, que habían salido a la caza de un encuentro sexual y hallaron un voluntario que por algún dinero accediera a sus peticiones. Pero luego lo mataron cuando se negaron a pagarle el billete prometido. Los peritos tomaron algunas impresiones de las huellas de una camioneta que estuvo en el sitio pero no se le dio la importancia debida al asunto y el cuerpo no fue estudiado con la minuciosidad requerida. Debía descartarse algún tipo de asalto sexual, aunque eso si, se determinó que las heridas de la cabeza habían sido practicadas cuando el hombre ya había fallecido. Después del rapidísimo examen forense el cadáver fue entregado a los funerarios. Los detectives concluyeron que pudo haber sido el resultado de una pelea, un mero suceso al azar.
Sin embargo unos cuantos días después se halló otro cuerpo en las huertas de durazno de la zona. El 24 de Mayo, mientras operaban un tractor en un rancho vecino los trabajadores tuvieron que parar al encontrar partes de la tierra colapsadas. De nuevo fue llamada la policía y encontraron el cuerpo de Charles Fleming otro vagabundo del lugar. Esta vez las autoridades actuaron con mayor cautela y la búsqueda de mas cuerpo se intensificó sin encontrar nada, hasta que un oficial descubrió un pequeño camino entre la vegetación que los condujo a una enorme tumba colectiva.
A lo largo de la rivera encontraron la tierra sospechosamente revuelta. Cuando comenzaron a remover el suelo con las palas encontraron las piezas claves del caso. Unas notas del mercado de la ciudad a nombre de un tal Juan V. Corona, despachadas hacia pocos días. Al excavar encontraron otro cadáver, un hombre con las mismas heridas de muerte, golpes en la cabeza y laceraciones producidas por lo que parecía ser un machete. El sujeto enterrado era un granjero indigente. Siguieron apareciendo cuerpos uno tras otro en diferentes grados de descomposición de tal modo que se pudo establecer hasta la cronología de las muertes.
Algunos de ellos difícilmente podían mantenerse completos. Tuvieron que ser colocados dentro de bolsas de plástico para su posterior identificación. Indudablemente era esta fosa colectiva el producto de un solo criminal puesto que todos los cuerpos presentaban signos de un mismo ritual de muerte. Una especie de firma, según lo llaman los especialistas. De vez en cuando ocurren actos violentos en una comunidad, pero los oficiales a cargo jamás habían presenciado un entierro colectivo como este. Las victimas aparecían con evidentes signos de asalto sexual, con los calzones a los tobillos y los genitales expuestos. La mayoría habían sido trabajadores emigrantes y/o vagabundos, asesinados con arma punzocortante y golpes a la cabeza. Algunos habían incluso recibido un tiro. A pesar de la evidencia contra Juan Corona, el sheriff Roy Whiteaker hizo énfasis en el cuidado que debían guardar sus subalternos en la recuperación de cuerpos. Las recetas halladas eran buenas, pero para dar un paso definitivo se debía encontrar algo más. Entonces el objetivo se fijó en enterarse por terceros que hubieran conocido a las víctimas y poder ligar definitivamente al contratista con las muertes.
Para principio de cuentas circulaban rumores acerca de Corona y algunos 'asuntos' suyos con hombres homosexuales, rumores al fin. Luego estaba el hecho de que había sido diagnosticado de esquizofrenia (1956) y conforme a los usos médicos de entonces fue sometido a terapia de electrochoques. También se conocía a la perfección un macabro episodio que involucraba a su hermano Natividad Corona, ese si conocido y violento gay que operaba el café 'Guadalajara' en el poblado de Marysville. Esa ocasión apareció en el baño del lugar un joven sangrando de la cabeza, pues con un machete le habían volado parte del cuero cabelludo. El sujeto fue auxiliado por otros comensales y el homosexual Natividad Corona huyó del país hacia México. La víctima demandó por $250,000 dólares, pero el proceso nunca fructificó ante la ausencia del demandado. La existencia de este lío entre homosexuales daba mucho en que pensar acerca del señor Juan Corona.
En una época que todavía no explotaba el uso de compleja tecnología forense la única manera de construir el caso contra Juan Corona fue mediante evidencia circunstancial. Los fiscales sabían que las notas del mercado podían ser rebatidas durante el juicio así es que mediante los testimonios de muchas fuentes podían armar un mosaico que sustituyera la evidencia que en otros casos es concluyente y liga al asesino con las victimas.
En la época de los hallazgos en los huertos, el trabajo del departamento de policía se multiplicó enormemente. Las labores no solamente abarcaban la exhaustiva búsqueda de restos humanos; a pesar de haber encontrado la tumba masiva, existía la posibilidad de hallar cuerpos solitarios enterrados por aquí y allá. También había que atender a las numerosas personas que se habían enterado del asunto y que buscaban noticias de seres queridos desaparecidos. Así que había que investigar y dar seguimiento a cada caso. Igualmente daba trabajo la prensa y los curiosos que atestaban las cercanías del entierro masivo. El 4 de Junio la búsqueda llegó a su final. El conteo quedó en 25 cuerpos, de los cuales únicamente tres no eran cadáveres de anglosajones, tampoco hubo uno solo de origen mexicano. Tras un arduo proceso, todos fueron identificados menos 4 que permanecieron en calidad de desconocidos.
En una de las tumbas a ras de tierra se halló una pieza más de evidencia contra Juan Corona. Un recibo bancario a nombre del contratista apareció entre la tierra. El caso tomó mucha fuerza, pero el sheriff Whiteaker convocó a destiempo a una conferencia de prensa donde sin previo juicio ni mayores diligencias legales inculpó al mexicano de los crímenes. El apresuramiento resultó contraproducente puesto que abrió el caso al escrutinio de mas abogados y especialistas que determinaran realmente si había evidencia suficiente contra Corona. El mosaico de evidencias que se pretendía formar no ayudaba al caso. Además después de todo en los Estados Unidos nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
Ya detenido se le comenzó a investigar a Corona surgiendo rápidamente el detalle de que fue tratado por sus problemas mentales años atrás y de como había recibido una docena de tratamientos a base de electrochoques, cuando se pensaba que eran realmente eficaces. La información señalaba que Corona era un pacífico hombre de familia, padre de cuatro mujeres y un devoto que no faltaba un solo domingo a la iglesia. Sus ingresos rondaban los $20,000 dólares al año y no había quejas de que abusara de los trabajadores temporales a quienes contrataba. No faltaba la usual queja de que no pagaba lo suficiente por el trabajo realizado. Pero bueno, ¿qué contratista en esta vida paga lo justo? Sin embargo, existía el testimonio de quienes hablaban de un Juan Corona irascible y violento y de que había sido visto rondar los entierros tras las huertas. El reportero Kidder visitó al inculpado en la cárcel para cerciorarse de su estado mental y lo que vio fue a un sujeto triste, en actitud humilde pero principalmente deprimido. Se dice que durante su juicio sufrió dos ataques cardiacos y pasaba su tiempo tomando clases de pintura.
La evidencia forense presentaba múltiples dificultades. La sangre hallada en la camioneta resultó ser de un trabajador herido que había sido transportado en dicho vehículo. Su famoso machete no presentaba rastros sanguíneos y la de otros lugares resultó ser pintura.
Fueron encontrados 25 cadáveres, cuatro de ellos no pudieron ser identificados, pero se supone que pudieron no localizarse algunos enterrados en otras zonas de la plantación.
Las huellas de llanta halladas en los sitios no concordaron con las de la camioneta tampoco, la bala hallada en uno de los cadáveres tampoco perteneció a la pistola de Corona, en fin que ni las marcas de herida de machete ligaban con certeza al contratista con los muertos. Inclusive el acusado contaba con una coartada pues durante el tiempo de la muerte de varios de los enterrados estaba usando muletas para caminar.
El juicio contra Juan V. Corona fue sumamente largo y tedioso. El procedimiento se tornó en una lucha de intereses entre los abogados de la defensa y los de la parte acusadora, en este caso del Estado de California. Las principales disputas giraron en torno a la evidencia forense y a su complicada y fallida recopilación. Ningún especialista que pasó a rendir testimonio en la corte pudo asegurar al 100% que los cuchillos y el machete de Corona estaban conectados con los cadáveres encontrados. En cuanto a la sangre, igual ningún especialista pudo establecer de manera convincente que hubiera conexión entre las muestras de los muertos y las manchas y gotas encontradas en los efectos personales y la propiedad del acusado. Salieron a flote tantos y tan complicados detalles que muchas veces se perdió la perspectiva de los crímenes para enfocarse en la efectividad de los analistas y aún de su reputación profesional. Aún las recetas y recibos hallados en los entierros fueron puestos en duda, al sugerirse que tal vez alguien quiso inculpar de manera a Corona con los asesinatos. Hubo quien sugirió que se revisara la antigüedad de cada cadáver y el de las notas para poder dilucidar si fueron puestas después o cayeron en las tumbas en el momento mismo del crimen. Esta estrategia puso al descubierto errores de procedimiento por parte de los forenses al clasificar los cuerpos, los cuales fueron numerados de diferente manera por los médicos contra el sistema con que la policía los fue etiquetando. Luego estuvo el hecho de que nadie pudo concluir que Juan V. Corona fuera homosexual, este hecho hubiera resultado crucial dada la evidencia de que los crímenes tenían una motivación notoriamente sexual. Hawk, el abogado defensor nunca llevó ningún testigo clave al estrado y aunque no lo nombró explícitamente basó gran parte de su estrategia en sugerir, que había sido el hermano de Juan, es decir Natividad Corona, el verdadero responsable de la matanza.
Para complicar mas el juicio resulta que se le acusó a Corona por los 25 crímenes, multiplicando así en costos monetarios y de tiempo las diligencias respectivas. Usualmente cuando se acusa a un multihomicida basta con procesarlo por uno o dos crímenes de la multitud que se le adjudican, pero en este caso ese detalle de atiborrar de acusaciones constituía la estrategia de la parte acusadora para conformar un caso ganador. Es decir, cimentar el mosaico de evidencias circunstanciales de que habíamos hablado párrafos atrás. Finalmente ambas partes dieron por agotados su trabajo y el jurado decidió que Juan V. Corona era culpable de 25 homicidios y en consecuencia el juez recetó 25 cadenas perpetuas con derecho a libertad condicional.

Poco tiempo después Corona volvió a juicio puesto que un nuevo grupo de abogados tomó la defensa del caso y decidió que no se le había defendido correctamente en su primer juicio. De hecho nadie se explica el porque su primer abogado defensor no hizo nada por alegar incapacidad mental. Estaba claro y documentado que Corona había sido sometido a electroshocks. Sin embargo este nuevo lance probó ser ineficaz y costoso, pues se estima que a los contribuyentes californianos el chiste les salió en varios millones de dólares. Básicamente el jurado argumentó que Corona era el mas probable culpable por la evidencia de su bitácora personal donde había anotado un registro de los nombres de varias de las victimas halladas y siendo de ese modo, no se modificó la sentencia del juicio anterior. Siendo que hasta esa evidencia no estaba exenta de controversia y que fue materia de mucho debate entre especialistas en grafología.
En cuanto a Corona, no lo pasó bien en la cárcel los primeros años, puesto que fue atacado por 4 internos quienes lo cosieron a puñaladas, casi muriendo y perdiendo un ojo tras el ataque. Se recuperó y a la fecha continúa purgando sentencia en la prisión estatal de Corcoran en California. Padece de demencia senil y su salud no es buena.

ROBERT HANSEN.

Robert Hansen
Robert Christian Hansen nació el 15 de Febrero de 1939 en Estherville, Iowa. Hijo de un cocinero de origen Danés, paso una infancia muy difícil al lado de su padre que lo obligaba a trabajar largas horas en el negocio de la familia. Al llegar a la adolescencia el severo acné que padeció se sumó al marcado tartamudeo que tenía. Era el perfecto objeto de las burlas y los abusadores de siempre en la escuela. Quienes se acuerdan de él, lo veían como un sujeto solitario que jamás socializaba con nadie. A pesar de haber nacido zurdo, sus padres lo obligaron siempre a usar la mano derecha, imposición que incrementaba la presión y el estrés en que vivía.
A pesar de todo lo anterior, en 1960 se casó con una muchacha pero su matrimonio no duró mucho. El 7 de Diciembre del mismo año con el objetivo de vengarse por rencillas contra los pobladores de Pocahontas, fueran estas reales o imaginarios, Hansen obligó a un empleado del negocio de la familia a que lo ayudara a incendiar un garaje del autobús de la escuela. Para su desgracia este joven de 16 años tuvo la entereza suficiente de delatarlo. Fue sentenciado a una pena de 3 años en prisión, a los 6 meses su esposa tramitó el divorcio y para su fortuna le fue otorgada la libertad condicional cumplidos 20 meses.
Nuevamente, a pesar de todo lo anterior, no pasaron muchos meses para que Robert Hansen se casara otra vez. De acuerdo a los estudios psicológicos que le fueron practicados, Hansen era de personalidad infantil y obsesiva. Y después de lo del incendio ahora había adquirido la afición por robar. Carecía de necesidades, así que lo hacía por la emoción momentánea del hurto. A pesar de que fue descubierto en sus pillerías, nadie hizo olas y no se levantaron cargos.
En 1967 los Hansen decidieron comenzar una nueva vida y se movieron a Alaska, a la ciudad de Anchorage. Ahí de nuevo continuaron los problemas de Robert, esta vez fue acusado de robar una sierra eléctrica. Fue sentenciado a 5 años de prisión y nuevamente fue estudiado por doctores, quienes diagnosticaron que Hansen padecía de trastorno bipolar, y que requería terapia a base de litio para controlar sus violentos cambios de humor. A pesar de que era ya considerado un peligro para la sociedad jamás se hizo nada por obligarlo judicialmente a seguir el tratamiento.
Una vez fuera de la cárcel, prosiguió su vida matrimonial. Ya era padre de dos hijos cuando ideó una curiosa manera de hacerse con más dinero. Simuló el robo de una serie de objetos de valor de su casa, los cuales escondió en un área apartada y secreta de la misma. El seguro le reembolsó $13,000 dólares con los cuales instaló un negocio de comida. Entre los objetos reportados como robados se encontraban varios trofeos de cacería. Actividad en la que Hansen era una celebridad de la localidad. Poseía un numeroso arsenal de rifles y era muy comentada la hazaña en la cual con un arco y flecha dio caza a una cabra salvaje, habitante usual de los parajes boscosos de Alaska. La cacería le daba un alto status dentro de la sociedad que antaño cuando adolescente careció completamente. De hecho la gente consideraba a Robert Hansen como uno de los pilares de su comunidad. Era apreciado y respetado.
La gente ignoraba o negaba admitir que este singular hombre bajito y fervoroso padre de familia era en realidad un peligroso sociópata. Criminal consumado que había robado, incendiado y defraudado una aseguradora. Peor aún, era un asesino de bailarinas y prostitutas, pero ese delito permanecería oculto por algún tiempo.
Como consecuencia del boom petrolero de Anchorage, muchachas jóvenes y guapas pronto fueron seducidas con la posibilidad de hacer grandes ganancias bailando y prostituyendose en el área. El vehículo de estas actividades de alto riesgo fueron la aparición y funcionamiento de numerosos clubes tales como el Wild Cherry Bar, Arctic Fox y el Booby Trap entre otros, que actualmente han desaparecido. Dichos lugares conseguían ganancias mensuales por encima de los $50,000 dólares. Alrededor de estos lugares aparecieron puestos de revistas con toda la pornografía imaginable en aquella época. Esos y otros negocios de dudosa procedencia. Los robos, fraudes y riñas proliferaron notablemente y fue en este sórdido ambiente donde Robert Hansen acechaba a sus víctimas. Las nefastas actividades de Robert Hansen aparecieron a la luz poco a poco. El primer incidente ocurrió el 12 de Septiembre de 1982 cuando un par de oficiales cazaban en el valle del río Knik, lugar apartado y fuente inagotable de esparcimiento para cazadores profesionales. Ya fueran venados, ciervos, osos y cabras salvajes, de todo había sin embargo para John Daily y Audi Holloway no había sido un día de suerte así que antes que les cayera la noche encima decidieron regresar y tomaron un inusual atajo por la rivera del río. De pronto, de un banco de arena vieron una bota semienterrada en el suelo. Picados por la curiosidad se acercaron para descubrir una extremidad en descomposición. Les tomó unos instantes darse cuenta de la situación y se apartaron rápidamente para no alterar la escena de un probable crimen. Tomaron nota del sitio del hallazgo y pronto detectives y forenses analizaban minuciosamente el sitio.
El sargento Rollie Port, experimentado veterano analizó meticulosamente la escena del crimen hasta que descubrió un cartucho percutido calibre .223 de uso común en rifles de alto poder como el M16, la AR15 y el Mini-14, armas que en muchas naciones son de uso exclusivo de las fuerzas del estado.
El cadáver fue analizado en Anchorage y se determinó que había muerto por las heridas de 3 disparos del calibre ya citado. Después de algún tiempo se determinó que en vida la mujer se llama Sherry Morrow de 24 años, bailarina exótica y que había fallecido hacía 6 meses. El 17 de Noviembre de 1981 fue vista por última vez por amigos del Wild Cherry Bar a quienes comentó que un hombre le había ofrecido $300 dólares por posar para algunas fotos. Este inusual crimen hizo sospechar a la policía de Anchorage que tenían algo gordo entre manos. Hacia algún tiempo que se habían presentado reportes de personas extraviadas. La mayoría correspondían a prostitutas, sin embargo no se había prestado mucha atención dado que ellas tienden a ser solitarias y se mueven de un lugar a otro con frecuencia. Años después regresan al mismo lugar como si nada. Esta preocupación fue mantenida en secreto con el propósito de no alertar a los probables asesinos. Y así en entrevista con los periódicos locales negaron que el cadáver de Sherry Morrow estuviera ligado con la desaparición de otras 3 chicas.
El sargento Lyle Haugsven fue el encargado de investigar los nexos entre las mujeres desaparecidas, el cadáver hallado y un par de casos sin resolver. El primero se trataba de un cadáver de mujer que se denominó Eklutna Annie por el sitio donde fue hallado. En 1980 unos obreros, hallaron los restos de una mujer en una tumba al ras del suelo cerca de la avenida Eklutna. Jamás pudo ser identificado el cadáver dado su avanzado estado de descomposición y a que los animales salvajes habían eliminado gran parte del mismo. Cuando el oficial Gregg Baker llegó al Big Timber Motel, la chica aún traía las esposas, tras liberarla ella comenzó a relatar una historia casi imposible de creer. Había sido abordada en la calle por un sujeto pelirrojo quien le ofreció $200 dólares para tener sexo oral. Una vez que comenzaron a hacerlo, el sujeto aprisionó su muñeca con las esposas a la vez que sacó una pistola. Le dijo que si cooperaba no le haría ningún daño y luego la llevó a su casa en el barrio de Muldoon. Ahí el sujeto la había violado y en un momento dado le introdujo el mango de un martillo por la vagina. Al término de todas esas crueldades le dijo que volarían a su cabaña en los bosques. Y así lo hicieron, llegaron hasta un aeroplano y mientras el sujeto metía algunas provisiones dentro del vehículo, aprovechó para salir corriendo. La prostituta sabía que su vida corría grave peligro al lado de ese hombre. Al principio la persiguió pero desistió al ver que ella hacía señas a un camionero en el camino.
Entonces la policía la llevó al aeropuerto del lugar, donde supuestamente se hallaba la avioneta de su atacante. Y ahí estaba el Piper Super Club azul y blanco. Después de revisar con la torre de control, se supo que pertenecía a Robert Hansen, quien vivía en la calle Old Harbor. Dejaron a la chica en el hospital y con un pequeño grupo de oficiales, Baker visitó la residencia de los Hansen. Confrontado con los cargos que la prostituta señalaba, Robert Hansen se mostró muy molesto. Dijo a la policía que no conocía a la muchacha, que todo el día lo había pasado con unos amigos. Su esposa y dos hijos estaban de viaje por Europa. Además les dijo a los policías que "No se podía violar a una prostituta ¿o si?..." La coartada de Hansen fue verificada y no se levantaron cargos en su contra.
Las cosas se tranquilizaron hasta que apareció el cadáver de otra muchacha enterrado a ras de tierra. El 2 de Septiembre de 1983 fue hallada en las riveras del río Knik quien fuera identificada como Paula Golding muchacha de 17 años dedicada a la prostitución y al baile exótico. Había sido vista por última vez hacía 5 meses. La autopsia reveló que fue muerta por disparos de arma calibre .223 Entonces el departamento de policía solicitó la intervención de la unidad de soporte del FBI. Sabían que tenían entre manos a un asesino serial y decidieron acudir a los expertos.
Fue así que el legendario profiler del FBI, el agente especial John E. Douglas se trasladó a Alaska para analizar la evidencia que le ofrecía la policía y para discutir acerca del sospechoso número uno, es decir para hablar de Robert Hansen.
Douglas estableció que el asesino elegía prostitutas y bailarinas topless porque son muy proclives a moverse de ciudad en ciudad y la súbita desaparición de alguna no levantaría mayor preocupación. Al presentársele la información respecto a Hansen, les hizo notar a los oficiales la baja estatura del sospechoso así como el hecho de que tuviera muchas cicatrices producto del acné y el evidente tartamudeo lo hacían pensar que de joven había sido objeto de burlas de sus semejantes y que con toda probabilidad había sido rechazado varias veces por las mujeres a quienes deseaba acercarse. De ese modo era seguro que tenía una autoestima muy baja y vivir en un lugar apartado era para aplacar un poco de su malestar personal. Luego, atacar prostitutas era la manera de cobrar venganza por las humillaciones vividas durante la adolescencia. Algunos oficiales conocían a Hansen y sus grandes habilidades como cazador a lo que Douglas comentó que tal vez ya se había cansado de los borregos salvajes, los venados y osos y había cambiado su interés en otro tipo de presas más interesantes.
Otro aspecto fundamental era que Hansen podría ser del tipo de asesino que recolecta souvenirs de sus víctimas, por eso era necesario buscar minuciosamente en sus propiedades objetos pertenecientes a las víctimas. La manera de facilitar la investigación era quebrar su coartada para lo cual la policía debía apoyarse en sus amigos a quienes había de forzar a hablar so pena de ser acusados de cargos por obstaculizar la justicia. Con eso podrían descartarlo o incriminarlo pero se necesitaba actuar con firmeza. Y en efecto, los amigos que supuestamente habían pasado el día junto a Hansen cuando la joven prostituta fue secuestrada terminaron por admitir que no vieron al sospechoso ese día. Además soltaron la sopa respecto al fraude contra la aseguradora y otros detalles gracias a los cuales la policía pidió 8 órdenes de cateo al juez. El 27 de Octubre de 1983 como usualmente hace la policía, un grupo fue al trabajo de Hansen y le pidió que los acompañara a la estación para hacerle unas preguntas. Mientras tanto otros dos grupos iban a su casa y a la avioneta para cumplir las órdenes de cateo. El grupo que investigaba la casa halló numerosas armas en la casa de los Hansen, pero ninguna que pudiera relacionarse con los crímenes. Estaban a punto de terminar y marcharse cuando un oficial descubrió un escondite en el ático de la casa. Ahí encontraron diversos rifles de alto poder, así como pistolas, un mapa de navegación marcado en varios sitios, identificaciones de las víctimas, recortes de periódico y algunas piezas de joyería. Al último estaba el rifle Mini-14 calibre .223 con que teóricamente Hansen había cazado a sus víctimas una vez que las soltaba en el bosque.
En la estación de policía Hansen negó cualquier relación con los homicidios, pero abrumado por los alegatos de la policía se dio por vencido y pidió un abogado. Entonces fue arrestado bajo los cargos de fraude, asalto agravado, secuestro, portación ilegal de armas y robo. El 3 de Noviembre de 1983 el jurado de Anchorage acusó formalmente a Hansen de conducta y portación indebida de armas, robo en segundo grado, fraude a una aseguradora y secuestro, guardándose el cargo de homicidio hasta no recibir las pruebas de balística. Hansen se declaró no culpable de los cargos y la fianza fue fijada en medio millón de dólares. Como se puede ver, el estado no iba a permitirle quedar en libertad ante la montaña de evidencia que se había acumulado. El resultado de las pruebas llego procedente de los laboratorios del FBI en Washington el 20 de Noviembre de 1983. Quedaba demostrado que los casquillos hallados habían sido disparados con el rifle Mini-14 incautado en la casa de Hansen.
Finalmente Robert Hansen se dio cuenta que ante la enorme cantidad de evidencia en su contra, difícilmente ganaría su caso frente a la corte. El 22 de Febrero de 1984 se arregló un encuentro entre el abogado defensor Fred Dewey y el fiscal general de Anchorage, Victor Krumm para establecer un acuerdo. Este consistió en que Hansen daría una confesión detallada y completa de sus crímenes a cambio de ser cargado únicamente con los 4 homicidios que se conocían hasta el momento. Además purgaría su sentencia de cadena perpetua en un recinto federal, en vez de una prisión de máxima seguridad. Hansen se vio obligado a aceptar este trato, pues era lo mejor que podía obtener.
Entonces explicó su modus operandi que consistía en contratar por una suma de dinero a las prostitutas. Una vez estando ellas a modo las sometía amenazándolas con un arma de fuego. Tratando de verse lo mas seguro y desafiante posible les decía "Muy bien, eres una profesional, lo que hacemos no te excita en nada, sabes bien que existen riesgos en lo que haces. Que esto te sirva de experiencia, para que la próxima vez elijas bien a quien te ofreces. Si haces todo cuanto te ordeno, no saldrás lastimada..." Hansen hacía lo anterior para ver como la víctima se congelaba del miedo. Disfrutaba verlas sentirse indefensas y sometidas a su voluntad. Una vez que tenía a una mujer bajo su poder, normalmente la llevaba en la avioneta a su remota cabaña de los bosques. Ahí después de violarlas sin misericordia llegaba al extremo de desnudarlas y aún de taparles los ojos antes de soltarlas. Esperaba un poco a que la chica corriera y después con su navaja y con el rifle las cazaba igual que lo hacía contra un venado u oso.
Al término de su declaración, la policía le mostró un mapa de la región a Hansen y le pidió que señalara los sitios donde había cometido sus fechorías. Este señalo numerosos lugares. Al día siguiente se hizo una expedición en un helicóptero militar y Hansen los condujo a 12 sitios diferentes, ahí fueron marcados árboles para regresar posteriormente a revisar. Durante 1984 fueron recuperados únicamente 7 cuerpos.
El 18 de Febrero de 1984 Robert Hansen se declaró culpable de los cuatro homicidios acordados y recibió sentencia de 461 años de cárcel sin derecho a libertad condicional. Inicialmente fue enviado a una penitenciaria en Pennsylvania, pero en 1988 regresó a Alaska a ser uno de los presos fundadores del centro correccional Spring Creek. Poco después de encarcelado su esposa pidió el divorcio. Es mas, hasta su nombre fue borrado del ranking de caza de Pope & Young. Aún se desconoce la identidad de Eklutna Annie aunque la policía no se da por vencida en hallar datos que ayuden a esclarecer el misterio.

PETER SUTCLIFFE.
Peter Sutcliffe
Peter William Sutcliffe nació el 2 de Junio de 1946 en Bingley, una región industrial de Yorkshire, Inglaterra. Sus padres fueron John y Kathleen Sutcliffe y fue el mayor de seis hijos. El padre de Peter era un obrero de molino y un aficionado nato a numerosos deportes, muy extrovertido que gustaba del trato con las personas.
Cuando era un niño pequeño, Peter no correspondió a las ilusiones que de el se había formado su padre. Lejos de mostrar interés y agresividad para los deportes y los juegos, solía pasar el tiempo encerrado en casa. Prefería la compañía de su madre a los rudos juegos de sus hermanos menores. En la escuela la situación no era diferente, pues no le gustaba asistir y a la hora del recreo, se ponía a salvo de los demás en alguna esquina.
Su padre al enterarse de este comportamiento lo iba a visitar a la hora del descanso para animarlo a juntarse con los demás. Cuando paso a la secundaria la situación no mejoró gran cosa pues ahora era el objetivo de las burlas y abusos de los otros al grado de que Peter dejó de asistir un par de semanas hasta que se descubrió que en vez de ir, se escondía en un piso de la casa donde lo pasaba leyendo libros y tiras cómicas. A pesar de que se tomaron medidas para evitar las agresiones de que era objeto, el joven Peter Sutcliffe siempre fue visto como alguien diferente y aparte de los demás.
Las maneras agresivas y la extroversión del padre de Sutcliffe lo abrumaban bastante y siempre guardaba algo de rencor en su contra por la vida de distracciones en que estaba inmerso el señor. Peter estaba más identificado con su madre que con su padre. De hecho al morir ella de una afección cardiaca, Sutcliffe culpó al señor John de provocarle la enfermedad dadas sus ausencias y desplantes.
Finalmente Peter decidió ejercitarse en fisio culturismo, eliminando una de tantas preocupaciones que su persona causaba a su padre. Con alegría vio como se integraba en algunas actividades deportivas, pero jamás con el objetivo de sobresalir ni de llamar la atención excesivamente. A los 15 años abandona formalmente sus estudios y entra a un buen número de empleos y ocupaciones en los que no duraba mucho tiempo. Aparentemente no mostraba a su edad ningún interés en las muchachas y tampoco externaba tener un objetivo claro en la vida.
Comenzó a trabajar en el mismo molino que su padre, pero abandonó el empleo unas cuantas semanas después. Luego entró de aprendiz de ingeniero en un taller donde duró únicamente 9 meses. Ocupo una vacante como obrero en una fábrica y también duro poco tiempo. Terminó empleándose como excavador en el cementerio de Bingley. Llegado a los 18 años Peter continuaba su afición al gimnasio y para alivio de su padre, había tomado el gusto por otras actividades masculinas, como pasear y reparar motocicletas. La mecánica automotriz sería una de las grandes pasiones de toda la vida de Sutcliffe, claro esta, aparte de asesinar prostitutas. Por fin a los 20 años y estando en un hotel departiendo con unos amigos, Sutcliffe le habló a una muchacha, ella se llamaba Sonia Szurma, hija de inmigrantes checoslovacos. Inicialmente al padre de la chica no le agradó Sutcliffe, sin embargo con el tiempo aceptó que se trataba de un muchacho trabajador, por lo menos con dinero en el bolsillo y que encima de todo, trataba bien a su querida hija. Se conocieron en 1967 cuando ella tenía 16 años y se casaron en Agosto de 1974.
De acuerdo a algunas fuentes, Sonia Szurma padecía de esquizofrenia paranoide, enfermedad que se le manifestó a los 21 años, comenzó con algunas crisis y fue internada. Se dice que ejercía gran control sobre Peter Sutcliffe y que no era del agrado de la familia de este. Era de personalidad fría, poco comunicativa y distante. Una de las principales manifestaciones de su enfermedad era la manía por la limpieza y la pulcritud de su hogar. Empresa a la que dedicaba muchas horas del día, aun forzando a Sutcliffe a participar de los quehaceres y constantes remodelaciones de la casa. El gran propósito de Sonia era obtener un grado como maestra escolar, y cuando lo logró y comenzó a trabajar fue que el matrimonio pudo juntar el dinero suficiente para independizarse.
A los ojos de los padres de Sutcliffe su hijo ya cumplía el ideal que de el habían forjado desde su nacimiento. El único defecto que no había sido superado era su inconstancia laboral. Acostumbraba a llegar tarde al trabajo hasta que perdió su empleo en el cementerio. Continuó intentándolo en empleos menores hasta que consiguió el turno nocturno en la fábrica Brittania Works of Anderton International. Fue en el año de 1974 que cediendo a la presión de sus padres Sutcliffe contrajo matrimonio con Sonia y vivieron los primeros años del matrimonio en casa de los padres de esta.
Ante la sociedad Sutcliffe se había creado una buena imagen pues todos lo consideraban un excelente esposo. En su trabajo era callado y atento pero si había quienes conocían algo de su lado oscuro. Gary Jackson, compañero del cementerio comentó que Sutcliffe era muy proclive a jugar bromas pesadas con los cadáveres que enterraba aparte de que robaba anillos y otras joyas de los mismos. Luego estaba su cuñado, Robin Holland quien acompañaba a Peter a beber en las zonas rojas de Yorkshire.
Este sujeto lo escuchaba alardear de sus aventuras con prostitutas mientras que en casa tenía la hipocresía de criticar a aquellos maridos que veían mujeres fuera del matrimonio. Terminó por no aguantar la doble cara de Sutcliffe y dejó de acompañarlo. Trevor Birdsall se convirtió en amigo de Sutcliffe en la misma época que este conoció a su mujer y continuó siendo su amigo hasta la detención de este. Una vez Birdsall habló a la policía para decirles que sospechaba su amigo era el destripador de Yorkshire. El sabía perfectamente que a Sutcliffe le gustaban las prostitutas pero a la vez mezclaba este gusto con un extraño odio hacia ellas.
Tras algunos meses de matrimonio con Sonia, la suerte favoreció a Sutcliffe que inesperadamente se hizo con un dinero con el cual pago el trámite para obtener la licencia para manejar camiones y traileres. El oficio de chofer sería el definitivo en su vida. También era un ávido comprador de vehículos con los cuales se pasaba horas reparándolos, nunca uno de sus coches fue determinante para poder incriminarlo por sus ataques.
Semanas antes del ataque contra Anna Rogulskyj, Sonia sufrió un aborto, no era el primero. Entonces los médicos informaron a la pareja que ella no podría embarazarse nuevamente. La noticia fue un duro golpe pues ambos deseaban un hijo, así lo comunicó Sutcliffe a su familia. De acuerdo al investigador norteamericano John Douglas, cuando un asesino serial comienza sus ataques es debido a que le ocurre un evento lo suficientemente fuerte para desencadenar la violencia que guarda en si. Tal vez la noticia sobre la incapacidad para tener un hijo fue este agente desencadenante.
Tras el fallido ataque contra la señorita Rogulskyj, Sutcliffe atacó de nuevo pero fue interrumpido y no fue hasta el crimen de Wilma McCann que comenzaría su reinado de terror. A continuación viene la lista víctimas del destripador de Yorkshire:
01.- Anna Rogulskyj
02.- Olive Smelt
03.- Wilma McCann
04.- Emily Jackson
05.- Marcella Claxton
06.- Irene Richardson
07.- Patricia Atkinson
08.- Jayne MacDonald
09.- Maureen Long
10.- Jean Jordan 11.- Marilyn Moore
12.- Yvonne Pearson
13.- Helen Rytka
14.- Vera Millward
15.- Josephine Whitaker
16.- Barbara Leach
17.- Marguerite Walls
18.- Upadhya Bandara
19.- Theresa Sykes
20.- Jacqueline Hill

A pesar del visible peligro que corrían las prostitutas y de las advertencias policiales, no hubo reducción alguna de esta actividad en las zonas rojas de Yorkshire. Muchas consideraron retirarse del negocio, pero la necesidad imperaba encima del peligro. A pesar del gran problema que existía nunca se pudo establecer una buena cooperación en las mujeres del gremio y la policía. De hecho casi no existía comunicación entre ambas partes. Entre el público había la falsa creencia de que el resto de las mujeres estaban a salvo como quedó demostrado en los últimos crímenes del destripador. Después del asesinato de Vera Millward pasaron hasta 11 meses antes del siguiente. En ese tiempo la gente se tranquilizó y no faltó el psicólogo forense que declarara que tal vez había parado de actuar el destripador. Que eso podía ser normal. La realidad era que Sutcliffe estaba ocupado en penar la muerte de su madre, que murió en el mes de Noviembre a la edad de 59 años por un infarto al miocardio. Había padecido ya por algunos años de enfermedad cardiaca congestiva. Peter culpaba a su padre John de ser responsable de la enfermedad de su madre, dados los constantes disgustos que le provocaban su libertinaje.
En su trabajo de camionero Peter Sutcliffe era considerado uno de los más puntuales y eficientes empleados de su empresa. Sus compañeros pensaban que era un hombre muy reservado pero que se expresaba crudamente cuando de mujeres y sexo se hablaba. Hay que hacer notar que la policía interrogó muchas veces a Sutcliffe, una de ellas debido a que las placas de su automóvil habían sido registradas en una de las zonas rojas del área. La explicación que ofreció fue que por causa de su trabajo debía cruzar constantemente esas zonas de la ciudad. Las autoridades habían instruido a todos los oficiales que memorizaran una serie de pistas que se conocían respecto al asesino. Pero increíblemente los oficiales que por cualquier causa interrogaban a Sutcliffe jamás revisaban los puntos acordados. Simplemente fallaban en reconocer que tenían al asesino enfrente.
Pero hubo una situación que en nada contribuyó a solucionar el caso. Llegaron un par de cartas de alguien que aseguraba ser el destripador de Yorkshire. En casos como este, cuando el criminal recibe tanta atención por parte de la prensa provoca que otros cometan este tipo de actos que entorpecen la acción de la justicia. Esta persona tuvo la ocurrencia de enviar una cinta de audio que fue analizada exhaustivamente por detectives y peritos. Se tomó la decisión de difundirla al público y como consecuencia se recibieron miles de llamadas con falsas pistas que tuvieron que ser investigadas una por una. Los investigadores concluyeron que el sujeto debía de ser de la región de Castletown dado su acento. Un grupo policial fue enviada para revisar casa por casa sin hallar resultado alguno. Fue cuando se comprendió que aquel destripador no podía ser el verdadero. Como en otros casos históricos, las cartas contenían ciertas pistas verdaderas, pero fallaban en otras. Pero el daño estaba hecho, cuando cualquier oficial interrogaba a un sospechoso esperaba que hablara con un acento marcado, cosa que no ocurría en lo más mínimo con Peter Sutcliffe a quien se interrogó alrededor de 12 veces. A pesar de una costosa campaña publicitaria que consistía de anuncios en periódicos letreros espectaculares, pocos imaginaban que el verdadero asesino era oriundo de Yorkshire, era camionero y que vivía en Bradford tan solo a minutos de distancia de los cuarteles policíacos. La policía también comenzó a explotar el uso de bases de datos y computadoras para ir descartando vehículos involucrados en las áreas rojas. Después de muchos esfuerzos, uno de los 200,000 autos descartados por las pesquisas informáticas, incluían uno perteneciente a un camionero que vivía en Bradford, es decir uno de los vehículos de Peter Sutcliffe.
En Abril de 1979 Sutcliffe sorprendió a no pocos compañeros de su trabajo cuando confesó que estaba viendo a otra mujer en Glasgow. Hasta ese momento había hablado de Sonia y su matrimonio en felices términos. Un día que tuvo que hacer una entrega a la General Motors le tocó conocer a Theresa Douglas en un bar. Después de varias visitas al pueblo se ganó el corazón de la muchacha y su familia. Aparentó sinceridad y le dijo que vivía solo en una casa en Bradford y que había sido casado, pero ahora estaba divorciado. Incluso llego al cinismo de darle la dirección de la casa de su padre, como referencia. También comentó que tenía ciertos problemas de impotencia por lo que no podía tener hijos. En una de las visitas un hermano de Theresa hizo el comentario de que Sutcliffe tenía mirada maligna a lo que el contestó que se debía a que él era el destripador de Yorkshire. Todos soltaron la carcajada.
Por un descuido, casi es descubierto Peter Sutcliffe. En Abril de 1980 se le ocurrió embriagarse y fue detenido por la policía cuando fue visto manejando erráticamente. La pena por esa infracción podía provocar la pérdida de su licencia de manejo. Eso implicaba no mas visitas a la chica de Glasgow. Para gran fortuna de Sutcliffe los datos relativos a este incidente no fueron cruzados con los bancos de datos dedicados al destripador de Yorkshire, a pesar de que había instrucciones precisas a investigar cualquier incidente de tránsito ocurrido cerca de las zonas rojas de Yorkshire. Antes de asistir a su audiencia programada para Enero de 1981 Sutcliffe atacó a sus cuatro últimas víctimas comenzando por Marguerite Walls y terminando con Jacqueline Hill.
Después del asesinato de la señorita Hill, la clase media británica montó en cólera por la falta de resultados en las investigaciones. Hasta las feministas salieron a las calles a protestar en una marcha muy concurrida. Entonces la policía recibió miles de cartas anónimas con información de posibles pistas y sospechosos. Entre las 7,000 anónimas, iba la del amigo de Sutcliffe, Trevor Birdsall, quien desde el crimen contra Olive Smelt guardaba sospechas, pero había pasado el tiempo y continuaba pensando que Peter era incapaz de matar a alguien. Dos semanas después de enviar su carta anónima, Birdsall se presentó a la policía y llenó con un oficial un reporte. Los datos fueron ingresados al sistema pero el tiempo siguió corriendo sin que nada ocurriera, Birdsall pensó que la policía había investigado su reporte y que nada malo había con Sutcliffe. La realidad era que la policía estaba sepultada de trabajo revisando y procesando información que se había acumulado tras 5 años de investigaciones. La carta y el reporte de Birdsall no llegaron a tiempo a las manos de los principales detectives del caso. El detective George Oldfield era el encargado de la investigación pero a falta de resultados y tras sufrir una serie de 3 infartos fue sustituido por el señor Jim Hobson quien ordenó en un mensaje publicado a plana completa en el periódico que toda la policía se enfocara en la búsqueda y aprehensión del destripador de Yorkshire. Este llamado de atención resultó a la postre fundamental pues en el establecía que si bien se buscaba una persona de marcado acento, no debía ser descartado lo contrario. Otras directivas publicadas se referían al tipo sanguíneo y otros detalles.
A fines de Diciembre de 1980, Sutcliffe había efectuado una entrega en Sheffield, lugar que le había agradado así que fue cuestión de tiempo para que regresara, y eso fue el 2 de Enero de 1981, con el firme propósito de asesinar una prostituta de la localidad. Ese día, un par de amigas dedicadas al "negocio" merodeaban la zona roja de Sheffield. Sus nombres eran Olivia Reivers y Denise Hall de 24 y 19 años respectivamente. La primera en encontrarse con Sutcliffe fue Denise quien a pesar del buen aspecto del cliente y la oferta de 10 libras por el servicio, rechazó la propuesta dado que la mirada del sujeto la había asustado. Olivia Reivers no tuvo la misma precaución que su amiga y aceptó la oferta sin ningún problema. Como era la costumbre, la prostituta guía al cliente a un sitio seguro y tranquilo. Sutcliffe no se pudo excitar de inmediato así que comenzaron a platicar mientras estaban estacionados a un lado del camino en la avenida Melbourne. Justo en esos momentos los oficiales Robert Ring y Robert Hydes patrullaban la avenida cuando vieron el Rover color café de Sutcliffe e inmediatamente adivinaron de que se trataba y bajaron de su patrulla a investigar a la parejita. Sutcliffe dijo llamarse Peter Williams y ella dijo ser su novia. Sin embargo el oficial Ring la reconoció como una prostituta acusada previamente, así que la hizo entrar a su patrulla. Súbitamente Sutcliffe dijo que necesitaba orinar y lo dejaron ir hacia un tanque que se ubicaba cerca. En ese momento Sutcliffe colocó sus armas en una esquina y confío en que los policías no hubieran escuchado el ruido que provocó su martillo al tocar el suelo. Mientras tanto los policías solicitaron a la central que se verificaran el número de las placas del Rover de Sutcliffe. Para su sorpresa el despachador les indicó que correspondían a un vehículo Skoda. Confrontado con este hecho Sutcliffe admitió que había robado las placas en un depósito de autos chatarra y que mintió acerca de su verdadero nombre porque no deseaba que su esposa se enterara que había estado con prostitutas. A fin de cuentas ambos fueron detenidos y puestos en celdas separadas. La esposa de Sutcliffe fue notificada que su esposo no llegaría esa noche a casa. Como el robo de las placas de auto correspondía a otra jurisdicción al día siguiente un oficial iría por el sospechoso para trasladarlo a la estación de policía de Dewsbury.
Una vez ahí Sutcliffe se deshizo de otra navaja que guardaba consigo, la escondió en el depósito de agua del baño. A las 9 de la mañana Sonia fue informada que Sutcliffe era interrogado en relación al robo de unas placas. En ese momento los oficiales notaron que las señas particulares del detenido se parecían en mucho a las reportadas en el caso del destripador. También se dieron cuenta que tenía los dientes incisivos separados. Ese detalle era conocido con mas detalle por las fuerzas policiales. Mientras era observado cuidadosamente Sutcliffe platicaba con los oficiales de su trabajo como camionero y de como había viajado de aquí y allá incluyendo áreas donde el destripador había golpeado. A pesar de que su actual Rover no estaba listado como sospechoso, Sutcliffe cometió el error de mencionar su viejo Corsica color blanco con techo negro.
Las nuevas directivas establecidas para la pronta captura del destripador incluían la obligación de reportar a la fuerza de tarea encargada del caso cualquier incidente sospechoso que involucrara prostitutas y conductores. Y así se hizo en este caso. Oficiales encargados de la investigación pronto se presentaron en Dewsbury para interrogar con más calma a Sutcliffe. Sin embargo cuando el oficial Ring regresó al día siguiente para trabajar su turno nocturno y fue informado de que Sutcliffe aún continuaba detenido y que detectives adscritos al caso del destripador lo vigilaban, adoptó una decisión que resultaría crucial para resolver el caso. Cuando detuvieron a Sutcliffe y este pidió permiso para ir al baño recordó haber escuchado un sonido y pensó que tal vez había soltado algo en el lugar. Inmediatamente se traslado al lugar y al alumbrar el lugar donde había supuestamente orinado Sutcliffe descubrió un martillo y un cuchillo.
Casi de inmediato los principales detectives del caso fueron informados de que había indicios de que se había capturado al destripador de Yorkshire. Para no cometer algún error en los siguientes procedimientos comenzaron por colectar la evidencia forense directamente del hogar de Sutcliffe. A las 9.30 a.m. del domingo 4 de Enero ingresaron los oficiales y recolectaron martillos, navajas y cuchillos y condujeron a Sonia a los cuarteles de Bradford donde se le sometió a un interrogatorio de alrededor de 13 horas seguidas. Un ejército de oficiales comenzó a recolectar toda la información posible acerca de los movimientos de Peter durante los 5 años anteriores. Entrevistaron a compañeros de trabajo, antigüos empleadores y a vecinos. La evidencia mas incriminante fue aportada por Sonia que declaró que Sutcliffe había llegado como a las 10 p.m. el día del ataque de Theresa Sykes, mientras que él decía haber llegado a las 8 p.m. Esta discrepancia de dos horas, tiempo suficiente para cometer un crimen como los del destripador, derrumbaba la coartada de Sutcliffe. El domingo por la mañana Sutcliffe comenzó a perder la calma que sorprendentemente había mantenido durante las pasadas 40 horas de encierro. Para ese entonces la policía ya estaba segura de tener al hombre correcto en sus manos. Poco antes de las 3 de la tarde, Sutcliffe fue informado que ya habían encontrado el martillo. Hasta entonces no admitió ser el destripador de Yorkshire. Luego siguieron mas de 20 horas de grotescas confesiones, mismas en que el asesino no mostró casi ninguna emoción salvo cuando llegaron a discutir el caso de Jayne MacDonald y el de una mujer llamada Joan Harrison de quien el destripador negó enfáticamente responsabilidad alguna sobre su muerte. Después de terminar de soltar la sopa, pidió solo una cosa al detective Oldfield, ser el quien informara de todo a su esposa Sonia. Solicitud que le fue otorgada. Una vez que estuvo debidamente registrada la confesión de Sutcliffe la policía convocó a una conferencia de prensa a la que asistieron más de 80 reporteros y soltó la noticia acerca de la captura del destripador de Yorkshire.
Una vez incriminado y ante el juez, Sutcliffe respondió la pregunta mas importante que todo mundo se formulaba hacía desde 5 años ya ¿por qué lo había hecho? Entonces dijo que en 1967 cuando tenía 20 años y trabajaba en el cementerio escuchó una voz cuando cavaba en la tierra. La voz lo fue guiando hasta una tumba, con una cruz donde estaban unas palabras escritas en polaco. Ahí la voz le ordenó asesinar prostitutas. El hecho de que Sutcliffe estuviera loco implicaba que purgaría pena y tratamiento en una institución mental. Eso implicaba que Sutcliffe no podría ser juzgado por sus crímenes, porque se invocaría la figura de responsabilidad limitada. Estudios clínicos posteriores indicaron que Sutcliffe padecía de esquizofrenia paranoide, pero el juez Justice Boreham consideró inadmisible que Sutcliffe no fuera debidamente juzgado por sus asesinatos y no hizo caso ni de la policía, ni de Sutcliffe ni de nadie mas, porque el acusado fácilmente podía haber mentido. Además se decía que Sonia le había recomendado hacerse el loco porque así estaría mucho menos tiempo preso. Así que decidió que Sutcliffe fuera juzgado por sus actos e instruyó al jurado para que entendieran que era preciso conocer si Sutcliffe sabía lo que hacía y si era culpable. El juicio duró únicamente 14 días con el resultado obvio. Los miembros del jurado consideraron que Sutcliffe no estaba loco, pero que si era un asesino sádico, culpable de 13 homicidios.
Por fin tras 5 años de terror, el público inglés respiraba aliviado. Las familias de las víctimas por fin encontraron justicia y conocieron al culpable de la desaparición de sus seres queridos. Para las víctimas que sobrevivieron no fue de gran ayuda el encarcelamiento de Sutcliffe que en nada les devolvió la vida que las cicatrices del ataque les arrebató el día que se cruzaron por el camino del destripador de Yorkshire.
El día de hoy Sutcliffe continúa internado en el hospital de enfermos mentales peligrosos de Broadmoore. A la fecha ha sido atacado por otros internos y presos 3 veces. El primero en atacarlo fue James Costello en la prisión de Parkhurst en 1983. El segundo fue Paul Wilson quien con unos audífonos intentó ahorcarlo en 1996. Y el tercero Ian Kay, peligroso ladrón y asesino que intentó clavarle una pluma por el ojo en 1997. A la fecha los familiares de Sutcliffe intentan moverlo de Broadmoore por razones de seguridad. También esta muy difundido el hecho de que Sutcliffe recibe a la semana hasta 30 cartas de admiradoras. Hace muy poco tiempo Sonia completó el trámite de divorcio. Este mismo año fue acusado de entorpecer la justicia John Humble, conocido como Wearside Jack, quien es responsabilizado de enviar las cartas y la cinta asegurando ser el destripador de Yorkshire. En el año 2011 se cumplirán 30 años de encierro para Sutcliffe y es posible que alcance libertad condicional. Aunque eso es poco probable.

JOEL RIFKIN

Joel Rifkin

Una casualidad en forma de infracción de tránsito condujo a la detención de Joel Rifkin, considerado como el peor asesino en serie de la historia de Nueva York, el 28 de junio de 1993.
Los policías de Nueva York vieron una camioneta que no tenía placas, eran las 3 de la mañana; el chofer no estaba conduciendo a gran velocidad, pero por la falta de matrícula lo detuvieron. El conductor no se detuvo cuando los policías se lo indicaron, aun así no aceleró pero siguió manejando, los policías usaron su sirena, luego como seguía manejando, pidieron refuerzos aéreos y usaron un altavoz para ordenarle que se detuviera, diez minutos después chocó contra un faro de luz, enfrentándose a los cañones de las pistolas de los policías Joel salió del auto y dio su licencia.
Los dos policías que iniciaron la persecución se acercaron a la parte posterior de la camioneta donde descubrieron algo delgado y largo envuelto en plástico atado con una cuerda, después de ver dentro del "paquete" se dieron cuenta que era el cuerpo descompuesto de una mujer, Joel Rifkin ayudó a reconocer el cuerpo como Tiffany Bresciani, una prostituta, confesó a los policías que había tenido sexo con ella y que después la había asesinado, según su historia estaba a punto de tirarla cerca del aeropuerto.

El caso Rifkin fue cerrado, pero en custodia Rifkin empezó a confesar otros homicidios, para dar un total de 17 asesinatos, incluyendo a la que encontraron en su camioneta el día del arresto, no había dudas de que los asesinatos que decía Rifkin habían sucedido, aunque como los oficiales sugirieron, posiblemente el conteo de sus víctimas aún era muy bajo.
Joel fue hijo de una pareja de menores de edad, es por esto que lo cedieron en adopción, fue adoptado por Ben y Jeanne Rifkin a las tres semanas de edad, la pareja estuvo tan feliz con Joel que volvió a adoptar, pero en esta ocasión a una hija tres años después, Joel era un niño cariñoso e inteligente, compartía el mismo placer de su madre por la fotografía y por la artesanía, pero nunca tuvo amigos de su edad, en la escuela era objeto de bromas de sus compañeros, Joel se graduó de preparatoria en 1977, sin embargo, nunca fue bueno en la escuela, a pesar de que lo intentó. Durante los siguientes 12 años no pudo sostenerse en un trabajo, y mantenía una relación con una chica dulce, pero depresiva.
En febrero de 1987 hubo un cambio brutal en la vida de Joel, su padre se suicidó para acabar con sus problemas de cáncer, meses después Joel sería detenido por haber recogido a una prostituta, manejó el problema de tal forma que su madre se calmó; por ese tiempo Joel empezó a coleccionar libros de asesinos en serie, en algún punto su obsesión se convirtió en una emulación de estos terribles crímenes. Las primeras dos víctimas de Joel nunca han sido ni encontradas ni identificadas, él recuerda haber matado a una prostituta en 1989 y otra en 1990, a las cuales desmembró y tiró sus piezas en los canales de Manhattan, pero el trabajo de carnicero le dio asco y no volvió a atacar hasta 1991.
En julio 14 de ese año, Bárbara Jacobs fue encontrada estrangulada y descomponiéndose, en el río Hudson, su cuerpo había sido metido en una bolsa de plástico, y luego ésta en una bolsa de cartón. Otra víctima, una prostituta coreana fue encontrada en el East River en septiembre 23, su cuerpo estaba doblado en una caja. Lo mismo sucedió con Mary Ellen DeLuca, Lorraine Ovieto fue golpeada con una lata de pintura hasta la muerte y su cuerpo fue tirado en Coney Island. El bote de pintura era una nueva deformación de Joel, usado otras cuatro veces según cuenta, en Jane Doe, Maryann Holloman y otras víctimas de las que Joel aseguró no recordar su nombre.
Aun así, Joel gustaba de cambiar su método de vez en vez, con Iris Sánchez, estrangulada en abril de 1992, Joel la escondió debajo de una colchoneta en un espacio vacío, aún estaba ahí cuando los detectives llegaron; en mayo de 1992, asesinó a Anna López y la tiró en el bosque de Brewster, Jenny Soto era una peleadora y le rasgó con las uñas la cara a Joel antes de que él pudiera quebrarle el cuello; tres meses después asesinaría a Leah Evens y dejaría su cuerpo en Northampton.
Con la confesión de Joel, la policía fue a la casa de Jeanne Rifkin al cuarto de Joel, donde encontraron docenas de tarjetas de identificación, tarjetas de conducir; en el estacionamiento encontraron una cadena con sangre humana, los vecinos se quejaban del olor que salía de la casa de Joel, donde los cuerpos eran colocados en ciertas ocasiones antes de ser tirados, pero atribuían el olor a los fertilizantes que Joel utilizaba en sus trabajos de jardinero.
Joel Rifkin posteriormente le confesaría a una psiquiatra forense que él tenía visiones, que sabía que iba a morir a los 64 años al igual que su padre, y que sabía también que la víctima número 17 sería la última, ya que él tenía 34 años de edad, el doble de 17. También dijo que mataba a las prostitutas para que su padre no se sintiera solo en el más allá, y que en la fecha cercana al aniversario de su padre sentía sus "vibras" y sabía que debía matar para que su padre no estuviera solo.
A pesar de tener todo en contra se declaró inocente de los asesinatos, como sea, recibió cadena perpetua; según se sabe, Joel Rifkin quedó en la misma celda que el asesino de masas Colin Fergunson -quien mató a seis personas en una sola noche atribuyéndolo a que había una conspiración racial en contra suya-, tuvieron una discusión acerca de qué asesinatos eran mejores y ésta terminó cuando Fergunson golpeó a Joel en la boca.
MARCEL PETIOT

Marcel Petiot

Los psiquiatras que lo examinaron antes del juicio declararon que se trataba de un hombre en su sano juicio. Sin embargo, si nos detenemos a hacer un balance sobre cómo había sido su vida hasta entonces, nos encontramos con claros manifiestos de una mente desequilibrada desde su más tierna infancia. 

Nació el 17 de enero de 1897. Su padre murió cuando él tenía tan sólo cinco, su madre murió tres años después, así que el niño fue confiado a los cuidados de varios tíos y tías. Tal vez por esta situación difícil su educación no fue como la de un niño normal ni mucho menos tuvo el afecto que éstos necesitan en esos años tan cruciales de vida.
De pequeño demostró una inteligencia considerable, pero al mismo tiempo revelaba ciertas tendencias sádicas que preocupaban a quienes le rodeaban: desde sumergir las patas de su gato en un cazo de agua hirviendo hasta asfixiar a este mismo animal con sus propias manos, o torturar a otros animales sacándoles los ojos para divertirse mirando como éstos se golpeaban contra las paredes una vez ciegos.
También tenía la manía de robar todo lo que le pasaba por las manos. A sus compañeros en clase, los medicamentos en el ejército cuando era soldado (para venderlos posteriormente en el mercado negro) e incluso los fondos municipales del alcalde de Villaneuve cuando se presentó a unas elecciones municipales.
Basta con observar su grave afición a la piromanía, su crueldad con los animales, esa ludopatía crónica, además de serios y continuos ataques depresivos, una avanzada paranoia y un crónico estado de melancolía... por no hablar de sus mentiras compulsivas y su actitud de desprecio hacia toda la sociedad o su sangre fría casi carente de sentimientos... sin duda ese carácter nos suena bastante desequilibrado. Sin duda refleja una personalidad muy conocida por todos nosotros: una personalidad psicopática.
Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito profesional como médico y en una carrera política que inició como concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.
El 11 de marzo de 1944 la policía acude a casa del doctor Petiot, alertada por los atemorizados vecinos que observaban salir de la chimenea una grasienta humareda negra y un hedor insoportable. La chimenea corría el riesgo de incendiarse, pues ya se veían las llamas sobresaliendo amenazadoras y no tardan en acudir los bomberos, quienes logran entrar en la casa a través del sótano. Allí, descubren sin dar crédito a lo que ven, el espantoso combustible que alimentaba las llamas: un montón de cuerpos desmembrados.
Momentos más tarde acude la policía, y el doctor Marcel Petiot les explica con orgullo que aquellos eran "sus" cadáveres, los restos de alemanes y colaboracionistas pro-nazis que habían sido asesinados por la Resistencia francesa y confiados a su custodia para que se deshiciese de ellos. Los agentes aceptan la explicación y lo dejan ir, no sin antes felicitarlo por tener esas dotes de patriotismo.
Petiot, aseguró que era miembro de la Resistencia y que sus víctimas habían sido 63. Al igual que los 27 cadáveres encontrados en el sótano, los agentes dan por hecho que son más soldados alemanes. Pero cuando se constata que aquellas muertes no tenían que ver con la ejecución de colaboradores nazis, Petiot ya había huido en su bicicleta.

A partir de ahí se llevó a cabo un minucioso registro de la casa, hallando además de los cadáveres despedazados, casi 150 kilos de tejido corporal calcinado y otros muchos cuerpos descomponiéndose en un pozo del garaje que contenía cal viva.
Al cabo de un tiempo de anonimato, Petiot inició una serie de correspondencia con el periódico Resistance, bajo otro nombre, pero sin modificar su letra (lo que ayudaría a su identificación), diciendo que la Gestapo había metido en su casa los cadáveres. Gracias a eso fue de nuevo detenido el 2 de noviembre de 1944.
Su juicio comenzó en el Tribunal del Sena el 15 de marzo de 1945, ahí se descubrió la verdadera faceta del doctor. No era un luchador clandestino por la libertad, sino un criminal totalmente degenerado.
Se le acusaba de 27 asesinatos por las evidencias de su sótano. Su hermano Maurice, quien le proporcionaba la cal, alegó que Petiot la utilizaba contra las cucarachas, pero el enorme volumen de 400 Kg suministrados sirvió para inculparlo de complicidad criminal.
Mientras se hallaba detenido a la espera del juicio, Petiot en todo momento comentaba jocosamente a los guardianes de su prisión "No dejen de acudir a mi juicio, va a ser maravilloso y se va a reír todo el mundo"... y nada más lejos de la realidad, ese juicio fue uno de los más surrealistas y confusos en la historia de Francia.
A veces, tanto el acusado como el abogado dormitaban plácidamente en sus asientos, e incluso llegó a haber insultos entre la defensa y el acusado cuando el acusado afirmó que era un defensor de traidores y judíos, a lo que éste furioso le amenaza con partirle la boca en la misma sala.
La acusación afirmó que Petiot atraía a ricos judíos a la rue Lesseur con el pretexto que les ayudaría a escapar del acoso de las fuerzas alemanas hacia otros países. Luego, les quitaba la vida por medio de inyecciones letales que les administraba con el pretexto de cumplir con las formalidades sanitarias extranjeras, después los despojaba de todo el dinero y objetos de valor que poseían.
Al final de tres semanas de juicio, el jurado lo declaró culpable de 24 de las 27 acusaciones y en cuanto se dictó el veredicto de culpabilidad se establecieron una serie de indemnizaciones a favor de los familiares de las víctimas.
El 26 de mayo de 1946 el Dr. Muerte fue condenado a la guillotina, pero el asesino, lejos de mostrarse asustado en el momento de su muerte dijo con más ironía que nunca a los testigos de la ejecución: "Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito."

ROBERT GARROW.Robert Garrow

Las bellas y pacíficas montañas Adirondack, al norte del Estado de Nueva York, son un lugar inesperado para que se produzca un asesinato múltiple, pero ya se sabe que el crimen puede llegar a todas partes.
Robert Garrow, su esposa Edith, y sus dos hijos, Michelle, de 15 años, y Robert, de 14, vivían en Siracusa. Robert era empleado de la panadería de Millbrook, donde se desempeñaba como maestro mecánico. Lo que no sabían ni su jefe ni sus vecinos era que el buen Robert tenía un oscuro pasado.
En 1961, Robert había sido condenado por violación y asalto en Albany. Estuvo ocho años en la cárcel. Mientras cumplía su condena, Edith le visitaba fielmente en la cárcel y esperaba que fuera puesto en libertad. Sólo Edith sabía de la violenta pesadilla de su marido y de su insaciable necesidad de sexo.
Cuatro años después de haber sido puesto en libertad, el nombre de Robert Garrow apareció en los titulares de la prensa de todo Estados Unidos. Sus crímenes y el dilema que presentaba a su abogado, Frank Armani, serían debatidos a través de todo el mundo de habla inglesa.
El domingo 29 de julio de 1973, Nick Fiorello, Philip Domblewski, David Freeman y su novia, Carol Ann Malinowski, estaban acampando en dos carpas asentadas entre las comunidades de Wells y Speculator en los Adirondacks. Los campings estatales se encontraban llenos la noche anterior, por lo que la gente joven acampó en un pequeño descampado de la ruta 8.
Nick y Phil se levantaron temprano y manejaron hasta Wells para conseguir carnada en Maverick. Mientras estaban en el pueblo, Robert Garrow condujo hasta el camping en su Volkswagen del año 1972 y se estacionó fuera de la vista de los demás. Calladamente, subió hasta llegar a una de las carpas y abrió la puerta delantera.
Dentro, David y Carol Ann estaban vistiéndose. David Freeman, sorprendido, sólo pudo susurrar: "¿Qué es lo que quiere?". Robert murmuró algo como que necesitaba gasolina. Ordenó a la joven pareja que se vistiera. Sus órdenes fueron persuasivas. Robert llevaba un rifle de caza.
Mientras David y Carol Ann abandonaban la carpa, se tranquilizaron al ver a Phil y Nick pasando con su auto por un lado. Phil pidió explicaciones de lo que estaba sucediendo. Robert dijo que necesitaba gasolina. David y Carol Ann, más conscientes del peligro, aseguraron a Phil que sería mejor que cumpliera con el pedido del intruso.
Robert Garrow obligó a sus cautivos a adentrarse en el bosque, en donde sacó un rollo de cuerda. Ató a David y a Nick a un árbol. A Phil y Carol se los llevó más lejos. Pidió a Carol Ann que amarrara a Phil. Después, una aterrada Carol Ann, ahora a solas con Robert, tuvo que caminar unos metros más. Robert la ató a un árbol, diciéndole que tenía que revisar a los otros.
Unos momentos más tarde, Robert apareció enfrente de Phil Domblewski. Phil, de 18 años, quien había sido el más verbal del cuarteto de cautivos, se enfrentó a la ira del loco. Robert, calmada y metódicamente, apuñaló al indefenso joven en el pecho hasta que el cuerpo sin vida se desvaneció contra las cuerdas que le sujetaban al árbol.
Carol Ann escuchó los gritos de Phil. Sudando profusamente, sus muñecas se pusieron tan resbaladizas que fue capaz de liberarse de las cuerdas. Silenciosamente, anduvo hacia Phil; llegó justo en el momento en que Robert Garrow recogía su rifle y desaparecía en el bosque.
Nick Fiorello se las arregló para liberarse, corrió hacia su auto y salió en busca de ayuda. David Freeman, recientemente liberado, tuvo la mala fortuna de tropezarse directamente en el camino de Robert Garrow. Robert le dijo a David que Nick se había escapado y le obligó a buscarlo. El intruso y el cautivo anduvieron en amplios círculos por el bosque. Pasó el tiempo. Nick regresó acompañado de varios policías en tres autos. Cuando David escuchó a su amigo, se apartó de Robert, quien salió corriendo hacia el bosque.
La policía pronto encontró a Philip Domblewski, aún atado al árbol. Carol Ann fue encontrada de rodillas, llorando ante el cuerpo de su amigo. Cuando la policía ya lo tenía acorralado, Robert Garrow logró volver a la carretera y se marchó en su propio auto.
Rápidamente los tres jóvenes rescatados escogieron la foto de Robert Garrow de entre todas las que les fueron enseñadas por la policía. La captura estaba en marcha. Había cierta urgencia. Sólo nueve días antes, Daniel Porter, de 20 años, había sido encontrado acuchillado hasta la muerte atado a un árbol, a unos 80 kilómetros de distancia de donde se había asesinado a Philip Domblewski. Porter estaba acampando con su novia, Susan Petz, quien aún se encontraba desaparecida. La similitud entre los dos incidentes era increíble.
Once días después del asesinato de Domblewski, Robert Garrow fue arrestado. Había cometido el error de intentar contactar a su hermana en Witherbee. A Robert se le vio en los bosques cercanos a la casa de su hermana. En el tiroteo que le siguió, el oficial Henry Le Blanc derribó a Robert con un rifle de alta potencia. Robert se encontraba seriamente herido en la espalda, brazos y piernas, pero se recuperó lentamente tras ser sometido a una operación con la cual se extrajeron las balas.
Después de ser acusado de asesinato, Robert insistió en ser defendido por el abogado de Siracusa, Frank Armani. Armani había defendido a Robert previamente y era su abogado registrado. Ya que Robert no tenía dinero y expresó su preferencia por Armani, la corte asignó a Armani como su abogado.
Rápidamente, Frank Armani llegó a la conclusión de que su cliente había asesinado a Philip Domblewski y que su defensa basada en la locura sería su única esperanza para cumplir condena en un hospital en vez de en la cárcel.
Al interrogar a su cliente, Armani logró que Robert le confesara que había matado a Daniel Porter y violado y asesinado a Susan Petz. También le reveló que había violado y asesinado a Alicia Hauck. Ninguno de los cuerpos había sido encontrado. Esta información puso al abogado en una situación extremadamente delicada. La confidencialidad entre abogado y cliente es la piedra angular del proceso de defensa. Si Armani revelaba la información recientemente descubierta, rompería esta confidencialidad, una acción que le podría llevar a la exclusión del colegio de abogados.
Inicialmente, Armani tenía que verificar las declaraciones de su cliente.
Siguiendo instrucciones de Robert, realmente vio y fotografió el cadáver de Susan Petz, escondido y abandonado en una mina. Un colega, el abogado Francis Belge, encontró e hizo fotos del cuerpo de Alicia Hauck, enterrada en un cementerio.
Frank Armani y Francis Belge, leales a su código de conducta profesional, no dijeron nada sobre sus horribles hallazgos. Armani se preparó para defender a su cliente del único cargo de asesinato de Philip Domblewski. Mientras tanto, meses más tarde, en diciembre de 1973, un estudiante de la Universidad de Siracusa se encontró con el cuerpo de Alicia Hauck en el cementerio de Oakwood. Dos semanas más tarde, niños de una escuela vieron el pie de Susan Petz saliendo de los escombros de la mina abandonada.
Robert Garrow era un sospechoso importante en ambos asesinatos, así como en el de Daniel Porter. En mayo de 1974, Robert Garrow fue enjuiciado por el asesinato de Philip Domblewski. Garrow era tan odiado en la zona que se tuvo que poner una policía especial las 24 horas del día protegiéndole del enfurecido público. A su abogado también se le brindó protección policial. Las cartas amenazantes no hacían más que llegar a su residencia.
Desde el banquillo, Robert Garrow admitió el asesinato de Daniel Porter, Susan Petz, Alicia Hauck y Philip Domblewski. Tras la confesión dramática, el colega de Frank Armani, Francis Belge, reveló que ellos sabían lo de los asesinatos, conocían el lugar exacto donde se encontraban los cadáveres, y habían hecho fotografías de los cuerpos mucho antes de que fueran encontrados. La confidencialidad entre ellos y su cliente les había obligado a guardar silencio. Ahora que Garrow había confesado, se sentían libres de tal obligación.
La noticia de que los dos abogados no habían revelado el lugar donde se encontraban los cuerpos de las víctimas corrieron a través de toda la comunidad legal estadounidense. Llevados por la emoción del momento, sus colegas condenaron a los dos hombres.
Mientras tanto, el juicio continuaba. A Robert Garrow se le declaró culpable de asesinato y fue sentenciado a 25 años en prisión. Se presentaron varios cargos contra Frank Armani y Francis Belge, pero fueron absueltos de cualquier mal criminal o profesional por un gran jurado del Condado de Onondaga y por La Asociación Americana de Abogados.
Robert Garrow, confinado a una silla de ruedas por los resultados de sus heridas, fue encarcelado en la prisión Donnemora. Cuatro años más tarde, fue transferido a las instalaciones del correccional de Fishkill. Subrepticiamente, ejercitó sus piernas hasta que en la noche del 8 de septiembre de 1978, se subió desde su silla de ruedas y escaló dos verjas de alambre con pinchos hasta lograr su libertad.
Inmediatamente se llevó a cabo una búsqueda masiva. Tres días más tarde, en algunos bosques afuera de la institución, el funcionario Dominic Arena se encontró cara a cara con el hombre más buscado de Estados Unidos. Garrow apuntó y disparó una pistola que le había pasado, de contrabando, su hijo en la institución. Arena cayó herido. Más tarde se recuperaría. Funcionarios que le acompañaban abrieron fuego y Robert Garrow cayó muerto en el suelo, terminando con su carrera de violaciones y asesinatos.
DONATO BILANCIA


Donato Bilancia 

Italia tuvo conciencia de que estaba en presencia de un nuevo asesino en serie, el número 39 desde los años cincuenta, lo que le ha dado el quinto puesto en el mundo, tras Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Alemania y Francia. El retrato hablado y las dos primeras letras del coche Mercedes oscuro que utilizaba, que fueron vistos por testigos, cerraron el cerco sobre Donato Bilancia, un individuo violento, con antecedentes de robo y agresiones.
Empedernido jugador en casinos de Italia y el extranjero, contrajo deudas millonarias que le llevaron a robar a gente conocida, a las que luego mató para que no lo denunciaran. Algunos de los crímenes los habría realizado también como sicario a sueldo de la filial genovesa de un clan mafioso de Cosa Nostra. Otros crímenes de mujeres habrían sido sólo para calmar la ira que le provocaba perder jugando al póker o a la ruleta.
El asesino, de 49 años, comenzó su cadena de crímenes con el homicidio de una prostituta el 24 de octubre de 1997 y sembró durante seis meses el pánico en Liguria, Italia, especialmente entre las mujeres, que fueron su principal objetivo. Al principio se atribuyeron los homicidios a reyertas entre bandas rivales en el mundo de la prostitución y las drogas, pero más adelante se comprobó que el homicida seguía unas pautas muy concretas.
Sólo cuando dos mujeres jóvenes aparecieron muertas en sendos lavabos de trenes de la zona, también arrodilladas y con un tiro en la nuca disparado por la misma arma, cundió la alarma.
Las dos últimas víctimas, una enfermera y una empleada de hogar, ambas de 32 años, fueron asesinadas en los lavabos de dos vagones de tren, siempre siguiendo el mismo ritual (las obligaba a arrodillarse para pegarles un tiro en la nuca), lo que desató una psicosis de terror tan grande a usar los ferrocarriles estatales, que incluso el fiscal de Génova llegó a pedir a las mujeres que viajaran en tren "sólo lo necesario y siempre acompañadas".
La policía había empezado a advertir a la gente sobre un posible agresor de mujeres después de que se confirmase la búsqueda de un presunto autor o autores de tres homicidios no resueltos en los últimos cuatro meses. En sus comunicados advertían: "Es mejor que todos los ciudadanos que han acordado citas o encuentros con personas a las que no conocen presten la máxima atención y, en caso de duda, llamen a la Policía".
A las similitudes del arma utilizada y el lugar escogido para los asesinatos se había unido la tesis (sin confirmar) de que el homicida habría dejado siempre una carta en la que amenazaba con actuar de nuevo, lo que hizo crecer el pánico entre las jóvenes italianas.
Luego asesinó a dos guardias que lo sorprendieron cuando estaba a punto de matar a un transexual venezolano de nombre Julio Castro alias Lorena, quien resultó sólo herido y fue clave para diseñar su retrato hablado. El 6 de mayo de 1998 delante del hospital genovés de San Martino, Bilancia fue capturado por la policía italiana.
Durante más de una semana guardó silencio absoluto, acogiéndose al derecho de no declarar, hasta que finalmente se derrumbó ante el juez, confesando con estas palabras escalofriantes: "Sí, he sido yo. Las he matado aunque no sé por qué, no estoy bien, ayúdenme a curarme".
El asesino contó con detalle cómo mató a 18 personas desde 1993 hasta pocas semanas antes de su detención, e incluso, le informó de otro crimen que la policía había considerado un fallecimiento natural. Además, la policía tiene pruebas que lo comprometen en el asesinato de una prostituta nigeriana, Evelin Edoghaie, el 29 de marzo de 1998, quien murió en Cogoleto, un pueblo de las cercanías de Génova, tras recibir dos tiros en la nuca.
En respuesta a la tesis de la defensa de que el acusado es un enfermo mental incapaz de entender sus acciones, la fiscalía solicitó se aplicaran numerosos análisis psicológicos, en los cuales se determinó que: Donato Bilancia lejos de estar loco está muy sano de mente, es consciente de todo lo que hace y actúa con verdadera determinación y frialdad.
Finalmente, el 14 de febrero de 2001 el Tribunal de Apelación de Génova lo sentenció a 13 cadenas perpetuas y 26 años de reclusión, tras confesarse el autor de 18 homicidios


HARVEY MURRAY GLATMANHarvey Murray Glatman

Havey Murray Glatman nació en Colorado, su infancia fue marcada por su fealdad, era un niño feo todo el mundo estaba de acuerdo, sus compañeros de clase se burlaban de él constantemente, incluso sus familiares le hacían continuos desprecios. Se sentía distinto, ya incluso desde pequeño le pusieron motes como "el monito", "el gorilita", "el feo".

Poco a poco fue incubando un síndrome de odio, un odio hacia todos y se fue distanciando, la soledad se volvía una obsesión, la presencia de la gente se volvía molesta pues tenía temor a que se burlaran de él, de que opinaran que era feo. Su conducta se volvió mucho más introvertida y se empezó a aislar.
Tenía unas orejas descomunales y muy separadas del cuerpo, las facciones caídas y ojos ligeramente saltones, una boca muy inflada. Sin duda no era una persona agraciada, se sentía diferente y crecía en él un sentimiento de venganza hacia quienes se burlaban de él, especialmente hacia las muchachas que le rehuían. Era un hombre muy inteligente, su cociente intelectual era de 130 pero su personalidad había sido desvirtuada por su fealdad, estaba marcado.
Su frustración sexual empezó a crecer, no podía tener relaciones sexuales pues las mujeres le aborrecían y recurrió a prácticas onanistas, pero carecían de erotismo, no tenían intensidad, necesitaba del género femenino, tenía que acercarse a ellas. Sus primeros intentos fueron muy tímidos, comenzó a robar a sus compañeras y masturbarse con los objetos que obtenía, fantaseaba con las dueñas de esos bolsos que robaba, leía sus agendas y creaba unas fantasías que sabía nunca se harían realidad.
Pero Harvey necesitaba algo mas, con 17 años se hizo con una replica exacta de un revolver, cuando encontraba una chica aislada, sola en la calle, la apuntaba con su revólver y la obligaba a quitarse la ropa, él solo se quedaba en eso, no intentaba nada más. Tan solo deseaba observar mujeres desnudas y que se desnudaran para él. Pero empezó a pensar que eso solo le otorgaba unos minutos de goce, hay comenzó su afición por la fotografía. Sacaba fotos a escondidas y con sumo cuidado iba pegando estas fotografías en las paredes de su habitación.
Más tarde se traslado a Nueva York y un mundo nuevo se abrió para él, habían miles de mujeres a las que fotografiar, de este modo se obsesionó con las fotografías, esas imágenes no le decían que no, no le retiraban la mirada y siempre le sonreían. Se masturbaba fantaseando con las fotografías de desconocidas que captaba por la calle.
Pronto el dinero del que disponía se agotó y tuvo que recurrir al robo para poder subsistir, robos incluso con agresión. Fue pillado por la policía y condenado a cinco años de prisión en Sing Sing. Durante estos cinco años se mostró impasible imperturbable.
En 1951 Harvey sale de la cárcel, su odio era inmenso, se mudo a Los Ángeles donde montó un taller de reparación de televisores. Continuó con su afición a la fotografía, acumulando fotos, él en la cárcel había descubierto las revistas porno y soñaba con ser fotógrafo de esas modelos, que posaran para él, dóciles, complacientes, a pesar de su fealdad ellas siempre le sonreirían.
Así el 31 de Julio de 1957 conoció a la que fue su primera víctima, Judith Ann Dull, esta chica era una modelo en alza, su intención era darse a conocer y ser una importante modelo y sabía que algunos momentos debería "ceder" a algunas peticiones. No queda muy claro cómo pero llegó a Harvey, este la engañó, la convenció de que trabajaba para una estupenda revista y que sería su imagen, que sería su salto a la fama. En principio la sesión sería en un estudio fotográfico, pero Harvey le dijo que tenía una serie de problemas y la preguntó si tendría problemas en realizar la sesión en sus pequeños estudio, en su casa, Judith accedió, no le pareció peligroso, pues era muy amable y considerado con ella. Harvey la dijo que para que las fotos fueran más comerciales deberían ser provocativas y que si ella no mostraba inconvenientes había pensado en realizar una sesión simulando que estaba atada de pies y manos. De este modo consiguió inmovilizarla, levantó ligeramente su jersey y falda y comenzó la sesión, la pidió que mirara con provocación a la cámara, ella obedecía a todas sus peticiones. Pero Harvey quiso llegar a mas, forzar a la joven, ella se percató del hecho, intentó resistirse pero estaba atada de pies y manos y Harvey consiguió consumar dos veces la violación.
Judith estaba aterrorizada y él se empezó a dar cuenta de la magnitud de lo que acababa de hacer, con sus antecedentes penales si la chica le denunciaba sería su final, pasaría el resto de su vida en la cárcel. No, no la podía dejar escapar con vida. A punta de pistola (esta vez una pistola real) la condujo hacía su coche y tomaron dirección al ardiente desierto, se adentraron 200 kilómetros, allí en este solitario paraje, la volvió a forzar y le sacó más fotografías, ella entre sollozos le pido clemencia que la dejase seguir con vida, que ella no le denunciaría. Pero él estaba decidido, la estranguló con una cuerda, tras su asesinato cayó de rodillas junto al cadáver y llorando le pidió perdón. Abandonó el cuerpo en aquel desierto y regresó convencido de que sería detenido, pensaba que la policía iba a encontrar el cadáver y le iban a detener, pero no fue así...
Estuvo varios meses muy arrepentido, pero... cuando decidió revelar el carrete vio las fotos de Judith y empezó a enamorarse de aquella imagen y a saborear el triunfo, amplio las fotos y las colgó por todo su apartamento.
Empezó a preparar un nuevo asesinato, llegó el año 1958 y decidió inscribirse en un club de solteros, dio un nombre falso y contactó con una joven de 24 años llamada Shirley Ann Bridgeford, quedó con ella el 8 de Marzo de 1958, pero Shirley al conocerle quedo asombrada por el rostro de Harvey y entonces él comenzó su odio hacia ella, la encañonó con su pistola y la condujo al desierto, allí repitió metódicamente todos las acciones que había realizado con Judith, la violó, la fotografió y la estranguló con una cuerda.
Esta vez no hubo arrepentimiento, había encontrado su verdadera vocación, ya buscaba su nueva víctima. Busco en los contactos del periódico y así conoció a Ruth Mercado, una chica de alterne de la cual se enamoró, soñó con cambiar su vida, con empezar una nueva con la ayuda de Ruth. Pero Ruth como otras le rechazó, sin dinero no tendría sus atenciones. Una vez más visita al desierto, a pesar de que la amaba, la forzó, fotografió y la asesinó como a las demás.
Ya eran tres los asesinatos pero por suerte no hubo ninguno más. Volvió a su primer modus operandi y puso anuncios en el periódico anunciándose como fotógrafo para las nuevas modelos, así fue como conoció a Lorraine Vigil, una joven que estaba muy necesitada de dinero y veía en el posado fotográfico un modo de ganar algo extra. Harvey recurrió de nuevo a su método, la encañono, la llevaría al desierto donde repetiría el proceso. Pero Lorraine se reveló y empezaron un forcejeo, durante este forcejeo Harvey disparó y la hirió en una pierna pero ella continuo atacándole hasta que la policía les encontró, una patrulla de carretera que pasaba en ese instante detuvo a Harvey. Gracias a la valentía de esta joven, consiguió salvar su vida y a saber de cuantas más mujeres que podría haber asesinado si no le hubiesen detenido, pues en menos de un año ya llevaba 3 asesinatos y una tentativa más.
Harvey Murray Glatman lo confesó todo y fue juzgado y sentenciado a muerte, el juicio duró solo tres días y Harvey no quiso apelar. Sabía que era justo el castigo y optó por la muerte. El 8 de Agosto de 1959 fue ejecutado, no profirió ni un solo lamento ni una sola queja. Sus últimas palabras fueron: "Es mejor así, tarde o temprano esto tenía que terminar así"


Joe Ball

JOE BALL.Frank Ball llegó a Elmendorf, un pequeño pueblo al sudeste de San Antonio, Texas, alrededor de 1885. A través de un préstamo del banco local abrió una fábrica para procesar algodón y la llegada del tren, pocos años después, hizo prosperar su negocio volviéndolo rico. Frank se casó con Elizabeth, y acrecentó su fortuna haciendo negocios de bienes raíces, eventualmente abrió una gran tienda en el pueblo.

La familia Ball crió en total ocho hijos, Joseph D. Ball, su segundo hijo, nació el 7 de enero de 1896. La niñez de Joe fue normal, pero era un niño de carácter retraído que disfrutaba más de la pesca y largas excursiones en solitario, que de actividades con otros chicos. Siendo ya un adolescente adquirió pasión por las pistolas y solía pasar largas horas practicando el tiro, se sabe que llegó a ser un tirador muy habilidoso.
En 1917, cuando los Estados Unidos declaran la guerra a Alemenia, Joe se enlista y es enviado al frente poco después. No existen registros sobre su desempeño durante la guerra, pero sobrevive y en 1919 es dado de baja honorablemente y regresa a Elmendorf. A su regreso trabaja durante algún tiempo con su padre, pero al parecer, los dos años en las trincheras le hacen difícil adaptarse a la vida civil y renuncia. Habiendo aprendido algo de negocios, se da cuenta que La Prohibición ha dado lugar a una gran demanda de licor ilegal por lo que decide dedicarse al contrabando y, a pesar de los riesgos (mismos que parece disfrutar), se dedica a recorrer la región en su Ford modelo A vendiendo whisky.
A mediados de los años 20, Joe contrata a un joven afro-americano llamado Clifton Wheeler para que le ayude en el negocio, siendo un tipo inteligente y más bien taimado, pronto el queda encargado del trabajo sucio. Se ha dicho que Clifton temía a Joe, ya que cuando este se emborrachaba se entretenía haciéndolo bailar disparando a sus pies.
Al finalizar La Prohibición, el negocio de Joe se vino abajo, pero, aprovechando sus conocimientos en el negocio del licor decide abrir una cantina. Así es como, tras comprar un terreno a la orilla de la carretera a las afueras de Elmendorf, construye una taberna con dos habitaciones en la parte de atrás, la bautiza con el nombre de Sociable Inn. El lugar no es más que una habitación grande con mesas y un piano en donde los parroquianos pueden beber y ocasionalmente disfrutar de una pelea de gallos.
Aun cuando el negocio parece ir bien, Joe siente que debe de contar con alguna atracción que haga llegar más clientes así que construye, en la parte trasera de la taberna, un pequeño lago artificial rodeado con una reja de tres metros de altura en donde pone cinco caimanes vivos, uno grande y cuatro más pequeños.
El éxito es inmediato y sus nuevas mascotas atraen a muchos nuevos clientes. Los sábados son especialmente concurridos ya que ese día Joe tiene un "show" especial que consiste en alimentar a los caimanes con algún mapache, perro, gato o cualquier otro animal vivo del que pueda echar mano.
Además de los caimanes, el éxito de la taberna está en que Joe siempre se las arregla para contratar chicas jóvenes y guapas para atender a los parroquianos. Ninguna de las chicas parece quedarse demasiado tiempo pero él siempre lo explica diciendo que son chicas que van de paso buscando la manera de hacer un poco de dinero rápidamente.
En 1934 Joe conoce a Minnie Gotthardt, una chica de 22 años de Seguin a quien apodan "Big Minnie". A pesar de que ella no agrada a la mayoría de sus clientes, Joe comienza una relación con ella y juntos atienden el Sociable Inn durante los siguientes tres años. Los problemas comienzan cuando Joe se enamora de una de sus meseras más jóvenes, Dolores "Buddy" Goodwin. La cosas se complicaron aun más en 1937 cuando entra a trabajar a la taberna Hazel "Schatzie" Brown, una guapa chica de 22 años que de inmediato comienza a recibir las atenciones de Joe.
En el verano de 1937 el problema de Joe se soluciona parcialmente al salir de escena Big Minnie, según explica a amigos y familiares de la mujer, Minnie decide dejar el pueblo tras dar a luz a un bebé de color.
Algunos meses más tarde Joe se casa con Dolores a quién confía que no es verdad que Minnie huyera, según le cuenta, la verdad es que él la llevó a una playa cercana, le disparó en la cabeza y la enterró en la arena. Ella no le cree y el asunto no se vuelve a tratar entre ellos.
En enero de 1938 Dolores se ve envuelta en un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, como resultado le es amputado el brazo izquierdo. Rápidamente comienzan a correr rumores de que la verdad es que uno de los caimanes de Joe le había arrancado el brazo. Independientemente de cual haya sido la verdad, Dolores desapareció misteriosamente el siguiente abril y no demasiado tiempo después Hazel también.
Quizá las mujeres no fueran muy fieles a Joe ni él a ellas, pero ese no era el caso con sus caimanes. Según se cuenta, cuando un vecino reclamó a Joe por el fuerte olor a carne podrida del alimento de sus mascotas, Joe tomó una escopeta y le sugirió que no se metiera en asuntos que no eran de su competencia a menos que quisiera terminar como alimento él mismo. El vecino decidió cambiarse a otro pueblo.
El negocio de Joe parecía ir viento en popa no obstante la continua desaparición de sus ayudantes, pero a mediados de 1938 la familia de Minnie comenzó a hacer preguntas de nuevo al no poder localizarla a pesar de los esfuerzos de la oficina del Sheriff del condado de Bexar. Como Joe había sido su último amante y patrón conocido fue interrogado en varias ocasiones, sin embargo, sin evidencias de algún crimen, tuvieron que dejarlo en paz.

Algunos meses más tarde, los familiares de otra chica desaparecida, Julia Turner de 23 años, acudieron a la policía. Como Julia también había sido empleada de Joe nuevamente la policía lo interrogó, el les dijo que al parecer la chica había tenido algunos problemas locales y había decidido marcharse del pueblo.
Las investigaciones de la policía concluyeron que ella no había regresado al departamento que compartía con otra chica, su ropa y efectos personales aun estaban ahí, los investigadores regresaron a la taberna e interrogaron de nuevo a Joe. Esta vez el "recordó" que la chica estaba realmente desesperada y él le había prestado quinientos dólares ya que ella ni siquiera quería regresar a su departamento.

Durante los meses siguientes dos chicas más, empleadas de Joe, desaparecieron. Los ayudantes del sheriff interrogaron a Joe durante horas pero no lograron sacarlo de su posición inocente; las chicas habían dejado el pueblo, él no sabía nada más. Al no tener alguna prueba contra él, de nuevo tuvieron que dejarlo ir.

El 23 de septiembre de 1938 la suerte de Joe comenzó a decaer. Un viejo vecino de Joe declaró a la policía que lo había visto cortando pedazos de carne humana para alimentar a sus caimanes. Mientras la policía decidía que acción tomar, un México-americano pidió ayuda al alguacil de condado de Bexar, John Gray, sobre un barril "con olor a muerto" que Joe había dejado tras el granero de su hermana. A la mañana siguiente los alguaciles John Gray y John Klevenhagen fueron a investigar pero el barril había desaparecido. De nuevo decidieron visitar a Joe.
Cuando Gray y Klevenhagen llegaron al Sociable Inn informaron a Ball que lo iban a llevar a San Antonio para interrogarlo, Joe accedió y pidió permiso para cerrar apropiadamente el establecimiento, ellos accedieron. Joe tomó una cerveza y la dejó caer, se acercó a la caja registradora y oprimió la tecla "NO SALE" (Sin Venta), cuando el cajón de la registradora se abrió tomó de él un revolver colt calibre 45 y tras colocárselo contra el pecho jaló del gatillo ante la impotencia de los agentes. El disparo fue mortal.
Alguaciles de toda la región convergieron en la taberna para la investigación, tras encontrar carne en estado de putrefacción en el lago de los caimanes y un hacha cubierta con sangre y pelo desarrollaron la teoría de que Joe descuartizaba a sus víctimas y alimentaba con ellas a sus mascotas.
Las investigaciones concluyeron que solamente Clifton Wheeler podría haber ayudado a Joe en estas espeluznantes tareas, así que Wheeler fue detenido y llevado a San Antonio para su interrogatorio.
Al principio Wheeler negó tener conocimiento alguno de las acciones de Joe, pero tras todo un día de preguntas finalmente aceptó colaborar. Explicó a los agentes que Hazel Brown, una de las chicas de Joe se había enamorado de otro hombre y estaba planeando irse para comenzar una nueva vida. La noticia y el que ella lo acusara de haber asesinado a Minnie hicieron que Joe perdiera los estribos y la matara. Para poder corroborar el hecho le pidieron que les mostrara en donde estaba enterrado el cuerpo.
Al día siguiente Wheeler los condujo a un sitio apartado, a unas tres millas de pueblo, cerca del río San Antonio. Ahí comenzó a cavar en un sitio en que la tierra estaba medio suelta y poco después descubrieron dos brazos, dos piernas y un torso en avanzado estado de putrefacción, cuando le preguntaron por la cabeza el señaló los restos de una hoguera. Entre las cenizas se encontraron una mandíbula, algunos dientes y pedazos de un cráneo humano.
Wheeler les contó que una noche, tras haber estado bebiendo copiosamente, Joe le había ordenado traer algunas cobijas y una lata de alcohol, después habían recogido del granero de su hermana un barril de 55 galones y en el auto de Joe lo habían llevado hasta el río. Una vez ahí Joe lo había obligado, a punta de pistola, a cavar una fosa y cuando abrieron el barril dentro estaba el cadáver de Hazel. Siempre bajo amenazas, lo había obligado a ayudarlo a desmembrar el cadáver. Una vez enterrado este Ball arrojó la cabeza de Hazel a la fogata.
Cuando lo interrogaron sobre Minnie Gotthardt, dijo que Joe la había llevado a Ingleside, cerca de Corpus Cristi, donde después de beber en cantidad, le había pegado un balazo en la cabeza. Joe la mató porque descubrió que estaba embarazada y no quería que esto interfiriera en su relación con Dolores. Ambos la enterraron en la arena.
El 14 de octubre de 1938 fue encontrado el cuerpo de Minnie donde Wheeler había dicho que estaría.
Cuando fue interrogado sobre la desaparición de las otras chicas negó saber algo al respecto. Wheeler se declaró culpable de complicidad bajo amenazas y fue condenado a dos años de prisión.
Entre las cosas que se encontraron el la taberna de Joe estaba un álbum con fotografías de docenas de mujeres, nunca se comprobó que Ball las hubiera conocido realmente, pero según el alguacil J. W. Davis podría ser la pista de varios otros asesinatos.
En cuanto a Dolores, fue localizada varios meses más tarde en California, a donde había huido para comenzar una nueva vida. También fue encontrada en Phoenix, Arizona, otra de las chicas supuestamente desaparecidas. Los caimanes de Joe terminaron en el zoológico de San Antonio.
Las investigaciones concluyeron que la sangre y pelo encontrados en el hacha tomada de la taberna de Joe no eran humanos, pero muchas de las chicas desaparecidas jamás fueron localizadas. En 1957 Dolores declaró en una entrevista con el periódico San Antonio Light que Joe Ball era un hombre dulce y cariñoso que jamás haría daño a nadie que no le obligara a ello, además dijo, que Joe había alimentado a sus caimanes con carne humana... La duda quedará por siempre...

KENNETH BIANCHIKenneth Bianchi

Nació el 22 de Mayo de 1951 en Rochester Nueva York y se reporta fue hijo de una prostituta adicta al alcohol que como ocurre en muchos casos dio a la criatura en adopción. Tres meses después fue adoptado por la señora y el señor Bianchi quienes nombraron a este niño Kenneth Alessio Bianchi. Aquella buena pareja como iba a imaginar el alacrán que se estaba echando encima.
Desde sus tiernos años de vida, Kenneth Bianchi estaba destinado a ser un perdedor empedernido. Tan pronto comenzó a hablar su madre se dio cuenta que el niño era muy mentiroso además de que mojaba varias veces la cama. La conducta de orinar la cama en las noches fue una constante en toda su infancia y recordemos que eso forma parte de la triada fatídica muy frecuente en los asesinos seriales cuando son infantes. A los cinco años la alarmada señora Bianchi consultó un médico porque Kenneth padecía numerosos lapsos en que se quedaba ido con los ojos volteados. El doctor pronosticó que se curaría llegada la pubertad. En la escuela, las maestras lo consideraban casi un desadaptado con esos ataques, temblores y otras particularidades que mostraba. Frances creía que las maestras ponían nervioso a Kenneth y estas decían que podía rendir mucho más de lo mostrado. Tuvo que cambiarlo de lugar por esta situación.
Las pruebas psicológicas determinaban que Kenny poseía un coeficiente intelectual de 116, arriba del promedio, y habilidades artísticas y verbales. A pesar de ello, sus calificaciones y logros escolares eran sumamente erráticos. Y su temperamento muy irritable provocó que se consultara a un psicólogo que determinó que Kenneth Bianchi había desarrollado una dependencia excesiva por su madre. Se reporta que a los 8 y 9 años visita centros psiquiátricos para profundizar con estudios en ese problema suyo de orinar involuntariamente.
Cuando el muchachito Bianchi tenía 13 años, murió su padre adoptivo y la señora Frances tuvo que redoblar sus esfuerzos laborales para mantener a flote la economía familiar. Se reporta que él se negó a llorar y externar la sensible pérdida. Kenny tuvo que dejar la costosa escuela católica donde estudiaba para ingresar a una secundaria pública donde no hay noticias de que le haya ido mal, evadiendo los clásicos problemas que los jovencitos extraños padecen en esos lugares.
A los 15 años su conducta cambia notablemente saliendo con novias, socializando en un club de motos, etc. Ciertamente el joven Bianchi no era mal parecido y no faltaban chicas a su lado. Sin embargo aprovechaba su formación católica de extrañas maneras. Por ejemplo, a pesar de sentir gran atracción por las chicas desaprobaba por completo la vestimenta sexy de algunas de ellas. Al absurdo grado de reprobar las playeras de cuello en V. Sus estándares no bajaban de solicitar virginidad y devoción absoluta de sus parejas hacia él, aunque no correspondiera de la misma manera. Solía andar con varias chicas a la vez. Era sumamente infiel y mezquino.
Contando 18 años y después de graduarse de preparatoria resulta que Bianchi se casa con una muchacha de nombre Brenda Beck pero como no cumple sus altas expectativas la deja al poco tiempo. Nuevamente se casa pero esta aventura se termina a los ocho meses cuando la chica súbitamente empaca sus cosas y lo abandona. Aquella partida significó una fuerte traición a los sentimientos de Bianchi.
Cuando se repuso del golpe, reasumió su vida. Ingresó a una academia de estudios policiales pero fiel al signo de su vida, no terminó los cursos dado su pobre desempeño. Como es el caso de otros tantos asesinos seriales, Bianchi intentó ingresar a la policía pero por una u otra razón fue rechazado. Convertirse en una figura de autoridad era el gran sueño de este rufián. Por algún tiempo saltó de un empleo a otro, generalmente en puestos de seguridad y/o vigilancia. Trabajos en los que desarrolló su gusto y costumbre por robar cosas. Y por lo mismo no duraba mucho tiempo en ningún lugar. Por supuesto, varios objetos hurtados iban a parar como regalitos a sus novias.
A la edad de 26 años cambia su residencia en Rochester para irse a vivir a Los Ángeles junto a su primo, el famoso Italian Stallion Angelo Buono. Este sujeto nació en Rochester Nueva York en 1934 y tras el divorcio de sus padres vivió con su madre y una hermana mayor en Glendale California. Su vida se distinguía por su misoginia, falta de ética y escasa educación. Desde temprana edad comenzó su prolífica carrera delictiva robando cosas pequeñas escalando naturalmente al robo de automóviles. Se caso varias veces y tuvo numerosos hijos con sus parejas a quienes amenazaba con asesinarlas si es que lo abandonaban. Desde adolescente ya alardeaba con sus amistades de violar y sodomizar muchachas. Y de adulto era capaz de afirmar que abusaba hasta de sus pequeñas hijastras. Increíblemente, a un carcamal como Angelo Buono nunca le faltan mujeres que sienten profunda atracción hacia él. De ese modo, en la época que recibe a su primo Kenny, Buono tiene tratos con varias jovencitas del vecindario. Ambos primos terminan por convertirse en padrotes regenteando prostitutas.

Cuando Kenneth Bianchi se afinca en California consigue empleo y con su primer cheque decide comprarse un viejo Cadillac y conseguir un departamento. Fiel a su irresponsabilidad pronto sus deudas se salen de control. Kelli Boyd, su novia de entonces relata que Kenneth nunca fue capaz de controlar sus gastos y que si un día se reportaba enfermo en el trabajo, aprovechaba el día para ir a jugar cartas con su primo Angelo Buono. Luego ella tuvo un hijo e ingenuamente razonó que tal vez por ese evento, que normalmente haría sentar cabeza a un hombre común y corriente, Bianchi cambiaría, pero no fue así. Cuando éste le propone matrimonio ella se niega a aceptar principalmente por todas las fallas de carácter que por este relato ya conocemos de Bianchi: Inconsistencia laboral, falta de compromiso, nula solidez financiera y que era extremadamente mentiroso.

Bianchi tuvo la ocurrencia de armar un fraude haciéndose pasar por un psicólogo, puso una suerte de consultorio tratando de explotar los conocimientos de psicología que había adquirido en aquel curso de ciencias policiales que había abandonado en Nueva York. Afortunadamente muy poca gente cayó en esta treta. Por la época en que comenzaron a aparecer cadáveres de jóvenes chicas en Los Ángeles Bianchi había informado a su novia que padecía cáncer de pulmón y que por la quimioterapia y la radiación se sentía mal y no podía ir a trabajar. Suponemos que sus ausencias frecuentes eran los momentos que aprovechaban los primos para cometer sus fechorías.

El día que Kenny se queda sin dinero, a Buono se le ocurre la gran idea de juntos explotar prostitutas. Aprovechando la buena estampa de Bianchi para enganchar muchachas y las conexiones que Buono poseía para conseguir clientes, el negocio según esto, era garantizado. Así logran controlar a un par de chicas llamadas Sabra Hannan y Becky Spears, a quienes someten a fuertes abusos físicos teniéndolas casi secuestradas. Pero Becky Spears logra contactar a un abogado de nombre David Wood quien apiadado por su situación le facilita la escapatoria. Ante la huida de Spears al poco tiempo Sabra Hannan decide escapar también. Sin el dinero que producían las chicas Bianchi de nuevo se ve en dificultades para pagar las letras de su automóvil.

Entonces consiguen una nueva recluta que ocuparía el cuarto dejado por las anteriores chicas y contactaron una prostituta llamada Deborah Noble quien les vende una lista de clientes. Los primos habían cifrado mucha importancia a la mencionada lista pero finalmente se dieron cuenta que era falsa, no les servía para nada y enojados decidieron descargar su furia en Yolanda Washington amiga de Noble a quien no sabían donde localizar, en cambio a Yolanda la habían escuchado decir que trabajaba en un lugar de Sunset Boulevard y se convirtió en la primera víctima de los denominados Hillside Stranglers. Desnuda y violada, su cuerpo fue hallado cerca del cementerio Forest Lawn.
Sin embargo en una ciudad del tamaño de Los Ángeles el homicidio solitario de una prostituta no significa mucho considerando la magnitud de la problemática criminal de la ciudad y la actividad altamente riesgosa de la víctima. Únicamente los detectives de mayor olfato y experiencia sintieron que había un problema cuando en el otoño de 1977 fueron encontradas más jovencitas asesinadas. A las dos semanas del hallazgo del cuerpo de la prostituta Washington en la población conurbada de La Crescenta en medio de un vecindario de clase media apareció por la mañana el cuerpo desnudo de una mujer joven. Acaso tendría 16 años opinó el forense. En su cuerpo aparecieron las 5 marcas que serían la norma de estos hallazgos. Cicatrices por atadura en manos, pies y el cuello. El detective Frank Salerno perteneciente al departamento del Sheriff del Condado, notó que la víctima había sido depositada con el propósito de que fuera vista lo más pronto posible y que había sido transportada ahí del lugar en que había sido asesinada. Le tomó varios días a Salerno poder identificar a la desafortunada adolescente, lográndolo finalmente cuando mostró su imagen a prostitutas y vagos del Boulevard Hollywood, entonces se conoció así que en vida se llamaba Judith Miller.
Luego, el domingo 6 de Noviembre de 1977 apareció un nuevo cuerpo cerca de un club en Glendale. Esta nueva víctima había sido violada y presentaba las cinco marcas por atadura vistas anteriormente. Salerno se comunicó con los oficiales de Glendale para platicar sobre las similitudes entre los crímenes que se estaban presentando. Cuando fue a ver el escenario del crimen nuevamente notó que por el lugar donde había sido depositado el cuerpo, dos o más hombres se habrían requerido para efectuar dicha tarea. La mujer fue identificada como Lissa Kastin, mesera de 21 años que días atrás había comentado a su madre la posibilidad de prostituirse para ganar algo más de dinero. Como quiera que fuera, de este par de crímenes no surgían mayores pistas para resolver el caso.
Los medios de comunicación hablaban del estrangulador de Hillside y contaban historias de secuestro, violación y asesinato. No pocas personas consiguieron perros y elevaron las medidas caseras de seguridad. Pero la evidencia del caso indicaba a la policía que se trataba de más de un asesino. Cuando el detective de la policía de Los Ángeles Bob Grogan, hombre clave en este caso, fue llamado a los escenarios del crimen se dio cuenta que quien estuviera tirando los cadáveres tenía forzosamente que conocer muy bien la zona y sus vecindarios. Dondequiera que aparecía tirado un cuerpo el lugar aparecía con normalidad sin señales de lucha o huellas evidentes de que se hubiera arrastrado un cuerpo de un lugar a otro. Así rápidamente se dedujo que no era uno, sino dos o hasta más los homicidas. Porque aunque las víctimas eran pequeñas, para transportarlas y depositarlas se requerían dos o más personas.
La siguiente víctima fue la señorita de 28 años Jane King que fue secuestrada el 9 de Noviembre y cuyo cadáver apareció dos semanas después el día 23 del mismo mes. Su cuerpo estaba en tal estado de descomposición que no se pudo establecer si había sido violada como las anteriores víctimas, pero si se conoció que murió estrangulada. Había sido una hermosa mujer y aspiraba a convertirse en actriz cuando fue asesinada.
Las siguientes fueron las adolescentes Sonja Johnson de 14 años y Dolores Cepeda de 12 ambas alumnas de la escuela San Ignacio. La última vez que fueron vistas fue bajándose de un autobús y acercarse a un automóvil sedan para hablar con un sujeto que viajaba en el asiento del acompañante. Esta información reforzó la idea de que se trataba de dos asesinos y no uno solo. Este hecho ocurrió el 13 de Noviembre y aparecieron los cadáveres en una colina el día 20 descubiertos por un niño que buscaba alguna cosa de valor en un tiradero. El estado de descomposición era avanzado y estaban infestadas de insectos.
Otra desafortunada víctima fue la señorita Kristina Weckler que murió en similares condiciones que las demás chicas. El detective Bob Grogan prometió a los padres que atraparía al o los asesinos de su hija.
Pasaron los días de asueto de Noviembre y el 28 nuevamente golpearon los asesinos, esta vez la víctima fue Lauren Wagner estudiante de artes y diseño que vivía con sus padres. El cuerpo apareció al día siguiente en las colinas de Glendale casi en la carretera con las 5 marcas de ligadura en tobillos, muñecas y cuello. Resultó que una vecina observó el momento del secuestro de la muchacha. Un carro se puso al lado del de ella y se armó una discusión con los dos hombres que habían abordado a Lauren. La señora Beulah Stofer, mujer cincuentona y asmática pudo observar con lujo de detalles los hechos y a los protagonistas del incidente. Misteriosamente a la mañana siguiente recibió una llamada telefónica y un hombre la amenazó de muerte si hablaba de lo que había presenciado. En ese momento la señora Stofer no estaba enterada de que había sido testigo de un secuestro. El detective Grogan entendió que el testimonio de la señora Stofer sería de gran utilidad llegado el momento. Además adivinó que la señora había estado muy cerca de los hechos tal vez escondida entre los arbustos en vez de estar dentro de su casa como había declarado inicialmente. Este crimen lucía particularmente grave, debido a que indicaba que los asesinos ampliaban enormemente su radio de acción y ya ningún lugar dentro la ciudad podía considerarse a salvo.
El siguiente turno tocó a la prostituta de medio tiempo Kimberly Diane Martin quien el 13 de Diciembre atendió una llamada en la agencia "Clímax" donde trabajaba para un servicio. A pesar de que se conoció de donde procedió la llamada y algunos otros datos al respecto, ninguna pista llevaba a algún lado. Luego los asesinos parecieron dar un respiro al público puesto que nada ocurrió el resto del mes ni en Enero del año siguiente.
El 13 de Febrero de 1978 la joven de 20 años Cindy Hudspeth que trabajaba como recepcionista en una empresa desapareció. Al día siguiente su cuerpo fue hallado en la cajuela de su automóvil, el cual por cierto había sido empujado a una pendiente al lado de la carretera. Presentaba las 5 cicatrices encontradas en los demás crímenes recientes. Esta vez los agentes Salerno y Grogan decidieron ahondar en la vida de la víctima con la esperanza de hallar la pista definitiva. Lo más notable fue que Kristina Weckler otra de las víctimas vivía en la acera de enfrente a Hudspeth, ambas no se conocían, pero eso revelaba que el o los asesinos también eran vecinos de Glendale.

A pesar de la estrecha colaboración entre departamentos policiales las pistas no llevaban a ningún lugar concreto. El perfil psiquiátrico hablaba de un sujeto divorciado, empleado en trabajos menores donde duraría poco y que hubiera vivido una infancia caracterizada por vivir en un hogar desintegrado y violento, etc. Pero eso no acortaba la lista de sospechosos, era información muy vaga. Sucedió que una psíquica de Alemania visitara la estación de policía y curiosamente informó que debían buscarse "un par de italianos, hermanos y de treinta y pico de años..."
Pasó todo un año sin que aparecieran nuevos cadáveres. Durante ese tiempo Kenneth Bianchi se mudó a la ciudad de Bellingham en el estado de Washington. Tal vez trató de iniciar una vida nueva junto a su novia y su hijo Ryan. Pero regresó a las andadas. El 12 de Enero de 1979 la policía de la ciudad fue reportada acerca de la desaparición de dos estudiantes de la universidad local. Las chicas de nombre Karen Mandic y Diane Wilder compartían habitación y se trataba de personas responsables y serias así que cuando el jefe de Karen echó de menos su presencia en el trabajo, inmediatamente recordó que la chica le había comentado sobre un ofrecimiento que había recibido para presentarse como niñera en una casa de un barrio adinerado. Un amigo suyo, agente de seguridad le había pasado la información.

Así que la policía comenzó a investigar primero con la compañía de seguridad, ahí los responsables contactaron al agente quien estableció que la noche de la desaparición de las chicas había asistido a una reunión de reservistas de la policía. Cuando la policía se enteró de que el tal agente no había asistido a la tal reunión decidió indagar más. El jefe de la policía Terry Mangan no quedó satisfecho con las explicaciones del joven guardia así que decidió visitar el hogar de las chicas. Para su sorpresa encontró al gato de la casa hambriento. Aquello era inusual, eliminando la posibilidad de que ambas chicas hubieran tomado unas vacaciones y olvidaran avisar en el trabajo. Tras inspeccionar con detalle el lugar hallaron anotada la dirección de la casa donde irían de niñeras así como los datos del guardia de seguridad que previamente habían visitado. El asunto cada vez era más preocupante. Entonces se dirigieron al lugar del supuesto empleo a verificar la situación. Aparte los oficiales averiguaron que el guardia de marras había sacado una camioneta de la compañía con el pretexto de llevarla a servicio y sin embargo, la unidad no fue llevada a taller alguno. Hasta ese momento Mangan comprendió que la vida de ambas mujeres podría estar en serio peligro. Entonces instruyó a sus patrulleros para que buscaran el vehículo de Karen Mandic e investigaran posibles sitios donde pudieran abandonar algún cadáver.

En la casa donde supuestamente trabajarían de niñeras las muchachas pudo hallarse una huella de sangre muy reciente. La policía platicó con un vecino que les informó una extraña historia en la que un guardia de seguridad le pedía que echara un vistazo a la casa todos los días, excepto claro está, el día de la desaparición argumentando que se iba a efectuar un mantenimiento al sistema de seguridad. El jefe de policía entonces pidió la ayuda de los medios para que describieran el aspecto de las desaparecidas y del carro que usaban. Pronto una mujer informó de un auto abandonado cerca de su domicilio. Desgraciadamente dentro de la cajuela hallaron los cadáveres de las infortunadas muchachas. Aquello era suficiente, así que Mangan ordenó detener al oficial de seguridad que por supuesto era Kenneth Alessio Bianchi. Al ser aprehendido no ofreció mayor resistencia, portándose siempre amable y educado.
En un principio su novia Kelli Boyd no podía creer que Kenneth estuviera implicado en la investigación de un crimen, como tampoco lo podía creer su jefe del empleo, que lo consideraba como un elemento valioso e importante en su organización.

Afortunadamente el departamento de policía de Bellingham montó una investigación muy profesional y detallada en torno a este caso. Al levantar los cadáveres de las niñeras, se tuvieron cuidados extremos para no dejar escapar la menor fibra, ni un cabello o vello púbico. Muestras de pelos y vellos fueron extraídos de sus ropas y calzado y fueron comparados con muestras halladas en tapetes y alfombras de la casa donde habían sido secuestradas. Como los resultados del análisis forense tardarían algunos días, era preciso retener al sospecho por una buena causa. Y el pretexto fue fácil de conseguir al descubrirse en el domicilio de Bianchi varios objetos robados de las empresas donde había laborado.

Por suerte el jefe Mangan recordó la existencia del caso abierto en Los Ángeles del estrangulador de Hillside así que muy pronto el detective Salerno fue informado de la detención y los pormenores acerca de Kenneth Bianchi. Inmediatamente viajó a Washington y dejó a sus colegas a cargo de investigar los movimientos de Bianchi mientras vivió en Los Ángeles. Cruzando evidencia entre los detectives de ambos estados cada vez era más evidente que Kenny era uno de los estranguladores. Bajo su poder estaban joyas que en vida habían pertenecido a las víctimas de California. Las pruebas en pelos y fibras lo incriminaban también.

En poder de las autoridades y bajo la lupa, la policía de Los Ángeles publicó una imagen de Bianchi para ver si el público podía aportar más información. Y el abogado David Wood le contó a la policía de cómo había rescatado a una muchacha de Bianchi y Buono quienes sometían a sus prostitutas a intensos abusos físicos. Después de visitar a Buono, los detectives Grogan y Finnigan estaban casi seguros de que el sujeto era otro de los Hillside Stranglers.

Mientras tanto, Bianchi estaba preso en Bellingham esperando juicio cuando logro convencer a su abogado de que padecía de amnesia y este movido por la preocupación le asigno un trabajador social, esta persona quedó impactada al considerar que un hombre tan correcto, amable y tranquilo pudiera ser acusado de estrangular a un par de jovencitas. Por lo tanto pensó que tal vez Kenneth sufría del síndrome de doble personalidad. Nadie esperaba que el acusado tramara una magistral actuación para convencer inclusive a renombrados psicólogos a nivel nacional acerca de su particular caso de personalidad múltiple. El objetivo era argumentar inocencia por discapacidad. Es decir, una treta para no afrontar la responsabilidad por sus actos. A pesar del teatro que Bianchi había montado en torno suyo, los detectives californianos seguían trabajando para desenmarañar la madeja de pistas y gracias a Bianchi lograron involucrar a Buono en los asesinatos. Además la señora Stofer y un señor de nombre Markust identificaron sin problemas las fotografías del par de rufianes. Luego el engaño de Bianchi con sus múltiples personalidades fue echado abajo cuando se consultó a un experto en hipnosis el cual pudo descubrir las fallas en la excelente actuación del acusado. Los detectives recordaron que el alter ego de Bianchi, Steve Walker era el nombre de un antiguo compañero de estudios del indiciado, mismo que había usado para falsificar documentos académicos.
Entonces el fiscal ofreció un trato a Bianchi: testificar en contra de Buono y declararse culpable del par de homicidios de Washington a cambio de purgar sentencia de por vida en California o morir ejecutado en Washington. Así la confesión podría servir para juzgar a Buono, sin embargo lo que necesitaba la policía eran datos, abundantes y buenos debido a que en California el testimonio de un cómplice no es suficiente para acusar a alguien a excepción de que las informaciones estén sustentadas con evidencia. Muchos oficiales fueron llamados a presenciar las confesiones de Bianchi. En ellas comentó que él y su primo fingían ser policías usando una placa falsa. De ese modo era sencillo abordar y someter a las prostitutas. A las niñas bien era más complicado engañarlas y subirlas a su automóvil. En esas entrevistas el detective Salerno recordó que en uno de los cuerpos había encontrado una pelusa desconocida. Así que pregunto a Bianchi con que habían envuelto el cadáver de Judy Miller a lo que éste contesto que seguramente había sido con algún tapete del negocio de tapicería de Angelo Buono. Aquella evidencia podría ser crucial para acusar a Buono de ser cómplice de los asesinatos. Idéntico que otros peligrosos criminales seriales Kenneth Bianchi relató uno a uno los escabrosos detalles de los asesinatos sin mostrar remordimiento y como si estuviera platicando entre amistades en una reunión en el bar. A pesar de todo, hasta él se tornó reticente a platicar sobre el crimen de Kristina Weckler porque había sido su muerte la más larga y tormentosa. La habían asfixiado con una bolsa de plástico a la cual le inyectaron gas de la cocina y tomó más de una hora de indecible sufrimiento antes que la chica muriera. Después de alegremente confesar, Kenny entendió que estaba en un callejón sin salida y como suele suceder con otros asesinos cobardes, intentó culpar a alguien más de sus desventuras. Pero el negocio estaba cerrado: fue sentenciado a varias cadenas perpetuas tanto en Washington como en California.

El 22 de Octubre de 1979 el detective Salerno detuvo a Angelo Buono. Sin embargo su proceso enfrentó numerosas dificultades legales a pesar de la evidencia presentada y de la confesión de Kenneth Bianchi aparte de la rápida identificación por fotografías. Parte del problema fue que Bianchi dejó de cooperar para incriminar a Buono. Sus vistosas actuaciones en la corte terminaron por minar la estrategia contra Buono. A fin de cuentas Kenny sabía perfectamente de la funesta suerte que dentro de la cárcel corren los informantes y soplones. Estas y otras dificultades legales pusieron en peligro las acusaciones en contra del Italian Stallion pues el fiscal Roger Kelly no deseaba arriesgarse a perder el caso. Finalmente la prudencia se hizo presente en el juez Ronald George quien despejó toda duda acerca de las acusaciones haciendo uso de la evidencia presentada. Por fin a mediados de 1982 comenzó el juicio contra Buono, y después de muchas vicisitudes y retrasos fue declarado culpable en 1983 del asesinato contra Lauren Wagner, Judy Miller, Dolores Cepeda, Sonja Johnson, Kimberly Martin, etc. Angelo Buono murió a los 67 años durante 2002 en la prisión estatal de Calipatria al parecer de una afección cardiaca. Fiel a su espíritu mujeriego, se caso en 1986 ya siendo prisionero con la señora Christine Kizuka. Mientras tanto Bianchi continúa purgando sentencia.
JOHN REGINALD CHRISTIE

John Reginald Christie

A finales de marzo de 1953, el nuevo inquilino del número diez de Rillington Place, proseguía con las reformas que necesitaba su nuevo piso, ya que se encontraba sucio y destartalado. Agujereo la pared de la cocina, al hacer esto se percato de que no había pared, si no un hueco que estaba empapelado. Arrancó el resto del papel para poder comprobar el interior. Al enfocar con su linterna, se sobresaltó al encontrarse con un cuerpo envuelto en una sabana. Detrás de este se hallaban dos cadáveres más. Las tres mujeres habían sido estranguladas.
El anterior inquilino había abandonado Rillington Place tres días antes, su nombre era John
Reginald Christie.
En un registro posterior se hallaron, a parte de los tres cuerpos del hueco de la cocina, otros dos enterrados en el jardín y el cadáver de la señora Christie sepultado bajo las tablas del suelo de la habitación principal.
John Reginald Halliday Christie nace el 8 de Abril de 1898 en Halifax. Contaba con el cariño de sus seis hermanos y de su madre, aunque no se podía decir lo mismo de su padre, de carácter severo y autoritario Fue un buen estudiante e incluso llegó a ser monitor de los boy scout. En su adolescencia sufrió una gran humillación y se convirtió en el blanco de las burlas de sus compañeros. Éstos, al enterarse que Christie era impotente, comenzaron a llamarle "Reggie no puede".
A los 17 años es sorprendido robando dinero mientras trabajaba como oficinista en la policía local. A raíz de esto su padre le echa de casa. A los 18 años es reclutado para la Primera Guerra Mundial, donde fue gaseado, esto le permitió posteriormente recibir una pensión por incapacidad.
En Mayo de 1920 se casa con Ethel Waddington. En años posteriores es encarcelado en varias ocasiones por robo de dinero y en 1924 pasa varios meses en prisión. Como consecuencia de su conducta delictiva, Ethel le abandona en 1929.
Christie se dedica a malvivir y vagabundear y, tras pasar por prisión en repetidas ocasiones, decide escribir a su mujer y pedirle que regrese; ésta accede y se queda con él hasta su muerte.
En 1938, a la edad de 40 años, John y su mujer se trasladan al nº 10 de Rillington Place. A partir de 1939 consigue, gracias a su relación con el ejército, un trabajo como policía especial.
Es en Agosto de 1943, mientras investigaba a un hombre por robo, cuando conoce a su primera víctima, Ruth Fuerst, una prostituta de 17 años. Aprovechando que Ethel está ausente, Christie invita a la joven a su casa y después de tomar el té la estrangula; a continuación entierra el cadáver en el jardín trasero.
Despertando así su vena más sádica y descubriendo el monstruo que había latente dentro de él desde su niñez.
A finales de ese año deja la policía y comienza a trabajar en los Ultra Radio Works, al oeste de Londres. Allí hizo amistad con Muriel Eady, de 31 años. Ésta le comenta que sufre un catarro y Christie le habla de los conocimientos médicos que adquirió en la guerra; Muriel acude al nº 10 de Rillington Place Esta vez Christie se perfecciona y planea el asesinato premeditadamente: fabricó un tarro de cristal con tapadera metálica, dicha tapa tenía dos agujeros de los que salían dos tubos de goma; uno iba conectado al conducto de gas y el otro a una especie de mascarilla, por la que la víctima inhalaba. Confiando en el remedio para el catarro, Muriel comenzó a inspirar. Cuando se dio cuenta de lo que estaba inhalando, Christie la estranguló y abusó de ella. Después enterró el cuerpo en el jardín. Pasarían cinco años hasta que Christie volviera a actuar.
En Marzo de 1948 Timothy y Beryl Evans se trasladan al nº 10 de Rillington Place, junto a su hija Geraldine de poco más de un año. El joven matrimonio se llevaba bien con Christie y su mujer, quien estaba encantada con la niña. En 1949 Beryl queda embarazada; no desea tener el hijo ya que los ingresos de Timothy eran muy escasos. Preocupados, comentan el problema a los Christie; posteriormente John se ofrece a practicar el aborto, convenciéndoles de que se puede realizar sin salir de casa.

El 8 de Noviembre de 1949 Timothy regresa de trabajar y recibe la noticia de que Beryl no ha sobrevivido a la operación. Timothy está trastornado y no sabe qué hacer, pues el aborto es ilegal en Inglaterra; así, se deja guiar por la única persona que puede ayudarle, el señor Christie, quien le convence para ocultar el cadáver. Timothy acepta horrorizado, convirtiéndose en cómplice de homicidio. El señor Christie le sugiere que abandone la ciudad durante un tiempo, asegurándole que él se encargaría de dar en adopción a la pequeña Geraldine.
Aunque el joven se marcha de la ciudad, no puede olvidar el trágico suceso; así, se presenta en comisaría y confiesa haber matado a su esposa. Hicieron falta dos registros de la casa para poder encontrar lo que buscaban; el cadáver de Beryl Evans se encontraba doblado debajo del fregadero, enrollado en una manta y ocultado por unos troncos. Se hallaba vestida y con una corbata en el cuello, había sido estrangulada; la pequeña Geraldine se encontraba, también estrangulada, junto a su madre. Evans es trasladado a Londres el 2 de Diciembre y es acusado del homicidio de su mujer e hija. Desesperado, decide confesar la verdad e implicar a Christie como único responsable del aborto fallido.
En el juicio se comprobó que Christie sirvió a su país en la primera Guerra Mundial y que había trabajado como policía especial; con esto se ganó la compasión del jurado. Mientras declaraba como testigo negó su participación en el aborto y comentó las continuas peleas entre el joven matrimonio así como los malos tratos que sufría Beryl (todo falso). En menos de 40 minutos el jurado encontró a Timothy culpable de los asesinatos y fue sentenciado a la horca.
El joven no dejó de insistir en que Christie mató a su mujer y a su hija, hasta el mismo día de su muerte, pero nadie le creyó. Murió ahorcado el 9 de Marzo de 1950.
John Christie había estado cerca de ser atrapado; el nº 10 de Rillington Place había sido registrado dos veces y nadie se había fijado en el hueso de Muriel Eady que sobresalía en la tierra del jardín.
El 14 de Diciembre de 1952 su mujer Ethel le despierta sufriendo convulsiones y ataques de tos; Christie decide estrangularla como "un acto de compasión", por no poder acabar con sus dolores de otra forma. Conserva su cadáver varios días en la cama, hasta que decide sepultarlo bajo las tablas del suelo.
Prácticamente arruinado, vende todos los muebles y excusa la muerte de su mujer diciendo que se encuentra de viaje. Después de matar a Ethel, la poca cordura que le quedaba se deteriora y entre Diciembre de 1952 y su detención, en Marzo de 1953, atrae hasta su casa a las que serían sus tres últimas víctimas.
Kathleen Maloney, una prostituta de 26 años que conoció a Christie en un pub de Londres. Muere gaseada y estrangulada en Enero de 1953. El 12 de Enero mata del mismo modo a Rita Nelson, otra prostituta de 25 años. El 6 de Marzo conoce en un café a la que sería su última víctima, Hectorina McLenna de 26 años; Christie le ofrece alojamiento y, una vez en casa, le da muerte como a las demás. Los tres cadáveres son escondidos en un hueco en la pared de la cocina, que posteriormente sería cubierto con papel.
El 21 de Marzo abandona Rillington Place y empieza a vagabundear por la ciudad, alternando en albergues y transitando por los parques. El 31 de ese mismo mes es arrestado junto al puente Putney. Comienza entonces el juicio en el mismo tribunal que tres años antes había mandado a la horca a un hombre inocente.
Christie admitió haber cometido siete crímenes entre 1943 y 1953, aunque nunca confesó el asesinato de la pequeña Geraldine. Al cuarto día de juicio el jurado se retira a deliberar; una hora y veinte minutos después tenían el veredicto, culpable. John Christie es sentenciado a morir en la horca. El 15 de Julio de 1953 es ahorcado. 16 años después de ser ahorcado Timothy Evans recibe el perdón de la just

JOHN GEORGE HAIGH.

John George Haigh

En algunos casos, los sueños son capaces de condicionar un comportamiento hasta alcanzar extremos inimaginables, sobre todo si la persona afectada tiene una mente fría y un corazón débil, como puede ser el caso de un criminal. 

John siempre había tenido un sueño que lo venía obsesionando desde muy pequeño, una pesadilla muy extraña: se veía en un campo repleto de crucifijos que lentamente se iban transformando a su paso en árboles sin hojas con largas ramas por las que caían gotas de rocío. Al aproximarse a los árboles, podía ver como las gotas que cubrían las ramas no eran agua... eran sangre. Los árboles comenzaban a retorcerse como si sufrieran un tormentoso daño y la sangre brotaba de los troncos, mientras una silueta borrosa que portaba una copa recogía el líquido rojo. Luego, una vez llena se le acercaba y se la ofrecía ordenándole beberla.
John se sentía completamente indefenso ante la situación. No era capaz de mover un solo músculo y quería librarse de la pesadilla. El ser, le dice que la única manera de librarse de él, es matar, para así saciar su verdadera sed.
La cruel pesadilla le estaba destrozando los nervios y cada vez se sentía menos dueño de sus actos. El quería ser libre, no volver a soñar... y terminó asumiendo que para hacerse libre tenía que hacerla real.
En 1949, Haigh vivía en una confortable pensión londinense, pasando casi desapercibido por los demás locatarios. Su aspecto físico, moreno, corpulento y muy bien parecido, además de una agradable sonrisa, hacía que todas las mujeres se fijaran en él. Les había hecho creer que era el dueño de una fábrica metalúrgica, por lo que además lo respetaban y eso le agradaba.
Pero las cosas no le iban muy bien. Apenas tenía dinero y la dueña de la pensión le había llamado varias veces la atención. Por si fuera poco, esos terribles sueños no dejaban de acosarle.
Olivia Durand-Deacon era una de las elegantes viudas de mucho dinero que se sentían interesadas por él, pero más que por su físico, por la actividad que le habían dicho que ejercía: agente comercial. La señora quería que le sirviese de intermediario para llevar a cabo un negocio de uñas artificiales. Cuando se hacen amigos, le enseña una muestra de unas uñas hechas de papel, preguntándole si creía que podían tener éxito comercial. El hombre promete interceder por ella ante un posible negocio y citarla con otro agente comercial. Cuatro días después la condujo a Crowley con el fin de discutir la fabricación de las uñas artificiales haciéndole creer que la cita tenía lugar allí. Quedaron en el pueblo, en dónde la recogería para ir a la fábrica.
Antes de la cita, compró un tonel de acero diseñado para resistir la corrosión de los ácidos, luego 153 litros de ácido sulfúrico, y lo hizo enviar a un almacén abandonado en Crowley.
En realidad a donde conduciría a Olivia no sería a la fábrica, sino a unos almacenes semiabandonados para el depósito de mercancías. La mujer nunca hubiese imaginado que un hombre tan correcto tenía la extraña especialidad de disolver a sus amistades en ácido sulfúrico.
Al día siguiente todo el mundo preguntaba preocupado por Olivia, la mujer no tenía por costumbre pasar noches fuera de la pensión y, mejor dicho, nunca; pero en esta ocasión, no había dado "señales de vida".
Haigh respondía con aire sorprendido que no había acudido a la cita, que tras esperarla durante una hora se había ido sin verla. Y como seguía sin aparecer, se ofreció junto a otros pensionistas para ir a la policía a denunciar la desaparición de la viuda.
Tuvo que hacer dos largas declaraciones en la comisaría, no mostrándose reticente o nervioso y siempre afirmando que la viuda no había acudido a la cita. No tenía nada que temer, pues pensaba que las precauciones que había tomado lo pondrían al abrigo de toda sospecha.
Pero el escepticismo y las sospechas del comisario de policía lo llevaron por otras pistas. Por el hecho de que no acababa de gustarle el hombre y dejándose guiar por la intuición, decidió llevar a cabo una serie de investigaciones rutinarias que le ayudaron a descubrir algunos cabos sueltos que Haigh no había tenido en cuenta: tenía antecedentes penales por estafa y robo, además de que se descubrió que no era el tal jefe de la empresa que decía, pues terminaron localizando al verdadero jefe, y declaró que sólo le contrataba de vez en vez como representante.
En los almacenes, los policías encontraron tres bombonas de ácido sulfúrico, además de un delantal, unos guantes de caucho y un revólver que recientemente había disparado una bala. También hallaron otras pruebas macabras, como huellas de sangre en la pared y el delantal, un charco de grasa en un bidón vacío de ácido, y para colmo de sospechas, el recibo de una tintorería por un abrigo de astracán.
Expertos analistas de Scotland Yard analizaron cuidadosamente los restos de grasa y dos partes casi intactas de una dentadura, que finalmente fueron identificadas por el dentista de la mujer.
Haigh mantenía su disfraz de inocencia respondiendo amablemente a cada interrogatorio, aunque la policía de Scotland Yard sabía que mentía en sus declaraciones y que todas las pistas halladas le apuntaban como el asesino. Pero al darse cuenta que no podía seguir ocultando el crimen por mucho más tiempo, termina haciendo unas siniestras declaraciones:
"Si le confesara la verdad no me creería, es demasiado extraño. Pero se la voy a confesar. La señora Durand no existe. Ustedes no encontrarán jamás ningún resto de ella ya que la disolví en el ácido, ¿cómo podrán probar entonces que he cometido un crimen si no existe cadáver? Le disparé a la cabeza mientras estaba mirando unas hojas de papel para confeccionar sus uñas postizas, después fui por un vaso y le hice un corte con mi navaja en la garganta. Llené el vaso de sangre y me lo bebí hasta saciar mi sed. Luego introduje el cuerpo en el tonel llenándolo después de ácido sulfúrico concentrado Después me fui a tomar una taza de té. Al día siguiente el cuerpo se había disuelto por completo, vacié el tonel y lo dejé en el patio".
Lo que Haigh no sabía era que la policía londinense, en un minucioso trabajo de investigación, sí había encontrado restos del cadáver y lo habían incluso identificado.
Después de su detención y confesión, la policía sospechó de otros cinco crímenes acaecidos un año antes en similares condiciones. Finalmente también se declaró culpable de esos crímenes, alegando además que a todas las víctimas les había bebido la sangre. En el juicio, su abogado defensor intentó utilizar la pesadilla del hombre y el acto de vampirismo como recurso, queriéndolo hacer pasar por demente que se veía obligado a matar por una obsesiva ilusión vampírica, pero no dio resultado. Si bien los psiquiatras reconocieron sus rasgos paranoides como síntoma precursor de una aberración mental que le acarreaba una alteración completa de la personalidad, trastornándole el carácter y la conducta, el hombre había explotado económicamente a sus víctimas, bien vendiendo objetos que robaba o adueñándose de bienes u otorgándose falsos poderes.
Para los jueces se trataba de algo más que de una mente enferma que bebía la sangre de sus víctimas; era un personaje frío y calculador que premeditaba sus crímenes y actos, fingiendo una locura que lo convertiría en irresponsable ante la ley. Finalmente es sentenciado a la pena de muerte, a la que el acusado ni siquiera apela; es ahorcado en la prisión el 6 de agosto de 1949.icia.
BOB BERDELLA

Bob Berdella 

4315 Charlotte en Kansas city es la dirección donde Bob Berdella asesino a seis hombres jóvenes, desmembrándolos en su bañera y guardando los pedazos en bolsas hasta la recogida de la basura del lunes por la mañana. Aparentemente siempre actuaba los fines de semana, de modo que mantenía a sus víctimas descuartizadas en su casa hasta el lunes siguiente. Como muchos otros asesinos en serie realizaba fotografías con su polaroid a sus víctimas. 

Berdella tenía 39 años de edad y era propietario de una tienda de objetos curiosos como lámparas de lava, imitaciones de calaveras, incienso, etc.
Su secreto se desvelo cuando uno de los secuestrados antes de ser asesinado consiguió escapar saltando por una ventana, completamente desnudo y con tan solo un collar de perro.
Berdella más tarde confesó haber asesinado a seis hombres en esos años, algunos por inyección letal y otros por asfixia.
El dijo que distribuía los trozos de los cadáveres en bolsas de basura y se los entregaba a los basureros como si se tratase de basura normal.
Su modo de actuar era simple contrataba los servicios de un prostituto le llevaba a su casa y allí tras maniatarle comenzaba a torturarle hasta que le causaba su muerte.
4 años después de si ingreso en prisión por cadena perpetua murió de un ataque al corazón, aunque existen hipótesis de que fue asesinado suministrándole un veneno en su comida.

JEROME HENRY BRUDOSJerome Henry Brudos

Jerome Henry Brudos nació el 31 de Enero de 1939 en el pueblo de Webster, Dakota del Sur. Fue el segundo hijo de la pareja formada por Henry y Eileen quienes ya tenían un primer hijo varón llamado Larry. Su llegada no estaba planeada y su madre deseaba una niña con lo que su venida al mundo fue doblemente repudiada, por lo que desde pequeño Brudos padeció aislamiento y severidad por parte de su madre. Durante la infancia de Brudos, su familia se movió a Portland, Oregon.
Cuando Brudos tenía aproximadamente 5 años, sucedió el hecho que marcaría por entero su vida. Jugando por el vecindario cerca de su casa, halló un par de tacones de mujer en un rincón donde estaban apilados botes y bolsas de basura. Cuando la madre descubrió a Jerry usando el par de tacones dentro de su cuarto, su reacción fue de gran sorpresa e irritación. El regaño de la señora hacia el pequeño niño lo dejó profundamente impresionado acerca de la extraña y prohibida naturaleza de los zapatos de tacón de mujer. Desde ese día y tras la destrucción de los mentados tacones, Jerry Brudos desarrolló un enfermizo fetichismo que lo acompañaría el resto de su vida.
Más tarde le ocurrió a Brudos un vergonzoso episodio en la escuela, cuando en el primer año de primaria un compañero lo delata porque estaba a punto de robarle uno de los pares de zapatos de tacón que la maestra tenía guardados en el salón. Brudos es regañado en frente de todos y abandona la clase. En los estudios no obtiene muy buenos resultados y no consigue pasar el segundo año de instrucción. Frecuentemente se queja de fuertes jaquecas que le impiden ver con claridad. En cadena sufre una enfermedad tras otra en la garganta. Cuando tiene 12 años, su familia se traslada a un vecindario de Wallace Pond, Oregon donde varios vecinos tienen hijas adolescentes. Junto con algunos vecinos Jerry adquiere la manía de invadir los cuartos de ellas para jugar con la ropa interior, y claro esta, robársela. Junto con los tacones, la ropa interior femenina sería la otra gran pasión fetichista de Brudos. Un día a Jerry lo descubren con la pornografía perteneciente a su hermano mayor y debe aguantar los fuertes regaños de la madre, que era especialmente susceptible contra todo lo sexual de su hijo a quien por cierto obliga a lavar a mano sus sabanas ensuciadas durante sus sueños húmedos. La falta de naturalidad y comprensión de parte de su madre con temas delicados como este, no ayudan en nada al desarrollo emocional del joven Jerry Brudos.
A los 16 años Jerry Brudos logra entrar a estudiar un grado en electrónica en la Universidad Estatal de Oregon. Esto a pesar de ser mas bien un estudiante mediocre. A esta edad esta obsesionado con los tacones y la ropa interior de mujeres que roba cada vez que hay una oportunidad. Y es muy proclive a atacar las mujeres de su edad a quienes con engaños las conduce a lugares apartados donde las golpea sin motivo aparente, las fotografía y obliga a desnudarse. Digamos que tenía una gran necesidad por dominar y humillarlas. Sin embargo en una de esas, es descubierto por unas buenas personas que lo denuncian, mientras fingía ayudar a una víctima suya. La policía lo detiene y en su casa y coche son halladas fotos, equipo fotográfico y ropa de mujer, se le detiene bajo los cargos de asalto. Las autoridades deciden enviarlo a un hospital psiquiátrico donde los médicos determinan que padece esquizofrenia y desajustes sexuales motivados por su tránsito en la adolescencia. Por las desviaciones y el fetichismo le es impuesta una terapia de 9 meses. Mientras purga su "condena" hospitalaria, continúa asistiendo a clases en la escuela. Al finalizar el tratamiento, el panel de doctores establece que Jerry Brudos no representa un peligro para la sociedad.
El 9 de Marzo de 1959, Brudos se une a la milicia de su país realizando su entrenamiento en Georgia y siendo estacionado en el fuerte Ord en California. Ni con la distracción de sus actividades ni con la disciplina impuesta por la armada, Brudos abandona sus extrañas fantasías, como una de ellas, consistente en que una mujer coreana lo seducía. Después de hablar con sus superiores, es enviado con el psicólogo de la armada, el capitán Theodore J. Barry quien después de analizarlo recomienda la baja, a causa de sus "extrañas obsesiones..." En 1960, a los 21 años y de nuevo viviendo con sus padres, se reporta un incidente en el cual, Brudos queda impresionado por una chica que ve pasar por la calle, la sigue y decide atacarla para robarle sus zapatos. Este tipo de lances producían un efecto de corte erótico y de dominación para Brudos. Se entiende que cada vez va refinando sus métodos para acercarse a sus víctimas. Tras obtener su licencia FCC, Brudos consigue empleo en una estación de FM. Ahí conoce a Darcie Metzler entonces de 17 años con quien comienza una relación romántica. Comprensiblemente los padres de la muchacha desaprueban el noviazgo pero en un acto de rebelión ella enfoca toda su atención al extraño electricista. Terminan casándose a mediados de 1962. Tienen su primera hija, llamada Megan pero al principio del matrimonio se tienen que mover mucho a causa de la inestabilidad laboral de Brudos.
En 1967 finalmente la familia Brudos se establece en Portland donde Jerry ha obtenido un empleo como electricista. Darcie esta embarazada de nuevo y el papa esta feliz ante la perspectiva de tener un hijo varón. El día del nacimiento de Jason, quiso el destino que Darcie negara a Jerry su presencia durante el parto. Este caprichoso rechazo le provocó una gran tristeza y muy pronto regresó al robo de zapatos y calzones. De hecho unas cuantas semanas después Brudos descargó su ira contra una mujer de la ciudad a quien atacó dentro de su casa una vez caída la noche. La desmayó, violó y robó sus pertenencias íntimas.
Para un hombre tan depravado como Brudos, escalar en la gravedad de sus crímenes es cosa de tiempo y tenía que llegar el primero de varios asesinatos, atribuidos a su persona.
En 1968 la señorita Linda Slawson, de apenas 19 años trabajaba por comisión para una compañía de libros. Vendía enciclopedias de puerta en puerta para ayudarse a pagar la escuela. El 26 de Enero efectuó su último recorrido en un vecindario de Portland para desaparecer. No se supieron muy bien las circunstancias de la desaparición de la chica, hasta que se tuvo a Brudos en custodia. De momento la compañía de libros no tenía registrado el itinerario de visitas de Slawson y la policía solo pudo hallar el auto de la chica sin poder obtener alguna pista sólida sobre su paradero. Brudos confesó que tan pronto Slawson estuvo en su jardín, planeó meterla a su taller por medio de engaños. La chica lo siguió inocentemente hasta su taller de la casa donde con una palanca la golpeo noqueándola al instante. Luego procedió a estrangularla y con toda la calma del mundo, teniendo el cadáver de una mujer en su casa, hablo con su familia, diciéndoles que se fueran a comer a un centro comercial. Cosa que su esposa e hijos diligentemente hicieron. Inmediatamente la desvistió y le probó la ropa que tenía guardada. Tomó todas las fotografías que pudo y decidió deshacerse del cuerpo, no sin antes cortarle un pie con una sierra. Dicho pie fue almacenado temporalmente en un congelador para posteriormente usarlo en sus ritos fetichistas. El cuerpo lo tiró atado a un bloque de motor al río Willamette. Estas confesiones fueron motivo de gran irritación por parte de la policía que tenía que soportar la arrogancia y el cinismo de Brudos al reconocer los crímenes.
El 26 de Noviembre de 1968, la señorita Jan Whitney de 23 años desapareció igual que Slawson, en circunstancias misteriosas. Su automóvil marca Rambler fue hallado abandonado en una carretera cerca de Albany, Oregon. Ese día iba camino a casa para el festejo del Día de Gracias. La policía supuso que tras un fallo mecánicade su coche tuvo que hacer autostop y alguien habría aprovechado para secuestrarla. En esas épocas y lugares, era habitual que las muchachas hicieran autostop y no era tampoco extraño que los depravados aprovecharan esas abundantes oportunidades para secuestrarlas. Según Brudos, Whitney estaba a un lado de la carretera con su auto descompuesto. A pesar de que estaba acompañada por un par de sujetos de aspecto hippie, no desaprovechó la oportunidad que se presentaba con esta muchacha. De acuerdo a esto, los tipos no podían componer el auto, así que Brudos se ofreció ayudar. Tuvo la paciencia de irlos a dejar a donde iban los señores y luego condujo a la muchacha hasta su casa.
Ahí le dijo que esperara mientras Brudos informaba a su mujer que iba a arreglar el auto de la señorita Whitney. Regresó a ella e increíblemente la muchacha aceptó de buen grado los extraños juegos que Brudos jugaba. Probablemente la muchacha estaba dispuesta a juguetear con un hombre desconocido, sin embargo este no era el indicado. Después de colocarle un lazo en los ojos, la estranguló con el mismo. Después de asfixiarla, tuvo sexo con el cadáver. Llevó el cuerpo a su taller y tuvo sexo numerosas veces mas, fotografiándolo con las ropillas femeninas producto de sus hurtos. Finalmente colgó el cadáver en un gancho con unas poleas que había montado en el techo. Cualquiera que hubiera entrado al sitio, habría descubierto las actividades criminales de Brudos, pero éste no hacía gran cosa por ocultarlas. Se dio el caso que un automóvil se estrelló en su propiedad haciendo un hoyo en la pared. Si alguien hubiera echado un vistazo podría haber descubierto algo, sin embargo nadie lo hizo. Ni siquiera el olor a muerto llamó la atención de nadie. Igual que Linda Slawson, Jan Whitney fue a dar al río Willamette junto a una pieza de coche muy pesada. Brudos antes de deshacerse del cadáver arrancó un seno al cuerpo con el objetivo de hacer con el un pisapapeles.
Tocó turno a Karen Sprinker, muchacha de 19 años, que fue secuestrada por Brudos el día 27 de Marzo de 1969 en un centro comercial al que la víctima había ido para reunirse con su madre. A pesar de que a Brudos no le agradaron los zapatos que la chica calzaba, se decidió por ella tras haber fallado con otra. A punta de pistola la hizo subirse a su carro y la llevó directamente a su casa donde la violó y la forzó a posar con la ropa interior y zapatos de su colección. La colgó del cuello en su sistema de poleas y la asesinó. El cadáver de Karen sufrió las mismas vejaciones que los dos anteriores. Esta vez fueron cortados los dos senos dado que había fracasado en su anterior intento por hacer un buen molde para el pisapapeles. Para que el cuerpo no ensuciara su carro, le colocó un enorme sostén con algodones y gasas. El día de su secuestro su mama la esperó por más de una hora. Testigos indicaron que habían visto a una mujer alta muy extraña merodear el estacionamiento de la tienda. Alguien dijo que al ver de cerca a la "mujer" descubrió que se trataba de un sujeto travestido. Todos se giraban a mirar al individuo. Sin embargo este dato no fue relacionado directamente con el secuestro de Karen Sprinker.
Un incidente adjudicado a Brudos después de su detención se dio el 21 de Abril de 1969 protagonizado por la señorita Sharon Wood. Quien ese día asistió a un centro comercial para reunirse con su ex esposo para discutir sobre su divorcio. Sin embargo le tocó estacionar su vehículo en un nivel y lugar apartado del sótano. Entonces notó que alguien la observaba, específicamente un extraño sujeto. Instintivamente pensó en acercarse donde se escuchaba el ruido de las personas pero en ese momento alguien tocó su hombro. Al voltear vio a este hombre con una pistola en mano. El tipo le dijo que guardara silencio, sin embargo su reacción fue aparte de terror, de furia y decidió pelear por su vida pues algo le indicaba que este hombre era un homicida. No permitiría ser atacada de esa manera. Después de algo de lucha y forcejeo, consiguió morderle una mano. A pesar de que el sujeto pesaba mucho mas que ella, logró conseguir segundos preciosos puesto que el sujeto tuvo que huir ante la cercanía de un automóvil. Sharon Wood informó a la policía que el sujeto tenía ojos azules y muchas pecas, pero ninguna persona que estuvo cerca del acontecimiento pudo recordar a un hombre con tal descripción.
Pocas horas después una chica de 15 años de Salem, Oregon reportó a la policía haber sido tratada de introducir a la fuerza a un carro por un hombre alto y pecoso. Hasta ese momento la policía no sospechaba que tenía en su territorio un asesino serial en libertad. Los estudiosos coinciden en señalar que el estado de Oregon nunca había tratado con criminales seriales por lo que la respuesta de las autoridades era mas bien tibia e inefectiva.
El 23 de Abril de 1969 desapareció la señorita Linda Salee. Había ido a un centro comercial a comprar un regalo para su novio pero nada mas se supo de ella. Igual que con las otras víctimas, su automóvil fue hallado abandonado y sin señales de que alguien hubiera entrado al vehículo a la fuerza. El novio fue interrogado pero no hubo ninguna razón para considerarlo sospechoso. En esta ocasión Brudos usó la vieja artimaña de fingir ser un policía y blandiendo una placa obligo a la chica a hacer lo que el quería. Para manipularla la acusó de robar una tienda. Al parecer la chica no pensó que fuera a ser asesinada pues no hizo nada por escapar cuando Brudos la dejó amarrada mientras se fue a almorzar. De regreso la violo al mismo tiempo que la estrangulaba. Al parecer le insertó cables con corriente en el tórax para hacerla "bailar..." Tales eran las fantasías del depravado asesino, de controlar hasta en la muerte a sus víctimas. Conducta observada en otros asesinos como Dahmer y Dennis Nilsen.
Tras la desaparición de Salee la policía súbitamente recordó el caso de Linda Slawson quien desapareció en similares circunstancias, sin dejar rastro alguno. Se dieron cuenta que todas las desaparecidas eran mujeres blancas, jóvenes y de alguna manera atractivas. También se descubrió un patrón: todas desaparecían después de mediados de mes. Pocas semanas después un hombre que iba de pesca encontró restos humanos atrapados en la corriente del río Long Tom. Al llegar la policía se dio cuenta que esta era evidencia de un crimen, y lo curioso es que de inmediato comenzaron a recabar evidencias cruciales para el caso. El cadáver estaba atado a un peso con una cuerda de nylon con un nudo muy especial.
Asimismo la presencia de alambre de cobre le indicó a los detectives que el o los asesinos tenían experiencia como electricistas. Por las marcas del cuello, el forense determinó que lo más probable es que la chica muriera por estrangulamiento. Gracias a las impresiones dentales se determinó que la desafortunada víctima era Linda Salee.
Ante el macabro hallazgo la policía comenzó a buscar exhaustivamente por el río y poco tiempo después se encontraron nuevos restos en descomposición. Encontraron iguales nudos y materiales, lo que reforzaba la idea de que era un solo individuo el sospechoso de los crímenes. También la chica hallada estaba atada a un peso. Mediante la ropa que aún conservaba el cadáver fue posible identificarlo como perteneciente a Karen Sprinker. Tras mayores rastreos no fue hallado nada más en las riveras del río. Lo único seguro para la policía es que estaba buscando a un sujeto muy fuerte. Finalmente alguien en el departamento de policía tuvo una brillante idea: investigar en la universidad local, dada la juventud y naturaleza de las víctimas. Aquella estrategia dio frutos inmediatos.
Los investigadores que interrogaron a las estudiantes de la Universidad Estatal de Oregon se enteraron de la queja de varias señoritas que hablaban de un hombre que les hacía llamadas telefónicas tratando de sonsacarlas. Además, varias personas habían notado la presencia en el campus de un extraño sujeto pelirrojo y ligeramente panzón. Con tan buena suerte, se pudo contactar a una muchacha que en efecto había accedido verse con este sujeto, quien se describió como veterano de Vietnam en busca de compañía. La chica no tenía intenciones de ver de nuevo al sujeto dado su comportamiento fuera de lugar. En la cita este hombre alto y pecoso había querido hablar acerca de las chicas halladas en el río. Además en un raro desplante, quiso saber por que ella no tenía miedo de que el la fuera a estrangular. Sin embargo la policía confiaba en que el hombre le llamaría de nuevo y le pidió a la estudiante que por favor aceptara otra cita mas y así sucedió unos días después. La chica notificó inmediatamente de la hora y el lugar del encuentro a los oficiales.
Una vez puesta la trampa, los oficiales conocieron al sospechoso, un hombre alto, ligeramente regordete de quien conocieron se llamaba Jerry Brudos. Carecían de elementos para detenerlo en ese momento así que se conformaron con saber que vivía por el rumbo y que curiosamente, se dedicaba a la electrónica. Tras cinco días de vigilarlo e investigar su pasado, decidieron arrestarlo.
La misión de incriminar a Jerry Brudos no era sencilla, sin embargo la dificultad se disipó cuando se estableció la cercanía en tiempo y lugar entre Brudos y cada una de las 4 víctimas conocidas. En su taller casero se hallaba mucha cuerda de nylon como la usada para atar los cuerpos de las víctimas. Su apariencia no denotaba tanta fortaleza para movilizar cuerpos, pero esa impresión podía ser engañosa. No había suficiente evidencia ni motivo aún para obtener una orden de cateo girada por un juez. De lo que no se pudo librar fue de la identificación positiva en su contra de una adolescente quien aseguró haber sido molestada por Brudos hacía unas semanas. Aquello fue suficiente para detenerlo justo cuando intentaba moverse junto a su esposa.
El 30 de Mayo, día de su arresto, la policía descubrió que estaba usando ropa interior de mujer. Aceptó someterse a un interrogatorio, y a pesar de los consejos de su abogado, comenzó a confesar. Durante tres días consecutivos, les contó a los detectives acerca de sus actividades fetichistas y sin mostrar culpa o remordimiento habló de todos los asesinatos. Hablaba muy animado como si quisiera contagiar su pasión a los que le escuchaban. Esa actitud engreída y cínica resultaba muy molesta para los oficiales quienes notaron que Brudos hablaba de las mujeres como si fueran objetos destinados exclusivamente a procurarle placer y diversión. Y a pesar de confesar abundante información, esta no precisaba detalles cruciales que verdaderamente lo incriminaran. Tal era la malicia de Jerry Brudos. Con lo que no contaba era que cuando pidió a su mujer quemar sus pertenencias, esta ya no quiso seguirle el juego y se negó. No se sabe a ciencia cierta si Darcie se había dado cuenta de las actividades criminales, o es que ya estaba cansada de las extravagancias sexuales de su marido quien al comienzo de su matrimonio le pedía andar desnuda por la casa. Una vez Brudos se presentó en la intimidad ataviado con ropa de mujer, para su desilusión Darcie no comprendió este aspecto de su sexualidad y tras la embarazosa experiencia se decidió no volver a tocar el tema. La señora Brudos también había cuestionado a Jerry acerca del molde de seno que había en su taller casero. Este le respondió que no era mas que un pisapapeles.
El 2 de Junio de 1969 se le acusa oficialmente a Brudos de asesinato en primer grado contra Karen Sprinker y se efectúa el ansiado cateo en su domicilio. El equipo encargado de recolectar los datos quedó estremecido con los hallazgos. Se encontraron primero que nada con el gancho y las poleas empotrados en el techo usados para colgar los cuerpos de las víctimas. También mucha cuerda y cintas presumiblemente usadas para maniatar a las muchachas. Apareció el molde del famoso pisapapeles en forma de pecho de mujer. Toda la colección de ropa intima de mujer, como camisones, sostenes, pantimedias y tangas en diversos estilos y tallas. No podía faltar una buena provisión de zapatos de mujer igualmente en diferentes tallas y estilos. Pero lo más espantoso fueron las numerosas fotografías en que salía Brudos mismo, vestido de mujer y luego fueron apareciendo otras donde estaban sus víctimas en diferentes poses y grados de mutilación. Algunas imágenes tenían recortada la parte donde estaba la cabeza, como para gozar el anonimato de la víctima. Pero hubo una fotografía que inclusive causó profunda impresión a los propios abogados de Brudos. En ella, aparecía colgada una jovencita en el mencionado gancho de su taller, vestida con un camisón y ligueros. En una esquina inferior de la foto, se aprecia un espejo que yace en el suelo donde se refleja la imagen estática del asesino. Se trataba de Jerry Brudos contemplando la mujer que había matado momentos antes.
A pesar de que al momento de comenzar el juicio de Brudos no habían aparecido los cuerpos de Slawson y de Whitney, la evidencia física hallada en su casa, la confesión y el testimonio de varias personas constituyeron el llamado 'cuerpo' del delito. Después de la consabida batalla legal en la corte, Brudos fue sentenciado a tres cadenas perpetuas. Sus abogados no podían ya salvar el hecho de la culpabilidad de Brudos, la evidencia así lo mostraba. Pero se enfocaron en demostrar que el defendido, había perdido el control de sus actos, tras un accidente laboral cuando tocó accidentalmente un cable con mucha corriente. Después de aquel incidente, le habían dado fuertes dolores de cabeza y había comenzado a fantasear en guardar cuerpos de chicas en su refrigerador. Siete psicólogos analizaron al acusado para finalmente determinar que a pesar de tener un agudo desorden de personalidad, y de mostrar parafilias, el señor Brudos era perfectamente capaz de discernir entre el bien y el mal. Entonces la estrategia tuvo que corregirse, para finalmente declararse culpable de los cargos.
Durante sus años de prisión Jerry Brudos no lo pasó muy bien, siendo blanco frecuente de ataques. En uno de los cuales le provocaron una fuerte herida en el cuello que requirió decenas de puntos de sutura. Llegó el día en que Brudos se negaba dar entrevistas y en ventilar de nuevo sus crímenes con tal de que nadie mas se enterase en la prisión de sus pasadas monstruosidades. Se supo que en su celda tenía apilados numerosos catálogos de calzado, que frecuentemente solicitaba por correo. Luego fue conocido por ser un genio de las computadoras. Durante mucho tiempo insistió al comité de libertad bajo palabra, que ya estaba reformado y listo para salir, pero siempre le fue negada la moción. El 28 de Marzo del 2006 a los 69 años falleció en prisión de causas naturales. Aunque se menciona que estaba en tratamiento por cáncer de colon.

http://listas.20minutos.es/lista/asesinos-en-serie-156/

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